La prestigiosa profesora de física e historia de la ciencia del Instituto Tecnológico de Massachusetts, Evelyn Fox Keller, hoy emérita, ha afirmado en multitud de ocasiones que la primera tarea con que se enfrenta la crítica feminista de la ciencia es histórica: «las mujeres, pese a haber sido excluidas de la vida académica, no han dejado de estar activamente implicadas en el desarrollo científico. Recuperarlas constituye una forma ineludible de comprender mejor la construcción del conocimiento científico en toda su amplitud».
En la senda de esa imprescindible recuperación de la presencia femenina, las indagaciones de los últimos años han brindado inestimables aportaciones procedentes de los archivos que contienen la correspondencia personal del científico más importante e influyente de la historia de la biología moderna, el británico Charles Darwin (1809-1882). La información recuperada representa una rica fuente de pruebas reveladoras de la influencia multifacética que las mujeres tuvieron en algunos trabajos del célebre naturalista.
Al respecto, la profesora asociada de la Universidad de Gotemburgo, Suecia, Down Sanders, denunciaba, en un trabajo publicado en 2009 con motivo del bicentenario del científico británico, la efímera posición ocupada hasta hace muy poco tiempo por la correspondencia mantenida entre Darwin y diversas mujeres naturalistas. «Ha llegado el momento de descorrer las cortinas detrás de las cuales se encuentran esas mujeres y darles voz en el presente», sostenía la investigadora en su escrito.
En este lamentable olvido, también apuntaba Down Sanders, destacan dos excepciones: la profesora de la Universidad de Colorado, EE. UU., especializada en pensamiento evolutivo y darwinismo, Tina Gianquitto, y la historiadora de la ciencia doctorada por la Universidad de Harvard, Joy Dorothy Harvey, quienes sí han tenido en consideración la correspondencia de Darwin con mujeres científicas en el celebrado bicentenario.
El conocido biólogo británico, Richard Dawkins, por el contrario, ha llevado a cabo su propia faceta de «selección sexual» eliminando a las mujeres de las actividades del naturalista británico. Al respecto, optó por describir a Darwin como un hombre que «coleccionaba enormes cantidades de información intercambiada con naturalistas de distintas partes del mundo, todos ellos caballeros meticulosamente agradecidos».
Los estudios rigurosos de la voluminosa correspondencia archivada, sin embargo, demuestran claramente que Darwin confió en la información transmitida por un notable rango de mujeres, cuyo número oscila alrededor de 150, como ayuda para sus trabajos más serios.
Entre las naturalistas más significativas que mantuvieron correspondencia con Darwin se encuentra la norteamericana Mary Davis Treat (1830-1923), quien, tal como apunta Tina Gianquitto, mantuvo una profusa y fructífera comunicación por escrito con el afamado científico. La relación epistolar tuvo lugar entre 1871 y 1876, alcanzando un total de quince cartas. Relata Dawn Sanders que, gracias esas cartas, la naturalista americana logró implicarse en el mundo botánico en un tiempo en el que las mujeres de esa disciplina eran casi desconocidas y marginales en los círculos científicos.
En este sentido, M. D. Treat proporcionó a Darwin datos que él podía incluir en sus libros, y el científico le correspondió animándola a publicar sus trabajos e incluso le dio consejos sobre dónde y cómo podría hacerlo.
¿Quién fue Mary Davis Treat?
Mary Davis Treat fue una naturalista que realizó significativas contribuciones en el campo de la botánica, la entomología y la ornitología. Nacida el 7 de septiembre 1830 en Nueva York en una familia de clase media, asistió durante su infancia y primera juventud a escuelas públicas y privadas para niñas. En aquellas aulas se despertó su gran interés por el mundo natural. En 1863, se casó con el médico Dr. Joseph Burrell Treat, y en 1868 se fueron a vivir en Vineland, Nueva Jersey. Unos años más tarde, en 1874, la pareja se separó.
Después de establecerse en Nueva Jersey, Mary Treat, fascinada por la naturaleza que la rodeaba, empezó a realizar multitud de observaciones estudiando con creciente detalle y rigor científico las plantas, insectos y aves de su entorno. Usó su jardín, en palabras de Tina Gianquitto, como un «laboratorio viviente», un rico campo de investigación científica donde pasó largos períodos de reflexión y análisis.
