Club de lectura para la equidad en la ciencia

Ciencia y más

En el ámbito de la investigación, de los laboratorios, de los congresos y las aulas de ciencia, parece que todavía resultan controvertidas las cuestiones sobre la salud mental de sus integrantes. Estas reservas, precauciones y silencios en cualquier conversación sobre sentimientos llevan pegados prejuicios, estigmas y mitos que aún no tenemos resueltos por completo. En el ámbito científico no son habituales los espacios y tiempos en los que exponer a compañeras o colegas cercanos, situaciones personales de carácter emocional. Desafortunadamente, eludir estos temas influye en el desarrollo de las carreras científicas.

¿Cómo podemos traer a un primer plano la salud mental en STEM?

Con toda la carga de falsas creencias, etiquetas y juicios que se ciernen sobre los temas mentales, es difícil ser abiertas o abiertos en la exposición de nuestros problemas anímicos. La vergüenza, el juicio o la crítica no lo ponen fácil. Una forma de hacerlo es insistir en lo natural de estos sentimientos en conversaciones que serán el punto de partida para avanzar en estos temas. Al compartir nuestras propias experiencias podemos provocar una reflexión y comenzar un diálogo que anime a otras personas a hablar de su propia salud mental.

Establecer redes de apoyo en todos los aspectos de la vida es muy beneficioso y un primer paso para conocer los motivos que nos causan estrés, tristeza, angustia o malestar. Siempre es bueno contar con un grupo de personas dentro del entorno de trabajo en el que confiar en momentos de necesidad. En lo que respecta al ámbito de la ciencia, quizá no sea fácil encontrar la ocasión para expresarnos. Sigue siendo una realidad que estas muestras de lo que algunas personas consideran debilidad puedan, todavía hoy, perjudicar las carreras profesionales de jóvenes investigadoras.

Una de las maneras más creativas y eficaces de aportar ayuda y apoyo es el proyecto SPEAK que un equipo joven de investigadoras implementó en la Universidad de Duke en Durham, Carolina del Norte.

A modo de club de lectura

Un grupo de mujeres de entornos STEM comenzó reuniéndose cada cuatro semanas para discutir desigualdades en la ciencia y la sociedad. Hace cuatro años, dos de ellas, Shabnam Hakimi y Kathryn Dickerson, fundaron el grupo SPEAK, un programa para llevar a un primer plano los problemas que encuentran las mujeres en el mundo académico, como la lucha contra la brecha salarial y los entornos de investigación disfuncionales. Desde entonces, han ampliado su alcance más allá de las cuestiones de género para incluir otras dimensiones que influyen de forma discriminatoria en el mundo académico, incluida etnia, discapacidad y estatus socioeconómico de estudiantes y docentes.

Logotipo del proyecto SPEAK.

El propósito del proyecto consistía promover la igualdad y el conocimiento, fomentar un ambiente más inclusivo y equitativo en ciencia y replantearse las propias creencias. Su modelo (en parte grupo de discusión, en parte grupo de apoyo) puede ser adaptado por investigadores de otras instituciones como un primer paso para provocar un cambio de base.

Las reuniones se configuran con un formato de club de lectura en el que se discute un libro, artículos que perfectamente podrían ser estas entradas de Mujeres con ciencia o una película (a menudo un documental). Estos recursos se eligen por su temática sobre ciencia y género, sobre la institución y el nivel socioeconómico de doctorandos y docentes, sobre discriminación en el entorno de la investigación, sobre los laboratorios más o menos violetas, sobre las científicas y el color de su piel, etc. Pero a diferencia de los clubes de lectura, que, a menudo, ponen el foco en una crítica de lo que se ha compartido, aquí se usan los materiales para reflexionar sobre las vivencias y prejuicios de las propias participantes, de sus departamentos y de la institución en general.

Se exponen temas cruciales pero difíciles, como el racismo en la academia, la comunicación efectiva desde posiciones con poco poder y negociaciones en el lugar de trabajo, como las desigualdades salariales. Se comparten experiencias y se ofrece asesoramiento, apoyo y tutoría. El grupo permite establecer contactos y formar relaciones entre laboratorios, departamentos y puestos. En la actualidad, también hay charlas sobre habilidades de desarrollo profesional que se aplican tanto dentro como fuera de la academia. Por ejemplo, se llevó a cabo un taller después de leer Rompe la barrera del no de Chris Voss y Tahl Raz para practicar la implementación de las estrategias de negociación recomendadas. La lectura de The Privileged Poor de Anthony Abraham Jack, una exploración de los desafíos que tienen que afrontar los estudiantes de bajos ingresos en la educación superior, motivó la elaboración de un lenguaje inclusivo para los temarios de las asignaturas y desde entonces ha sido distribuido y adoptado por colegas de varios departamentos y de otras instituciones.

Quienes participan en el proyecto SPEAK suelen incluirlo en sus currículums y solicitudes de empleo. Por ejemplo, al redactar declaraciones sobre diversidad como parte de las solicitudes de los docentes, su compromiso con SPEAK les proporciona una mejor comprensión de las causas y posibles soluciones a los problemas de desigualdad en el mundo académico. Las lecturas y conversaciones les ayudan a escribir de manera más específica y potente sobre el papel de las mujeres en la disrupción de esos sistemas a través de la investigación, servicio, tutoría y enseñanza.

