La carrera de obstáculos de la fisióloga Ida Henrietta Hyde

Vidas científicas

Necesitaríamos muchas manos para contar los obstáculos que tuvo que superar Ida Henrietta Hyde para ser científica. Como fisióloga inventó un microelectrodo lo suficientemente potente como para estimular tejidos química o electrónicamente, y pequeño para poder inyectar o extraer tejido de una célula. Nunca le fue atribuido este logro. Asimismo, investigó sobre el sistema nervioso, circulatorio y respiratorio, y también sobre los efectos del alcohol, la cafeína y los narcóticos. Más que sus méritos, que los tiene, su historia la cuentan los numerosos rechazos que sufrió por ser mujer.

Ida Henrietta Hyde en su laboratorio en Heidelberg (Alemania) hacia 1896. Imagen: Spencer Research Library (U. Kansas).

Ida Hyde nació en Iowa (EE. UU.), en 1857. Su padre abandonó la familia y su madre crio sola a cuatro hijos e hijas. Como cabía esperar en esa época, Ida, la mayor de todos, ayudó a su madre en esa tarea. En concreto, se encargó de pagar la carrera universitaria de su único hermano. Al fin y al cabo, su familia valoraba mucho la educación pero solo la de los varones. Para poder costearse los estudios, comenzó como aprendiza de sombrerera a los catorce años –más tarde consiguió ascender a vendedora–; trabajaba seis días a la semana.

En la tienda se dio de bruces con la ciencia; un día se encontró con un libro en las manos, Views of Nature, de Alexander von Humboldt, y se enganchó a la historia natural. Por las noches, comenzó a ir a clase en el Chicago Athenaeum (1875-1876). La ciencia crecía en su interior.

El año 1881 fue clave para ella. Asistió a la ceremonia de graduación de su hermano en la Universidad de Illinois. Para su sorpresa, observó que allí había mujeres y decidió utilizar sus ahorros para poder estudiar. Empezó una carrera pero tuvo que hacer un parón porque su hermano enfermó y ella tuvo que cuidarlo. Más tarde, se presentó al examen de maestros de Chicago y trabajó de docente durante siete años en las escuelas públicas. Sin embargo, ella quería centrarse en conseguir un título universitario en el ámbito científico.

En 1888, volvió a sus estudios, y tres años más tarde, se graduó en humanidades en la Universidad de Cornell. Después, y gracias a una beca de biología que le ofreció la Universidad Bryn Mawr (Pensilvania), se centró en sus estudios de posgrado junto a los científicos Jacques Loeb y Thomas H. Morgan. Además, trabajó durante los veranos en el laboratorio de Biología Marina Woods Hole (Massachusetts).

Más tarde, el zoólogo Alexander Goette la invitó a continuar con él sus investigaciones en la Universidad de Estrasburgo. Aceptó gracias a una beca que le concedió la Association of Collegiate Alumnae (predecesora de la American Association of University Women-AAUW). Sin embargo, la universidad de Estrasburgo no concedía doctorados a mujeres, así que se marchó a Heidelberg (Alemania), donde sí se les permitía la entrada como oyentes desde 1891. No tuvo problemas en la mayoría de las asignaturas, pero sí en la que impartía el fisiólogo Wilhelm Kuhne, al que parecía no gustarle que las mujeres estuvieran en las aulas. Efectivamente le prohibió asistir a sus clases pero le permitió hacer los exámenes finales.

Hyde se preparó muchísimo durante tres años con los apuntes de sus compañeros y los libros de la biblioteca. Kuhne se quedó petrificado al ver los resultados que la estadounidense había obtenido. De esta manera, no tuvo más remedio que cambiar su actitud; de hecho, cambió tanto que al final fue su tutor de tesis. Hyde fue la tercera mujer que consiguió doctorarse en Heidelberg (1896), y la primera en ciencias experimentales.

En 1897, antes de volver definitivamente a su país, permaneció un tiempo investigando en la Estación Zoológica de Nápoles (Italia), y más tarde en Berna, especializándose en fisiología muscular. De hecho, fue en la capital suiza donde conoció a Henry Bowdith, ex decano de la Escuela de Medicina de Harvard. Bowdith fue la llave para que ella pudiese entrar en Harvard; gracias a otra beca, se convirtió en la primera directora de investigación.

Después, recaló en la Universidad de Kansas como profesora asociada y fue contratada para dirigir el Departamento de Fisiología, en 1899. En ambas instituciones, Hyde estudió el funcionamiento del corazón humano, las arterias coronarias y la respuesta cardiaca al estrés. También fue directora de investigación en los laboratorios de la U.S Fish Comission y la primera mujer elegida como miembro de la Sociedad Estadounidense de Fisiólogos (1902), y la única hasta 1913. Durante las vacaciones, continuó formándose en el área médica; pasó tres veranos en la escuela de medicina de la Universidad Rush, logró su maestría en 1911 pero denegaron su solicitud para completar su residencia.

Ida H. Hyde, Before Women Were Human Beings, AAUW Journal 31 (4) (1938) 226-236.

Ida luchó por los derechos de las mujeres y esa actitud parece que molestó al resto de sus compañeros de la universidad. Por ejemplo, no entendía por qué debía cobrar un 15 % menos que los demás directores de departamento y lo denunció en más de una ocasión. Al final, el departamento que ella dirigía decidió apartarla.

Asimismo, trabajó para que el acceso de las mujeres a la enseñanza superior no fuera una carrera de obstáculos. Nadie mejor que ella para presentar propuestas que hicieran cambiar esa realidad que vivió amargamente. Ella relató las dificultades que tuvo que soportar en la publicación Before Women Were Human Beings (Antes de que las mujeres fueran seres humanos).

En 1920, a los 63 años, se retiró. Después de eso y hasta su muerte, viajó por todo el mundo y visitó distintas universidades y centros de investigación. En su testamento, legó dinero para fundar una ayuda para las mujeres que deseaban estudiar en la Universidad de Kansas, y para crear una beca en su nombre dentro de la AAUW.

Bibliografía

Sobre la autora

Uxue Razkin es periodista y colaboradora del blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU Zientzia Kaiera.

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