Evelyn Baxter, tras el vuelo de las aves escocesas

Vidas científicas

Evelyn Baxter. NMS.

La vida de la ornitóloga Evelyn Baxter es casi inseparable de la de su amiga y colega de aventura científica Leonora Rintoul. Ambas, juntas, dedicaron su vida a investigar las migraciones de las aves del hemisferio norte y lo hicieron, sobre todo, en un lugar privilegiado para ello: la escocesa isla de May, un territorio de tan solo 57 hectáreas cuya riqueza en especies es única en el mundo (se han registrado 297 diferentes) y que ha sido elegida como lugar de reproducción de muchas durante el verano boreal. Es en ese paraíso donde Evelyn y Leonora, que habían nacido cerca, encontraron mirando al cielo una pasión por la ciencia que regiría su historia vital desde los albores del siglo XX.

Evelyn Baxter vio la luz un 29 de marzo de 1879, en Edimburgo, aunque su familia vivía en Gilston House, entre Largoward y Upper Largo, no lejos de los fiordos del este de Escocia, en un área que aún hoy sigue siendo una comarca de granjas y pequeños pueblos entre acantilados. Huérfana de madre desde los dos años, era una niña cuando se sintió atraída por la naturaleza que la rodeaba. Evie, como la llamaba su familia, con 13 años ya comenzó a registrar los avistamientos de la vida silvestre que la rodeaba en un diario. En mayo de 1890 escribió en uno de ellos: «Vi un gorrión y encontré su nido y sus huevos en el seto de hayas, alrededor del huerto».

Esa temprana costumbre a escribir diarios –que con los años se convirtieron en valiosos cuadernos de campo de una naturalista– es hoy fundamental para conocer cómo fue desarrollando su afición en un lugar muy alejado del ámbito académico, al principio muy centrada en lo que había cerca de su hogar. «Encontré un ring de Ouzel [mirlo de collar o capiblanco, en español] en un alambre de la casa de verano, demasiado cansado para intentar escapar» o «capturé una pequeña polilla Elepant Hawk Moth en las flores del rododendro al este de la casa», son algunas de las anotaciones que dejó escritas en ellos durante la primavera de 1895. Fue por entonces cuando conoció a Leonora, que vivía en un pueblo cercano y compartía su misma curiosidad.

Aún eran adolescentes cuando juntas comenzaron a visitar lo que hoy es la reserva natural nacional de Tentsmuir, no lejos de sus domicilios. Allí conocieron a algunos ornitólogos que, por entonces, apreciaban el valor de esa zona para observación de aves, como Lewis R. Shuterland o Eagle Clarke. Ellos las animaron a estudiar y hacer un seguimiento en el campo de la gran cantidad de especies que las rodeaban. En 1905, durante una estancia de Clarke en la Isla de Fair, donde estaba estudiando las migraciones –pensaba que las aves seguían rutas establecidas y que esas islas eran un lugar de descanso– las animó para que hicieran sus propias observaciones en la Isla de May, que estaba 250 millas más al sur. Y allí que se fueron. En 1907, pasaron en May una quincena solas, observando el cielo. Es algo que repetirían durante los 25 años siguientes, en diferentes meses de paso de las aves.

Un gran oído para cantos de aves

No fue hasta 1918 que publicaron un primer artículo sobre las aves en la Isla de May en la conocida revista de la Unión Británica de Ornitólogos (BOU, en sus siglas en inglés), Ibis, en el que lanzaron una idea entonces revolucionaria: la influencia del viento en las migraciones de las aves. Ambas eran socias de BOU desde 1911. En la década de 1920, hicieron otra publicación con impacto sobre “Algunos patos reproductores en Escocia” y una más sobre la “Distribución geográfica y estados de las aves en Escocia”. No se sabe si Evelyn tenía un gran oído para la música, pero si es conocido que poseía un oído excelente para reconocer los cantos de los pájaros, lo que no solo requiere práctica sino agudeza.

Primera página del artículo Birds of the Isle of May, Ibis (1918) 247-287.

