En Mujeres con ciencia hemos tratado en muchas ocasiones el tema del sexismo en ciencia. Hemos hablado de cómo las niñas se van alejando de las ciencias a medida que crecen por un problema de inseguridad, falta de referentes o elección de otras carreras profesionales. Sabemos también que a pesar del gran número de mujeres que cursan ahora mismo carreras de las llamadas técnicas, según vamos subiendo en la escala profesional más reducida es la presencia femenina.
Hemos hablado sobre diversos estudios en los que se ha demostrado como ante los mismos méritos, comités, personalidades o equipos tienden a elegir a candidatos masculinos a los que, además, ofrecen mejores condiciones salariales.
¿Es la ciencia un campo más sexista que otros? No.
Hace unos días me encontré con un artículo titulado Homme de Plume: What I Learned Sending My Novel Out Under a Male Name. En él, Catherine Nichols, escritora con una primera novela publicada, cuenta cómo al terminar la segunda se encontró con un momento de bloqueo creativo brutal del que no conseguía salir. Estaba atascada, bloqueada, seca y con una sensación creciente de inseguridad.
Hacía poco tiempo había terminado su segunda novela que había remitido a varios agentes y editoriales para encontrarse con muy pocas respuestas y todas ellas negativas. Las opiniones ni siquiera eran negativas hacia su trabajo, ella había enviado una breve descripción de la novela con unas pocas páginas explicando el propósito del libro y ofreciéndose a enviar el resto del manuscrito si los editores o agentes tenían interés. Nadie lo tuvo.
Catherine decidió entonces enviar exactamente el mismo proyecto y el mismo mail pero con un pseudónimo masculino, George. El primer correo lo envió un sábado por la mañana a un agente al que ya le había enviado su trabajo. A los pocos minutos tenía una respuesta. Y positiva: «Mr. Leyer. Delighted. Excited. Please send the manuscript».
Los agentes literarios, sobre todo en Estados Unidos, son los que dan acceso a las editoriales. Ellos eligen qué llega a las editoriales y qué no. Normalmente si no contestan es que no les interesa. Catherine, con su nueva identidad masculina envío 6 correos a distintos agentes en ese primer día.
En menos de 24 horas había recibido 5 respuestas: tres solicitando el envío del manuscrito completo y dos rechazandolo pero diciendo que era un proyecto interesante. La misma carta, el mismo mail y las mismas páginas de la novela enviadas con su nombre real a 50 personas sólo habían recibido dos peticiones de envío de manuscrito.
Todo esto es algo que ya sabemos del famoso experimento del currículum enviado con nombre de mujer y de hombre. Sabemos que se elige más a hombres que a mujeres, pero lo más interesante del artículo de Catherine es que ella reflexiona sobre cómo se sintió con respecto a su trabajo al recibir todas las cartas de interés por su trabajo a nombre de George.
Lo primero que sintió es inseguridad, aún más. Ella había pensado que su novela no era buena, que había estado trabajando en algo completamente equivocado y que el silencio de editoriales y agentes respondía a que su trabajo no era bueno. Al no recibir respuesta pensó que lo que hasta ese momento había considerado su mejor novela no lo era y, no solo eso, pensó también que su juicio, su capacidad para valorar su propio esfuerzo estaba equivocada.
Recibir las cartas de aceptación a nombre de George tuvieron el efecto de tranquilizarla, y confirmarle que su capacidad para juzgar su trabajo era acertada. Pero, entonces, si el trabajo era bueno… ¿cuál era el problema? ¿Ella?
Catherine no culpa a nadie de la situación pero da unas cuantas claves para pensar y reflexionar sobre el problema del sesgo de género.
1. Los agentes actúan con profesionalidad y resulta más fácil vender un libro de autor masculino que de autor femenino.
¿Por qué ocurre esto? Este es tema a reflexionar por todos, ¿por qué los hombres leen menos libros escritos por mujeres? ¿No se sienten representados? ¿Cómo lo saben si no leen esos libros? ¿El género del autor de un libro condiciona la elección por parte de los lectores? ¿Ocurre igual entre hombres y mujeres?
¿Ocurre igual en los artículos o publicaciones científicas?
2. Es raro que un hombre escriba un libro con protagonista femenina así que ese libro llama la atención.
Este punto confirma que el género del autor predispone la elección por parte del lector más que el tema, la calidad o las críticas.
En ciencia, ¿hay temas masculinos y temas femeninos?
3. Al enviar una novela con nombre de mujer, los editores y agentes dieron por supuesto que sería «ficción para mujeres» y al no ajustarse a ese criterio preconcebido rechazaron la obra. Al enviarlo con el nombre de George no hay ideas preconcebidas y es juzgado de manera más ecuánime.
4. Por último, Catherine cree que los agentes se sienten más cercanos a George por un sesgo de género inconsciente. Catherine explica muy bien qué es el sesgo y por qué todos o casi todos somos culpables.
The agents themselves were both men and women, which is not surprising because bias would hardly have a chance to damage people if it weren’t pervasive. It’s not something a few people do to everyone else. It goes through all the ways we think of ourselves and each other.
Catherine ha conseguido ahora que una agente lleve la representación de su segunda novela. Segunda novela cuyo manuscrito mejoró gracias a las críticas recibidas a nombre de George. Si no hubiera realizado su pequeño experimento ni siquiera habría sabido qué mejorar en su trabajo. Como ella dice «Patience, faith, playing by the rules —the conventional wisdom would never have brought me here.»
Si no hubiera jugado a ser George no hubiera conseguido nada.
Para reflexionar.
Sobre la autora
Ana Ribera (Molinos), historiadora con 14 años de experiencia en el mundo de la televisión. Autora de los blogs: Cosas que (me) pasan y Pisando Charcos.
2 comentarios
Creo que una gran diferencia entre una novela y un artículo científico es que la novela sólo suele tener un único autor, mientras que la mayoría de artículos científicos lo firma mucha gente, normalmente una mezcla de hombres y mujeres, y eso hace que sea más difícil detectar si hay o no sexismo. Además, en bastantes revistas, el nombre inicial de los autores se pone sólo como una inicial, no como nombre completo, por lo que queda todavía más diluido.
Además, el éxito de un artículo no depende tanto de si es bueno o malo, atractivo o no, como de si trata un tema sobre el que mucha gente trabaja, por lo que su éxito no viene condicionado por lo atractivo que sea o con el autor que haya, sino por la relación que puede tener con su trabajo.
Yo no creo que en ciencia haya temas masculinos y femeninos. Además, siendo el lenguaje tan técnico, creo que es difícil saber si un artículo científico lo ha escrito un hombre o una mujer (con las novelas, yo creo que depende).
Gracias Nisi. Obviamente no es lo mismo pero no hace mucho salió la noticia de un par de científicas (no recuerdo la especialidad) que mandaron un artículo a una revista y recibieron una nota diciéndoles que sería conveniente que incorporaran a un hombre al artículo. Se montó un gran follón. ¿Lo recuerdas? Gracias por tu comentario 🙂