A los 39 años de edad, Mary Davis Treat publicó su primer trabajo importante en la revista The American Entomologist. Y durante los 28 años siguientes escribió 76 artículos, tanto de ciencia como de divulgación, a los que sumó cinco valiosos libros. Logró su independencia económica gracias a la remuneración que recibía por los artículos de divulgación que publicaba periódicamente en revistas como Harpers o Queen. También tuvo como fuente de ingresos la recolección de ejemplares de plantas e insectos encargada por otros investigadores.
La historiadora Tina Gianquitto ha destacado que Mary Davis Treat se convirtió en una prolífica y exitosa escritora, a la que sus colegas varones contemporáneos elogiaban por favorecer la observación lógica y el correcto uso del método científico. Pero, además, su deseo de abrir la ciencia a todos los grupos interesados, también la llevó a utilizar un tono coloquial y más accesible que la convertiría en una de las autoras favoritas entre las mujeres. Treat representó para muchas de ellas un poderoso estímulo para leer, comprender e incluso dedicarse a sus propias indagaciones científicas.
La obra de esta capacitada naturalista alcanzó una amplitud considerable, incluyendo gran variedad de temas cuidadosamente desarrollados. En este post, sin embargo, nos centraremos en las interesantes indagaciones que Mary Davis Treat realizó sobre las plantas carnívoras, y el rico intercambio epistolar que sobre el tema mantuvo con Charles Darwin.
Antes de continuar, nos parece de interés señalar que, según la Enciclopedia Británica (Encyclopedia Britannica), las plantas carnívoras, también llamadas insectívoras, son aquellas especialmente adaptadas para capturar insectos y otros pequeños animales por medio de ingeniosas y llamativas trampas, formadas siempre a partir de hojas modificadas. Constituyen un grupo muy diverso con más de 600 especies, que en la mayoría de los casos solo tienen en común sus hábitos carnívoros.
Estos originales vegetales son capaces de digerir sus presas mediante un proceso químico análogo a la digestión que tiene lugar en los animales. Los productos finales son absorbidos por la planta y permiten su supervivencia bajo condiciones ambientales que pueden ser muy hostiles. Las hay acuáticas y terrestres.
Entre los trabajos más importantes de Mary Davis Treat se encuentra el libro Home Studies in Nature publicado en 1885. En esta obra, apunta Tina Gianquitto, lectoras y lectores fueron testigos de su irónico ingenio; por ejemplo, cuando relataba que había «dedicado mucho tiempo a una clase de plantas que parecen haber invertido el orden regular de la naturaleza, y como vengadoras de su reino, se han vuelto en contra de los animales… Si las plantas están realmente hambrientas y atrapan animales para alimentarse o si solo es un ejemplo de destrucción gratuita, lo dejo para que el lector juzgue».
Mary Treat y Charles Darwin observaron las plantas carnívoras
El primer tratado conocido sobre las plantas carnívoras fue escrito por Charles Darwin y publicado en 1875 bajo el título de Insectivorous plants. Mary Davis Treat contribuyó con sus observaciones a esta valiosa obra, como honestamente ha reconocido el propio autor, quién, ignorando detalles sobre el género, le demostraría públicamente su agradecimiento. Veamos cómo se gestó esta colaboración.
El eminente catedrático de la Universidad de Harvard, considerado el botánico estadounidense más importante del siglo XIX, Asa Gray, amigo personal de Charles Darwin y también de Mary Davis Treat, pensó que al científico británico podrían interesarle las observaciones que la naturalista estaba realizando sobre las plantas carnívoras. Con tal fin, los puso en contacto epistolar; la idea tuvo éxito y entre ambos comenzó una interesante correspondencia. La historiadora de la ciencia Down Sanders ha subrayado, junto a otras especialistas, que las cartas registradas están fechadas en el periodo de tiempo en que Darwin estuvo investigando para publicar su libro sobre plantas insectívoras.
El 20 de diciembre de 1871, Mary Treat enviaba su primera misiva al científico británico. La mayor parte del escrito estaba dedicada a describir con minuciosidad sus observaciones sobre la capacidad para capturar insectos de las plantas pertenecientes al género Drosera. Este bonito nombre deriva del griego y significa «gotas de rocío», pues hace referencia a unas gotas de mucílago que aparecen en sus hojas y recuerdan al rocío de la mañana.
Se trata de un grupo de vegetales carnívoros que, con más de 200 especies distribuidas por todo el mundo, se caracterizan porque sus hojas están recubiertas por pelos pegajosos o tentáculos muy sensibles. Cuando un insecto se posa sobre una de esas hojas, ésta se curva hacia adentro hasta cerrarse por completo constituyendo una trampa de la que el animal no podrá escapar. Diversos estudios han constatado que el más mínimo contacto, por ejemplo, en el roce de una mosca, es capaz de inducir esta respuesta.