Mover ficha en el plano institucional y en el individual para cambiar las cosas

Los miembros de SPEAK han convertido sus desafíos en la academia en algo productivo al presionar a las instituciones para un cambio real. Por ejemplo, las fundadoras se asociaron con una de las empresas financiadoras de SPEAK para establecer una Iniciativa de Inclusión y Dinámicas de Poder, que organiza talleres sobre alianzas y charlas científicas para la equidad basadas en evidencias.

Si no hay cambios, todo seguirá igual; es esencial aprender a autoevaluarse y no engañarse. A pesar de la pasión por el mundo de la investigación y la alta motivación para ayudar a mejorar la vida de los demás, cuando se trabaja en STEM es posible quemarse o abrumarse por una carga de trabajo excesiva y, como consecuencia, el equilibrio entre el trabajo y el resto de la vida se ve afectado. Muchas veces, el grado de concentración es tan alto que se olvida el cuidado personal emocional y físico.

Imagen: Pixabay.

Uno de los primeros pasos para no enfermar o para salir de un estado de estrés, ansiedad o incluso depresión, es aprender a ser más egoístas y mejorar el nivel de bienestar. Hay que darle peso al autocuidado de la misma manera que se promueve un trabajo meticuloso y metódico. La promoción de la conciencia sobre la salud mental comienza desde una misma, desde uno mismo. Cuando se vive un malestar anímico es necesario ser escuchado. ¿Cómo podemos esperar que la gente nos entienda y nos apoye si ni siquiera damos a entender que tenemos un problema? Sería bueno encontrar una manera adecuada para compartir lo que falla y nos preocupa. Todas estas cuestiones podemos llevarlas a las sesiones del club de discusión de ciencia.

Cómo implementar un grupo de reflexión de ciencia y género

El primer paso es tener claras las características de la comunidad en la que se quiere formar el club. Las reglas sobre quiénes serán los destinatarios deben ser concisas. Las discusiones pueden divulgar información confidencial y personal sobre los miembros, por lo que estas conversaciones profundas pero, a veces, costosas de expresar, solo son posibles si cada individuo se siente psicológicamente seguro, sin temor a repercusiones personales o profesionales. Por lo tanto, la composición del grupo se diseñará para limitar el potencial de dinámicas de poder desiguales entre los miembros.

Un principio básico será ofrecer un espacio inclusivo; los voluntarios se turnarán para moderar las reuniones con temas en los que se sientan cómodos. Es importante evitar que la discusión sea acaparada por una sola persona. Sería bueno rotar al líder para cada reunión porque así la carga se distribuye en todo el grupo. Es importante diseñar un plan de debate para ofrecer a todos los miembros, especialmente a aquellos de entornos tradicionalmente marginados, un espacio inclusivo para compartir sus experiencias. Un grupo relativamente pequeño asegurará una mayor percepción de comunidad. En el proyecto SPEAK, más de cincuenta personas asistieron a las reuniones durante los últimos cuatro años, pero cada reunión generalmente estaba formada por unas quince personas.

En cuanto a la financiación, un grupo de discusión al estilo de SPEAK podría funcionar sin costo alguno al hacer uso de muchos artículos, podcasts, documentales y libros de la biblioteca disponibles de forma gratuita. El proyecto recibió fondos institucionales a través de los departamentos de origen, lo que les permitió comprar libros para cada miembro, eliminando posibles barreras a la participación. Habitualmente, las instituciones públicas disponen de programas de formación de profesorado o de promoción de la diversidad que pueden destinar fondos a este tipo de iniciativas.

Origen de sororidad, futuro de equidad

A medida que estos grupos de discusión crezcan en tamaño y diversidad, los objetivos cambiarán desde el enfoque inicial en cuestiones de género hasta un abanico amplio de temas sobre prejuicios y privilegios. La diversidad del grupo también se enriquecerá: los primeros seis meses, los miembros de SPEAK eran todas mujeres blancas, pero en los últimos años ya participaban mujeres de otras etnias y hombres comprometidos con la igualdad en ciencia. Formar parte de SPEAK requiere en primer lugar reconocer y comprender los sistemas que mantienen estereotipos en nuestras instituciones. Sirve tanto como un espacio para que las científicas se apoyen entre sí como para ayudar a estimular la reflexión esencial sobre nosotras mismas y las estructuras en las que participamos. Involucrarse con un grupo como SPEAK es un buen arranque para provocar cambios y hacer que la ciencia sea accesible para todos, especialmente para aquellos que pertenecen a grupos históricamente excluidos. No solo sirve a la justicia, asegurando derechos fundamentales, sino que es crucial para los avances en investigación, sin perder ningún talento por el camino.

Referencias

Sobre la autora

Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.

2 comentarios

  • Una iniciativa muy interesante y realmente necesaria.
    Bien planteada en cuanto a la rotación y la forma de tratar temas protegiendo «posibles repercusiones».
    Quizá sería conveniente un decálogo de prácticas comunes o algo similar.
    Enhorabuena por la iniciativa para Salamanca Marta.

    • Muchas gracias por el comentario, Nuria. Gracias también por el empujón para proponerlo en SALAMANCA. Me encantaría moderar un grupo así.
      Un cariñoso saludo.

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