En el tránsito del siglo XIX al XX, las ciencias biológicas estaban viviendo un momento que tendría una enorme trascendencia en los años venideros: el nacimiento de la genética. Paralelamente, en aquellas fechas las universidades europeas empezaban, aunque con excesiva lentitud y no poca reticencia, a escuchar la llamada de numerosas mujeres jóvenes con una marcada inquietud científica para que les abriesen sus puertas
No extraña que en aquellos países con mayor desarrollo académico fuese donde la genética prendió con más fuerza. En concreto, Alemania no podía faltar en ese desafío innovador. Su representante femenina por excelencia es la bióloga vegetal Elisabeth Schiemann (1881-1972), cuyas valiosas contribuciones y lúcida originalidad influyeron profundamente en la biología de su tiempo y en las líneas de trabajo que se desplegaron con posterioridad.
Los comienzos de una científica fuera de serie
Aunque nacida en Estonia, Elisabeth Schiemann se consideraba alemana, pues cuando solo tenía seis años su familia se trasladó a Berlín, donde vivió la mayor parte de su vida. Era hija del profesor de historia Theodor Schiemann, políticamente conservador, quien no dudaba en manifestarse poco partidario de la formación académica de las mujeres.
Después de asistir a la escuela primaria y secundaria para niñas, la joven Schiemann optó por estudiar magisterio, graduándose en 1899. En la Alemania de aquella época esta carrera significaba una de las escasas oportunidades profesionales abierta a las mujeres; la recién graduada se dedicó durante unos pocos años a ser maestra de una escuela secundaria para chicas. Tras ese corto tiempo, comprendió que su vocación era estudiar ciencias naturales, y en 1906, en contra de los deseos de su padre, Elisabeth Schiemann se matriculó en la Universidad de Berlín como alumna oyente (asistente) de ciencias naturales. No podía ser una estudiante regular porque esta institución aún no admitía a las mujeres.
Según han detallado la profesora de historia de la ciencia de la Universidad de Ámsterdam, Ida H. Stamhuis y el biólogo Arve Monsen (2007), Alemania fue un país tardío, en comparación con otros de su entorno, en permitir a las mujeres acceder a los estudios superiores. En 1900 la Universidad de Baden (antiguo nombre de la ciudad de Baden-Baden, Baja Sajonia), fue la primera en adoptar esa medida. En Prusia, cuya capital era entonces Berlín, autorizó en 1908 la matrícula femenina, aunque aún mantenía prohibido que las graduadas tuviesen el derecho a ser profesoras universitarias.
Con posterioridad, Schiemann ha relatado que cuando se incorporó a la universidad las estudiantes femeninas necesitaban el consentimiento del profesor para poder asistir a clase. Aunque por lo general ella era la única mujer en el aula, declaraba no haber encontrado demasiados problemas a lo largo de su carrera al acudir a las clases teóricas o las prácticas.
En 1912, Elisabeth Schiemann leyó su doctorado en la Universidad de Berlín, centrado en el estudio de diversas mutaciones que pueden detectarse en el hongo Aspergillus niger. Su director fue el botánico Erwin Baur (1875-1933), hoy considerado el padre de la virología vegetal. Este profesor se convertiría en la persona más influyente en los inicios de la vida profesional de su doctoranda.
Ese mismo año de 1912 se fundó el primer Instituto de Investigación sobre la Herencia (Institute for Heredity Research) en Berlín-Dahlem, bajo la dirección de E. Baur, donde Schiemann entró a trabajar como ayudante. Tal como señalan Stamhuis y Monsen (2007), durante su primer período el instituto atrajo casi únicamente mujeres, incluyendo además de Schiemann, a Luise von Graevenitz (1877-1921), Emmy Stein (1879-1954), Gerda von Ubisch (1882-1965) y Paula Hertwig (1889-1983).
