Despiertas, un día cualquiera. Revisas tu smartphone. No hay mensajes ni llamadas. Apuras una taza con café de la cafetera, como cada mañana mientras resuelves mentalmente el puzzle del periódico. Aunque lees ávidamente en tu amazoniano lector de libros electrónicos, sigues prefiriendo el papel para informarte antes de comenzar la jornada. Te preparas un tupper con comida. Incluyes un trozo de Camembert envasado al vacío para un tentempié. El día amenaza espléndido y sueñas con vivir en una de esas casas de serie de televisión neoyorquina, con su típica escalera de incendios para sentarte a desayunar.
Sales de casa camino del trabajo. Subes a tu coche y comienzas con tu ritual. Ajustas el espejo retrovisor y activas los limpiaparabrisas para que el cristal amanezca sin legañas. Conectas el navegador aunque conoces el camino de memoria. Te gusta ver las imágenes que representan la realidad como si fuera un videojuego. Te sientes como si fueras Carmen Sandiego, o cualquier espía con un teléfono desechable para evitar tu localización.
En la oficina todo transcurre sin novedad. Delante de un ordenador, tu trabajo te obliga a conectarte a internet varias veces a lo largo de la jornada. Buscas información sobre tarifas de la competencia y aprovechas para mirar también posibles productos que comprar a buen precio. A veces, productos básicos, como compresas, toallitas o pañales. Otras, buscas sujetadores y prendas de ropa interior. A veces te entra la vena juguetona y tu objetivo es alguna muñeca Barbie de colección para regalar a alguien especial, una edición diferente del Monopoly o un videojuego de última generación.
Terminas la jornada laboral y te lanzas a por tu cuota de ejercicio diaria. Hoy toca nadar en la piscina. Relaja pero también cansa, así que los ‘largos realizados’ terminan contigo en el sofá. Con el mando de la televisión navegas por la oferta de contenidos. Un clásico como “La extraña mujer” entra en tu radar, pero prefieres algo más potente. “Lo que el viento se llevó”, «La heredera» o “Titanic”, con sus vibrantes escenas del naufragio, son siempre opciones ganadoras, pero entre semana no puedes disponer de esas más de tres horas. “Las chicas del cable” promete, pero el binge watching es para el fin de semana y no quieres nada que te recuerde a trabajo. ¿Algo de la saga “Saw”? Demasiado gore. ¿Quizá un capítulo de “Castle”? Kate y Richard siempre dejan buen sabor de boca, y el chaleco antibalas de él con la palabra “Escritor” en letras blancas mayúsculas te dibuja una sonrisa. Con ellos dos terminas un día más, un día cualquiera lleno de cosas nuevas, desconocidas e inesperadas.
Nota
Este día cualquiera esconde enlaces que nos remiten a 36 mujeres pioneras, revolucionarias, tan brillantes como desconocidas, a pesar de su innegable impacto en nuestras vidas.
Gracias a Melitta Bentz, tomamos café de filtro cada mañana. A Ángela Ruiz Robles le debemos el libro mecánico, precursor de los actuales ebooks. Brownie Wise, toda una avanzada del marketing y las redes sociales, a principios del siglo pasado implantó la venta por demostración para la compañía Tupperware de la que llegó a ser vicepresidenta, aunque si de conservar alimentos hablamos, casi un siglo antes, Amanda T. Jones inventó el envasado al vacío.
Sea para un café o para que huyan los malos, a las escaleras de incendios tan representativas de las ciudades norteamericanas le puso los escalones otra mujer, Anna Connell.
La alemana Bertha Benz inventó las pastillas de freno para el automóvil y se embarcó en el primer viaje motorizado de larga distancia de la historia, lo que le brindó fama suficiente para que la empresa que fundó con su marido vendiera los primeros coches del mundo. Coetánea y piloto era Dorothy Levitt que inventó un elemento imprescindible a la hora de conducir: el espejo retrovisor, como también son imprescindibles los limpiaparabrisas que Mary Anderson patentó en Estados Unidos allá por 1903.
Grace Murray Hopper desarrolló el primer compilador y el lenguaje COBOL en los años 50, la placa base del ordenador también lleva nombre de mujer, Patty McHugh y el protocolo STP, imprescindible para que funcione internet, se lo debemos a Radia Perlman (aunque ella le quite importancia).
La editora y mecenas Caresse Crosby no solo dio cobijo a los autores de la Generación Perdida en París, también patentó el sujetador moderno en 1914.
La bellísima Hedy Lamarr inventó un sistema de comunicaciones llamado “técnica de transmisión en el espectro ensanchado” en el que se basan todas las tecnologías inalámbricas de hoy en día y otra actriz, Olivia de Havilland logró una ley con su nombre para proteger a los actores de la tiranía de los estudios…
Son muchas más. Párense un día cualquiera y miren a su alrededor un poco más allá de cada uno de los objetos cotidianos que esconden historias fascinantes de mujeres que lo son aún más.
Sobre las autoras
Loreto Gómez Fuentes es profesora de marketing digital.
María Cereijo Arnáez es periodista.
4 comentarios
María y Loreto os felicito por este formidable artículo. La curiosidad me ha empujado hasta él. Me he resistido las ganas de clicar los enlaces y he llegado hasta el final de la lectura para sorprenderme con la Nota que ha alimentado mi curiosidad. Excelente idea, magnífica estructura. Ejemplar demostración de que lo sencillo no está reñido con un gran trabajo. ¡Enhorabuena a ambas! (en especial a María que es quien ha despertado mi interés en la lectura del artículo)
Muchísimas gracias María y Loreto por este maravillos relato en sí y el gran trabajo que existe en la sombra de recopilación de datos que enlazais.
Como profesora de Biología y Geología en un IES, me he tomado la libertad de utilizarlo para trabajar con los alumn@s sobre el desconocimiento que tenemos respecto a la influencia de las mujeres en la ciencia y el avance tecnológico y al mismo abrir el abanico de mujeres interesante e importantes como las que señalais. Para poder abrirles el abanico a nuestras alumnas respecto a la libertad para vivir y hablar de ciencia, investigar o manipular herramientas…
Muchas Gracias!!!
¡Muchísimas gracias, Maria Antonia! Nos emociona tu comentario y nos alegra que el artículo haya despertado tu curiosidad. Esa era la idea 🙂 ¡Un abrazo!
¡Hola Noemí! Nos alegra que te haya gustado el artículo pero, sobre todo, que las historias de estas mujeres sean inspiradoras para tus alumnas. ¡Gracias por leernos y un abrazo!