María Teresa Telleria, fructífera combinación entre ciencia, gestión y aventura

Vidas científicas

El Jardín Botánico de Madrid es un espacio cuya belleza y la elaborada distribución de sus numerosas plantas proporciona al visitante una agradable sensación de serenidad y encanto. Sin embargo, su larga historia está tejida con muchas, y algunas notablemente arriesgadas, expediciones científicas. Como ha descrito la acreditada periodista científica Malén Aznárez, en ellas «se descubrió y catalogó una inmensa variedad de flora, dejando un poso impagable en el herbario y en rincones de este Botánico donde la investigación y la aventura han ido de la mano».

Mª Teresa Telleria. Jakiunde.

Esas enriquecedoras exploraciones, hay que subrayarlo, no las han realizado solo los hombres. A título de ejemplo, valga citar a la primera mujer directora del Jardín Botánico de Madrid, la científica María Teresa Telleria Jorge nacida en Bilbao en 1950. Esta experta ha formado parte de diversas expediciones por regiones de selvas y ríos tanto en África como en Latinoamérica.

En una larga conversación mantenida en el año 2005 con la citada Malén Aznárez, Telleria relata que comenzó su actividad profesional «exactamente el día que se murió Franco, [cuando] entré en esta casa a pedir una beca, y aquí he hecho prácticamente toda la carrera. He sido becaria predoctoral, becaria posdoctoral, científica titular e investigadora». Considera que ha seguido una buena trayectoria, afirmando que «me parece muy positivo empezar desde abajo, porque ayuda a comprender mejor a todo el mundo. Si viene un becario a contarme cualquier cosa sé de qué habla, me lo sé todo».

Telleria, aunque se licenció en Farmacia, optó por dedicarse a investigar sobre hongos, y ha revelado que «desde siempre tuve claro que la oficina de farmacia era un modo de ejercer la profesión que no me gustaba; yo prefería la actividad docente o investigadora […]. Cuando acabé la carrera en Madrid, entré al departamento de Botánica y, casi por casualidad, elegí hacer la tesina sobre unos hongos a los que luego he estudiado durante toda mi vida. En aquel momento, vino a España un investigador noruego […] especialista en un grupo llamado Aphyllophorales, al que no había estudiado nadie y empecé a trabajar junto a él». Durante este proyecto, la joven graduada fue consciente de que el mundo de los hongos estaba en gran parte por descubrir, y que a ellos debemos, entre otros aspectos, multitud de principios activos farmacológicos.

La científica ha explicado a M. Aznárez que el grupo citado está compuesto por «unos hongos que descomponen la madera, donde forman una especie de costra clara y pasan prácticamente inadvertidos […]. Los de la península Ibérica, científicamente eran unos desconocidos, y nuestra la finalidad prioritaria consistía en elaborar un catálogo de aquellos presentes en España y Portugal. Desde el principio, los estudios empezaron a dar muy buenos resultados […] y constituyeron la primera parte de mi carrera investigadora, fueron mis trabajos de campo iniciales, y me pateé España de arriba abajo».

La página web de Jakiunde, esto es, la Academia de las Ciencias, las Artes y las Letras del País Vasco, apunta que esa labor de investigación de María Teresa Telleria constituyó no solo su tesina, sino también su tesis doctoral, defendida por la científica en 1978. El meritorio trabajo fue íntegramente publicado por la editorial alemana J. Cramer en 1980.

Continuando el diálogo de Telleria con Aznárez, la investigadora explica que «ese proyecto inicial ha durado hasta hoy, con la participación de gente de todas las universidades españolas y portuguesas» […]. Hemos descubierto que en España hay aproximadamente unas 25 000 especies de hongos, de las que conocemos unas 11 000. Todavía nos falta por descubrir más de la mitad».

Jardín Botánico de Madrid. Wikimedia Commons.

En la página web Zenda, Telleria revela con entusiasmo su profunda vocación por las exploraciones; por ejemplo, recuerda que desde su infancia «la vida se pobló para mí de aventuras imaginadas. Pronto, las islas misteriosas y las selvas impenetrables fueron robando el protagonismo a los universos color de rosa que me estaban destinados. No sabía leer y ya me quedaba extasiada contemplando los grabados de los libros que acompañaron mi niñez y llenaron los días de emoción e infinitud. Andando el tiempo, la vida me dio la oportunidad de hacer realidad aquellos sueños infantiles y, gracias a mi profesión, he podido recorrer paisajes afines a los que tantas veces transité con mi imaginación infantil».

Asimismo, a lo largo de toda la conversación con la citada periodista, Telleria narra las apasionantes experiencias que ha vivido durante las numerosas veces que ha formado parte de expediciones científicas. Además del torrente de aventuras vividas, reflexiona apuntando que «cuando te planteas el conocimiento de un grupo de organismos no puedes circunscribirlo sólo a un territorio, porque entonces tienes una visión muy estrecha de ese grupo. Lo fundamental es ampliar el campo de estudio, ¿y cuál es la salida natural del estudio de los organismos y la biodiversidad?: el salto a los trópicos. Los trópicos son los lugares de la Tierra donde hay más biodiversidad, y donde está menos estudiada. El gran desafío, la gran llamada, es la del trópico».