En 1924, Schiemann aprobó unos cursos que le permitieron cualificarse como docente y lograr ser profesora, aunque solo contratada, de la Universidad de Berlín. A partir de esa fecha pudo impartir clases especiales, tanto teóricas como prácticas, dedicadas al estudio de diversas semillas y de la biología de la reproducción. Asimismo, la joven científica realizó numerosas y fructíferas investigaciones, entre las que destacan sus valiosos trabajos sobre genética de la cebada. Un momento importante para ella fue el Congreso Internacional de Genética realizado en 1927 en Berlín, donde jugó un destacado papel como organizadora.
Por esas fechas, la Kaiser Wilhelm Society (llamada Sociedad Max Planck a partir de 1946), decidió inaugurar un Instituto para la Investigación del Cultivo de Plantas, también bajo la dirección de Erwin Baur. Según los biógrafos de Elisabeth Schiemann, estaba claro para todos los involucrados que en el nuevo instituto ella dirigiría un departamento independiente sobre el origen y la historia de las plantas cultivadas. Las cosas, sin embargo, no ocurrieron así. Schiemann, con posterioridad, escribía no sin cierto resentimiento, que Baur le había prometido esa dirección pero no cumplió. Mientras el traslado de la investigadora se posponía varias veces, jóvenes científicos recién contratados comenzaban su trabajo en el nuevo instituto, confirmando así que allí no habría un lugar para ella.
La tensión entre Elisabeth Schiemann y Erwin Baur empezó entonces a enconarse, hasta llegar a un verdadero enfrentamiento. Finalmente, en 1930 emprendieron caminos separados. Para Schiemann esta ruptura fue un desastre, profesional y también personal. Las circunstancias, además, se vieron agravadas porque ella no fue la única en quedar fuera del nuevo instituto; ocurrió igual con todas las mujeres científicas que trabajaban en el mismo centro.
Varios biógrafos de Schiemann han discutido este amargo acontecimiento. Hermann Kuckuck (1903-1992), uno de aquellos «jóvenes científicos recién contratados», ha señalado que Baur y Schiemann mostraban diferentes posturas ante el alumnado en formación. Baur era un líder natural y carismático, con un comportamiento democrático muy liberal hacia los jóvenes, mientras que Schiemann exigía autoridad basada en su posición y logros. Ella se preocupaba y defendía a sus colegas y estudiantes, pero pensaba en términos de relaciones jerárquicas (Stamhuis y Monsen, 2007).
Un alumno de Schiemann, Anton Lang, también subrayaba sus diferentes personalidades. Se preguntaba cómo Schiemann y Baur habían logrado colaborar con éxito durante un largo tiempo. Baur tenía una visión científica amplia, pensaba en los conceptos grandes, sin trabarse o detenerse en detalles que consideraba engorrosos; además, era un brillante orador. Schiemann era justamente lo contrario. Siempre prestaba gran atención a los detalles; sus clases eran aburridas y a menudo difíciles de interpretar.
La historiadora alemana Elvira Scheich, también interesada en aquel conflicto, dirigió su atención a factores estructurales. Subraya que para comprender las personalidades diferentes, uno debe tener en cuenta que Baur pertenecía a una clase tecnocrática emergente mientras que Schiemann era miembro de la élite tradicional. Tenían, por lo tanto, visiones muy distintas sobre la sociedad moderna, la cultura de masas y la democracia. Valga recordar que en los principios de la década de 1930, la nueva clase emergente se mostró notablemente receptiva al Nacional Socialismo y a sus supuestas innovaciones.
La citada historiadora Scheich, apunta que en 1932, mientras Schiemann estaba esperando que Baur la contratase como jefa de departamento del nuevo instituto, éste optó por contratar a su yerno, Klaus von Rosenstiel, que tenía estrechos vínculos con el naciente régimen nazi.
