En julio de 1518, una mujer –Frau Troffea– comenzó a bailar en una calle de Estrasburgo. La danza continuó durante horas hasta que, exhausta, se desvaneció; durmió brevemente, se levantó y de nuevo empezó a brincar. Tras tres agotadores días sin parar, y convenientemente inmovilizada, la llevaron a un santuario en las montañas de los Vosgos para intentar ‘curarla’.
Frau Troffea fue sólo la primera: en pocos días, más de 30 personas habían empezado a bailar de manera compulsiva; en el plazo de un mes 400 personas se habían unido a esta delirante danza.
Al tornarse el baile epidémico, los dirigentes de la ciudad consultaron a los médicos locales, que diagnosticaron –tras excluir ‘causas sobrenaturales’– una enfermedad natural provocada por la llamada sangre caliente: se pensaba, de acuerdo con Galeno, que el flujo sanguíneo podía recalentar el cerebro, provocando enfado, fogosidad y locura.
Las autoridades tomaron una extraña decisión: en vez de realizar sangrías o poner a dieta a las personas enfermas, prescribieron ‘más baile’ para que la gente se desfogara. Incluso contrataron músicos y bailarines profesionales para acompañar y estimular a los afectados por la extraña plaga.
Cuando las autoridades se dieron cuenta de que su ‘terapia’ no conseguía buenos resultados –muchas de las personas afectadas fallecían por ataques de corazón, derrames cerebrales o agotamiento–, decidieron cambiar de estrategia, y el baile se cambió por oraciones y plegarias solicitando la ayuda divina.
La enfermedad se prolongó hasta principios de septiembre, y desapareció de manera tan misteriosa como había surgido.
Esta no fue la única plaga de danza compulsiva conocida, en 1374 hubo un brote de coreomanía con ‘epicentro’ en Aquisgrán, y cerca de Estrasburgo se produjeron años más tarde otros episodios de danza como el iniciado por Frau Troffea.
Los historiadores manejan varias hipótesis para explicar este extraño fenómeno. Una de las teorías apunta a una danza ritual: muchos la descartan, ya que las personas afectadas no bailaban de manera voluntaria, parecían más bien poseídas, y en muchas ocasiones pedían ayuda para conseguir detener su alocada danza.
Otra de las conjeturas que se manejan es la del origen químico o biológico: ¿podría deberse al consumo de cornezuelo? El cornezuelo es un hongo que contiene alcaloides del grupo ergolina; entre las sustancias químicas que contiene está el ácido lisérgico. Algunos estudiosos opinan que las personas afectadas podrían haber consumido pan contaminado con este hongo, que contiene sustancias psicotrópicas. Las intoxicaciones con cornezuelo durante la Edad Media eran frecuentes, llegando a producir necrosis de los tejidos y gangrena en las extremidades.
Esta hipótesis tampoco convence demasiado, ya que el ergotismo provocaba convulsiones violentas y delirios, y en Estrasburgo lo que hacían era realmente bailar.
Una de las explicaciones más aceptadas aparece en el libro A Time to Dance, A Time to Die (2008) del historiador John Waller (Michigan State University).
Waller descubrió que una serie de hambrunas había precedido la epidemia de danza de Estrasburgo, sembrando el miedo y la ansiedad entre los habitantes de la ciudad. Además, una leyenda cristiana sostenía que la ira de San Vito podía enviar plagas de baile compulsivo. Con estos datos en la mano, Waller concluye en su libro que el baile fue un trastorno psicogénico masivo, potenciado por las supersticiones, la angustia, la devoción religiosa y, fundamentalmente, por la sugestión.
La pobre Frau Troffea sigue siendo conocida hoy en día, aunque de manera más alegre, anunciando festejos curativos epidémicos, como imagen de grupos musicales o como inspiración para crear paneles recreando famosos bailes del cine…
Más información
- John C. Waller, In a spin: the mysterious dancing epidemic of 1518, Endeavour vol. 32 (3), 117–121, 2008
- John C. Waller, Dancing plague and mass hysteria, The Psychologist 22 (7), 644-647, 2009
- Linda Rodriguez McRobbie, 5 Historical Manias That Gripped Societies, Then Disappeared, Mental Floss, 15 noviembre 2012
- Marta Macho Stadler, Frau Troffea no puede dejar de bailar, ::ZTFNews, 29 abril 2014
Sobre la autora
Marta Macho Stadler es doctora en matemáticas, profesora del Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU y colaboradora en ::ZTFNews y la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
2 comentarios
[…] a Vito en el patrón de los bailarines. Por cierto, no es el único caso: en París, en 1518, Frau Troffea, empezó se puso a bailar súbitamente y estuvo así durante varios días seguidos, contagiando a más de 400 […]
[…] en Estrasburgo, al noreste de Francia, a mediados de 1518. Una mujer llamada Frau Troffea comenzó a bailar descontroladamente sin poder parar. Diversas personas se unieron a bailar sin […]