En 1936, ayudó con Leonora a fundar el Club de Ornitólogos Escoceses (SOC), del que ocuparon la presidencia hasta 1948. En 1949, Baxter se convertiría en la primera mujer vicepresidenta de la BOU y en 1951, ambas fueron elegidas miembros de la exclusiva Royal Society de Edimburgo, las únicas no graduadas honradas en ese momento. Y siguieron publicando artículos y libros sobre aves, entre las que destacó en 1953 su obra más importante: “Las aves de Escocia, su historia, distribución y migración”, basado en las observaciones y estudios de toda su vida, que sigue siendo una fuente de referencia útil en la actualidad.

Además de pasar horas y horas observando con sus prismáticos, junto a Rintoul, Evelyn hizo una colección de 1200 aves disecadas, que acabaron siendo donadas al Museo Nacional de Escocia. Como ocurría en su tiempo, en muchos casos recurrían a matarlas para conseguir los ejemplares que estudiaban, aunque muchos les eran donados de fareros de May y otros lugares, que sabían su dedicación. Llegaron a tener primeros registros de especies, como la primera collalba blanca encontrada en toda Gran Bretaña y el primer ruiseñor común y la reinita melodiosa detectada en Escocia.

Pero sus intereses no se circunscribían solamente a la observación de las aves. Mujer activa y emprendedora, estaba totalmente inmersa en la vida local de su comarca, de modo que su nombre aparecía con frecuencia en los periódicos, ya fuera porque presidía un concierto, ocupara el puesto de juez de paz, hiciera una exposición de flores o desempeñara tareas de maestra dominical. De una familia con recursos económicos suficientes, tenía tiempo para estas actividades. Su casa de Upper Largo era famosa porque siempre estaba disponible para usarse en causas sociales.

De forma paralela a su actividad científica, Evelyn Baxter se implicó mucho en los Institutos Rurales de Mujeres Escocesas (SWRI), donde ocupó numerosos cargos. Tenía un gran interés por la artesanía tradicional y su preservación, generando con ello un legado que aún perdura y por el que hoy lleva su nombre la ‘beca Evelyn Baxter.’ Fue idea suya que cada año se eligiera a dos académicos para enseñarles oficios que estaban desapareciendo, de modo que pudieran transmitir sus conocimientos a quienes estaban en diferentes SWRI escoceses. Ella misma aprendió manualidades, destacando sus bordados realizados con lana y lino, y visitó centros por todo el país. Mientras viajaba por Escocia con Leonora, adquirirían todo tipo de cestas tejidas en las diferentes comunidades que recorrían, que luego donaron también al Museo como ejemplo de diferentes usos y culturas locales.

En 1945, cuando contaba con 66 años, recibió el estatus de Miembro de la Orden del Imperio Británico, pero no por su fama como ornitóloga, sino porque durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial había organizado el llamado Ejército Terrestre de Mujeres para que las tierras siguieran cultivándose mientras los hombres estaban en el frente. Además, recibió un título honorífico de la Universidad de Glasgow, en 1955 y fue la primera mujer en tener la Medalla de la Unión Británica de Ornitólogos (1956). También con Leonora, fueron las primeras mujeres sin estudios universitarios que, en en 1951, tuvieron un lugar dentro de la exclusiva Royal Society de Edimburgo.

Evelyn Baxter falleció el 1 de octubre de 1959, en su casa, cuatro años después que su amiga de toda la vida. Para muchos siempre fue “Miss Evie”, porque su humildad y cercanía no permitían un trato distante. Su obituario recordaba así su carácter:

Su versatilidad y energía la llevaron en muchas direcciones. Muchas distinciones y honores llegaron a la señorita Baxter y sólo parecieron aumentar su humildad natural… La recompensa que más valoraba, y la que más se había ganado, era el afecto y el respeto universales que le tenían todos los que la conocían. Su humor y comprensión permitieron que sus críticas fueran constructivas, amables y bienvenidas. Su influencia se extenderá mucho más allá de los 80 años de su excelente vida.

Referencias

Sobre la autora

Rosa M. Tristán es periodista especializada en la divulgación científica y ambiental desde hace más de 20 años. Colabora de forma habitual en diferentes medios de prensa y radio de difusión nacional.

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