Maud Slye, pionera en la investigación de la heredabilidad del cáncer

Vidas científicas

Maud Slye (1879-1954), también conocida como The Cancer LadyLa Dama del Cáncer–, fue una notable patóloga estadounidense y una de las primeras personas en sugerir que el cáncer es una enfermedad hereditaria. Además de científica, Slye fue una poeta prolífica.

Maud Slye. Smithsonian Institution Archives.

Maud Caroline Slye nació en Minneapolis, Minnesota (EE.UU.) el 8 febrero 1879. Lo hizo en el seno de una familia con pocos recursos económicos. Tras acabar la escuela secundaria, se empleó como taquígrafa antes de matricularse en la Universidad de Chicago, donde pudo subsistir gracias a su trabajo como secretaria del presidente de la institución. La conciliación resultó muy demandante y perjudicial para su salud mental, por lo que Maud decidió trasladar su expediente a la Universidad Brown en Rhode Island. Se licenció en 1899 y comenzó a dar clases de psicología en una escuela, puesto que la introdujo en disciplinas como la genética y la psiquiatría.

Interés creciente por la genética

En 1908, el zoólogo Charles Otis Whitman ofreció a Slye un empleo como asistente de investigación en su laboratorio de la Universidad de Chicago. Allí comenzó a estudiar una variante genética de ratones que, debido a un defecto neurológico, tenían dificultades para caminar en línea recta y tendían a girar en círculos pequeños. Con el objetivo de investigar la herencia del defecto, Slye diseñó experimentos en los que cruzaría ratones enfermos con ejemplares sanos, algo parecido a lo que Gregor Mendel había realizado medio siglo antes con guisantes y arvejas.

A medida que avanzaba en sus investigaciones, Maud comenzó a interesarse por el trabajo del patólogo Leo Loeb, quien llevaba años investigando sobre la hipótesis de que la herencia desempeña un papel importante en la aparición del cáncer. Demostrarlo requería protocolos de cría de ratones cuidadosamente controlados, algo en lo que Maud Slye se había especializado en los últimos años. Intrigada por las ideas de Loeb, Slye decidió cambiar el foco de su investigación y pasar a observar los patrones hereditarios del cáncer.

Una hipótesis muy polémica

Tras años de estudio y miles de autopsias realizadas, el 5 de mayo de 1913 propuso ante una reunión de la American Society for Cancer Research que la aparición del cáncer atendía a factores hereditarios. Defendió que la enfermedad aparecía en ejemplares susceptibles de desarrollarla y que, muy probablemente, la herencia no era el único factor de riesgo. Además, refutó la hipótesis extendida que sugería que el cáncer lo causaba un virus; tras aparear ratones no cancerosos en jaulas sucias de ratones cancerosos, había comprobado que las crías permanecían libres de cáncer. La mayoría de colegas rechazaron sus propuestas.

Maud Slye. University of Chicago Library.

Maud Slye recogió el guante y siguió recogiendo datos y evidencias. La científica observó que, al igual que en la primera de las Leyes de Mendel, si un ratón canceroso se apareaba con un ratón sano, la descendencia estaba libre de cáncer, pero la enfermedad reaparecía en la próxima generación de ratones. Así, concluyó que la resistencia al cáncer era un rasgo dominante y que la susceptibilidad al cáncer era recesiva, lo que, en su opinión, explicaba por qué la enfermedad podía aparecer repentinamente en familias que anteriormente habían estado libres de ella.

La herencia del cáncer y del no cáncer sigue uniformemente un patrón mendeliano perfecto.

La reputación del trabajo de Slye creció gradualmente, aunque siempre se consideró controvertido. Por ejemplo, ella estaba convencida de que elegir la pareja correcta era clave para evitar la enfermedad, no solo en ratones, sino también en humanos. De hecho, consiguió introducir o erradicar el cáncer en familias de ratones mediante la cría selectiva. Aunque investigaciones posteriores demostraran que un único gen recesivo no podía explicar la heterogeneidad del cáncer, la labor de Slye fue crucial para establecer la idea de que la susceptibilidad a desarrollar cáncer era, al menos en parte, genética.

Reconocimientos a toda una carrera

Maud Slye fue merecedora de múltiples reconocimientos y premios a lo largo de su trayectoria profesional, incluyendo la medalla de oro de la American Medical Association en 1914, el Howard Taylor Ricketts Prize en 1915, y la medalla de oro de la American Radiological Society en 1922.

Desde 1919 ocupó el puesto de directora en el Laboratorio del Cáncer de la Universidad de Chicago. En 1922 obtuvo una plaza de profesora asistente en esa universidad, y en 1926 la de profesora asociada.

En 1923, el radiólogo Albert Soiland la postuló como candidata al Premio Nobel de Fisiología o Medicina, galardón que no recibió. La nominación se debió principalmente a dos hitos: por un lado, haber sido una de las primeras personas en sugerir que el cáncer puede ser una enfermedad hereditaria, y, por otro, haber desarrollado nuevos procedimientos para el cuidado y la reproducción de ratones de laboratorio (se estima que crio y rastreó alrededor de 150 000 ratones en el transcurso de su carrera).

En 1940, Carrie Chapman Catt organizó en Nueva York el congreso Women’s Centennial Congress con el objetivo de celebrar un siglo de talento y progreso femenino. Invitó a cien mujeres estadounidenses, todas vivas y realizando trabajos que hubieran sido imposibles de emprender por una mujer un siglo atrás, para que presentaran sus respectivos campos de estudio. Slye fue elegida junto con la antropóloga Margaret Mead y la astrónoma Annie Jump Cannon para hablar de ciencia.

Maud Slye. Library of Congress.

Maud Slye se retiró en 1945 siendo profesora emérita en Patología en la Universidad de Chicago. Siguió revisando datos y escribiendo hasta que falleció por un ataque al corazón el 17 de septiembre de 1954, a los 75 años.

Su legado incluye dos volúmenes de versos que fueron publicados en la década de 1930. La pasión y determinación con la que Slye se dedicó a la labor científica e investigadora quedó reflejada en muchos de sus poemas:

El petirrojo no espera
a preguntar si gusta su canto;
canta porque debe hacerlo.

Maud Slye

Referencias

Sobre la autora

Edurne Gaston Estanga es doctora en ciencia y tecnología de los alimentos. Actualmente se dedica a la gestión de proyectos en organizaciones que fomentan la difusión del conocimiento de la ciencia y la tecnología.

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