Elisabeth Schiemann concursó y logró ser aceptada como miembro de la Facultad de Ciencias Naturales de la prestigiosa Universidad Friedrich-Wilhelm de Berlín (posteriormente llamada Universidad Humboldt de Berlín). A partir de ese momento tuvo un contrato como investigadora invitada sin paga por el Museo Botánico. En esta nueva posición, sus oportunidades como investigadora se vieron restringidas, pero no desaparecieron por completo. Disponía de un espacio propio en el jardín botánico y contaba con asistencia técnica. Además, la científica, aunque carecía de dotes de gran profesora, disfrutaba con la enseñanza e impartió diversos cursos relacionados con sus intereses de investigación.
No obstante, hasta el final de la guerra, Schiemann tuvo que luchar constantemente por las ayudas necesarias para su trabajo experimental, principalmente centrado en cereales como el trigo y la cebada. Su proyecto de investigación era muy novedoso y despertaba un gran interés en aquella época. Dedicado a la historia de las plantas cultivadas, el proyecto abarcaba el ámbito de la genética y también aspectos de arqueología, etnografía y geografía. Esta extraordinaria científica supo prever y valorar la prometedora utilidad de la genética en la agricultura.
Según han descrito Stamhuis y Monsen, Elisabeth Schiemann fue siempre muy valiente y clara, mostrando su rechazo a las políticas raciales del nacional socialismo y del fascismo y su pseudodarwinismo. Nunca dudó en declarase contraria a la persecución de los judíos y a la abolición del sistema multi-partidos. Como resultado, se vio envuelta en numerosos conflictos que condujeron a que finalmente en 1940 se le retirase su habilitación para la enseñanza. Por fortuna, Fritz von Wettstein (1895-1945), el director del Instituto de Biología Kaiser Wilhelm, a donde ella acudía regularmente a impartir seminarios con sus alumnos, la ayudó a conseguir una beca de investigación con la que pudo continuar su trabajo.
Anteriormente, en 1932, la científica había publicado un libro, Origen de las plantas cultivadas, que se convertiría en una obra de referencia, aportándole un reconocimiento internacional. Bajo el mismo título, en 1943 consiguió que saliera a la luz un tratado fundamental sobre sus nuevas investigaciones en la revista Advances in Biology. Pero ese mismo año, el Museo Botánico fue destruido durante un bombardeo. Pese a que, como relata Ida Stamhuis, el despacho de Schiemann y sus papeles se salvaron, ya no pudo trabajar más en aquel lugar.
La situación, sin embargo, adquirió un cariz más positivo para la investigadora al conseguir un contrato como directora del independiente Departamento de Historia de las Plantas Cultivadas, en el Instituto Kaiser-Wilhelm.
Sobre esta buena noticia, Schiemann escribió a su amiga la prestigiosa física de origen judío, Lise Meitner, huída de Alemania desde 1938: «Es básicamente lo mismo que lo que B [Baur] me había dado en 1928, solo para quitármelo un año después. Desde entonces me he vuelto 15 años mayor, y el tiempo ciertamente no ha hecho que el trabajo para construir esa unidad sea más fácil». En la carta, manifestaba también su satisfacción «porque finalmente [su deseo] se convertía en una realidad (…); una verdadera felicidad a mi edad que agradezco y acepto como tal».
En 1943, Elisabeth Schiemann probablemente no sabía, como tan bien ha indagado Ida Stamhuis, que en los planes iniciales de 1939 había sido considerada para el puesto de directora de todo el Instituto. En una correspondencia intercambiada entre el nuevo director del centro y otro investigador, el primero apuntaba: «Me parecería apropiado que Schiemann recibiese en este Instituto la dirección de un departamento; sin embargo, encontraría inadecuado si se le diese la dirección de todo el Instituto».
