El alcohol es tóxico para el feto en desarrollo durante los nueve meses de gestación. Cuando una futura madre consume alcohol, este pasa directamente al feto a través del torrente sanguíneo. Estos niños pueden nacer con trastorno del espectro alcohólico fetal (TEAF), una de las patologías por exposición al alcohol en su periodo prenatal. El síndrome alcohólico fetal (SAF) es la forma más grave y visiblemente identificable de esta enfermedad para toda la vida.

Los efectos del consumo de alcohol en el feto
El alcohol es un teratógeno que puede atravesar la placenta, causando daños al embrión y al feto en desarrollo. Varios estudios han demostrado que el etanol se distribuye desde la placenta hasta el compartimento fetal, acumulándose en el líquido amniótico. Esta exposición prenatal al alcohol (PAE, Prenatal Alcohol Exposure) es un factor de riesgo asociado a la muerte del feto, aborto espontáneo, nacimiento prematuro, retraso del crecimiento intrauterino, bajo peso al nacer y TEAF.
En la actualidad se sabe que el alcohol es especialmente dañino para el sistema nervioso y que el volumen cerebral general es más reducido al nacer. Específicamente, las personas con PAE pueden tener menos materia gris y blanca en el cerebro y el cerebelo, y materia gris reducida en varias estructuras cerebrales, incluyendo la amígdala, el hipocampo, el putamen, el núcleo caudado, el tálamo y el globo pálido.
Además de los importantes déficits cognitivos, neurológicos y conductuales causados al sistema nervioso central del feto, la exposición al alcohol puede provocar efectos adversos en el hígado, los riñones y el corazón, y alteraciones en los sistemas gastrointestinal y endocrino. Los niveles altos y constantes de consumo de alcohol a diario durante el embarazo se asocian con alteraciones graves en la función motora gruesa y fina durante la infancia. Además, la función inmune puede quedar afectada como resultado de cambios en las citoquinas y los linfocitos.
Las consecuencias varían dependiendo de factores como el momento y la cantidad de consumo de alcohol, la exposición materna/fetal a otras sustancias (tabaco, otras drogas, medicamentos), deficiencias nutricionales, estrés ambiental (por ejemplo, violencia doméstica, pobreza, falta de vivienda), trastornos mentales comórbidos (por ejemplo, depresión, ansiedad) y presión del grupo de amigos familias y especialmente parejas que consuman sustancias durante el embarazo.
El TEAF
Una de las manifestaciones de estas patologías que puede sufrir el feto expuesto a alcohol es el trastorno del espectro alcohólico fetal (TEAF). El TEAF describe una amplia gama de efectos, que se agrupan en tres categorías: deterioros cognitivos, incluidos daños al sistema nervioso central, anomalías congénitas y restricciones del crecimiento prenatal o posnatal; rasgos faciales dismórficos característicos; y déficits en el funcionamiento cognitivo, conductual, emocional y adaptativo. Dependiendo del sistema de clasificación, el TEAF incluye varios diagnósticos relacionados con el alcohol, como el síndrome de alcoholismo fetal (SAF), el SAF parcial (SAFp), el trastorno del desarrollo neurológico relacionado con el alcohol (ARND) y los defectos congénitos relacionados con el alcohol (ARBD).La categoría de trastorno del desarrollo neurológico asociado con la exposición prenatal al alcohol (ND-PAE) está incluida en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Quinta Edición (DSM-5).
Se sabe que coexisten más de 400 enfermedades en las personas diagnosticadas con TEAF. Las afecciones más frecuentes son: «malformaciones congénitas, deformidades y anomalías cromosómicas» (43 %) y «trastornos mentales y del comportamiento» (18 %), según la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10). Entre las más frecuentes están los daños al sistema nervioso periférico, trastorno de conducta, otitis crónica, trastornos del lenguaje y deterioros visuales, de desarrollo, cognitivos, mentales y conductuales, con una prevalencia que varía del 50 % al 91 %.
La complejidad del TEAF afecta tanto a la persona que lo padece como a su familia. En muchos casos, las personas con TEAF requieren ayuda de por vida de una amplia gama de servicios de apoyo, incluida atención médica, asistencia social y una educación que cubra sus necesidades. En consecuencia, se ha demostrado que el TEAF tiene un impacto económico sustancial en cualquier sociedad.
