Botánicas de Latinoamérica (y 10). Zoraida Luces, importante botánica venezolana

Vidas científicas

El desarrollo de las ciencias naturales en Venezuela, y en particular los conocimientos sobre la diversidad vegetal del país, se vieron notablemente enriquecidos gracias a las aportaciones de quien fue la primera mujer licenciada en Ciencias Naturales en el país, Zoraida Luces (1922-2006). Especializada en gramíneas o agrostología, es considerada una digna representante del esfuerzo y dedicación de las mujeres a la ciencia, como ha señalado el ingeniero, investigador y docente de la Universidad de los Andes, Haiman El Troudi, ha sido «reconocida por sus colegas tanto dentro como fuera de nuestras fronteras».

Zoraida Luces. Haiman El Troudi.

Zoraida Luces nació en el estado de Monagas, situado en la región nororiental del país, el 8 de junio de 1922. Desde muy joven manifestó una gran curiosidad por la naturaleza, tal como ella misma afirma en una entrevista concedida en 2005 a la profesora de biología de la Universidad Central de Venezuela (UCV) Helga Lindorf.

Cuando aún no había terminado el último año de educación media en el Colegio Católico Alemán, donde se graduó en 1939 como Bachiller en Filosofía y Letras, Zoraida Luces realizó un curso impartido por el acreditado científico suizo Henri Pittier (1857-1950), que despertó su temprana vocación por el estudio de las plantas, según describe el profesor Haiman El Troudi. Valga apuntar que Henri Pittier fue un ingeniero y botánico pionero en la creación de parques nacionales en Venezuela, país en el que se radicó y al que dedicó buena parte de sus investigaciones.

Con tan solo 15 años, Zoraida Luces obtuvo en 1938 su primer trabajo como asistente de Pittier, en aquellas fechas director del Servicio Botánico del Ministerio de Agricultura, institución que posteriormente daría origen al Herbario Nacional de Venezuela, fundado en 1945. En este centro, la joven formó parte de un equipo pionero que estudiaba la flora del país e impartía diversas clases a estudiantes, colaborando en los cursos de botánica para “señoritas”. Años más tarde, la propia científica comentaba a Helga Lindorf que, «comparando con la vida moderna de hoy, resulta incomprensible que esos cursos se organizaran separadamente, uno para “damas” y otro para “caballeros”».

A comienzos de la década de 1940, bajo la recomendación de Henri Pittier, Zoraida Luces consiguió una beca del Gobierno Nacional para viajar a los Estados Unidos. La botánica, siendo una destacada alumna del maestro suizo, tenía como objetivo realizar estudios sobre gramíneas en el Instituto Smithsoniano (Smithsonian Institution), el muy citado prestigioso centro de investigación estadounidense. Recordemos que la familia de las gramíneas constituye la primera en importancia económica mundial, dado que la mayor parte de la dieta de los seres humanos proviene directa o indirectamente de estas plantas.

En el Instituto Smithsoniano, la conservadora del Herbario Nacional era la acreditada doctora Mary Agnes Meara Chase (1869-1963), una de las más grandes especialistas en gramíneas del continente de aquel tiempo. Es de interés recordar que esta acreditada botánica describió a lo largo de su extensa y fructífera vida profesional más de 10 000 especímenes de gramíneas, recolectadas durante sus numerosos viajes por su país y por América Latina. Junto a ella, Zoraida Luces investigó y realizó numerosas exploraciones botánicas sobre esta familia de las plantas. Al respecto, la científica venezolana ha afirmado que «tuve la enorme suerte de conocer a la doctora Agnes Chase […], con quien me capacité durante un año en los Estados Unidos».

Algunas gramíneas de Latinoamérica. Imagen realizada con fotografías de Wikimedia Commons.

Vocación por la botánica

Según relata Haiman El Troudi, las clases con Henri Pittier, su trabajo en el Servicio Botánico y la experiencia científica con Agnes Chase, «fueron determinantes en la decisión de Zoraida Luces para matricularse en ciencias naturales en la Universidad Central de Venezuela (UCV), cuando en 1946 se hizo el anuncio de que se fundaría esa carrera».

Sobre sus inicios como estudiante universitaria, Zoraida Luces apuntaría que «los estudios en ciencias naturales eran una novedad en Venezuela; el empuje para crear una carrera en ese campo provino principalmente de Tobías Lasser, quien con su tenacidad logró que se abriera en 1947 una Escuela de Ciencias adscrita originalmente a la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas (actualmente Facultad de Ingeniería)». Tobías Lasser (1911-2006), fue un reconocido botánico venezolano, siendo un pilar fundamental en la creación del Jardín Botánico de Caracas, la Escuela de Biología y la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela​​​​.

«Cuando se anunció la apertura de la carrera de Ciencias Naturales en la UCV ya estaba decidida a inscribirme. Alternaba los estudios con mi trabajo como botánica en el Servicio Botánico y con la crianza de mi primer hijo», ha relatado la científica a Helga Lindorf.

