Alecia Bellgrove, integrante del prestigioso centro de vanguardia dedicado a la investigación marina Deakin Marine Research and Innovation Centre, perteneciente a la Universidad de Deakin, situada en Victoria, sureste de Australia, conoció estrechamente a la experta en algas Joanna Kain Jones, a quien consideraba un «sorprendente modelo como científica y tutora para las ficólogas de varias generaciones».
En un cuidado artículo publicado en 2017, Bellgrove ha relatado con notable claridad diversos aspectos de la intensa vida de Joanna Kain Jones. Nos ha parecido de interés traer a colación algunos fragmentos de este trabajo en reconocimiento de las valiosas aportaciones de esta innovadora y original científica que dedicó su vida al estudio de las algas marinas.
Aunque Joanna Kain nació en 1930 en Nueva Zelanda, hija de madre inglesa y padre nativo maorí, su familia se trasladó a Londres cuando la niña tenía dos años. En el Reino Unido pasó la mayor parte de su vida; allí recibió su educación primaria y secundaria, y entró en el University College London (UCL). En 1949, como ha relatado la propia Joanna Kain, se apasionó por la ciencia y en particular por las algas marinas, principalmente estimulada por el profesor Gordon Elliott (Tony) Fogg (1919-2005), acreditado biólogo británico especializado en estos vegetales. Al respecto, Kain ha recordado que Fogg comenzó su primera clase citando una frase griega o latina que significaba «nada es más desagradable que un alga». El profesor puntualizaba que luego pudo comprobar lo errónea que era dicha frase.
En una excursión universitaria realizada a la Isla de Man (situada entre las islas de Gran Bretaña e Irlanda), Joanna Kain Jones confesaba a Allecia Bellgrove que comprendió «fuera de toda duda» que las algas estaban entre las plantas más interesantes. Su vocación se despertó principalmente por las macroalgas marinas, un tipo de alga de tamaño macroscópico (que se ven a simple vista) en general multicelulares, a diferencia de las microalgas que son unicelulares y por lo tanto su tamaño es microscópico.
La joven Joanna Kain consiguió ser admitida en el UCL para realizar su tesis doctoral bajo la supervisión de Tony Fogg, quien le aconsejó seguir un curso sobre fitoplancton marino. Señalemos que el fitoplancton está compuesto por un grupo de organismos acuáticos con capacidad fotosintética, que flotan dispersos en las aguas saladas o dulces y que, bajo condiciones adecuadas, pueden formar grandes masas flotantes que son visibles. Los conocimientos que Kain Jones obtuvo en sus cursos de postgrado, sumados a los constantes estímulos que le brindaba su tutor, fortalecieron la vocación de la doctoranda que optó por dedicarse a investigar el crecimiento, desarrollo y, sobre todo, la ecología de las macroalgas marinas.
En 1956, el laboratorio marino Port Erin Marine Laboratory de la Universidad de Liverpool ofreció a Joanna Kain un contrato como ficóloga. La científica aceptó encantada y permaneció en este laboratorio durante 44 años. Aquí conoció a Norman Jones, con quien se casó más tarde a la edad de 32 años teniendo dos hijos, Martin y Bidda. Según continúa exponiendo Allecia Bellgrove, Joanna, ahora apellidada Kain Jones, «disfrutaba de una gran libertad y durante los primeros 16 años gozó del privilegio de no tener obligaciones docentes con alumnos sin graduar»; de esta manera pudo dedicar su carrera académica únicamente a la investigación.
Bellgrove ha enfatizado que «el amor de Joanna por el océano y su espíritu aventurero hicieron que a principios de la década de 1950 fuera en una de las primeras personas en usar equipos de submarinismo», actividad que le permitió, en sus propias palabras, «descubrir un mundo completamente nuevo». Por esta senda, se convirtió en una de las primeras mujeres ficólogas y biólogas marinas. La práctica del buceo le abrió enormes posibilidades para investigar la llamada zona sublitoral, o zona submareal, que corresponde al sector del fondo marino que se extiende desde la línea de la marea baja hasta la plataforma continental. Se trata, por lo tanto, de un espacio que está siempre cubierto de agua (Wikipedia).
Entre la comunidad especializada, Joanna Kain Jones muy pronto fue respetada como una submarinista de primera clase. Junto a su marido entrenaron numerosos estudiantes en el submarinismo. Ella estaba tan comprometida con esta actividad que, rememora Bellgrove, «incluso tenía un traje especial de maternidad para continuar trabajando cuando estaba embarazada de su hija Bidda».
Allecia Bellgrove ha recordado que cuando le preguntó cómo se aventuró en la ciencia y la investigación basada en el submarinismo en un tiempo en el que había muchos más obstáculos para el trabajo al aire libre de las mujeres, ella respondió que «nunca pensé que no podría hacer lo que los chicos y los hombres hacían».
Las actividades docentes de Kain Jones empezaron en 1972, y estuvo sobre todo implicada en cursos intensivos de vacaciones. Durante la época en que dio clases nació en ella un gran interés por la docencia, al mismo tiempo que el número de sus estudiantes aumentaba, desde los nueve iniciales a más de treinta alumnos por curso. La científica fue una destacada y querida profesora que llegó a supervisar con éxito a 18 estudiantes de doctorado hasta el final de sus tesis, muchos de los cuales se convirtieron posteriormente en importantes ficólogos.