Movida por su vocación científica y marcado espíritu aventurero, recuerda que su primera expedición fue a Guinea Ecuatorial a finales de los años ochenta, «rápidamente me apunté […], y aquel viaje fue mi primer contacto con un país tropical». Con posterioridad, rememora que «en 1992, un grupo de naturalistas viajamos a Latinoamérica para formar parte de una expedición hispano-colombiana, con vistas a explorar una zona muy poco conocida de la Amazonia de Colombia, muy interesante desde el punto de vista biológico». Esa excursión permitió a Telleria recolectar abundante material de los hongos objeto de sus investigaciones.

Más tarde formó parte de otro proyecto, esta vez en Bolivia, concretamente centrado en el Parque Nacional de Madidi, una región del noroeste de Bolivia notable por ser «considerada el área protegida más biodiversa del mundo en cuanto a especies», como describe la página web Los Tiempos. Además, añade Telleria, «es una de las zonas mejor conservadas de Bolivia por lo escarpada […]. Realizamos [el proyecto] a tres bandas: el Herbario Nacional de Bolivia, el Botánico de Misuri (San Luis, EE. UU.) y el Real Jardín Botánico de Madrid, siendo nuestro objetivo estudiar una zona inexplorada, a la que casi nadie había entrado».

Lago Chalalan. Parque Nacional Madidi. Wikimedia Commons.

La exploradora investigadora ha narrado que «Madidi es impresionante porque tiene una orografía muy complicada, grandes diferencias de altura y una variada vegetación, desde casi la parte alta de los Andes hasta caer en la Amazonia. Todo ello permite estudiar muchos tipos de especies en un espacio relativamente pequeño para las dimensiones de la Amazonia. Había muy pocos datos de esta zona, y por eso el estudio despertó muchísimo interés».

En el contexto de las múltiples expediciones en las que ha participado, se refleja el temperamento curioso y decidido de esta micóloga, aunque las que aquí citamos solo representan un pequeño ejemplo. Telleria ha viajado con fines científicos a más de quince países de Europa, África y América, llevando a cabo campañas de prospección y trabajo de campo de considerable valor en su especialidad.

Desde su rica experiencia profesional, hace hincapié en que «más del 80 % de la diversidad de especies que alberga nuestro planeta está aún por conocer y, no es mucho mejor nuestra comprensión de las relaciones evolutivas entre distintos grupos de organismos. Rescatar de las tinieblas este conocimiento es labor de los taxónomos, y para ello necesitan información; datos que consigan documentar la diversidad de la vida en su amplio ámbito de distribución, y que también permitan testar las hipótesis según la cual toda investigación científica lleva aparejada». De este modo, continúa la micóloga, «la exploración se convierte en una actividad inherente al estudio y análisis de la diversidad biológica».

En la página web del Real Jardín Botánico correspondiente al 12 de febrero de 2017, Día Internacional del Darwin, y con motivo de rendir homenaje al gran naturalista, esta botánica de vocación exploradora manifestaba que «posiblemente la exploración en el siglo XXI ya no tenga un horizonte geográfico. No existen mundos perdidos, mares tenebrosos, ni montañas inaccesibles; los últimos vestigios de la exploración romántica acabaron con el siglo XX […]. Ahora el objetivo es otro: descubrir y describir la diversidad de la vida».

Siguiendo esta senda, la dilatada carrera profesional de María Teresa Telleria se ha centrado en proyectos encaminados a desentrañar la diversidad que encierra el mundo de los hongos. Su investigación tiene implicaciones directas en cuestiones fundamentales de la biología evolutiva (especiación), de la ecología (desarrollo de los ecosistemas), de la biogeografía (procesos de diversificación) y de la biología de la conservación.

Méritos y reconocimientos

La faceta más conocida de la trayectoria profesional de Telleria revela que en los 266 años de historia del Real Jardín Botánico (RJB), ella ha sido la única mujer directora, desde 1994 hasta 2006. Anteriormente, entre 1985 y 1994 ocupó la vicepresidencia de esta institución, y se jubiló siendo Profesora Ad Honorem del CSIC, como se detalla en la página web Jakiunde.

Sin embargo, hay que subrayar que sus méritos abarcan mucho más. Citemos, a título de ejemplo, que su actividad científica ha quedado plasmada en 157 artículos, la mayor parte de ellos publicados en revistas internacionales. Ha dirigido varias tesis doctorales y liderado numerosos proyectos de investigación en el ámbito de su especialidad, financiados por diversas instituciones. Es integrante del Comité Científico Asesor del CSIC desde 2013. Asimismo, ha escrito numerosos artículos de divulgación y publicado varios libros. En los años en que fue directora impulsó la creación de una unidad de cultura científica en el Jardín Botánico. Además, desde 2014 es académica de número de Jakiunde.

Valga subrayar que los viajes de Telleria, además de ser una valiosa combinación de ciencia y aventura, han servido de inspiración a esta original investigadora para escribir libros de divulgación científica. Entre ellos se encuentra el titulado Sin permiso del rey, dedicado a la insólita vida de la botánica francesa Jeanne Baret (1740-1807), la primera mujer que entre 1767 y 1775 completó la vuelta al mundo disfrazada de hombre.

Para concluir, nos parece de interés recordar las palabras de Malén Aznáres: «María Teresa Telleria se siente, a su manera y sin exageraciones, un poco heredera de aquellos naturalistas que tanto aportaron a nuestro patrimonio científico». Y añadimos que, aunque todos ellos fueron hombres, esta vocacional científica ha demostrado sin lugar a dudas que las mujeres no solo son capaces de audaces exploraciones por regiones poco estudiadas, sino que también pueden lograr enriquecedores resultados para la ciencia.

Referencias

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *.