Botánicas de Latinoamérica (7). Cleofé Calderón, la huella de una científica en los estudios del bambú

Vidas científicas

Cleofé Calderón, o Cleo como era conocida por sus colegas y amistades, fue una acreditada científica especialista en agrostología o graminología, una rama de la botánica importante en la agricultura porque implica cultivos de arroz, maíz, caña de azúcar y trigo, y pastos para alimentación animal.

Cleofé Calderón. Wikimedia Commons.

Entre los vegetales que forman parte de las gramíneas se encuentra el bambú, representado por más de doscientas especies muy variadas; unas son herbáceas y otras leñosas; pueden medir menos de un metro con tallos de medio centímetro de diámetro, aunque también existen los bambúes gigantes de unos 25 metros de alto y 30 centímetros de diámetro. Están presentes de manera natural en todos los continentes a excepción de Europa y la Antártida. El principal interés del bambú radica que tiene un amplio espectro de usos como, por ejemplo, es una de las maderas más empleadas para la construcción, aunque también es aprovechado en la industria textil gracias al uso de sus fibras, en la producción de papel, en elaboración de instrumentos musicales, o como plantas ornamentales. Es asimismo popular por ser el alimento más abundante del oso panda.

La científica que hoy recordamos nació el 26 de octubre de 1929 en Buenos Aires, Argentina, donde realizó sus estudios primarios y de bachillerato. Posteriormente, estudió en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde se graduó en el año 1956; continuó su formación realizando un doctorado con el respetado profesor Lorenzo Parodi (1895-1966), conocido ingeniero agrónomo dedicado a la botánica y en particular a las gramíneas. Como ha señalado la doctora en ciencias biológicas Ana María Molina, las primeras investigaciones de Cleofé Calderón fueron sobre gramíneas de la región pampeana argentina, donde descubrió varias especies y una lleva su nombre: Koeleria calderonii.

En el año 1961, Calderón leyó su tesis doctoral y poco después tuvo la oportunidad de viajar a Washington D.C. y realizar una visita al Herbario Nacional de la Institución Smithoniana (National Herbarium of the Smithsonian Institution). Durante esta estancia, en principio breve, se produjo un cambio destacado en la vida de la joven botánica. El entonces conservador de gramíneas del Departamento de Botánica, Thomas R. Soderstrom (1936-1987), que estaba empezando a descubrir el fascinante mundo del bambú, invitó a Cleo Calderón a dirigir la investigación del herbario de gramíneas y realizar un proyecto de trabajo conjunto.

Valga apuntar, además, que por aquellas fechas Agnes Chase (1869-1963), considerada por la comunidad científica «entre las especialistas más destacadas del mundo», era conservadora honoraria de gramíneas en la Institución y, dado que aún estaba en activo, Cleo Calderón pudo conocerla y recibir valiosa información por parte de tan destacada experta.

Es fácil imaginar que la oportunidad de estudiar las gramíneas con estos colegas en uno de los principales herbarios del mundo fue un argumento irresistible para que la joven botánica argentina se quedara en los Estados Unidos. La revista de la Sociedad Americana del bambú (The Journal of the American Bamboo Society) ha relatado que ciertos encuentros fortuitos marcaron el inicio de la larga y productiva carrera de Cleo Calderón, la cual ha quedado plasmada en una serie de artículos altamente significativos. Bajo esas condiciones, la joven botánica pasó la mayor parte del resto de su vida en Washington D. C.

Con el fin de permanecer en los Estados Unidos y continuar con su trabajo, Calderón solicitó y recibió ayuda económica de diversas instituciones; asimismo, consiguió pasar un tiempo en Europa y en la India dedicada a consultar la bibliografía disponible y entrevistarse con influyentes botánicos.

Un exitoso trabajo colectivo

A comienzos de la década de 1960, la investigadora argentina emprendió junto a Tom Soderstrom una serie de trabajos con excelentes resultados. De hecho, sus logros sentaron las bases para los estudios modernos sobre la sistemática y la evolución del bambú.

Calderón y Soderstrom dirigieron su investigación a un conjunto de bambúes propios de los bosques tropicales, sobre los que en aquellos momentos se sabía muy poco en comparación con otras gramíneas. Básicamente, se concentraron en especies neotropicales; recordemos que neotrópico es un término utilizado en biogeografía para identificar la región del continente americano que incluye casi toda América del Sur, Centroamérica, Antillas, una parte de Estados Unidos y una parte de México.

Cleofé Calderón y Thomas Soderstrom examinando muestras de bambú. Wikimedia Commons.