Además de sus indagaciones con varias especies de Drosera, Darwin y Treat también estudiaron plantas carnívoras pertenecientes al género Utricularia. La mayoría de las especies de este grupo son acuáticas y capturan sus presas mediante unas trampas llamadas utrículos. Según describía en 2011 la investigadora Elzbieta Krol, del Instituto de Biología de la Universidad Maria Curie-Skłodowska, Polonia, «estas trampas se encuentran entre las estructuras procedentes de las hojas modificadas más complejas hasta ahora examinadas.»
Down Sanders ha relatado que Charles Darwin observó muchas veces con notable detalle las complicadas trampas de Utricularia, pero sin lograr entender su funcionamiento; esto es, cómo entraban los animales en las trampas. En una de las cartas que escribió a Treat incluso le confesaba que el tema lo tenía «medio loco».
La naturalista americana asumió rápidamente el desafío, interesándose profundamente en la cuestión. Al respecto, el 2 de diciembre de 1874 escribía a Darwin que había «estado estudiando a Utricularia durante todo el año pasado, y ahora estoy convencida de que son las plantas carnívoras más maravillosas que he visto nunca». Al principio, Treat coincidió con Darwin en que el mecanismo que dirigía el funcionamiento de las trampas era pasivo, esto es, que solo se activaba como resultado de los movimientos del animal.
A lo largo de numerosas observaciones posteriores, sin embargo, la perspicaz científica se dio cuenta de que las presas eran atrapadas de golpe, como si cayesen en el vacío, ejerciendo la trampa un mecanismo de succión que no era en absoluto pasivo. Darwin, ha apuntado Dawn Sanders, se quedó tan impresionado por el trabajo de Mary D. Treat que no dudó en incluirla en sus referencias del libro Insectivorous Plants, tanto en el texto principal como en notas a pie de página. En una de esas referencias, Darwin afirma: «Mrs. Treat de New Jersey ha tenido más éxito que cualquier otro observador, y ha presenciado a menudo el proceso completo [captura de un insecto] en Utricularia».
Con notable acierto, Tina Gianquitto ha destacado que al hacer público el trabajo de su colega y colaboradora, «Darwin sacó a Mary Davis Treat fuera de su casa, enalteció su capacidad como profesional, y la introdujo en el debate de los círculos científicos de su tiempo».
Nos parece revelador hacer hincapié en que la descripción del complejo mecanismo activo que rige el funcionamiento de las trampas de Utricularia, fue sugerida por Mary Davis Treat treinta y cinco años antes de que «el significado de sus observaciones fuera verdaderamente entendido», explica Down Sanders. Y continúa subrayando, que el lúcido trabajo de la naturalista sobre tan interesantes vegetales «es parte de una continuada investigación que se extendió hasta bien entrado el siglo XX».
El trabajo de Mary Davis Treat ha sido debidamente reconocido en dos ocasiones Primero en el libro el libro escrito por el respetado botánico Francis E. Lloyd, The Carnivorous Plants (1942), considerado el más importante publicado sobre el tema después de la obra Darwin. Asimismo, la científica es mencionada en el trabajo del biólogo Dewey Meyers, que en 1982 salió a la luz bajo el título Darwin’s Investigations of Carnivorous Aquatic Plants of the Genus Utricularia.
La perseverante Mary Davis Treat trabajó, además de las citadas Drosera y Utricularia, con muchas otras especies y variedades de plantas carnívoras. Como describe Down Sanders, examinó el tamaño y número de insectos atrapados y digeridos, el tiempo empleado en tales procesos y los compuestos tóxicos de las secreciones que algunas producían. De hecho, Treat expuso una serie de teorías cuya validez ha ido demostrándose sucesivamente en trabajos realizados con posterioridad. Por ejemplo, la naturalista afirmaba que el néctar secretado por un tipo de planta carnívora cuyas trampas tienen forma de jarra, y que pertenecen al género Nepenthes, contienen un compuesto venenoso que afecta a la capacidad de las moscas para moverse.
