Violet R. Cane: descifrando códigos y abriendo puertas

Vidas científicas

Violet R. Cane, de pie a la derecha con chaqueta roja,
durante una celebración del partido laborista en el
Cambridge Guildhall en 1987. A la izquierda con
muletas, la famosa economista agrícola Ruth Cohen, que
fue su amiga y mentora política. Foto cedida por un
miembro del partido laborista de Cambridge.

Muchas recuerdan de Violet Rosina Cane (1916-2008) cómo le espetó a un concejal del ayuntamiento de Cambridge que su título era Professor (catedrática) pero que le podía llamar Violet, cuando él, condescendiente, le preguntó si era señora o señorita. Esta anécdota resume a la perfección su trayectoria personal y profesional: independiente, progresista y luchadora.

En aquella reunión representaba al partido laborista local al que pertenecía, y se oponía a la construcción de una carretera en el centro histórico de la ciudad universitaria inglesa donde vivió gran parte de su vida y de la que era una apasionada. Argumentó su oposición como mejor sabía, con datos y análisis, y la iniciativa no salió adelante.

Sus dotes analíticas habían servido décadas antes de gran ayuda en la sección naval del Bletchley Park (1942-1945) donde el gobierno británico ocultó la gran labor estratégica liderada por Alan Turing para descifrar los mensajes de los nazis. Entre otros muchos nombres de las matemáticas y de la estadística (algunos reconocidos, muchos olvidados) su nombre se incluye en el muro de honor como codebreaker (descifradora de código) con el signo V de la Victoria en morse reservado para profesionales como ella.

El nombre de Violet R. Cane inscrito en el muro de honor del Bletchley Park. El signo en morse representa la letra V de Victoria, que se reserva a los ladrillos de los “codebreakers”. Foto cedida por el Archivo de Bletchley Park.

Por ir a Bletchley Park renunció a un doctorado sobre espacios topológicos supervisado por el reputado matemático Edward Wright para el que la Universidad de Aberdeen le había concedido la Robbie Scholarship. Pero no le faltaba educación. Comenzó de niña en su Londres natal en el colegio Beckenham County School (ahora Langley Park School) donde estudió con su hermana Iris y ya destacaba recibiendo premios (literarios en aquel entonces). Continuó su formación en Cambridge y, en 1938, se graduó en Matemáticas en el Newnham College al que seguiría afiliada de por vida (fue elegida fellow del mismo en 1957). En 1939–1940, asistió al curso de Maurice Bartlett de Estadística Matemática; lo recordaba como difícil, pero le dejó unos “apuntes preciosos”. Posteriormente, recibiría un máster en estadística matemática.

Los comienzos de su carrera

Su carrera profesional empezó en Cambridge en 1948, en el puesto de estadística en la Unidad de Psicología Aplicada del Medical Research Council (MRC); en 1960 fue contratada como profesora de Universidad en el reputado Laboratorio Estadístico. Al ver que las oportunidades de promoción en el Laboratorio eran prácticamente inexistentes para las pocas mujeres que trabajaban allí (todas secretarias excepto ella), aceptó una oferta de la Universidad de Manchester en 1971 donde fue la primera catedrática en estadística (y ciencias). Cuando desde el periódico The Guardian le preguntaron al respecto, ella respondió que «la universidad de Manchester estaba un poco atrasada» en cuanto al tema de igualdad y que «cada vez más mujeres estudiaban matemáticas porque resultaba más fácil aplicarlas a otras áreas que, por ejemplo, una educación en física o química». Durante la siguiente década continuó abriendo puertas para otras mujeres que seguirían su ejemplo en la facultad. Entre ellas, una de sus estudiantes, Roseanne McNamee (ahora catedrática emérita) a la que, tras acabar su trabajo de fin de máster sobre modelos matemáticos de enfermedades infecciosas, animó a continuar con un doctorado para el que le encontró financiación. Una vez doctorada, consiguió también infundirle la confianza para conseguir un puesto en el MRC en Cambridge. McNamee aún recuerda una de las grandes lecciones que se lleva de su gran mentora: «En ocasiones, una solución aproximada a una ecuación puede ser suficiente para responder una cuestión práctica de importancia».

Violet R. Cane posa con sus colegas en el Laboratorio de Estadística de la Universidad de Cambridge en 1963. A su derecha, los reputados estadísticos David G. Kendall (centro) y John F.C. Kingman (que fue además su gran amigo). Foto reproducida con el permiso del Laboratorio Estadístico de la Universidad de Cambridge.

