Sara Josephine Baker, la experta en salud pública que dio caza a Mary Mallon “la tifoidea”

Vidas científicas

Pasó más de 20 años encerrada y aislada, y hubo una época en la que se la consideró la mujer más peligrosa de América, a pesar de no haber empuñado nunca un arma de ningún tipo. Se llamaba Mary Mallon y se la conocía también como María “la tifoidea”, porque portaba, sin tener ningún síntoma, el patógeno causante del tifus, que contagió a decenas de personas, causando varios brotes de esta enfermedad y con ello la muerte de varias personas. Era cocinera e inmigrante irlandesa en el Nueva York de principios del siglo XX, un lugar y un momento de la historia especialmente propenso a los brotes de enfermedades contagiosas debido al rapidísimo crecimiento de la población y las escasas condiciones de higiene en las que vivía mucha de esa población, especialmente la más pobre.

Ilustración del 20 junio 1909, The New York American. Wikimedia Commons.

Varios años después de llegar a Estados Unidos, Mallon consiguió trabajo en varias casas acomodadas, y después en una lujosa residencia perteneciente al banquero Charles Warren. Allí donde entraba a trabajar se producía un brote de tifus, una enfermedad habitual en los hogares y entornos pobres y sucios, pero no en las casas ricas y bien equipadas en cuanto a saneamiento. Cuando el tifus apareció en el hogar de los Warren, el banquero pidió ayuda a George Soper, experto en saneamiento y epidemiólogo, que tenía fama de ser un “detective del tifus”, para rastrear el origen del brote.

Una orden, una negativa y una búsqueda

Sin embargo, no fue Soper a quien, una vez capturada y puesta en cuarentena forzosa (que duraría 25 años), Mallon culparía de su encierro. Fue a una mujer llamada Sara Josephine Baker, que sería la primera mujer estadounidense en doctorarse en salud pública. Después de que Soper localizase a Mallon, Baker fue la encargada de acudir a donde ella estaba para extraerle muestras de sangre y orina, y así confirmar que, a pesar de no haber enfermado nunca de tifus, portaba el patógeno y era el origen de los brotes que se producían allí donde ella entraba a trabajar de cocinera. Mallon se negó y, tras un posterior encuentro en el que además de Baker participó la policía con el objetivo de obtener esas muestras contra su voluntad si era necesario, huyó.

Baker dirigió su búsqueda hasta encontrarla y vigiló su traslado al hospital. Se encontraron los temidos patógenos en sus heces y, pensando que al saberlo tomaría las precauciones necesarias para evitar nuevos brotes y contagios, las autoridades la dejaron en libertad con el compromiso de dejar de trabajar como cocinera y de presentarse cada tres meses. No fue así: tan pronto como salió a la calle Mallon desapareció y, como se supo después, siguió trabajando como cocinera. Fue de nuevo tarea de Baker localizarla: un brote de tifus en el Hospital Sloane para Mujeres, un hospital maternoinfantil de Manhattan, permitió dar con ella y detenerla definitivamente. En 1915 fue trasladada y confinada en un hospital en la isla de North Brother, una pequeña isla en el río que transcurre por la ciudad de Nueva York, donde murió 22 años después. Siempre juró que, si escapaba, buscaría a Baker para matarla.

El contexto: el sucísimo Nueva York de principios del siglo XX

A día de hoy podemos hacer una reflexión sobre el injusto trato que recibió Mary Mallon en aquella época, y cuánto de ello se debió a que era una mujer inmigrante, pobre y con una educación limitada. Pero sería injusto no reconocer el contexto, que Baker veía en el día a día. Las enfermedades infecciosas mataban a miles de personas cada semana en los barrios pobres de Nueva York, donde la suciedad era omnipresente y la higiene escasa y desconocida. Se vendía leche sin pasteurizar y sin medida sanitaria ninguna. La disentería, la viruela y el tifus campaban a sus anchas.

Calle Hester, Nueva York, 1903. Wikimedia Commons.

La situación era especialmente terrible para los niños, que morían a miles muy pequeños a causa de estas enfermedades: uno de cada tres muertos en la ciudad de Nueva York en esa época era de niños menores de un año. En el verano de 1902, en el barrio Hell’s Kitchen, 1500 niños murieron cada semana, sobre todo de disentería.

