Margaret Bourke White, la primera en casi todo

Ciencia y más

Me siento como si el mundo se hubiera abierto y yo tuviera todas las llaves.

Margaret Bourke White
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Mahatma Gandhi (1946) y Marlon Brando (1952).

Todos reconocemos a los personajes de estas dos fotografías pero ninguno sabemos que ambas están hechas por la misma persona: Margaret Bourke White. Y merece la pena conocerla.

Margaret Bourke White (1904-1971), nació en Nueva York. Su padre era ingeniero y Margaret lo recordaba siempre inmerso en sus pensamientos e ideas “en los restaurantes dejaba la comida a un lado para hacer bosquejos de sus ideas en las servilletas”. Su madre era ama de casa pero siempre alentó cualquier nuevo interés de sus tres hijos rodeándolos de libros. De pequeña, a Margaret le interesaban los insectos, las tortugas, los libros y los mapas. Quería ser herpetóloga.

Me imaginaba a mi misma como una científica, yendo a la selva a por nuevos especímenes para los museos de ciencias naturales y haciendo todas las cosas que las mujeres no hacían.

Su interés por la naturaleza derivó más adelante hacia la industria. Una visita con su padre a una fundición la marcó para toda la vida.

De repente, la oscuridad se rompió con la luz del metal fluyendo y chispas de luz, no puedo describir mi alegría. En aquel momento, la fundición representaba el principio y el final de toda la belleza.

bourke2Años después, comenzó su carrera como fotógrafa tras terminar la universidad fotografiando el campus universitario y vendiendo las imágenes. El éxito fue inmediato y a partir de ahí desarrolló su carrera como fotógrafa arquitectónica e industrial. Sus fotografías del Ohio Still Mill fueron su primer gran trabajo reconocido.

Conocida por sus compañeros como “Maggie la Indestructible” fue una de los cuatro fotógrafos de plantilla que tuvo la revista Life en sus inicios. De hecho, las fotografías que tomó de la construcción de la gran presa de Fort Peck en Montana fueron la portada del primer número de la revista en 1936, cuando Henry Luce la compró convirtiéndola en un referente del fotoperiodismo. Las fotografías que Bourke realizó de los trabajadores de la presa nos permiten conocer cómo era la vida en los años 30 Estados Unidos. (Life recientemente publicó la colección de negativos dañados de aquella primer portada de Bourke y merece la pena darse un paseo por esas fotografías).

Russian iron worker, Estaligrado, 1930.

“Maggie” fue, en muchas ocasiones durante su vida, la primera mujer en algo y también la primera persona en conseguir muchos retos.

En 1930 consiguió ser la primera persona autorizada a fotografiar la industria de la Unión Soviética. Y en 1941, cuando Alemania invadió la URSS era la única periodista que se encontraba en territorio soviético junto con su marido, el novelista Erskine Caldwell, con el que se había casado en 1939.

Durante la II Guerra Mundial fue la primera mujer americana acreditada como fotógrafa de guerra y la primera en conseguir autorización para viajar en misiones de combate con el ejército en Europa. Así es como llegó a tomar las primeras fotografías documentando el horror del campo de concentración de Buchenwald, cuando fue liberado por el ejército americano.

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De izquierda a derecha y de arriba abajo: 1. El frente italiano (1944). 2. Margaret Bourke White.
3. Prisionero de Buchenwald (1945). 4. Supervivientes del campo de Buchenwald tras la liberación (1945).

Margaret fue también la última persona que entrevistó a Ghandi horas antes de su asesinato.

Margaret Bourke White trabajó toda su vida como fotógrafa para Life, viajó por todo el mundo y su contribución al fotoperiodismo es inestimable. Tuvo una vida intensa, increíble y dedicada a su pasión. Ella misma cuenta cómo fue el inició de su carrera.

En la primavera de 1929, recibí un telegrama de un hombre que no conocía: ACABO DE VER SUS FOTOGRAFÍAS DEL MOLINO EN OHIO. PUEDE VENIR A NUEVA YORK DENTRO DE UNA SEMANA. Estaba firmado como: HENRY R. LUCE y bajo su nombre: TIME, LA REVISTA SEMANAL. Estuve a punto de no ir. Durante dos días no contesté al telegrama, y después la llamada de Nueva York empezó a funcionar.

Cuando llegue con mi inevitable porfolio bajo el brazo, el Sr. Luce y sus socios me explicaron que estaban planeando lanzar una nueva revista sobre negocios e industria -FORTUNE pensaban llamarla- y esperaban ilustrarla con las mejores fotografías industriales que se hubieran hecho nunca. Quería saber si me parecía una buena idea.

¿Una buena idea? Ese era el papel que yo creía que la fotografía debía tener. Acepté y volví a Cleveland a recoger mis cosas. Antes de salir para Nueva York, escribí a mi madre: Me siento como si el mundo se hubiera abierto y yo tuviera todas las llaves.

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Sobre la autora

Ana Ribera (Molinos), historiadora con 14 años de experiencia en el mundo de la televisión. Autora de los blogs: Cosas que (me) pasan y Pisando Charcos.

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