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Ciencia y más

El pasado 13 de octubre tuvo lugar el Día de Ada Lovelace «una celebración internacional de los logros de las mujeres en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). Su objetivo es aumentar las reseñas de las mujeres en STEM y, al hacerlo, crear nuevos modelos a seguir que alentarán a más niñas a realizar carreras STEM y apoyarán a las mujeres que ya trabajan en STEM.».

Esta iniciativa, inaugurada en 2009 por la periodista Suw Charman-Anderson, se celebra el segundo martes de cada mes de octubre.

Este año he tenido la suerte de celebrar el Día de Ada Lovelace participando en una mesa redonda organizada por la asociación ECUSA (Españoles Científicos en USA). La discusión de la mesa –compartida con las Dras. Zulema Altamirano (MICINN) y Bárbara Rivera (Idibell/McGill), y moderada por Leire Abalde-Atristain y Judit Jimenez Sainz desde ECUSA– giraba en torno a los temas tratados en el documental Picture A Scientist.

Picture A Scientist tiene a tres científicas como protagonistas; la bióloga molecular Nancy Hopkins (MIT), la química analítica Raychelle Burks (American University) y la geomorfóloga Jane Willenbring (Stanford University). Son tres mujeres de diferentes generaciones que hablan de las discriminaciones y el acoso que han sufrido a lo largo de sus carreras. Sus testimonios ponen de manifiesto la naturaleza sistémica y estructural de la discriminación sexista y racista en la Academia. Sin sensacionalismos y de manera cercana, estas investigadoras comparten en el documental desde sutiles menosprecios hasta agresiones que han soportado, ante la indiferencia de la mayoría de sus pares. Relatamos someramente sus historias.

Nancy Hopkins, bióloga molecular

Nancy Hopkins (1943) es bióloga molecular en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Es miembro de la Academia Nacional de Ciencias (NAS) y la Academia Estadounidense de las Artes y las Ciencias (AAAS). Su investigación se ha centrado fundamentalmente en el pez cebra:

Nuestro laboratorio utiliza el pez cebra para estudiar los genes esenciales para el desarrollo temprano, la longevidad y la predisposición al cáncer. Hemos desarrollado una técnica potente para generar y detectar mutaciones novedosas en estos organismos, de los cuales hemos aislado mutaciones en aproximadamente 400 genes. Nos estamos centrando en mutantes con defectos en los genes necesarios para el ciclo celular y el crecimiento de órganos y en genes que predisponen al cáncer. Estamos buscando el mecanismo de acción de los nuevos genes supresores de tumores que hemos identificado hasta la fecha.

Nancy Hopkins
Nancy H. Hopkins. Wikimedia Commons.

Fue becaria postdoctoral del premio Nobel James D. Watson y del también biólogo Robert Pollack en el Laboratorio Cold Spring Harbor.

En 1973 se unió al Centro de Investigación del Cáncer (MIT) como profesora asistente y trabajó en virus tumorales de ARN. Tras un año sabático en el laboratorio de la premio Nobel Christiane Nusslein-Volhard en 1989, Hopkins cambió de campo para desarrollar tecnologías moleculares para trabajar con el pez cebra.

A mediados de la década de 1990, Nancy Hopkins fue consciente de que ella y otras mujeres eran discriminadas sistemáticamente en el MIT. Tras sus reclamaciones a la administración de su centro de investigación, se formó un comité para investigar el problema de las desigualdades sufridas por las mujeres debidas a sesgos inconscientes. Este comité trabajó durante cuatro años y publicó sus resultados en marzo de 1999. El informe elaborado fue respaldado por el entonces presidente del MIT, Charles Vest y, desde entonces, parece que el MIT realiza esfuerzos para estudiar y afrontar cuestiones de equidad de género.

En el documental Nancy Hopkins comenta, entre otros, un «incidente» que le sucedió en los años 1960. Francis Crick –que compartió Premio Nobel con Watson– entró en el laboratorio en el que ella estaba trabajando. Antes de que pudiese levantarse y saludarle con un apretón de manos, él cruzó la estancia, se detuvo detrás de ella, le colocó las manos sobre sus pechos para manosearla y le preguntó en qué estaba trabajando. Según comenta la bióloga en el documental, Watson –recordemos el comportamiento que tuvo este investigador con Rosalind Franklin— pensaba que Crick era un genio, ella no quería «molestar» a su entonces tutor con un escándalo y aunque aturdida por el suceso, actúo como si no hubiera pasado nada. «Entonces no existía el acoso sexual», comenta la científica en el documental. En realidad, sí existía, pero las agredidas disimulaban.

Además de este episodio de acoso, Hopkins explica cómo siendo ya un miembro fijo de su facultad, comenzaron a tratarla como una técnica más que como una investigadora, no dando crédito a sus artículos en más de una ocasión. Y en aquella época no le quedaba más remedio que callar, para no aparecer «desagradable» ante los demás: «No queríamos que nos vieran como problemáticas o activistas».

A principios de la década de 1990 –supongo que con la seguridad que da la experiencia y probablemente hastiada de tantas discriminaciones–, convencida de que los colegas masculinos del MIT tenían más espacio de laboratorio que sus compañeras, decidió demostrarlo con datos. Una noche, cuando no quedaba nadie en su edificio, usó una cinta métrica para medir su laboratorio y los de sus colegas, documentando así meticulosamente la diferencia entre los espacios. Tras hacer públicos los números que había obtenido, Hopkins obtuvo el apoyo de casi un centenar de compañeras que admitieron, además, haber sufrido diferentes discriminaciones a lo largo de sus carreras. Habían sufrido las mismas discriminaciones, pero estaban aisladas y no hablaban entre ellas.