La medicina preventiva era un concepto aún desconocido y el tratamiento y consejo médicos se buscaban cuando alguien enfermaba. No había programas de salud pública, no había campañas informativas sobre higiene y cuidados básicos, no había formación reglada para las parteras y matronas que traían al mundo a los niños y que no tenían por tanto consejos adecuados que dar a sus madres para mantenerlos con vida.

La relación entre pobreza, higiene y enfermedad

Baker vivió y trabajó en ese entorno. Al contrario que muchos de sus colegas, que se centraron en el trabajo de laboratorio, ella se centró en acometer medidas preventivas para cuidar la salud y en entender el contexto social de las enfermedades. Trabajó con madres y niños de los barrios de Nueva York poblados por inmigrantes, sus propuestas tuvieron un gran impacto positivo en la mortalidad materna durante el parto e infantil, convirtiéndose en un modelo para otras ciudades del país.

Sara Josephine Baker.

Baker nació el 15 de noviembre de 1873 en Nueva York. En su autobiografía, años después, contaría que tuvo una infancia feliz y buena relación con sus padres. Su madre fue una de las primeras graduadas en el Vassar College femenino, y ella creció siempre con la intención y el acuerdo familiar de que ella también asistiría. Pero los planes cambiaron tras la muerte repentina de su padre y su hermano. De pronto responsable del sustento familiar, renunció a una beca para esa universidad y se matriculó en la Escuela de Medicina para Mujeres del New York Infirmary, una institución benéfica para atender a mujeres y niños sin recursos y a menudo sin hogar.

Tras graduarse en 1898 obtuvo una beca de un año para trabajar en la clínica externa del Hospital para Niños y Mujeres de Nueva Inglaterra, en Boston, atendiendo a algunas de las comunidades más pobres de la ciudad. Desarrolló un ávido interés por la relación entre pobreza y mala salud, lo cual le llevó a dedicarse a la medicina social y pública durante toda su carrera.

Al año siguiente abrió una consulta privada en Nueva York junto a una amiga, pero como negocio no terminaba de despegar y, para cubrir los costes, ambas trabajaban también haciendo exámenes médicos para compañías de seguros. Baker trabajaba además como inspectora sanitaria para la ciudad. Gracias a esa conexión, en 1907 fue nombrada comisaria de salud, dirigiendo los programas de vacunación contra la viruela. Ese fue también el año en que dirigió la primera búsqueda y captura de Mary Mallon.

Educación, formación y leche limpia

En 1908, Baker fue nombrada directora de la nueva Oficina de Higiene Infantil, la primera de este tipo que existió en Estados Unidos. Basándose en su trabajo previo en esfuerzos de prevención y educación en salud pública, desarrolló programas básicos de formación en higiene para la población inmigrante que vivía en los suburbios de la ciudad, así como formación básica en higiene y salud infantil para mujeres y adolescentes, que en muchos casos eran las responsables de cuidar a sus hermanos pequeños.

Instauró un sistema de reparto de leche segura para bebés y dio formación e impulsó regulación para matronas y parteras, reduciendo drásticamente la mortalidad materna e infantil. En 1923 Nueva York tenía la tasa de mortalidad infantil más baja de todas las ciudades de Estados Unidos, y como resultado, durante esos años más de 30 ciudades implementaron versiones más o menos similares de esos programas.

Sara Josephine Baker (1922).

En 1909 fundó la Asociación Estadounidense de Higiene Infantil, y fue su presidenta en 1917, el mismo año que se convirtió en la primera mujer en doctorarse en salud pública en Estados Unidos. Además de decenas de artículos científicos, escribió también abundantes textos sobre medicina preventiva para que fueran publicados en la prensa general, como esfuerzo divulgativo y de formación en esos temas.

En algunos ambientes, Baker era conocida como “Doctor Joe”, un pseudónimo masculino que ella en ocasiones buscaba. Baker era feminista, sufragista y lesbiana. Para hacerse hueco en una profesión y una rama de la medicina mayoritariamente masculinas por entonces, a menudo minimizaba su aspecto femenino vistiendo trajes de chaqueta similares a los de los hombres. Bromeaba con que a menudo sus colegas olvidaban que era, de hecho, una mujer.

A mitad de los años 30 se retiró a vivir con su pareja, la novelista Ida Wylie, y la patóloga Louise Pearce. Murió en 1945.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.

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