Investigadora y madre

Ciencia y más

Formar una familia en una etapa clave de la carrera investigadora puede suponer un frenazo importante para muchas mujeres. En esto pensaba Yhasmin Moura cuando intentaba decidir puestos postdoctorales en Reino Unido o en su país de origen, Brasil. Estaba embarazada, por lo que las políticas de permisos parentales eran una de sus principales preocupaciones. Incluso con la pena de alejarse de su familia, eligió una plaza en la Universidad de Lancaster, porque ofrecía un año completo de permiso por maternidad remunerado. En Brasil le habrían dado solo cuatro meses de permiso por maternidad sin sueldo. El embarazo marcó esta etapa de su profesión y determinó un futuro completamente diferente del que habría tenido en otras circunstancias. Yhasmin es geógrafa e investigadora de teledetección y en la actualidad es postdoc en el Instituto de Tecnología de Karlsruhe, en Alemania.

Para muchos científicos y para muchas científicas, la transición de un doctorado a un puesto de profesor a menudo ocurre cuando comienzan a crear una familia. No es nada raro que muchas investigadoras que inician su carrera tomen decisiones cruciales que cambian su vida basándose en políticas y actitudes de las instituciones en torno a la maternidad.

Mothers in Science (MiS) es una organización internacional que tiene como objetivo impulsar la entrada y retención de mujeres en carreras científicas. Conocen bien las documentadas penalizaciones por maternidad que sufren las madres en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) cuando intentan desarrollar sus carreras.

Las madres científicas se encuentran con discriminaciones, descensos en la productividad e inequidades en los salarios y la promoción. Esto contribuye a que abandonen la fuerza laboral STEM a tiempo completo. En MiS se tiene muy en cuenta la pandemia de COVID-19, que ha puesto de manifiesto las presiones sobre las madres en STEM y señala las prácticas y políticas que pueden ayudar a las mujeres a equilibrar la investigación y la maternidad.

Para comprender mejor estas barreras, MiS realizó una encuesta en 2020 a casi 9 000 personas de 128 países. Los encuestados y las encuestadas provenían de todos los sectores de carreras y campos STEM, y estaban compuestos por un 58 % de madres, 22 % de mujeres sin hijos, 13 % de padres y 7 % de hombres sin hijos. Entre los resultados preliminares, se constató que más de un tercio (34 %) de las madres en carreras a tiempo completo en STEM a nivel mundial habían dejado esos puestos después de su primer hijo (MiS, 2021).

Otro estudio realizado por las investigadoras estadounidenses Erin Cech y Mary Blair-Loy (Cech y Blair-Loy, 2019) encontró que en Estados Unidos, donde las políticas de permisos parentales a menudo son escasas o inexistentes, la proporción de madres en carreras STEM a tiempo completo que se van después de tener su primer hijo es de un altísimo 43 %. Como consecuencia, las madres científicas están subrepresentadas en los niveles más altos de la academia. Algo parecido ocurre en otros países.

Las mujeres suponen menos de una cuarta parte (24 %) de las personas con los sueldos más altos en las universidades de élite de Estados Unidos, según un estudio de 2021 realizado por la Asociación Estadounidense de Mujeres Universitarias (Silbert y Dubé, 2021). Además, en cada etapa de la carrera, según la encuesta de MiS, las madres científicas publicaron menos artículos en comparación con los padres científicos. Esta brecha aumenta con el tiempo, de modo que nueve años después de su primer hijo, las madres habían publicado en promedio diez artículos menos que los padres.

En la encuesta de MiS, el 38 % de las madres científicas de todo el mundo dijeron que habían recibido menos ofertas profesionales desde que se convirtieron en madres, en comparación con solo el 13 % de los padres científicos. Y casi dos tercios (61 %) de las madres científicas, en comparación con el 38% de los padres científicos, dijeron que tener un hijo había afectado negativamente a su carrera.

Captura de pantalla de «Breaking the maternal wall in STEMM«. Mothers in Science.

Ryan Watkins, científica de la NASA y coordinadora de investigación de MiS, resume los datos: las barreras con las que se encuentran las madres científicas son estructurales y universales. Ellas están inmersas en un círculo vicioso: las barreras son en gran parte invisibles, por lo que las madres, y sus colegas y supervisores, dan por sentado que son capaces de seguir trabajando duro, demostrando que pueden con todo; como resultado, muchas madres científicas asumen más trabajo de docencia, servicio o divulgación para llenar sus currículums, a pesar de que tienen menos horas al día para ello. Las madres no pueden hacerlo todo porque ya están haciendo mucho más. «Entonces, cuando una madre elige dejar el trabajo o trabajar a tiempo parcial, parece una decisión personal». Y, si somos honestos, no es habitual que los padres científicos tengan que enfrentarse a esta elección.

