Biografía
Isabel de Bohemia y del Palatinado fue una princesa calvinista que vivió durante los años centrales del siglo XVII y que, por su pertenencia a una familia directamente implicada en la Guerra de los Treinta Años, tuvo una vida muy azarosa. Ha pasado a la historia por dos motivos principales: haber mantenido una rica correspondencia con Descartes, el racionalista filosófico más influyente, y haber gobernado la Abadía de Herford, en Westfalia, durante sus últimos trece años de vida, donde dio protección a todos los perseguidos por razones de religión, fuese cual fuese su fe, que acudieron a ella.
Isabel nació en Heidelberg, capital del Palatinado, el 26 de diciembre de 1618. Era hija de Federico V, Elector del Palatinado (y rey de Bohemia entre 1619 y 1620) y de Isabel Estuardo (hija de Jacobo I de Inglaterra y, por lo tanto, hermana de Carlos I). Los años de infancia los pasó en Berlín con su abuela. Con 10 años fue enviada a Leiden a estudiar, pues tras ser depuesto su padre como Elector Palatino en 1623, la familia al completo se desplazó a los Países Bajos. Al acabar sus estudios se reunió con sus padres en La Haya. En 1631 murió su padre y cuando ella tenía 16 años, Vladislao IV Vasa de Polonia la pidió en matrimonio, pero ella lo rechazó porque él era católico y ella calvinista.
Isabel estaba extraordinariamente dotada para los estudios. Aprendió seis lenguas (latín y griego incluidos) y sobresalía en matemáticas. En la familia era conocida con el sobrenombre de “la griega”, por sus conocimientos de lenguas y temas clásicos. Es muy posible que Constantijn Huygens fuese uno de sus instructores.
En 1639 inició una relación epistolar con Anna Maria van Schurman, a quien llamaban la Minerva holandesa por sus vastos conocimientos de filosofía y ciencias. Anna Maria animó a Isabel a que estudiara historia, física y astronomía. Fue su principal mentora durante los años de formación de la princesa, y aunque tenía una gran ascendencia sobre ella, discrepaban sobre la figura de Descartes, ya que van Schurman defendía los puntos de vista aristotélicos tradicionales frente a la nueva filosofía cartesiana. En 1642 Isabel leyó el Discurso y las Meditaciones, y conoció a su autor en persona en el otoño de ese mismo año. A pesar de la opinión discrepante de su maestra, Isabel mantuvo su interés en el filósofo francés y movida por tal interés llegó a entablar con él una relación, principalmente epistolar, que se prolongó desde 1643 hasta la muerte de este.
En 1646 su madre, Isabel Estuardo, enojada con ella por defender a su hermano Felipe, quien había dado muerte a un exilado francés por alardear de haber mantenido relaciones con su madre y con su hermana, la envió a Berlín, con su tía. Hacia 1649 volvió a Heidelberg, donde reinaba su hermano Carlos Luis I como consecuencia de las disposiciones del Tratado de Westfalia, pero su estancia en la corte de su hermano no se prolongó demasiado. Pronto volvió a Brandemburgo, a la corte berlinesa de Federico Guillermo I. Conoció por entonces a Johannes Cocceius, con quien también inició una relación epistolar. Cocceius le dedicó su comentario al Cantar de los Cantares.
Finalmente, en 1667 se estableció en el monasterio imperial de Hervorden, del que algo más tarde fue abadesa. Se trataba de un cargo que implicaba la dignidad de princesa imperial; desde 1533 fue ejercido por princesas protestantes, luteranas hasta 1649 y calvinistas a partir de esa fecha. El convento daba empleo a siete mil personas en fábricas, granjas, molinos y viñedos. Mientras Isabel fue su abadesa, el convento se convirtió en refugio para toda persona que huyera de persecuciones religiosas, fuese cual fuese su fe. Murió en 1680, a los 61 años de edad.
Su correspondencia con Descartes, a la que me referiré más adelante con algún detalle, pone de manifiesto que desempeñó alguna actividad relacionada con las matemáticas en la Universidad de Leiden. También se implicó en diferentes negociaciones sobre asuntos diversos, como el encarcelamiento de su hermano Rupert en la Guerra Civil Inglesa, el casamiento de su hermana Henrietta, la firma del Tratado de Westfalia, y las finanzas familiares tras la conclusión de la Guerra de los Treinta años. Hay también constancia de un intercambio breve con Nicholas de Malebranche. Y mantuvo relación con F. M. Van Helmont, quien parece ser que la acompañó en su lecho de muerte.
Relación de Isabel con Descartes
De Isabel de Bohemia se ha escrito que ejerció una importante influencia sobre varios pensadores y, muy especialmente, sobre René Descartes, cuya filosofía dualista –uno de los elementos fundamentales del pensamiento del francés– no convencía a la princesa. La correspondencia que mantuvieron constituye una fuente de información fundamental para conocer los debates filosóficos del siglo XVII.
Como se ha señalado antes, Isabel conoció a Descartes en el otoño de 1642. Empezaron entonces una intensa relación epistolar. Aunque en la correspondencia que intercambiaron abordaron temas muy variados –incluyendo asuntos de carácter personal, como el estado de salud de la princesa–, la materia de más trascendencia filosófica que trataron fue la relativa al dualismo cartesiano. Isabel pensaba que Descartes no había resuelto de forma satisfactoria el problema cuerpo-mente. Ella no entendía que dos cosas esencialmente diferentes, como la mente (cosa pensante) y el cuerpo (cosa espacial) pudieran interactuar, como afirmaba Descartes en las Meditaciones. Por esa razón Isabel le pidió que le explicara “las formas de las acciones y de las pasiones [del alma] sobre el cuerpo”.
