Flossie Wong-Staal, la bióloga molecular que contribuyó a entender cómo actúa el VIH

Vidas científicas

En un tiempo previo al desarrollo de la microbiología era común la idea, o quizá no la idea concreta sino una creencia de fondo, de que las enfermedades eran de alguna manera la consecuencia de comportamientos inmorales. “La mala vida”, pensaba gran parte de la población, tenía consecuencias y por tanto quien enfermaba, de alguna forma se lo merecía. Se lo había buscado.

Años después del desarrollo de la microbiología, cuando los virus, las bacterias, lo que comúnmente denominamos gérmenes, ya son conocidos, estudiados y en muchos casos remediados gracias a la ciencia y la medicina modernas, aún quedan algunos vestigios de esas creencias. El sida y el empeño de algunos en negar que es una enfermedad causada por un virus, y no por un estilo de vida, es un recalcitrante ejemplo.

Viriones de VIH-1 (en verde) ensamblándose en la superficie de un linfocito. Wikimedia Commons.

Hay algunos factores que no justifican pero sí explican, en parte, ese negacionismo que aún hoy, en 2023, se defiende en algunos rincones de internet y por suerte ya en pocos sitios más. El VIH, virus de inmunodeficiencia humana, no causa inmediatamente sida, sino que es una enfermedad que se desarrolla tras varios años de infección. Esto quiere decir que una persona puede tener el virus y no la enfermedad.

Por otro lado, durante los primeros años de la epidemia del sida, los pacientes cumplían principalmente un perfil concreto: hombres que mantenían relaciones sexuales con otros hombres o personas que consumían algunos tipos de drogas concretos. Al menos esos fueron los casos mayoritariamente representados en los medios de comunicación de la época. Ambos comportamientos tenían ya un estigma asociado previamente que las noticias sobre la nueva enfermedad no hacían más que aumentar.

¿Qué hace enfermar de sida?

Sin embargo, desde que surgió la epidemia del sida en los años 80, la comunidad científica (con algunas bochornosas excepciones) puso su empeño y su conocimiento en descubrir qué causaba realmente esta enfermedad para desarrollar así métodos de prevención y tratamientos que, décadas después, han cronificado la enfermedad, salvando la vida y la calidad de vida de las personas que conviven con ella. Al fin y al cabo, las enfermedades no aparecen porque quien las sufra se haya portado mal. Algo las causa, solo hay que descubrir el qué.

Flossie Wong-Staal fue una de ellas. De origen chino y nacionalidad estadounidense, esta bióloga molecular fue la primera que logró clonar el VIH, determinando las funciones de sus genes y entendiendo así cómo actúa el virus, un paso esencial para demostrar que, efectivamente, el VIH es el causante del sida.

Wong-Staal nació con el nombre Yee Ching Wong en la provincia de Guangzhou, en China, en 1946, en el contexto de la revolución comunista, que llevó a miles de familias, entre ellas la suya, a abandonar el país. En 1952, su familia se trasladó a Hong-Kong, donde ella comenzó a estudiar en un colegio católico solo femenino. En aquel momento, los profesores ya se dieron cuenta de que era una mente brillante. Interesada en la poesía y la escritura, sacaba muy buenas notas en los exámenes y eso hizo que la animasen a estudiar ciencias, donde descubriría su vocación.

En ese momento, por sugerencia del colegio y además de animarla a seguir adelante con los estudios, sus padres le cambiaron el nombre a algo que sonase más anglosajón: eligieron Flossie entre una lista de tifones que habían asolado el sudeste asiático en aquella época, ante la negativa de ella de ser otra “Mary” y pedir un nombre menos común.

Retrovirus en humanos

En 1964 se marchó a seguir sus estudios en Estados Unidos, en la Universidad de California-Los Angeles (UCLA), donde se licenció en bacteriología y se doctoró en biología molecular. En 1973 trabajó brevemente en la Universidad de California San Diego. Después comenzó a trabajar en el Instituto Nacional del Cáncer, donde se unió a un nuevo laboratorio, dirigido por Robert C. Gallo, que trataba de determinar si algunos virus eran la causa de determinados tipos de cáncer (algo que ahora sabemos que ocurre por ejemplo en algunos casos de cáncer de cuello de útero a causa del virus del papiloma humano).

Flossie Wong-Staal.

Su laboratorio sería uno de los primeros en trabajar sobre retrovirus, un tipo de virus que invade el núcleo de las células que infecta e inserta su material genético en el ADN de su huésped. Los retrovirus se habían observado previamente en pájaros y en ratones, pero no humanos. Esta investigación descubrió el primer retrovirus humano y cómo este tipo de virus, al alterar el ADN, podía activar algunos genes, llamados oncovirus, capaces de causar cáncer, además de otras enfermedades.

Wong-Staal y Gallo sospechaban que detrás del sida, que se convirtió en un tema de preocupación mundial al empezar a extenderse rápidamente en la década de los 80, también podía haber un retrovirus. El agente causante de esta epidemia, el VIH, centró los esfuerzos de investigadores de todo el mundo, incluida Wong-Staal.

El suyo y otro equipo de científicos francés mantuvieron durante años una disputa sobre quiénes podían atribuirse el descubrimiento del VIH, que a pesar de las agrias disputas y de las resoluciones de los tribunales, nunca llegó a cerrarse del todo. A día de hoy se acepta de forma generalizada que los científicos del Instituto Pasteur francés fueron los primeros en descubrir el VIH, en un artículo publicado en la revista Science en 1983, y que científicos del NIH, incluida Wong-Staal, fueron los primeros en demostrar que era la causa del sida.

No solo el qué, también el cómo

Mientras tanto, ella siguió investigando para determinar cómo actuaba el virus. Estudió cada parte del virus para ver qué funciones cumplía, contribuyendo a que varias de ellas se convirtiesen en dianas para distintos fármacos que buscaban tratar y curar la enfermedad. Este proceso también reveló el que es uno de los principales obstáculos para desarrollar una vacuna contra el sida: la enorme diversidad genética del VIH, algo que le permite evadir al sistema inmune y sus defensas, aunque estas hayan sido entrenadas previamente para combatirlo. Conocer algunos genes concretos y sus funciones podría por tanto ser de gran ayuda.

En 1990, Wong-Staal volvió a trabajar en la Universidad de California San Diego, donde siguió estudiando el VIH en busca de tratamientos y de una vacuna. En 2002 se convirtió en la directora científica de la compañía biomédica que ella misma había cofundado, que unos años después pasó del desarrollo de medicamentos para el VIH a la búsqueda de tratamientos para la hepatitis C.

Competitiva también en bailes de salón

Wong-Staal era recordada tras su muerte como una mujer tranquila, resiliente y competitiva. La disputa de su laboratorio con el equipo francés fue un ejemplo. Trabajó con intensidad pero con tranquilidad para llevar adelante sus descubrimientos, apoyando siempre a los jóvenes investigadores que llegaban a su laboratorio y sin dejarse involucrar en las tensiones personales que sí desarrollaron los dos jefes de ambos equipos, Gallo y Luc Montagnier. Gallo fue, además, la pareja de Wong-Staal durante décadas, padre de su segunda hija.

Durante sus últimos años, ya retirada, ella y el que entonces era su marido comenzaron a practicar bailes de salón, y comenzó a participar en competiciones. “Pronto se convirtió en una pasión y ella se la tomó muy en serio, como había hecho siempre con todo”, contaría él en su obituario.

Flossie Wong-Staal murió el 8 de julio de 2020.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.

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