Valga asimismo insistir en que, si bien las investigaciones sobre las plantas carnívoras representan el tema predominante de la correspondencia entre Darwin y Treat, no son el único asunto que trataron. También discutieron otras cuestiones como, por ejemplo, según recuerda Down Sanders, el efecto de los factores nutricionales en la determinación del sexo en las larvas de mariposa. Darwin elogió estos experimentos de Treat y escribió que eran «de lejos los mejores que nadie haya hecho, dentro de lo que conozco». En una carta escrita a Treat el 5 de enero de 1872 sobre el trabajo de ella en mariposas, la estimuló a publicar en una revista científica de prestigio.
Tal como podemos comprobar en la literatura recientemente editada con el fin de recuperar la obra de Mary Davis Treat, por ejemplo, en la página web History of American Women, las descripciones de la naturalista sobre el comportamiento de los insectos tuvieron gran trascendencia en su tiempo y en las generaciones siguientes. Entre otros aspectos, ayudaron a los taxónomos a clasificar nuevas especies. Tengamos presente que Mary Davis Treat descubrió cinco nuevas especies de insectos del inventario de moscas, arañas y hormigas.
El 11 de abril de 1923 Mary Davis Treat murió en Nueva York a la edad de 92 años; tras tan larga vida generó una amplia y rica variedad de trabajos. Viajó por muchos sitios distintos y documentó muchas especies, tanto de plantas como de animales. Fue enterrada en Vineland, donde había pasado gran parte de su vida dedicada a esa fructífera investigación que tanto la apasionaba.
Citemos para concluir que, en el trabajo publicado por Down Sanders con motivo del aniversario de Darwin, esta profesora manifiesta su contrariedad escribiendo que «resulta muy desilusionante que una mujer capaz de mantener la correspondencia científica más extensa con Charles Darwin, y de realizar contribuciones tan amplias al estudio de las plantas carnívoras, estuviese desaparecida durante el bicentenario».
En el libro escrito por el genetista galés Steve Jones, Darwin’s Island: The Galapagos in the Garden of England (2009), el autor dedica un capítulo titulado Green Tyrannosaurus (El tiranosaurio verde) a los estudios del naturalista británico sobre las plantas carnívoras y los debates en torno a ellas generados. Sin embargo, continúa denunciando Sanders con indignación, «es notable la ausencia de Treat, particularmente cuando Jones diserta en torno a Darwin y las plantas acuáticas que comen insectos (Utricularia)». Este «olvido» resulta aún más lamentable porque se trata de un trabajo publicado en fechas tan recientes como 2009.
Sabemos que ignorar a las mujeres a lo largo de la historia de la ciencia ha sido una actitud ampliamente generalizada. Solo tras incesantes luchas por recuperarlas podrá compensarse, al menos en parte, tan injusto y nada científico comportamiento. La necesidad de este esfuerzo queda reflejada en que, durante la inmensa mayor parte de las actividades dedicadas a festejar el bicentenario de un científico de la magnitud de Charles Darwin, el cual fue capaz de incluir las aportaciones femeninas en algunas de sus grandes obras, se corriera un tupido velo sobre ese grupo de naturalistas. Ni siquiera faltan las pruebas de semejante referente. Lo que es anómalo de verdad es que todavía persistan los olvidadizos y negacionistas oportunistas.
Referencias
- Garno Lesner, Miranda. Mary Treat, Victorian Entomologist and Visionary Biologist
- August 9, 2016
- Gianquitto, Tina (2007). Good Observers of Nature: American Women and the Scientific Study of the Natural World, 1820-1885. Athens: University of Georgia Press, USA
- Hollen, Jennifer. Biography – Mary Treat. Women in Science. Biographies
- Krol, Elzbieta (2011). Quite a few reasons for calling carnivores ‘the most wonderful plants in the world. Annals of Botany 109 (1): 47–64
- Sanders, Dawn (2009). Behind the Curtain. Jahrbuch für Europäische Wissenschaftskultur, Bd. 5 215-225
- University of Cambridge. Darwin Correspondence Project (2012)
Sobre la autora
Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.
2 comentarios
¡Buenas noches!
Os doy las gracias por vuestro trabajo de divulgación.
Este último artículo me ha gustado muchísimo.
No puedo acceder al enlace de la autora, Carolina Martínez Pulido.
No sé si el problema lo tengo yo con mi conexión.
Un cordial saludo desde Alicante,
Maribel
Hola Maribel. Muchas gracias por tu comentario. Mi página web hace ya un tiempo que no funciona. Puedes ponerte en contacto conmigo a través de Facebook, o Messenger, que está adosado al face. Por si acaso, te mando mi correo electrónico camapu@ull.es
Un saludo
Carolina