Émilie du Châtelet: divulgadora de Newton y Leibniz en Francia

Vidas científicas

Las mujeres liberales del siglo XVIII tenían costumbres y formas de vida en consonancia con las de una época y una clase: la aristocracia. Además gozaban del añadido de ser mujeres de una posición social e influencia fuera de lo común. En este artículo, que forma parte de la tesis doctoral Placer y felicidad en los moralistas franceses de finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII, en ciernes de ser publicada por la Universidad de Valencia, queremos reivindicar la figura de Madame de Châtelet, mujer excepcional del siglo XVIII que manifestó una sincera pasión por la nueva ciencia. Gracias a ello se convirtió en una conocedora de la física y las matemáticas más revolucionarias de su momento: las de Leibniz y Newton. Asimismo, la marquesa de Châtelet fue reconocida y aceptada dentro del círculo de los geómetras y matemáticos más importantes de la época, tanto en Francia como en otras partes de Europa. Siguió y comprendió todas las filosofías naturales de relevancia en la primera mitad del siglo XVIII: cartesianismo, newtonismo y leibnizianismo. Por todo esto, es innegable el reconocimiento que esta intelectual ilustrada se merece, como una de las savantes de la Ilustración europea. No es de extrañar que un cráter del planeta Venus lleve el nombre de Châtelet en su honor.

Émilie du Châtelet, por Maurice Quentin de La Tour.

Una educación renacentista

Émilie se movía fluida y felizmente entre la ópera, la corte, el teatro, las mascaradas, el casino, los cafés y el estudio serio y comprometido. A los diez años ya había leído a Cicerón y estudiado matemáticas y metafísica, recitaba de memoria a Virgilio en latín y a Milton en inglés. A los doce hablaba inglés, italiano, español y alemán y traducía textos en griego y latín de Aristóteles y Virgilio. A los trece, cuando sus dos hermanos abandonaron la casa familiar, se apropió del piso que ocupaban para disponer así de multitud de mesas donde dejar abiertos los libros de consulta. A los 17 años leyó el Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke, obra en que descubrió la importancia del concurso de la experiencia en las operaciones del entendimiento. Aprendió matemáticas con uno de los grandes de la época: Maupertuis. Tanto el dominio del latín como el de las matemáticas serán cruciales para su futuro, pues el siglo XVII había iniciado una revolución que el XVIII debía concluir. Por ello, la ciencia de la Ilustración será ‘newtoniana’ y la filosofía no será más que la del ‘newtonianismo’.

Su relación con Voltaire

La relación de Émilie y Voltaire perduró 20 años, hasta la muerte de ella. En el castillo de Cirey se dedicaron a trabajar intensamente. Ella trabajó principalmente sobre la metafísica y la física de Leibniz, las matemáticas avanzadas, la geometría y la física de Newton. En 1740, Madame de Châtelet publicó Institutions de Physique [Lecciones de física], obra originalmente escrita para apoyar a su hijo en el conocimiento de la física, y también con el objetivo de exponer la filosofía natural de Leibniz al público francés. El problema para ella se antojaba a la hora de encontrar una metafísica compatible con la exposición de la física newtoniana.

Para Leibniz la verdad era relativa a la infinidad de puntos de vista y, en consecuencia, no podía consistir más que en la integración de la mayor cantidad posible de perspectivas. Émilie aprecia, además, ese modo preciso y severo de razonar del alemán, que cuadraba bien con su deseo inmoderado de lógica y racionalismo, a la vez que encajaba en su optimismo cósmico e intelectual, que gustaba de pensar en un mundo perfecto y explicable a la razón de los humanos. Émilie pensó que podía hacer más comprensible la obra de Leibniz con sus comentarios. Éste será su proyecto; que la filosofía de Leibniz y la de Newton se difundan de un modo claro en Francia. La obra, en tres volúmenes, contiene uno de los capítulos más interesantes sobre cálculo infinitesimal y fue escrita para que su hijo pudiese comprender la física, ya que no existía ningún libro en francés de física que pudiera servir para instruir a los jóvenes y esta disciplina se le antojaba indispensable para comprender el mundo. Este libro más que ningún otro extendió las ideas leibnizianas en Francia.

Los ‘Principia’

Después de 1738, Madame de Châtelet continuó sus estudios de matemáticas avanzadas por varios años ya con el proyecto en mente de traducir los Principia de Newton del latín original al francés. En 1749 concluyó la traducción, que se publicó en 1759, diez años después de su muerte. Esta traducción tiene un enorme valor porque, en ella, Madame de Châtelet incluyó tanto un estudio introductorio como comentarios, gracias a lo cual, esta versión no es un libro más de divulgación, sino una obra completa y para especialistas o, por lo menos, para aquellos que tenían conocimiento de matemáticas avanzadas y de física. Actualmente, esta traducción aún es una versión autorizada en francés.

Bibliografía

Sobre el autor

Alejandro Pla es profesor de Filosofía. Ha escrito varios artículos en revistas especializadas y este verano de 2023 defiende su tesis doctoral con mención internacional versada en la ética y el placer en la Francia de finales del siglo XVII.

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