Zoraida Luces se graduó en 1950 como Licenciada en Ciencias Naturales, y cuando la universidad inició los cursos de doctorado no dudó en matricularse, obteniendo en 1958 su título de doctora. «En ese mismo año, añade, había sido creada la Facultad de Ciencias como derivada natural de la antigua Escuela de Ciencias». Según describe El Troudi, como doctorada en ciencias la vocación de la científica era clara, y subraya «en Venezuela, la investigación sobre las gramíneas fue iniciada por Henri Pittier, pero es Zoraida Luces de Febres quien consolida la agrostología como línea de estudio científico de amplia trayectoria en historia botánica venezolana».

Cuando la entrevistadora Helga Lindorf pregunta a la científica si alguien la inspiró a elegir su profesión, Zoraida Luces responde sin dudarlo: «Pittier fue un personaje central para mí». Además, añade, que el interés por el estudio «había surgido en mi juventud, ya que en el colegio recibí una educación liberal durante aquellos años, cuando se estaban gestando los primeros movimientos por la emancipación femenina y nuestros derechos políticos».

Zoraida Luces no olvida destacar que «la figura ejemplar en mi vida fue la profesora Agnes Chase, directora del departamento de Agrostología de la Smithsonian Institution, en cuya casa me hospedé durante mis estudios en Estados Unidos. Los fines de semana y los días libres los pasábamos juntas en una relación materno filial que concluyó con la muerte ya en la ancianidad de la doctora Chase». Ciertamente, la brillante botánica estadounidense dejó una huella indeleble en la vida académica de la científica venezolana.

En su país, Zoraida Luces también dedicó una parte importante de su tiempo a la docencia: «Fui profesora en la Escuela de Biología de la Facultad de Ciencias, dictando las materias optativas de Agrostología y Botánica Económica, esta última complementada con la visita a empresas e industrias que tenían vegetales como materia prima» Asimismo, continúa detallando la científica, «impartí un curso de Agrostología en el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas de Turrialba (Costa Rica) en 1958, y regularmente ofrecí cursos especiales sobre el tema para profesores de las universidades nacionales y del Instituto Pedagógico de Caracas».

Esta infatigable botánica venezolana realizó también funciones administrativas; por ejemplo, recordaba ante Helga Lindorf, «invertí gran parte de mi gestión en procurar la mejora de la infraestructura del Instituto Botánico y del Herbario Nacional, uno de los mejores de Latinoamérica, ejemplo grandioso de la biodiversidad venezolana».

Portada del libro.

Una obra de la que Zoraida Luces ha afirmado en varias ocasiones sentirse muy orgullosa fue la primera traducción al castellano del libro de su maestra y amiga Agnes Chase, titulada First book of grasses (1959). La primera traducción fue publicada en 1960, bajo el título Primer libro de las gramíneas. La estructura de las gramíneas explicada a los principiantes. Posteriormente saldrían dos reediciones, siendo la última de 1972, ampliada y actualizada por la científica venezolana; como coautora, incluyó treinta nuevas especies e incorporó novedosos comentarios y bellas ilustraciones. Esta edición, han apuntado diversos autores, fue ampliamente reconocida y alcanzó una gran difusión.

Es ilustrativo recordar el primer párrafo del prefacio de ese libro titulado «Nota de la traductora», que dice así: «La traducción del inglés al español del Primer Libro de las Gramíneas de la eminente agrostóloga Doctora Agnes Chase, me proporcionó una de las mayores satisfacciones de mi vida profesional; primero por la profesionalidad científica de la autora, luego, por facilitar a los estudiantes de habla hispana el conocimiento de la morfología de una de las familias más importantes del reino vegetal, no solo desde el punto de vista económico sino también científico; y por último, por los grandes vínculos espirituales que me unieron a la Doctora Chase, mi maestra, a quien le profesé la más grande admiración y profundo cariño».

Haiman El Troudi ha subrayado que la insigne obra científica de Zoraida Luces «se desarrolló por y para Venezuela, su gran pasión». Y añade al respecto que «en el transcurso de su carrera rechazó invitaciones y ofertas para trabajar en países como Brasil, México, Alemania, Rusia y Estados Unidos como docente o para dirigir institutos botánicos, incluso cuando sus dos hijos ya eran independientes».

Las aportaciones de la científica a la botánica de Venezuela fueron extraordinarias. Por ejemplo, continúa escribiendo El Troudi, «durante su trayectoria como investigadora produjo numerosos trabajos científicos, entre los que destaca Géneros de las gramíneas venezolanas, considerada “la única obra donde se trata la totalidad de los géneros presentes en el país, acompañados de ilustraciones, claves y una lista comentada de las especies para cada género”».

Por su parte Helga Lindorf, tras debatir sobre las dificultades para ingresar en el mundo de la ciencia siendo mujer, ha escrito que «para Zoraida Luces era natural hacer investigación y trabajar […]. En su casa no se practicó ni el machismo ni el feminismo. No era tema de discusión, pues los varones de la familia estaban orgullosos de su trabajo y la alentaban». Al respecto, la propia científica afirmaba que «toda mi vida he hecho lo que he considerado que quiero hacer» y, aunque no participaba en los movimientos feministas, aborrecía al machismo «por ser expresión de las almas primitivas».

Referencias

Nota de la editora

Este artículo es el décimo (y último) de una serie sobre botánicas latinoamericanas.

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

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