Estereotipo de mujer, estereotipo de científico

Ciencia y más

Hay que sentirse optimista, por lo menos empezaré así este texto, ya que el interés de las mujeres por la ciencia en España ha subido del 9,9% en 2014 al 13,7% en 2016, con un aumento del 38% en dos años, según la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). El mayor interés por la ciencia se da en mujeres de 15 a 24 años, con el 17,8% y se mantiene hasta el grupo de 45 a 54 años. A más años, hay una caída del 5% en cada grupo de edad.

Y ahora vamos a uno de los aspectos de nuestra cultura que impide que el interés y el compromiso por la ciencia en las mujeres no se sitúe en una posición de igualdad con los hombres: son los estereotipos de hombre, de mujer y de científico.

Los estereotipos que relacionan la ciencia con los hombres vienen de muy atrás en el tiempo, tanto por la edad, pues desde muy niños es evidente, como por la historia, ya que la relación entre la ciencia y las mujeres estuvo prácticamente prohibida durante siglos. Además, este comportamiento se da en muchas culturas y no solo en la occidental. Si nos centramos en las últimas décadas podemos recuperar el estudio de David Chambers, de la Universidad Deakin, en Australia, publicado en 1983. Pidió a 4807 niños de Estados Unidos y Canadá que dibujaran un científico. Tenían de 5 a 11 años y el 49% eran niñas. Solo 28, todas niñas, el 0,6%, retrataron a una mujer como científica.

Este resultado ha ido cambiando con el tiempo, y en el estudio de Donna Farland-Smith, de la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidos y en 2009, veinticinco años más tarde, el 35% de 225 niños dibuja una mujer como científica. Y del total de 113 chicos que participaron, el 14% dibujó una mujer.

Algunos de los dibujos de The Draw-A-Scientist Test de D.W. Chambers (1983).

Fue David Miller quien estudió la relación entre el estereotipo de mujer y la ciencia en varias culturas. Utilizó datos de 350 000 personas en 66 países de todo el planeta. En todos los países se asocia más la ciencia con los hombres y, por ello, hay más hombres que mujeres haciendo ciencia y, también, hay más hombres en los puestos más altos de la jerarquía científica. Es evidente en muchas sociedades, sobre todo en países con una cultura explícita y popular de que la ciencia es cosa de hombres. De todas formas, incluso países con una cultura igualitaria como, por ejemplo, Holanda, tienen estereotipos que asocian la ciencia a los hombres, y más en los campos científicos donde los hombres ocupan los puestos más importantes.

Los estereotipos sobre hombres, mujeres y ciencia se resumen, como escribe Linda Carli, del Colegio Wellesley, en Estados Unidos, en pocas palabras: “Las mujeres tienen poco de las cualidades necesarias para ser buenos científicos”. O, como veremos más adelante, hay trabajos solo para hombres y trabajos solo para mujeres.

La investigación de Linda Carli, con 300 voluntarios, revela que lo que se consideran cualidades del estereotipo de científico coinciden más con las del estereotipo de hombre que con las del estereotipo de mujer.

Los encuestados ven a los hombres más propensos a grupos con jerarquía, y a las mujeres con tendencia a formar grupos más cooperativos. Y ven a los científicos como más jerárquicos que cooperativos, o sea, más cercanos a los hombres que a las mujeres. Sin embargo, y es un resultado curioso, cuantas más mujeres hay en un campo científico concreto, el estereotipo de científico de ese campo más se parece al estereotipo de mujer (maestra, enfermera,…).

Las respuestas de las mujeres que responden a las encuestas de Linda Carli indican, como era de esperar, que ven al estereotipo de mujer más cercano al estereotipo de científico.

Pero estos estereotipos llegan desde lejos, de edades muy tempranas, desde la cultura, la educación y el entorno. Así lo han encontrado María Josefa Mosteiro y Ana María Porto, de la Universidad de Santiago de Compostela, en un estudio con estudiantes de Formación Profesional. Son 452 estudiantes, con en 52% de mujeres y edades de 16 a 20 años.