A continuación, el director revela claramente su visión sexista sobre la gestión del centro, añadiendo: «El Instituto tiene la tarea de organizar expediciones; por lo tanto el liderazgo debe estar en manos de un hombre joven y enérgico (…). Aunque estimo muy alto a Schiemann, no creo que sea capaz de esa dirección». Y seguidamente revela aún más su discriminación hacia las mujeres al preguntarse: «¿qué hombre estaría dispuesto a unirse al Instituto dirigido por Schiemann?». Su colega, como era de esperar, estaba de acuerdo. No obstante reflexionaba: «uno tenía que admitir que Schiemann es la única especialista de todos los formados en este campo (…). Por lo tanto tendría sentido darle a ella al menos una parte considerable del liderazgo científico y de la organización del nuevo instituto».
En 1946, la ya prestigiosa investigadora consiguió un contrato como profesora [a tiempo parcial] en la Universidad de Humboldt. Al respecto, en una de las cartas a su querida amiga Lise Meitner, le escribía: «Aún las mujeres no son elegibles para profesoras a tiempo completo (…). Para las mujeres se ha vuelto muy difícil conseguir este nivel en la docencia, después de 1918 como en cualquier otra época.».
En 1956, a la edad de 75 años, Schiemann se retiró y el Instituto de Investigación de la Historia de las Plantas Cultivadas fue cerrado. Su alumno, Anton Lang, comentaba en 1987 que «no podemos dejar de lamentarnos que esa institución, única en todo mundo y con unos requisitos presupuestarios mucho más moderados que las instituciones de biología experimental actuales, no haya continuado. Cabe preguntarse si entre los colaboradores jóvenes de Schiemann, no podría haberse encontrado alguien para esa tarea […]. Debe haber sido muy descorazonador para ella que el instituto dedicado a un tema sobre el que había trabajado durante tantos años se acabara de una manera tan abrupta».
Elisabeth Schiemann murió en Berlín el 3 de enero de 1972. Alemana pionera en la experiencia de pertenecer a una minoría de mujeres en un entorno dominado por los hombres, la comunidad científica actual la coloca entre los mejores especialistas en plantas cultivadas del siglo XX. Sus trabajos sobre las relaciones evolutivas de importantes cereales, como el trigo y la cebada, tuvieron una profunda influencia en la biología vegetal del presente. La alimentación y la cerveza le deben parte de su progreso a esta especial científica.
Referencias
- Lang, Anton. 1987. «Elisabeth Schiemann. Life and Career of a Woman Scientist in Berlin». Englera 7: 17-28
- López de la Vieja, María Teresa (ed.) (2000). Feminismo. Del pasado al presente. Ediciones Universidad de Salamanca
- Reichenbach, H. (2016). Elisabeth Schiemann (1881-1972). Archives of Natural History. Edinburgh University Press
- Scheich, Elvira. 1997. «Science, Politics, and Morality. The Relationship of Lise Meitner and Elisabeth Schiemann». Osiris, 143-168
- Stamhuis, Ida H. 2004. «Historical Considerations on Women Scholars and Institutions». En: Sona Strbanova, Ida H. Stamhuis and Katerina Mojsejova (eds.), Women Scholars and Institutions, vol. 13. Prague: Studies in the History of Sciences and Humanities, pp. 17-48
Sobre la autora
Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.
2 comentarios
É muito interessante verificar a dedicação que se tem dado as mulheres que fizeram ciência, mas que estão obscurecida pela presença dos homens. É um trabalho genial. Inclusive estou escrevendo um artigo para a Revista História da Ciência e Ensino sobre a pesquisadora em Genética que trabalhou junto com Willian Bateson, Edith Rebecca Saunders. Tem sido uma experiência muito interessante.
Hola Luiz, te agradezco tu comentario. Me alegra ver q has trabajado sobre Edth R. Saunders. Es vergonzoso q esta importante genetista, y muchas otras, haya sido olvidada y casi nadie la recuerde. Es labor de quienes nos interesamos por la historia de la ciencia contribuyamos a sacarlas a la luz. Muito obrigada, un saludo, Carolina.