En sus palabras:
En su respuesta, Descartes trató de establecer un símil entre, por un lado, el movimiento de caída de una roca provocado por su peso, que es una característica de la roca, sin que sea necesaria la interacción con otro objeto, y por el otro, el movimiento del cuerpo provocado por el alma. A Isabel, sin embargo, esta respuesta no la convenció y le respondió diciéndole que “no veo por qué deberíamos convencernos de que un cuerpo puede ser empujado por algo inmaterial”. Le parecía más fácil atribuir extensión al alma que concebir algo inmaterial actuando materialmente sobre algo inmaterial. Descartes se vio obligado a admitir que él tampoco sabía la respuesta.
Se ha especulado mucho acerca de la naturaleza de la relación que mantuvieron Isabel y el filósofo. Parece bastante claro que la princesa admiraba al filósofo por sus ideas y su obra. Pero el tono de algunas expresiones de Descartes sugiere que éste estaba enamorado (platónicamente) de la princesa. En la dedicatoria de los Principios de Filosofía a Isabel, Descartes escribió:
Es muy significativo que Descartes, católico, dedicase la que él consideraba su principal obra, los Principios de Filosofía, a una princesa calvinista. Actuando de esa forma se colocaba a sí mismo en una posición arriesgada, lo que da una idea de la devoción que sentía por ella. Es más, su última obra, el Tratado de las pasiones (1649), perseguía responder de forma sistemática a las cuestiones formuladas por Isabel. Eso parece desprenderse de lo que el propio Descartes escribió al respecto: que solo lo había escrito “para que lo leyera una princesa cuyas capacidades mentales son tan extraordinarias que pueden entender fácilmente asuntos que parecen muy difíciles a nuestros mejores doctores.”
El intercambio entre Isabel de Bohemia y Descartes es un ejemplo magnífico de la importancia que tuvieron en el siglo XVII este tipo de relaciones epistolares. Este está muy bien documentado pero no fue, ni mucho menos, el único. Algunos personajes de la época actuaban como verdaderos nodos de intercambio de ideas en un siglo particularmente agitado, no solo por los conflictos bélicos, sino también por la génesis, flujo y debate de las ideas que alumbraron un nuevo mundo. Isabel de Bohemia, por su formación, intereses y trayectoria vital era uno de esos agentes intelectuales de la época.
El papel de la princesa ha sido enjuiciado de forma diferente por distintos especialistas. Para algunos, su influencia sobre el pensamiento cartesiano fue menor, y atribuyen a los sentimientos del filósofo hacia Isabel los elogios que aquél le dedica en algunos de sus textos. Según ese punto de vista, ella habría sido poco más que una interlocutora inteligente y sensible que ayudó a Descartes a afinar sus argumentos. Otros, sin embargo, atribuyen a la princesa un papel más relevante, haciéndola responsable de la orientación que siguió la obra del filósofo francés en sus últimos años de vida.
Para terminar, me ha parecido de interés traer aquí lo que señala la Enciclopedia Stanford de Filosofía sobre nuestro personaje: “una lectura cuidadosa de sus cartas a Descartes sugiere que la princesa tenía pensamiento propio acerca de algunas importantes cuestiones, como la naturaleza de la causación, la naturaleza de la mente, las explicaciones de los fenómenos naturales, la virtud y el buen gobierno”.
Isabel de Bohemia y el Palatinado fue un personaje fascinante que vivió en uno de los periodos más intensos de la historia política, religiosa e intelectual europea. Asumió un papel activo en algunos de los conflictos más importantes de su tiempo y ejerció una gran influencia intelectual. Y sin embargo, aunque en su tiempo fue muy respetada, su figura permaneció oculta durante dos siglos. La publicación de su correspondencia con Descartes y el interés por parte de algunos especialistas ha permitido ser conocida en círculos cada vez más amplios.
Notas
- En 1999 Editorial Alba publicó en español la correspondencia entre Isabel y Descartes, por lo que quien esté interesado la puede consultar.
- Radio Clásica dedicó este espacio en el programa Música y pensamiento al intercambio epistolar entre la princesa y el filósofo.
- El poema completo de J. L. Borges, Descartes (La cifra, 1981), reza así:
Fuentes
- C. Grayling (2017): La era del ingenio, Ariel, Barcelona (traducción de The Age of Genius, 2016; Bloomsbury Publishing Plc, Reino Unido)
- Carmen Revilla (2002): El exilio de la razón: Isabel de Bohemia y Simone Weil ante la ciencia cartesiana. Convivium 15: 5-36
- Elizabeth of the Palatinate (Wikipedia)
- Elisabeth, Princess of Bohemia, Stanford Encyclopedia of Philosophy
Sobre el autor
Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
2 comentarios
[…] https://mujeresconciencia.com/2017/05/08/isabel-bohemia-descartes/ […]
[…] y alma. Que ambos aspectos estaban separados el uno del otro. No obstante, otras filósofas como Isabel de Bohemia refutaron dicha idea. Las teorías afectivas y de las emociones reflexionan sobre la unión de lo […]