Una prolífica carrera investigadora
Alecia Bellgrove ha recordado que profesionalmente Joanna Kain Jones confesaba no estar demasiado interesada en identificar las distintas especies de algas, sino que, por el contrario, lo que más la estimulaba era el estudio de su biología y ecología; por esta razón, decidió enfocar su investigación principalmente en unas pocas algas fácilmente identificables y abundantes.
Básicamente, la científica se dedicó a comprender los factores bióticos y abitóticos que afectan al crecimiento y desarrollo de las macroalgas. Apuntemos que los factores bióticos son los organismos vivos que habitan en un determinado espacio físico, mientras que los abióticos son las condiciones de luz, temperatura, minerales, suelo y agua, entre otros, que se encuentran en ese espacio físico condicionando la existencia de los seres vivos. Ambos factores, bióticos y abióticos, componen un ecosistema que se mantiene en equilibrio gracias a la interacción entre ellos. Sin pretender extendernos demasiado, valga precisar que en ecología, se llama ecosistema al conjunto de comunidades de seres vivos que interactúan entre sí y con los elementos del medio ambiente que les rodea (Wikipedia).
Durante los primeros 20 años de trabajo (hasta aproximadamente 1980), Joanna Kain Jones se dedicó a practicar el submarinismo con el fin de descubrir los secretos de Laminaria hyperborea, el alga dominante en Port Erin. Se trata de una especie de alga parda de gran tamaño que puede alcanzar una longitud máxima de 360 cm, como ha descrito Kain Jones. El objetivo principal de sus investigaciones estaba dirigido a examinar el crecimiento y supervivencia de esta especie durante las distintas etapas de su ciclo de vida, teniendo en cuenta diversas influencias como la luz, la profundidad, la latitud, la competencia con otros organismos y también las contaminaciones antropogénicas.
Una vez realizados estos estudios, que ampliaron notablemente los conocimientos científicos sobre las algas pardas, en las siguientes dos décadas la científica dirigió el foco de su investigación hacia las algas rojas. En concreto, trabajó mayoritariamente en estudios sobre la ecología de especies pertenecientes al género Delesseria, importante porque posee una amplia distribución geográfica.
Joanna Kain Jones, apunta Bellgrove, también colaboró con numerosos proyectos de investigación a fin de explorar el cultivo comercial y el potencial económico de un conjunto de macroalgas rojas, verdes y pardas. Valga señalar que las algas, pese a sus innumerables valores nutricionales y sus diferentes aplicaciones comerciales, tradicionalmente han sido un recurso que estaba muy poco explotado, por lo que Kain Jones fue una adelantada en sus proyectos de investigación.
Las etapas finales de una larga y exitosa vida profesional
En 1991, cuando Joanna Kain Jones tenía 61 años, se retiró oficialmente. Sin embargo, esta situación no impidió que la científica continuase animosamente con sus diversos proyectos. En este aspecto fue respaldada por su centro de trabajo, el citado Port Erin Marine Laboratory, donde pudo permanecer varios años más.
Tras la muerte de su marido en 1997, Kein Jones decidió emigrar a Canberra, Australia, relata Bellgrove; viaje que emprendió en el año 2000 «para estar más cerca de su familia y de su hija». Tenía entonces 70 años y recientemente había abandonado el buceo. Consiguió entonces una beca (Visiting Fellowship) para la Universidad Nacional de Australia (Australian National University), con el fin de estudiar ciertas algas presentes en unas lagunas elevadas de la costa de Nueva Gales del Sur (New South Wales). Allí, continuó perseverante con sus investigaciones, demostrando ser «una ficóloga apasionada y activa dispuesta a dedicarse generosamente a su disciplina».
A lo largo de su vida profesional Joanna Kain Jones publicó 61 artículos, y 19 más después de su retiro oficial; el último vio la luz en 2015.
Además de sus trabajos de investigación, también fue muy activa en distintas instituciones y centros. Solo a título de ejemplo, citemos que a lo largo de 47 años formó parte de la Sociedad Británica de Ficología (British Phycological Society); también fue miembro destacada de la Sociedad Australoasiática de Ficología (Australasian Society for Phycology and Aquatic Botany, ASPAB), institución en la que ejerció de tesorera durante 15 años. De manera paralela participó activamente en numerosas reuniones internacionales de ficología.
Otro aspecto a destacar de la personalidad de Joanna Kain Jones, escribe Bellgrove, fue su firme defensa de la participación de los estudiantes en conferencias y simposios. Asimismo, luchó con vehemencia para que la ASPAB concediese generosas becas anuales de viajes a los y las estudiantes que destacaran por su interés en el estudio de las macroalgas marinas. Estas becas en la actualidad han sido nombradas con el nombre de la científica en su honor.
En 2015 Joanna Kain Jones fue diagnosticada de un cáncer terminal. «Murió pacíficamente en su casa en Canberra el viernes 21 de julio de 2017 a la edad de 87 años; al lado estaban sus gafas de vista colocadas sobre su iPad […]. Tuvo una buena vida y contribuyó mucho a la ciencia. Será recordada y se la echará de menos», concluye Alecia Bellgrove.
Referencias
- Bellgrove Alecia (2017). A life well lived: Joanna Jones (Kain) 1930–2017. Journal of Applied Phycology [De este artículo existen cinco versiones]
- Wikipedia: Joanna Kain Jones
Sobre la autora
Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.