Rachel Schneerson, pionera en el desarrollo de vacunas conjugadas para luchar contra las enfermedades bacterianas

Vidas científicas

Haemophilus influenzae tipo b (Hib) es la bacteria responsable de un amplio rango de enfermedades entre las que se encuentran meningitis, neumonía, sepsis y otras de menor gravedad. Las consecuencias de las enfermedades causadas por este microorganismo son particularmente graves en niños menores de cinco años, quienes carecen de los anticuerpos naturales que desarrollamos a partir de esa edad para poder combatirlo. Esta virulencia se debe a que la bacteria contiene una cápsula que le permite resistir los mecanismos de eliminación de patógenos en los huéspedes no inmunizados.

La inmunóloga israelí-estadounidense Rachel Schneerson (1932) es conocida por codesarrollar, a finales de los años 1980, una vacuna contra la Hib mediante un método innovador. En aquellos países donde esta vacuna se aplica de manera rutinaria, el número de casos de meningitis o sepsis por esta bacteria se ha reducido hasta casi desaparecer. El impacto del trabajo de esta científica sobre la salud pública mundial trasciende este microorganismo, ya que Schneerson también colaboró en el desarrollo y aprobación de vacunas contra otras enfermedades como la tos ferina, la fiebre tifoidea, las infecciones por Staphylococcus, ciertos tipos de malaria y el ántrax.

Rachel Schneerson nació en Varsovia, Polonia, el 25 de abril de 1932. Tras emigrar a Israel, obtuvo su título de médica en 1958 en la Facultad de Medicina Hadassah de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Completó su formación en pediatría en hospitales gubernamentales de Hadera y Tel Aviv, y en 1966 fue certificada como pediatra en Israel. Ese mismo año, se convirtió en pediatra sénior en el Hospital Tel-Hashomerde Tel Aviv.

Carrera científica en Estados Unidos

Rachel Schneerson y John B. Robbins. NIH.

En 1969, Schneerson se trasladó a Estados Unidos para trabajar como instructora en el Departamento de Pediatría y el Laboratorio de Inmunología de la Escuela de Medicina Albert Einstein en Nueva York. Allí conoció a John B. Robbins, con quien formó un binomio inseparable que duraría hasta el final de su carrera, siendo el desarrollo de vacunas contra enfermedades bacterianas su foco de investigación.

En 1970, ambos se unieron al Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano (NICHD, por sus siglas en inglés), parte de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), en Bethesda, Maryland. A lo largo de su tiempo en la División de Productos Bacterianos, Rachel progresó desde científica visitante hasta funcionaria supervisora de investigación médica. En 1974, Schneerson y Robbins se trasladaron a la División de Productos Bacterianos de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), de la que Robbins fue nombrado jefe. En 1983, ambos regresaron al NICHD para dirigir el Laboratorio de Inmunidad del Desarrollo y Molecular. En 1998 serían nombrados jefes de la Sección de Patógenos Bacterianos e Inmunidad, que lideraron hasta su jubilación en 2012.

La infección por Hib

Hib se transmite fácilmente por el aire, propagándose a través de las gotitas y secreciones respiratorias que expulsamos al toser y estornudar. La consecuencia más común de la Hib es la meningitis bacteriana, aunque también puede causar epiglotitis –infección e inflamación de la garganta–, neumonía y sepsis, entre otras. Algunas de estas dolencias pueden llegar a ser mortales.

Las cifras de la infección por Hib anteriores a la vacuna resultaban alarmantes. Solo en EE.UU., Hib infectaba a 1 de cada 200 personas menores de cinco años, es decir, a 20 000 niñas y niños al año. Su tasa de mortalidad era del 5 % y la bacteria generaba secuelas neurológicas en un tercio de los casos. La infección por Hib también era la principal causa de sordera adquirida a nivel mundial.

Desarrollo de la vacuna contra Hib

A partir de 1968, Schneerson y Robbins se propusieron desarrollar una vacuna eficaz contra este microorganismo. Comenzaron por establecer que el polisacárido (azúcar) capsular del microorganismo podía actuar como antígeno o sustancia que el sistema inmunológico reconoce como extraña. Esta idea contrastaba con la creencia aceptada en ese momento de que las proteínas, y no los azúcares, eran los inmunógenos efectivos. Posteriormente desarrollaron un método de ensayo estandarizado para medir los anticuerpos o proteínas especializadas para combatir este antígeno, y estimaron también los niveles de anticuerpos necesarios para evitar la enfermedad.

La primera vacuna que desarrollaron, basada en el polisacárido de la cápsula bacteriana, demostró ser efectiva en adultos y niños mayores, pero no en menores de 18 meses, debido a la inmadurez de su sistema inmunológico. Para superar esta limitación, idearon una vacuna conjugada, uniendo químicamente el polisacárido a una proteína portadora, lo que mejoró la respuesta inmunitaria en los lactantes. La vacuna conjugada contra Hib fue autorizada en EE. UU. en 1987 y pronto se incorporó al calendario de vacunación infantil. En pocos años, los casos de Hib disminuyeron en más del 99 %, y en la actualidad la enfermedad prácticamente ha desaparecido en los países que aplican la vacuna de manera rutinaria.

Para las bacterias con una cubierta de polisacáridos, como Haemophilus influenzae tipo b,
la mejor forma de prevenir la infección es utilizar una vacuna conjugada. Wikimedia Commons.

Otras contribuciones científicas

El impacto del trabajo de Schneerson y Robbins va más allá. Tras el éxito de la vacuna contra Hib, continuaron su investigación sobre antígenos únicos y vacunas conjugadas. Sus esfuerzos condujeron al desarrollo y la autorización de vacunas contra la tos ferina, la fiebre tifoidea, las infecciones por Staphylococcus (neumonía, aureus y grupo B), ciertos tipos de malaria y el ántrax.

El liderazgo y los logros científicos de Rachel Schneerson han sido ampliamente reconocidos. Recibió el Premio Albert Lasker de Investigación Médica Clínica en 1996. Este galardón, compartido con John B. Robbins, Porter Anderson y David Smith, reconoció su «trabajo innovador y liderazgo audaz, visionario e imaginativo en el desarrollo y comercialización de la vacuna contra la Hib». También recibió el Premio Pasteur de Organización Mundial de la Salud en 2006, compartido con John B. Robbins, por sus contribuciones al desarrollo de la vacuna conjugada polisacárido-proteína.

Rachel Schneerson, que recientemente ha cumplido 93 años, sigue siendo fuente de inspiración para la comunidad científica del campo de la salud pública y la inmunología.

Referencias

Sobre la autora

Edurne Gaston Estanga es doctora en ciencia y tecnología de los alimentos. Actualmente se dedica a la gestión de proyectos en organizaciones que fomentan la difusión del conocimiento de la ciencia y la tecnología.

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