El trabajo de campo de Calderón en América Central y en Sudamérica se vio altamente facilitado porque ella, además de su castellano nativo, hablaba fluidamente inglés y portugués. En concreto, entre 1966 y 1982 realizó valiosas recolecciones en Panamá, Costa Rica, Ecuador, Colombia y, sobre todo, en Brasil, país donde pasó la mayor parte de su tiempo coleccionando bambúes y otras gramíneas. En 1976, por ejemplo, realizó un viaje de diez semanas para estudiar y recoger especímenes de bambú en la costa atlántica brasileña. Uno de sus hallazgos más destacados fue el redescubrimiento en el estado de Bahía, el quinto estado en extensión brasileño, de Anomochloa, un género de gramíneas que la comunidad especializada no había visto con vida desde el siglo XIX (Latino Natural History). Para identificar esta planta, Calderón realizó un detallado estudio morfológico y anatómico que le permitió confirmar que efectivamente se trataba de una gramínea.

La colaboración entre Cleo Calderón y Tom Soderstrom resultó muy productiva y, a partir de la década de 1970, empezaron a publicar numerosos artículos sobre bambúes herbáceos. Según afirma The Journal of the American Bamboo Society, sus hallazgos fueron de importancia fundamental no solo para el bambú, sino también para la clasificación sistemática de las gramíneas en general.

Gran parte del éxito alcanzado por su trabajo fue debida a la meticulosidad de Calderón a la hora de recolectar ejemplares. Dedicaba todo el tiempo que fuera necesario para asegurarse una recolección rigurosa. Tomaba detalladas notas de campo, incluyendo mediciones y fotografías, antes de prensar y disecar los especímenes. Usualmente llevaba consigo dos cámaras fotográficas, una cargada con película en blanco y negro y otra con película en color, de manera que podía documentar el hábitat y otras características importantes de las plantas en ambos formatos.

Una faceta importante de su metodología era que rutinariamente prensaba sus especímenes en el campo, en vez de colocarlos, como era habitual, en una bolsa de plástico y comprimirlos luego por la noche. Al respecto, señala The Journal…, «para desesperación de quienes la acompañaban, nunca tenía apuro, pero por esa razón sus colecciones conservan un enorme valor científico y representan quizás su legado científico más importante».

A lo largo de su vida, esta acreditada botánica confeccionó aproximadamente mil colecciones, la mayoría sobre bambúes, que están depositadas en el National Herbarium (EE. UU.). Coleccionó todo tipo de ejemplares, tanto herbáceos como leñosos. Y, además, participó en al menos otras cuarenta expediciones, aunque en estos casos ella no fue la principal responsable del trabajo.

Diversas autoras y autores han subrayado que, pese a que las colecciones que produjo Cloe Calderón eran relativamente pequeñas y a que su carrera solo duró veinte años, los especímenes por ella recolectados todavía hoy proporcionan a la comunidad científica una inestimable información sobre la evolución y la morfología de las gramíneas en general. Asimismo, la huella dejada por esta investigadora en el mundo de los estudios del bambú es realmente notable y muy apreciada. De hecho, en la actualidad cabe afirmar que Calderón fue una botánica prominente en el Herbario Nacional de la Institución Smithoniana de Washington D.C.

Valiosas aportaciones a la ciencia de las plantas

Valga señalar que para Tom Soderstrom y Cleo Calderón las dos áreas de estudio en las que centraron especialmente su interés fueron la biología de la polinización y la arquitectura de la inflorescencia. Recordemos que la polinización es un proceso ecológico de gran importancia que consiste en la transferencia de granos de polen desde la parte masculina de una flor a la parte femenina de otra o de la misma flor. El resultado es la fecundación de la planta. Por su parte, la inflorescencia es la disposición de las flores en un vegetal, que puede estar compuesta por una sola flor o por varias de ellas. La inflorescencia de las gramíneas es bastante compleja; básicamente consiste en una pequeña espiga formada por una o más flores protegidas por brácteas estériles, esto es, que no participan en el proceso de la fecundación.

En lo que se refiere a la biología de la polinización, tradicionalmente se ha asumido que en las gramíneas el transporte o transferencia del polen tiene lugar gracias al viento. Sin embargo, también existen publicaciones que describen la presencia de ciertos insectos asociados a la inflorescencia de las gramíneas en los bosques tropicales lluviosos; no obstante, este hecho se ha interpretado como una asociación casual.