Responden a varias encuestas, con preguntas que deben puntuar desde 1, cuando están en desacuerdo, a 5, cuando están de acuerdo. Puntúan alto, con una media de 4,66, a la pregunta de si hombres y mujeres deben tener las mismas oportunidades. Pero se quedan entre 2 y 3 a la pregunta de si hay trabajos para mujeres y para hombres o de que las mujeres tienen desventajas para algunos trabajos por su fuerza física. Incluso, en estas preguntas, responden parecido chicos y chicas. Ya tienen establecidos los estereotipos de hombre y mujer que colocan a esta última en desventaja. Aceptan que hay trabajos para hombres y trabajos para mujeres, y, entre ellos, la ciencia.

Con el objetivo de llegar a la igualdad entre sexos, muchos expertos buscan y recopilan nuevos métodos de educación. Allison Master y Andrew Meltzoff, de la Universidad de Washington en Seattle, han revisado las últimas propuestas. Resumen estas investigaciones en lo que llaman cuatro mensajes que, indican, se pueden utilizar para conseguir un aumento del número de mujeres en ciencia y tecnología.

Los cuatro mensajes. Imagen extraída del artículo 4 (página 227).

En su primer mensaje dejan como evidente que los estereotipos de hombre, mujer y científico son una barrera que impide que las jóvenes se dediquen a la ciencia. Debemos hacerles llegar que en la ciencia hay más de lo que, en general, conoce el público y que, además de hombres, hay muchas mujeres. Hay que diversificar y ampliar la imagen que los jóvenes tiene de la ciencia y de los científicos.

El segundo mensaje propone que hay que contrarrestar los estereotipos, sean los que sean, y así liberar a los jóvenes de prejuicios sobre la ciencia y, por supuesto, sobre hombres y mujeres. Hay que luchar contra las creencias establecidas que mencionan habilidades solo de hombres o solo de mujeres. Lo mejor es creer en el trabajo y el esfuerzo para alcanzar un objetivo, y esto es independiente del sexo.

Además, y en el tercer mensaje, los estereotipos de hombre y mujer se construyen en edades muy tempranas, en los niños, y en los jóvenes ya marcan la actitud y el rendimiento en la formación y, en este caso, en la formación hacia la ciencia y la tecnología (por ejemplo, todo el mundo sabe que las ingenierías o las matemáticas no son para chicas, y que las humanidades o la enfermería son adecuadas para ellas).

Para evitar los estereotipos y estos prejuicios, los científicos en activo deben ayudar y aclarar a los jóvenes cómo es su trabajo y su comportamiento como investigadores. Deben ser, los que colaboran, científicos que se sientan integrados y comprometidos en trabajos de equipo.

Y, finalmente, en el último mensaje, Master y Meltzoff dan algunas propuestas para ampliar e igualar la motivación y el compromiso con la ciencia de los jóvenes. Necesitan sobre todo modelos, referencias, que les hagan sentir que son “como yo”. Por ejemplo, una tarde haciendo informática con un experto que, en el fondo, no lo parece e, incluso, hasta tiene hobbies con los que parece perder el tiempo. Hasta sale, a menudo, a dar una vuelta con sus amigos. Es evidente que no solo le gustan los juegos de ordenador. Si los jóvenes se sienten a gusto y cercanos al experto, quizá se sientan igual con la ciencia. Aunque ni siquiera sean conscientes de ello.

En conclusión, los estereotipos contribuyen a las desigualdades, pero científicos, educadores y políticos, unidos, deben conseguir que la diferencia que crean disminuya y que, para la ciencia, aumente el interés de las jóvenes para participar e integrarse en ella.

Referencias

  1. Carli, L.L. et al. 2016. Stereotypes about gender and science: Women ≠ scientists. Psychology of Women Quarterly DOI: 10.1177/0361684315622645
  2. Chambers, D.W. 1983. Stereotypic images of the scientist: The Draw-A-Scientist Test. Science Education 67: 255-265
  3. Farland-Smith. D. 2009. How does culture shape students’ perceptions of scientists? Cross-national comparative study of American and Chinese elementary students. Journal of Elementary Science Education 21: 23-42
  4. Master, A. & A.N. Meltzoff. 2017. Building bridges between psychological science and education: Cultural stereotypes, STEM, and equity. Prospect–UNESCO 46: 215-234
  5. Miller, D.I. et al. 2015. Women’s representation in science predicts national gender-science stereotypes: Evidence from 66 nations. Journal of Educational Psychology 107: 631-644
  6. Mosteiro García, A.J. & A.M. Porto Castro. 2017. Análisis de los estereotipos de género en alumnado de Formación Profesional: Diferencias según sexo, edad y grado. Revista de Investigación Educativa 35: 151-165

Sobre el autor

Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.