Raychelle Burks, química analítica

Raychelle Burks es profesora asociada de química analítica en la American University (Washington, D.C.) y comunicadora científica, con apariciones regulares en el canal de televisión Science Channel.

Raychelle Burks.

Recuerda en el documental que en su etapa escolar nadie la animó a hacer una carrera de ciencia y tampoco tuvo ninguna profesora afroamericana. De hecho, sus referentes eran personajes de películas, como Uhura de la serie Star Trek.

En la actualidad investiga sobre el desarrollo de sensores colorimétricos de bajo costo para detectar sustancias químicas de interés forense. Como divulgadora científica, utiliza la cultura popular como «gancho» para explorar la química.

Su historia en Picture A Scientist se centra en una doble discriminación, la sufrida por ser mujer y por ser afroamericana. En el documental habla de los desprecios sufridos y de la invisibilidad e hipervisibilidad coexistentes en el caso de una científica como ella.

Entre otros, Burks alude a un incidente en el que una colega puso en duda su derecho a aparcar en el estacionamiento de la facultad, o la situación vivida cuando alguien entró en el despacho en el que ella trabajaba frente a su ordenador y esa persona decidió –por su aspecto– que debía ser la conserje. Alude también a la falta de sentido de la pertenencia, al haber una escasísima representación de mujeres afroamericanas en los congresos científicos de química: si un 25 % de los participantes en estos eventos son mujeres, solo un 4 % son afroamericanas. Ignorada en muchos foros o receptora de correos electrónicos inapropiados, explica que estas experiencias a lo largo de una carrera restan tiempo y energías a la actividad científica.

Jane Willenbring, geomorfóloga

Jane Kathryn Willenbring (1977) es geomórfologa en la Stanford University.

Jane Willenbring.

Su investigación intenta comprender cómo ha evolucionado la superficie de la Tierra, en particular cómo la tectónica, el cambio climático y la vida afectan a los paisajes. Utiliza en su trabajo técnicas geoquímicas, datos topográficos, observaciones de campo y modelos numéricos de evolución del paisaje. Las herramientas geoquímicas que utiliza incluyen sistemas de nucleidos cosmogénicos, que proporcionan métodos novedosos para limitar las tasas de erosión y meteorización mineral.

Willenbring revela en el documental que fue intimidada, humillada y agredida mientras realizaba un trabajo de campo en la Antártida en 1999, cuando aún era estudiante. Diecisiete años después de aquella experiencia, inspirada por el movimiento #MeToo y por su hija que empezaba a expresar su preferencia por la ciencia, decidió denunciar a su acosador, el geólogo David Marchant, en 2016. Uno de sus colegas de aquella época, Adam Lewis fue testigo del acoso sufrido por su compañera y apoyó la denuncia de Willenbring. ¿Por qué Lewis no actúo antes? Willenbring nunca habló del tema abiertamente, se limitaba a hacer su trabajo y debía acabar su tesis. Y Lewis pensó que no le afectaba el comportamiento de Marchant que, entre otras agresiones, hizo dudar a la joven geóloga de sus habilidades –le decía que nunca llegaría a ser científica–, la insultaba en público o la grababa para burlarse de ella mientras subía con dificultad por alguna zona inclinada y pedregosa. No fue a la única mujer a la que el científico acosó; lo hacía sabiendo que tenía el poder de destruir su carrera si se rebelaban. Marchant fue finalmente despedido de la Universidad de Boston y, en 2018, en un maravilloso acto de «justicia poética», el glaciar Marchant pasó a llamarse Matataua, palabra que en maorí significa «un explorador ante las tropas».

A modo de conclusión

Wikimedia Commons.

En el documental, las psicólogas Mahzarin Banaji y Corinne Moss-Racusin explican que nuestros prejuicios implícitos dificultan el que asociemos la excelencia en la ciencia con las mujeres. Esto genera una inequidad –como el famoso efecto de Jennifer y John— que pasa desapercibida a menos que seamos conscientes del problema y prestemos la debida atención. Una manera de reconocer estos estereotipos implícitos que todas y todos tenemos es realizar un Test de Asociación Implícita, como recomienda Banaji en el documental.

La antropóloga Kathryn Clancy alude a la metáfora del iceberg para hablar de las múltiples facetas del acoso sexual. Además del acoso obvio –la punta del iceberg– existen muchas maneras de hostigar, a veces muy sutiles –esas que quedan sumergidas bajo el agua–. La investigadora afirma que un acoso constante tiene el mismo impacto que un episodio puntual.

Las historias de Picture a scientist son tan solo las de tres científicas que se han atrevido a denunciar. Pero, ¿cuál es la situación en nuestros centros de trabajo? ¿No existen situaciones de acoso o discriminación, o sencillamente miramos hacia otro lado? ¿Nos atreveremos a denunciar si los sufrimos o somos testigos de ellas?

En el documental se alude también a la importancia de los datos. Muchas mujeres dicen no sentirse discriminadas en la Academia; se les recomienda que no solo se fíen de su experiencia, que miren los datos…

Puede solicitarse una presentación para ver Picture a scientist en este enlace.

Referencias

Sobre la autora

Marta Macho Stadler es doctora en matemáticas, profesora del Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU y colaboradora en ::ZTFNews y la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

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