Descontentos con la interpretación tradicional, Cleo Calderon y Tom Soderstrom decidieron examinar la posibilidad de que algunos bambúes herbáceos fueran polinizados por insectos. Para confirmar tal suposición era necesario observar pacientemente una amplia variedad de especies junto a una extensa colección de insectos visitantes. Con tal fin, dividieron el trabajo y mientras Calderón llevaba a cabo la mayor parte de los estudios en Brasil y Panamá, Soderstrom los realizaba en Colombia y Venezuela.

Dada las dificultades del proyecto, los resultados no fueron del todo concluyentes. No obstante, y sin entrar en demasiados detalles técnicos, ambos especialistas se mostraron convencidos de que la polinización con insectos tiene lugar en algunos bambús herbáceos de los bosques tropicales lluviosos. Sostenían esas conclusiones por la exclusiva asociación detectada entre determinadas especies de mosquitos y las inflorescencias de ciertas especies de bambúes.

Bambúes en Brasil. Wikimedia Commons.

Según la citada revista The Journal…, junto a otros medios especializados, este prolijo trabajo fue el primero en realizar un conjunto de observaciones rigurosas sobre la biología de la polinización en los bambúes herbáceos. Ciertamente, Tom Soderstrom y Cleo Calderón analizaron con cuidada minuciosidad la estructura de la inflorescencia de estas plantas, y pese a que consideraron sus conclusiones como un esbozo, en realidad, continúa The Journal…, abrieron un importante camino para análisis siguientes sobre la inflorescencia de los bambúes herbáceos, y de la evolución de las gramíneas en general.

Sin extendernos demasiado, cabe insistir en que las gramíneas representan un grupo de plantas muy importante en la naturaleza y para la humanidad. Su interés ecológico y económico ha motivado la realización de un elevado número de estudios sistemáticos y evolutivos, donde los trabajos de Calderón y Soderstrom tuvieron un impacto muy significativo. Como han apuntado diversas autoras y autores, estas plantas surgieron hace alrededor de 35 millones de años gracias a un considerable incremento de las praderas, sabanas y estepas en detrimento de las superficies forestales, lo cual constituyó uno de los acontecimientos evolutivos vegetales más importantes para los seres humanos. De aquí el enorme interés generado por los hallazgos de Calderón y Soderstrom.

A finales de la década de 1970, estos dos científicos completaron una cuidada síntesis sobre la ecología, la sistemática y la evolución del bambú como especie destacada dentro de la familia de las gramíneas. El estudio logró arrojar luz sobre la importancia de los bambúes en muchos hábitats diferentes en todo el mundo y sobre su valor económico, enfatizando, además, la necesidad de continuar con los análisis sistemáticos y ecológicos de estas plantas. Por otra parte, como refleja The Journal…, también impulsó encendidos debates sobre la acelerada destrucción de los bosques tropicales y su impacto sobre la diversidad del bambú y otras gramíneas, insistiendo en un tema que ya era frecuente en muchos de sus artículos.

La última publicación conjunta realizada por Cleo Calderón y Tom Soderstrom salió a la luz en 1980, y fue su trabajo más sintético. Entre sus propuestas sobre sistemática, llamaron la atención sobre la diversidad de los bambúes y cuánto quedaba aún por aprender. The Journal… ha subrayado que se trata de un estudio que proporcionó una hoja de ruta sobre la sistemática del bambú y su clasificación. Este notable trabajo fue un referente hasta que la generación posterior de especialistas proporcionó en 1995 las bases de un método más preciso para la clasificación de las gramíneas, configurado a partir de los datos procedentes del secuenciado del ADN.

El noble interés por difundir conocimientos

En 1966, Cleo Calderón tuvo la primera oportunidad de colaborar con el profesor de la Universidad de Iowa (Iowa State University) Richard W. Pohl, en la enseñanza de un curso sobre gramíneas tropicales realizado en Costa Rica. Con posterioridad, a partir de la década de 1980, la científica participó en diversos simposios dedicados a la sistemática del bambú en distintos países latinoamericanos, dejando una notable huella entre sus asistentes.

A título de ejemplo, anotemos que, en 1981 Oscar Hidalgo, un arquitecto colombiano muy conocido por sus estudios sobre el bambú como material de construcción, decidió organizar un simposio sobre esta planta en Manizales, Colombia. Inicialmente, siguiendo el asumido modelo sexista, invitó a Tom Soderstrom para dirigir la sección dedicada a la sistemática del bambú. Sin embargo, unas pocas semanas antes del evento, el científico enfermó seriamente y tuvo que retirarse. Oscar Hidalgo, como segunda opción, se dirigió a Cleo Calderón. A pesar del escaso tiempo disponible para preparar su exposición, la científica estuvo de acuerdo en sustituir a su compañero y acudió al simposio de Colombia.

