¿Estamos consiguiendo educar en igualdad?

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Imagen: BearFotos.

¿Se ha sorprendido alguna vez escuchando a dos niños o niñas mantener una conversación en la que se diferencian roles por sexo? ¿Cómo es esto de habitual en la sociedad de hoy?

Los estereotipos y sesgos de género se construyen en la infancia y limitan el futuro de la juventud. Además, se intensifican a través de planes de estudio, materiales y prácticas de enseñanza o la relación con la familia y los compañeros y compañeras.

La coeducación en España comenzó a ponerse en marcha en los años 80. No supone solo que niños y niñas compartan espacios, sino que se favorezca expresamente una pedagogía coeducadora: igualitaria, que ponga en valor la diversidad, emocional y sexual, y que prevenga cualquier violencia entre iguales y, por supuesto, la violencia de género.

En el marco de la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU este objetivo es el número 4. Se centra en garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.

Sexismo en las aulas

El sexismo en las aulas aparece en las actitudes, los valores y las conductas que la sociedad, en general, y familias y docentes, en particular, atribuyen a chicas y chicos en función del género. Existe todavía un conjunto de estereotipos repartidos según el sexo que crea desigualdades basadas en cuestiones biológicas y desatiende a la nueva realidad social.

La educación en igualdad presta especial atención a la eliminación de estos estereotipos sexistas. Evitar cualquier tipo de discriminación de género favorece un clima positivo en el aula y mejora la convivencia, la cooperación, el respeto mutuo y las relaciones personales entre el grupo de iguales.

Sabemos que la escuela es un agente de socialización importante; la socialización es la que forma el concepto de identidad de género. Pero la escuela no solo socializa a partir del currículo manifiesto (el conjunto de contenidos que se transmiten al alumnado según la legislación educativa), sino que cobra especial importancia el currículum que llamamos “oculto”. Este es el que se desarrolla de forma implícita y está compuesto por normas y valores que se transmiten a los y las estudiantes.

La escuela no es solo un espacio para adquirir conocimientos, sino que también puede convertirse en un espacio importante para la sensibilización y la detección de la violencia de género. La coeducación es el camino más eficaz para prevenir las desigualdades de género.

¿Qué necesitan los docentes?

Diferentes estudios ponen de manifiesto que los profesores y las profesoras aún tienen carencias y necesitan entender y aprender a aplicar las competencias para detectar e intervenir en materia de igualdad en las diferentes etapas educativas. Conocer el proceso de creación y transmisión de los estereotipos sexistas y su influencia en la construcción del pensamiento y la formación de los niños y las niñas es fundamental, así como la creación de espacios libres de sexismo y violencia de género.

El papel que pueden tener los centros educativos en esta materia puede englobarse en dos ámbitos importantes.

El primero de ellos se basa en la prevención, en la educación en y para la igualdad, a través de las distintas asignaturas y actuaciones internas de los centros: talleres, programas, etc.

El segundo tiene que ver con su papel en la detección de la violencia de género y en su posicionamiento y actuación al respecto.

Tres claves

Los expertos señalan tres claves a tener en cuenta para la educación en igualdad:

  1. El lenguaje amplía imaginarios: las palabras son el principal vehículo del proceso de aprendizaje. Los niños y niñas en la infancia entran en contacto con todo lo que aprenden en la escuela a partir del lenguaje. Es importante apostar por un lenguaje inclusivo y no sexista que reconozca y visibilice la diversidad humana.
  2. El profesorado como referente: la educación es mucho más que la transmisión de contenidos. La persona educadora es un referente de autoridad para su alumnado que guía, marca límites, infunde respeto y confianza. La coeducación supone mostrar modelos y referentes de aquello que queremos reconocer. Además, podemos ofrecer modelos deseables que acompañen al crecimiento en la infancia y la adolescencia, para que aprendan a relacionarse de manera positiva y a resolver sus conflictos de manera asertiva.
  3. La mirada crítica y el humor: hay que evitar que las generaciones más pequeñas reproduzcan el sexismo que se transmite a diario a través de diferentes canales de socialización como la televisión, la publicidad, la literatura o la música. Es importante que la juventud aprenda a analizar de manera crítica la información que le llega. Hacerse preguntas, saber interpretar los mensajes, cuestionar si son o no válidos para la propia experiencia y buscar otros que se adapten mejor a la realidad es una gran tarea coeducativa.

Una coeducación que verdaderamente nos ayude a avanzar como sociedad igualitaria debe de cuidar no solo la transmisión de información y contenidos, sino enseñar a sentir, a vivir, a relacionarnos, a expresarnos, a poder elegir, a escuchar, a ser escuchadas y escuchados, a ganar autonomía y a respetarnos.The Conversation

Sobre las autoras

Ana Isabel Agustí López, Coordinadora del Master en Formación del Profesorado, Universidad Internacional de Valencia y Ana Rodríguez Martín, Vicedecana de la Facultad de Ciencias de la Educación, Universidad Internacional de Valencia

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Ir al artículo original.

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