Otros investigadores han corroborado tanto un secretismo sobre la paternidad en la investigación académica como la penalización de la productividad para las madres científicas en las universidades de todo el mundo. Aaron Clauset, científico informático y sus colegas señalaron un déficit de publicaciones para las madres científicas en una encuesta de 2018 de más de 3 000 investigadores e investigadoras de 450 departamentos en instituciones estadounidenses y canadienses (MiS, 2021). Los encuestados y las encuestadas pertenecían a los campos de la informática, los negocios y la historia. Los resultados del estudio mostraron que las madres publicaron entre un 74 % y un 83 % artículos menos que los padres durante un período de 15 años al comienzo de sus carreras.

Sin embargo, el mismo trabajo descubrió que, en los cinco años anteriores al primer hijo de un investigador, las tasas de productividad de las futuras madres y los padres son casi idénticas. Con la llegada del primer hijo la productividad de las madres cae inmediatamente hasta en un 48 %. Esta caída no se observa en los padres investigadores, ni en los que no son padres y que tienen la misma edad o están en la misma etapa profesional. El análisis encontró que las madres producen, en promedio, casi 18 artículos menos que los padres durante los diez años posteriores al nacimiento de su primer hijo.

A pesar de las barreras, las madres constituyen una parte importante del mundo académico. El estudio encontró que entre los miembros de la facultad mayores de 40 años, casi las tres cuartas partes (71 %) de las mujeres son madres y que el 82 % de los hombres son padres. «La gran mayoría de los profesores son padres, pero a menudo no hablan de la familia en el lugar de trabajo. Es como si otros se encargaran de ella».

Por otro lado, más de un tercio de las instituciones analizadas no ofrecieron ningún permiso parental remunerado. Para aquéllas que lo hicieron, la duración promedio fue de 15 semanas para las madres y 12 semanas para los padres. Quizá supusiera un beneficio igualitario que las universidades ofrecieran un permiso parental neutral en cuanto al género como una ventaja competitiva. Un ejemplo puede ser una ley propuesta en Islandia, que otorgaría a las madres y a los padres seis meses de permiso. Las políticas que dan a mujeres y hombres el mismo tiempo libre son más útiles que las políticas que les dan tiempo extra a las mujeres. Las políticas desiguales hacen que las familias se enfrenten más tarde a cargas desiguales en el cuidado de los niños. Si solo las madres hacen uso de sus permisos por maternidad, se retrasarán aún más en sus carreras.

La bióloga Fernanda Staniscuaski propone algunas medidas para que los padres científicos hagan más visible la maternidad en el ámbito de investigación brasileño. Fundó el grupo Parent in Science en 2016, que ha impulsado varias soluciones, como agregar una cláusula de maternidad a las solicitudes de becas o proyectos de investigación «para hacer que la competencia sea más justa para las madres», dice Staniscuaski. Es importante garantizar, o al menos intentar, que las políticas y soluciones que han dado buenos resultados, como las becas para mujeres que regresan al trabajo y la cláusula de maternidad de Brasil, se generalicen a nivel mundial. En España, la ANECA ha comenzado a dar pasos en esa dirección al tener en cuenta, en las evaluaciones de acreditación y en las solicitudes de sexenios, las situaciones especiales derivadas de permisos por maternidad o paternidad, excedencias por el cuidado de hijos/as o de familiares dependientes que estén a su cargo, por razón de violencia de género y de violencia terrorista o bajas por larga enfermedad.

Las madres que dan a luz y se ven obligadas a hacer parones prolongados en sus carreras STEM se enfrentan a una auténtica cuesta arriba para reanudarlas, ya que hay pocas instituciones que se presten a darles ayuda práctica. Hay una táctica muy útil: identificar públicamente las instituciones que marcan y perpetúan las malas prácticas. Katie Perry, directora ejecutiva del Daphne Jackson Trust, que apoya a las científicas del Reino Unido que regresan a sus carreras de investigación después de los descansos por el cuidado de la familia, dice: «Me gustaría ver una diapositiva en un congreso científico con cinco ejemplos de universidades con excelentes prácticas y otra con cinco universidades que deberían mejorar. La gente no quiere estar en la lista de los que hacen las cosas mal».

De cualquier modo, aparecen otra vez cuestiones como la cultura de los cuidados, los roles asignados a la mujer a través de estereotipos patriarcales, la falta de confianza de muchas mujeres en ellas mismas, la castrante autoexigencia de brillantez y excelencia para construir una carrera STEM, la losa femenina de poder con todo, hijos, casa, padres, laboratorio, publicaciones, cansancio, conferencias…, y la inercia, afortunadamente cada vez menos extendida, de algunos hombres que siguen creyendo que el tiempo de la familia tiende al rosa y su tiempo de investigación vira al azul; ¿y qué tal el violeta para ambos?

Referencias

Sobre la autora

Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.

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