Su participación fue un éxito. La capacidad de comunicación de Calderón, junto a la fluidez de su castellano y dominio del tema, cautivó a los participantes. Al año siguiente fue invitada, ahora directamente, a otras reuniones especializadas entre las que destaca su intervención como directora de la sección de sistemática del bambú en otro importante simposio, esta vez celebrado en Guayaquil, Ecuador, en 1982.

Por otra parte, aunque la científica no impartió formalmente clases a lo largo de su carrera profesional, fue sin embargo tutora de un amplio estudiantado al que orientó, dirigió y contribuyó activamente en su formación. Entre ellos sobresale, por ejemplo, la joven Ximena Londoño, una lúcida ingeniera agrónoma que en el simposio de Guayaquil descubrió en Calderón un poderoso referente. The Journal…, ha descrito que entre ambas se estableció una cordial relación y la botánica argentina invitó a la joven Ximena a que visitase el Herbario Nacional de la Institución Smithoniana en Washington.

En 1984, Ximena Londoño acudió a la cita; en el célebre herbario no solo profundizó en su formación sobre el bambú y mejoró su inglés, sino que también consiguió iniciar una serie de interesantes conexiones con otros especialistas. Toda esta actividad dio excelentes frutos, ya que en la actualidad Ximena Londoño es una destacada ingeniera agrónoma de la Universidad Nacional de Colombia, además de una brillante especialista en botánica taxonómica de los bambúes del neotrópico, que ha logrado describir aproximadamente cincuenta especies nuevas para la ciencia.

Otra científica sobre la que Cleo Calderón tuvo una significativa influencia fue Lynn Clarck, actualmente una de las mayores expertas mundiales en la evolución del bambú. Durante los veranos de 1972 hasta 1977, la joven Clarck estuvo colaborando como voluntaria en el Herbario de la Institución Smithoniana, época en la que Calderón contribuyó a gran parte de su formación. Posteriormente, durante 1981 y 1982, realizaron un trabajo conjunto en Colombia y Ecuador, durante los cuales Clark enseñó a la estudiante la metodología a seguir para recolectar correctamente bambúes y conseguir una óptima conservación de las valiosas muestras obtenidas.

Cleo Calderón (1965). Smithsonian Institution.

Por su parte, el botánico brasileño Tarciso S. Filgueiras, hoy destacado experto en gramíneas, ha recordado que, cuando en 1974 visitó el Herbario Nacional de la Institución Smithoniana, en su camino hacia Oregón, fue amablemente recibido por Cleo Calderón. La científica le enseñó entonces las colecciones de gramíneas y le sugirió claramente que debería estudiar estas plantas durante su trabajo como graduado, en vez de leguminosas como él había previamente planeado. «Será mejor para tu país», le aconsejó. Este simple pero efectivo consejo, ha confesado Filgueiras a The Journal…, fue decisivo para que decidiera dedicarse al estudio de las gramíneas en su programa de Máster en la Universidad de Oregon (Oregon State University).

Durante los años que Cleo Calderon y Tom Soderstrom trabajaron en colaboración, recibieron a muchos estudiantes, chicos y chicas, de Latinoamérica. Durante estas visitas, la científica jugó en todo momento un papel clave, ya que no solo les proporcionó acceso directo a los especímenes de gramíneas y a la literatura, además de una valiosa orientación que facilitaría sus trabajos, sino que también les buscaba alojamiento y apoyaba cordialmente. Aquellos jóvenes visitantes se han referido a ella recordándola como una persona querida y una amiga cercana y cálida.

El último viaje de recolección de especímenes de Cleo Calderón tuvo lugar entre 1981 y 1982 en Ecuador y Colombia. Hacia 1985 optó por dejar la botánica de campo. Continuó viviendo en Washington, D.C. dedicando sus esfuerzos en la Institución Smithoniana a un trabajo centrado en el servicio bibliográfico.

En el año 2005, la respetada botánica optó por retirarse y regresar a la Argentina, donde falleció en la ciudad de Buenos Aires el 19 de marzo de 2007, a los 77 años, dejando tras de sí un valioso trabajo sobre el mayor y mejor conocimiento de los bambúes. Además de sus significativas aportaciones científicas, la vida y obra de Cleo Calderón han puesto de manifiesto, una vez más, el indiscutible papel de las mujeres en la ciencia. Por si todo ello fuera poco, también hay que añadir el entrañable recuerdo que cariñosamente conservan quienes disfrutaron de sus enseñanzas y consejos profesionales.

Referencias

Nota de la editora

Este artículo es el séptimo de una serie sobre botánicas latinoamericanas.

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

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