La ley de educación de 1870 (Education Act) creó los Consejos Escolares (School Boards), cuerpos locales cuyos miembros eran elegidos democráticamente. La particularidad de estos consejos es que las mujeres también podían votar y ser elegidas. Lydia Becker se presentó al consejo en Manchester y quedó en noveno lugar, por lo que resultó elegida, ya que el Consejo lo completaban quince miembros electos. Su programa electoral se había centrado en lograr una educación secular para todos por igual, chicos y chicas, con especial énfasis en los intereses de las niñas de clase trabajadora. Quería que ellas gozasen de las mismas oportunidades de formación que ellos. Hasta ese momento y como se ha apuntado antes, el currículo de las chicas estaba orientado a asuntos de carácter doméstico, mientras que el de los chicos era de naturaleza académica.
Como era de esperar, sus propuestas más innovadoras eran derrotadas sistemáticamente en el Consejo, pues se encontraba en clara minoría, pero su trabajo en el mismo tuvo mucha importancia. Por una parte porque consiguió que algunas de sus propuestas –no las más innovadoras, quizás– salieran adelante y por la otra, porque su presencia en ese órgano le dio notoriedad social y sus ideas tuvieron gracias a ello una mayor extensión e impacto.
Habiendo sido elegida para formar parte del Scheme of Education Committee, presentó una propuesta sobre organización, currículo y provisión de las escuelas. Propuso la creación de grandes centros escolares mixtos con el objeto de hacer viable la enseñanza de ciencias para chicos y chicas a la par. Dado que la enseñanza de las materias científicas era cara, el agrupar a los estudiantes en grandes centros escolares abarataría los costes y se daba de esa forma la oportunidad a las chicas de utilizar equipamiento científico, algo que de otra forma les estaba vedado. En los currículos propuso la incorporación de materias científicas adicionales a las materias que había incluido el Departamento de Educación. Pero esta propuesta fue ampliamente derrotada (10 a 2). El obstáculo más importante para la aceptación de sus propuestas era la oposición a las escuelas mixtas, tanto de los miembros del Consejo como de muchos padres y madres de escolares.
Becker esgrimía muy poderosas razones para agrupar a chicos y chicas en las mismas escuelas y poderles ofrecer así el mismo programa. Según datos recopilados por ella misma, 8160 chicas (todas las chicas) recibían clases de “costura”, pero ninguna asistía a clase de geometría, álgebra o filosofía natural, y sólo 140 recibían clases de fisiología animal. Becker propuso, sin éxito, que las escuelas no impartieran materias no académicas, como costura, economía doméstica o religión, materias que, en todo caso, podían ser aprendidas en otras instancias.
Aparte de las razones puramente formativas, una consecuencia de la presencia de materias no académicas en los currículos, y muy especialmente de “costura” en el de las chicas es que, de esa forma, las niñas de clase obrera y que, por serlo, estaban destinadas a trabajar al acabar su periplo escolar, se veían abocadas a optar por trabajos propios de la esfera doméstica, de muy baja cualificación y mal remunerados. Y el problema era especialmente grave en el caso de las chicas que estudiaban a tiempo parcial, pues la proporción que representaba la “costura” en su currículo era enorme. Para esas chicas la educación no era una vía para la promoción social, sino que las ataba con mayor intensidad a la servidumbre doméstica.
Como puede comprobarse, las propuestas que Lydia Becker defendía pretendían hacer frente a diferentes problemas (de formación, de discriminación por razón de sexo y de falta de movilidad social) y partían de un diagnóstico en el que la (falta de) formación científica de las chicas constituía un elemento determinante.
Nota
Este artículo es el tercero de la serie:
- Lydia Becker (I): científica aficionada
- Lydia Becker (II): actividad asociativa científica
- Lydia Becker (III): el Manchester School Board
- Lydia Becker (y IV): militante sufragista
Sobre el autor
Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.