La estadística aplicada a temas muy diversos

Sus competencias estadísticas se extendían desde los fundamentos teóricos de la estadística clásica a los más actuales procesos estadísticos, siempre con aplicación a multitud de disciplinas (psicología y fisiología humana, epidemiología, comportamiento animal,…). Prueba de ello fue su rol como editora de la revista Advances in Applied Probability y sus múltiples artículos en otras revistas punteras. Algunos ejemplos incluyen el uso de modelos semi-Markov para describir el comportamiento parental de peces, la construcción de nidos de canarios o el cortejo de las moscas de la fruta; eran fruto de sus colaboraciones con Margaret Vince del Laboratorio Psicológico, Walter Smith del Laboratorio Estadístico y Robert Hinde del Departamento de Zoología. Con Vince trabajó también en el modelado de la cría de codorniz como una red neuronal. Con Richard Gregory, también psicólogo, publicó en Nature una teoría estadística sobre los umbrales de visión y los efectos de dos tipos de ruido, neuronal y retinal, con la edad. Juntos visitaron a Turing en Manchester, con el que Cane siguió en contacto después de la guerra. En una carta que se puede leer en The Turing Digital Archive, Cane le escribió comentándole que querían conocer su opinión sobre «la posibilidad de construir, al menos teóricamente, una maquina que simule el cerebro humano», un proyecto que no llevarían a cabo finalmente. Resumió éste y otros trabajos en psicología en un artículo que presentó en la Royal Statistical Society en 1956 y que el estadístico Peter Armitage definió como «la primera introducción oficial a la psicología experimental en la Sociedad»; esta es una prueba de lo pionero de su trabajo. En todos sus proyectos tenía como máxima el sentido común, recuerda su gran amigo y colega John F.C. Kingman, y sospechaba de la progresiva dependencia de los ordenadores en investigación, que, en su opinión, no siempre iba acompañada de la reflexión requerida para los cálculos.

Fue elegida fellow de la Royal Statistical Society en 1947 y del International Statistical Institute en 1969, y fue una de las miembros fundadores de la Experimental Psychology Society en 1959. Su trabajo traspasó fronteras, desde los Estados Unidos donde presentó en 1965 en el famoso simposio de estadística en Berkeley (al que también contribuyó otra estadística británica, Florence N. David, que era ya catedrática en el departamento), hasta Australia donde en 1980 hizo una extensa visita académica a su colaborador Pat Moran en la Australian National University, pasando por la India donde impartió una serie de charlas para el Indian Statistical Institute en 1967 (sobre temas tan variados como el método jackknife de remuestreo, modelos epidémicos y estudios diagnósticos de la leucemia).

Profesora dedicada y política tardía

Little St. Mary’s Lane (Cambridge) con la antigua casa
de Cane al fondo (ventana abierta). Foto de John Sutton.

Independientemente de su reputada carrera y la multitud de áreas sobre las que investigó y publicó, siempre encontró tiempo para sus estudiantes. Una de ellas, en Cambridge, recuerda de sus visitas al despacho de Cane, salir oliendo a tabaco, pero con las dudas resueltas. En Manchester rememoran las reuniones informales en su casa para integrarles en el departamento y el rumor a voces de que, si hubiera sido hombre, habría sido catedrática mucho antes. Todos coinciden en alabar su capacidad de transmitir la importancia de una estadística rigurosa en todas sus aplicaciones y su gran valía para la investigación multidisciplinar.

Tras su jubilación en 1981, volvió a su casita en la bucólica Little St. Mary’s Lane de su adorado Cambridge que solía recorrer en bicicleta. Nunca perdió el contacto con sus amigas, las Newnham ladies, y gracias a la economista Ruth Cohen que le introdujo al partido, hizo de la política su última pasión (fue concejala durante dos mandatos) junto a las novelas de detectives, sus labores de punto que llevaba a las reuniones del partido, y los gatos.

Número de obituarios en las revistas de la Royal Statistical Society según el año y el género del fallecido (1920-2021). Fuente: Lorenzo-Arribas, A. (2021) Mujeres estadísticas en la historia.

Violet R. Cane murió en 2008 y, pese a sus importantes contribuciones a la estadística y a la Royal Statistical Society, no hubo quien le escribiera un obituario en la revista de la Sociedad. Desafortunadamente, no es la única. Muchas de las mujeres históricas de la Sociedad no lo han tenido: en agosto de 2021 solo 13 de los 387 obituarios desde 1920 eran de mujeres. Tuve el honor de hablar sobre Cane con sus estudiantes, colegas de la universidad y compañeros de partido. Aún mejor, pude plasmar su historia en papel para que sirva de referente para futuras estadísticas, doctoras o Violetas, y que puedan seguir abriendo puertas.

Agradecimientos

Agradezco la ayuda de los pacientes archivistas de Bletchley Park, los de las bibliotecas de la Universidad de Manchester y de Aberdeen, de la secretaria del Laboratorio Estadístico de la Universidad de Cambridge, la de los compañeros de Cane en el partido laborista de Cambridge, de su amigo y colega John F.C. Kingman y sus estudiantes Roseanne McNamee, Ewart Thomas, Rob Gandy y Richard Startup.

Referencias

Sobre la autora

Altea Lorenzo Arribas es doctora en estadística, consultora e investigadora en Biomathematics & Statistics Scotland (BioSS), secretaria del Comité de la Sección de Historia de la Estadística de la Royal Statistical Society y miembro de la Comisión de Mujeres de la Sociedad de Estadística e Investigación Operativa.

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