Cambios a lo largo de la vida de las personas con TEAF
Los deterioros del desarrollo neurológico que se diagnostican como TEAF conducen a otras discapacidades más adelante. Estas discapacidades incluyen, entre otras, fracaso académico, abuso de sustancias, problemas de salud mental, incidentes con las normas y la ley, incapacidad para vivir de forma independiente y la dificultad de conseguir y mantener un empleo, con implicaciones para toda la vida. Por lo general, se las denomina discapacidades secundarias, que requieren de apoyos como el sistema de atención de salud con una mayor demanda de servicios, sistemas educativos con necesidad de servicios especiales para estas niñas, niños y adolescentes, sistemas penitenciarios que comienzan en la adolescencia temprana y se extienden a lo largo de la vida adulta, sistemas de salud mental, servicios sociales y servicios que atiendan discapacidades del desarrollo.
Cifras al respecto
A nivel mundial, las tasas de prevalencia del TEAF entre la población general eran de 77,3 por 10 000 personas en 2017. La prevalencia de TEAF era más alta en Europa, con 198 por 10 000 personas, y más baja en la Región del Mediterráneo Oriental donde la mayoría de las personas, incluidas, por supuesto, las embarazadas, se abstienen de consumir alcohol por creencias religiosas, con 1,3 por 10 000 personas.
Los cinco países con mayor prevalencia de TEAF por cada 1000 fueron Sudáfrica (111,1), Croacia (53,3), Irlanda (47,5), Italia (45,0) y Bielorrusia (36,6). Vemos que estas cifras son muy altas, por lo que la incidencia del TEAF podría ser similar o mayor que la de otras alteraciones congénitas más conocidas, como la anencefalia, el síndrome de Down, la espina bífida o el síndrome de Edwards.
Hay ejemplos alarmantes: un estudio proporcionó un 62 % de TEAF entre los niños chilenos bajo tutela con discapacidad intelectual. Otro más reciente llevado a cabo en España, específicamente en Cataluña, ha demostrado que el 50 % de los niños adoptados de países de Europa del Este (Rusia y Ucrania) presentan TEAF en alguna de sus formas clínicas. Las estimaciones de prevalencia más altas del síndrome de alcoholismo fetal (SAF), la forma más severa del TEAF, que oscilaron entre el 46 % y el 68 %, eran de orfanatos rusos para niños con anomalías del desarrollo. Otro dato llamativo es que la prevalencia del TEAF entre los jóvenes en centros penitenciarios fue superior al 23 % en Canadá, y más del 14 % entre las poblaciones de atención psiquiátrica en Estados Unidos. Estos números demuestran las grandes cargas de servicios del TEAF en varios sistemas de atención y reflejan un problema de salud global importante.
Las personas con TEAF deben disponer de intervenciones adecuadas, de servicios de diagnóstico y apoyo desde una edad temprana. El TEAF es un factor de riesgo muy alto para tener problemas con la justicia. Se estimó que los niños y adolescentes con TEAF tienen 19 veces más probabilidades de ser internados en centros en comparación con los niños y adolescentes sin TEAF. Por último, las altas tasas de prevalencia de TEAF entre la infancia de educación especial y en instituciones especializadas en salud mental no son sorprendentes ya que las personas con TEAF tienen un mayor riesgo de tener dificultades de aprendizaje y problemas psicológicos y psiquiátricos, y de experimentar retrasos en el desarrollo.
En 2016, el 32,1 % de las mujeres en edad fértil de todo el mundo consumieron alcohol y el 10 % de ellas lo hicieron durante el embarazo. Si consideramos que a nivel mundial hay 130 millones de nacimientos al año, estos datos demuestran que cada año, 13 millones de embarazos están expuestos al alcohol en el mundo. Según un metaanálisis reciente, se estima que uno de cada 13 embarazos expuestos al alcohol provocará TEAF. Para ver esto desde otra perspectiva: hay 2739 nuevos casos de TEAF cada día, o 114 cada hora, o 2 por minuto.
Además, como una gran parte de los embarazos a nivel mundial no son planificados, (44 %), muchas mujeres del 32 % de las que están en edad fértil que consumen alcohol corren el riesgo de tener un embarazo expuesto al alcohol en las primeras etapas, sin saber que están embarazadas. Por otro lado, es difícil conocer cuántas mujeres bebieron durante el embarazo porque algunas no lo dicen por diferentes motivos.
Asistencia, ayudas, educación, sanidad para las personas con TEAF
Educar a niños con TEAF es complejo por múltiples motivos, incluidos trastornos del sueño y de la alimentación, retrasos en la motricidad fina y gruesa, en ir al baño, trastornos del habla y del lenguaje, necesidad de medicación, viajes continuos (a menudo años) para terapias, problemas de aprendizaje y comportamiento en la escuela y falta de recursos para niños con problemas de comportamiento y de cuidadores fuera de la familia. La complejidad de la crianza aumenta durante la adolescencia, ya que esta etapa puede ser especialmente difícil. El reconocimiento temprano del TEAF y la prevención de las discapacidades secundarias que conlleva pueden aliviar la dedicación a los cuidados permanentes de los padres.