7 comentarios

  • Me parece un artículo muy interesante que arroja luz sobre este tema tan resbaladizo de que la ciencia no es cosa de chicas. Tengo una pregunta: ¿de dónde has sacado este dato? «ya que el interés de las mujeres por la ciencia en España ha subido del 9,9% en 2014 al 13,7% en 2016, con un aumento del 38% en dos años, según la FECYT» El link que das es del informe de 2014. A raíz de la publicación de mi libro «SABIAS» tengo la percepción de que en estos dos años ha habido un incremento en el interés por la ciencia por parte de las mujeres, pero me gustaría poder ver un estudio que lo confirme. Un saludo

    • Cierto, Adela, el dato es de 2014 y no he conseguido estudios más actuales pero estoy seguro de que los hay. Es curioso que sea difícil localizar datos como estos sobre el interés por la ciencia en general y la relación ciencia-mujer en particular. Quizá es que no sé buscarlos.
      Y estoy de acuerdo en que la sensación es de que el interés por la ciencia en las mujeres, en concreto en las jóvenes, parece que aumenta pero, sin embargo, repito que es una sensación y me faltan datos. Espero encontrarlos algún día e invito a los especialistas a que lo investiguen.
      Muchas gracias por el comentario y un saludo cordial.

  • Como científica STEM, en física teórica, he presentado varios talleres de ciencia para jóvenes y he optado por el acercamiento a través de los juegos de mesa.

    Desde niña me encantan los juegos matemáticos y acertijos y muchos juegos de mesa para mí son la posibilidad de transformar esos juegos en algo social. Siempre hay que optimizar puntos de victoria, predecir el comportamiento de los demás, gestionar estratégicamente tus recursos, etc. Incluso el juego de dobble me parece una genialidad matemática en su diseño. Es mi ejemplo estrella, un juego sencillo y rápido…¿Pero es casualidad el número de cartas? ¿Y el número de dibujos? Cuando se plantean ese reto fácil de entender y muy complicado de resolver, he cumplido la misión: plantar la semilla de la curiosidad.

    Las mecánicas de los juegos modernos podrían acercar a la juventud a la ciencia de una manera lúdica, pero es verdad que incluso en ese mundo hay mucha más presencia masculina. Una tendencia que también está empezando a revertir.

    Por cierto, muy buen artículo. Para mí la ciencia es fascinante, curiosidad, aprender, libertad…pero tiene cosas malas, como la precariedad, inestabilidad etc. Me planteo si me habré equivocado y eso me consume un tiempo muy valioso. En general puedo hablar maravillas de la ciencia, pero a la hora de la verdad, o investigas por una vida precaria o te vas a una empresa donde se acabaron la libertad, los problemas fascinantes y muchas veces la ciencia. Supongo que hay caminos intermedios.

  • No sabría decirte si hay caminos intermedios. Ya estoy jubilado pero he estado cuarenta años en una universidad pública dedicado a la docencia, que me encanta, y la investigación. Al principio, como mencionas, con inestabilidad, contratos temporales y todo lo demás, y después de unos años, bastantes años, como funcionario. He pasado por todo lo que cuentas y lo he pasado por una decisión personal. Una compañera comentó, hace muchos años, que hacer ciencia en la administración a veces es frustrante pero los funcionarios públicos son los que pueden investigar sin presiones privadas. Esto también cambió pues la propia administración nos privatizó, directamente con una empresa o indirectamente adoptando los mismos métodos que las empresas para financiar la ciencia.
    En conclusión, es una decisión tuya y muy personal. Yo sé lo que decidiría para mi pero, repito, es personal Y te voy a contar algo que me ha pasado varias veces en los últimos años. En épocas de crecimiento económico me llamaban tonto por no ir a una empresa privada donde cobraría más. Y en épocas de crisis me llamaban sinvergüenza por seguir trabajando y no ir al paro.
    Espero que decidas y que todo te vaya bien, y más en esta época en que nos toca vivir.

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