Durante siglos, las mujeres han visto cómo les eran vedadas prácticamente todas las ramas del conocimiento: la medicina (en general, excepto los partos, y a veces incluso eso), la ingeniería, las artes, la filosofía. Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, el margen de estudio disponible para ellas era estrecho. Cuando Edith Graef decidió que ella quería dedicarse a la química descubrió que ese, también, era un campo que debía conquistar porque no se la consideraba perteneciente a él por ser una mujer.
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Y menos mal que lo hizo porque su carrera se centró en el estudio del alzhéimer, en cómo prevenirlo y tratarlo, un área en la que su trabajo junto a su marido Patrick McGreer ha sido decisivo y por el que fueron reconocidos como uno de los equipos de investigación más relevantes, con miles de citas por parte de otros investigadores. En 2012 cofundó una empresa biotecnológica para estudiar los efectos del ácido aurintricarboxílico y sus componentes en distintas enfermedades.
La inteligente de la familia
Graef nació en la ciudad de Nueva York el 18 de noviembre de 1923, en una familia de tradición médica asentada en el Bronx. La trayectoria prevista para ella incluía dejar a su hermano los trabajos y empeños más formales y serios, centrándose ella en una formación y ocupaciones consideradas más apropiadas para su género, aunque él insistió siempre en que ella era la inteligente de la familia.
Fue una ávida lectora y una genia de las matemáticas durante toda su trayectoria escolar. A los 16 años obtuvo una beca de convocatoria nacional para financiar sus estudios de química en el Swarthmore College, en Pensilvania, una institución fundada por miembros de la Sociedad Religiosa de los Amigos, también conocidos como cuáqueros. Tras graduarse en 1944, se doctoró dos años después en la Universidad de Virginia.
¿Quién dijo que la química no era para las mujeres?
Todo esto lo hizo sin dejar de percibir y combatir la resistencia de sus profesores, que le dejaban siempre claro que no creían que la química fuera un campo adecuado para las mujeres. Ella nunca discutía, se limitaba a llevar a cabo su trabajo. Finalmente con eso consiguió que en Swathmore cambiasen de opinión y el jefe del departamento de Química la nombró su asistente de laboratorio cuando los que habían sido sus asistentes, todos hombres, fueron llamados a filas en la Segunda Guerra Mundial.
A los 22 años, en 1946, empezó a trabajar como investigadora en la Estación Experimental Dupont, uno de los primeros laboratorios industriales. Allí hizo, entre otros, dos importantes descubrimientos: por un lado, una forma de sintetizar tetracianoetileno, lo que dio pie a una rama nueva de la química orgánica, que a su vez dio pie a desarrollar patentes y también una cascada de citas en las publicaciones de otros investigadores.
Le gustaba navegar en el barco de su hermano y jugar al golf en el club de campo de la empresa. Graer era muy consciente de los casos de discriminación y se oponía a ellos. Hizo campaña, por ejemplo, por terminar con la segregación de las personas negras en el club de campo. Al principio obtuvo el apoyo de una única persona de la empresa, Patrick McGeer. Se casaron ese mismo año y colaboraron durante los siguientes sesenta, produciendo conocimiento que ayudó a desarrollar el campo de la neurociencia.
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Traslado a Vancouver
En 1954 se mudó a Vancouver, Canadá, ciudad de origen de Pat y el lugar donde el padre de McGeer había sido el primer doctor del puerto en 1901. Allí ella entró a trabajar en la División de Investigación Neurológica de la escuela de medicina de la Universidad de British Columbia como asistente de investigación, aunque con el tiempo terminaría por dirigir ese departamento. Junto a su marido, colaboró con el Laboratorio Kinsmen de Investigación Neurológica, donde fue profesora emérita durante años tras cumplir los 65.
De hecho, en 2012, de nuevo junto a su marido, fundó la empresa biotecnológica Auryn Biotech, con la intención de investigar, desarrollar y comercializar medicamentos para prevenir y tratar el alzhéimer.
Durante su carrera, obtuvo diez patentes, publicó 525 artículos científicos y fue coautora de un libro de texto titulado Neurología Molecular del Cerebro Mamífero. Fue miembro de la Real Sociedad de Canadá y obtuvo tres condecoraciones de distinto grado de la Orden de Canadá.
Tras su muerte el 28 de agosto de 2023, justo un año después de la de su marido, en su ciudad de acogida, Vancouver, los obituarios en su honor anunciaban que no habría una ceremonia religiosa por su fallecimiento, por expreso deseo de la investigadora, y pedían que en vez de enviar flores, se hicieran donaciones en su nombre a organizaciones filantrópicas que financiasen investigaciones científicas.
Referencias
- Marilyn C. Lewis, A life in the Lab, Swarthmore College, 2015
- Edith Graef McGeer, Wikipedia
- Lynn A. Raymond and Louise A. Brown, IN MEMORIAM: Dr. Edith G. McGeer, Professor Emerita, The University of British Columbia
- Edith McGEER, Obituary, Vancouver Sun and Province, 9 septiembre 2023
Sobre la autora
Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.