Svetlana Popova
Cada vez hay más investigaciones sobre el consumo de alcohol durante el embarazo. Svetlana Popova es una investigadora nacida en la república exsoviética de Turkmenistán, donde obtuvo su licenciatura en Medicina. Después se doctoró en Medicina en Moscú, realizó un máster en salud pública en Estados Unidos y presentó una tesis doctoral sobre trabajo social en Canadá. Actualmente trabaja para el Centro para las Adicciones y la Salud Mental, (CAMH, Centre for Addiction and Mental Health) de Toronto y la Universidad de Toronto, en Canadá.
Comenzó a tener en cuenta estos trastornos cuando estudiaba psiquiatría en su carrera de medicina y recuerda unas líneas en su libro de texto que decían que las madres alcohólicas podían dar a luz a niños con defectos congénitos y otras malformaciones. Eso era todo; en los planes de estudio de medicina en la antigua Unión Soviética sólo había eso. Los médicos no estaban capacitados para reconocer el TEAF y esta situación sigue igual en muchos países incluso hoy en día.
Los resultados de la investigación de Popova determinaron que una de cada 67 mujeres que consumen alcohol durante el embarazo dará a luz a un niño con SAF, lo que se traduce en aproximadamente 119 000 niños de este tipo que nacen en todo el mundo cada año. Los países pueden utilizar los datos de las investigaciones como la de Popova para ayudar a los niños con SAF y prevenir futuros casos.
Los epidemiólogos valoran de forma positiva la prevalencia de un trastorno como un primer paso para establecer prioridades en políticas de salud pública, financiación de iniciativas y planificación sanitaria. Muchos países todavía no disponen de datos de prevalencia a nivel poblacional sobre el consumo de alcohol durante el embarazo ni sobre sus consecuencias.
Incluso para el sector sanitario, el TEAF es una condición relativamente nueva. Se ha avanzado en la comprensión de cómo el alcohol daña al feto, pero esto aún no se ha traducido en una mayor concienciación pública sobre los riesgos. A nivel mundial, en promedio, una de cada diez mujeres consume alcohol durante el embarazo y el 20 % de ellas bebe en exceso, lo que significa que toman cuatro o más bebidas alcohólicas en cada ocasión. El consumo excesivo de alcohol es la causa directa del SAF o el TEAF.
El alcohol para las futuras madres debe reconocerse como un problema muy grave de salud pública, y se necesitan estrategias de prevención más eficaces dirigidas al consumo de alcohol antes y durante el embarazo en todo el mundo. Se debe intensificar la información a las mujeres sobre los efectos nocivos de la exposición prenatal al alcohol. Cuando corresponda, se podría establecer un cribado universal de la exposición al alcohol en el embarazo y en edad fértil. Necesitamos un sistema de vigilancia del TEAF para monitorear su incidencia y prevalencia a nivel mundial. Todos somos responsables de la prevención del TEAF: parejas, familias, amigos y comunidades pueden ayudar y apoyar a las mujeres durante la gestación. Las personas con TEAF, una discapacidad prevenible, pero invisible, no deben ser olvidadas en una sociedad preocupada por cubrir las necesidades de todas las personas que la constituyen.
Referencias
- Astals Vizcaíno, Marta y Óscar García-Algar (2023). Trastorno del Espectro Alcohólico Fetal. Guía para médicos, familias, profesionales de la salud mental y la educación. Socidrogalcohol
- Fleck, Fiona (2017). Counting the costs of drinking alcohol during pregnancy. Bull. World Health Organ. 95:320–321. DOI: 10.2471/BLT.17.030517
- Popova, Svetlana, Shannon Lange, Charlotte Probst, Gerrit Gmel y Jürgen Rehm (2017). Estimation of national, regional, and global prevalence of alcohol use during pregnancy and fetal alcohol syndrome: a systematic review and meta-analysis. The Lancet Global Health 5(3):e290-e299. DOI: 10.1016/S2214-109X(17)30021-9
- Popova, Svetlana, Danijela Dozet, Shahela Akhand Laboni, Krista Brower, Valerie Temple (2021). Why do women consume alcohol during pregnancy or while breastfeeding? Drug Alcohol Rev. 41(4):759–777. DOI: 10.1111/dar.13425
Sobre la autora
Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.