¿Le suena el nombre de Matilde Ucelay? Fue la primera graduada en Arquitectura en España, una de las contadas mujeres que en los años treinta logró superar las barreras de género de una profesión considerada hasta entonces exclusivamente “de hombres”.
Las primeras arquitectas que estudiaron en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid lo hicieron siguiendo los planes de estudios de 1914, 1932 y 1957, cuyos cursos preparatorios eran muy exigentes. La gran mayoría se colegiaron en la capital, aunque ejercieran en diversas provincias españolas.
El ingreso de mujeres en la Escuela de Arquitectura en 1931 se produce 184 años después de la fundación de la institución universitaria, con cuatro primerísimas alumnas. La ya mencionada Ucelay fue la primera arquitecta que terminó los estudios en 1936, porque hizo dos cursos en un año, aunque por razones políticas pasaría una década hasta que se le expidió el título. Su compañera Cristina Gonzalo Pintor se graduó ya terminada la Guerra Civil, en 1940. Otras dos alumnas, Eulalia Urcola y Josefa Flores, finalmente no acabaron la carrera.
A estas les siguieron las que empezaron en el curso 1932-33: Rita Fernández Queimadelos, que hizo una carrera rápida y se graduó en 1940, y Juana de Ontañón, que retrasó sus estudios hasta 1949 por la depuración política que afectó a su familia.
Influencia en ellas de la ILE
Tuvo que pasar casi una década para que al menos cada año se titule una arquitecta en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, con Margarita Mendizábal, en 1956; Eugenia Pérez Clemente, en 1957 y en 1958, y en 1959 Elena Arregui y Milagros Rey (que fue catedrática en la Universidade da Coruña). Todas ellas siguieron ya el Plan de Estudios de la República, de 1932, imbuido por la filosofía de la Institución Libre de Enseñanza (ILE).
Diez pioneras, ocho tituladas en Arquitectura, y el testimonio de una emancipación de género que haría evolucionar las aulas politécnicas. Procedían de entornos acomodados y progresistas que dieron soporte, no siempre sencillo, a su inusitada decisión de ingresar en una profesión “de hombres”. Un talante adelantado para las mujeres de su tiempo, que requería férreas voluntades unidas a capacidades y aficiones propias del espíritu de la Residencia de Señoritas de Madrid, el centro de la intelectualidad femenina universitaria del primer tercio del siglo XX.
A principios de los años 60 se titulan Teresa Capdevilla, Encarnación Casas, Carmen Mostaza, María Aroca, Emilia Checa, Helena Iglesias, Pilar Ferichola y Pilar Ferrándiz, entre otras. Dos de ellas, Iglesias y Ferrándiz, fueron catedráticas de la Universidad Politécnica de Madrid.
Las graduadas en torno al 68 forman una minoría muy cohesionada. Nombres como María Pérez Sheriff, Adriana Bisquert, Concepción Fernández-Montesinos, Luisa Sotos, Gloria Alcázar, Pilar Amorós, Emma Ojea, Ángeles Coig-O’Donnell, Elvira Adiego, Raquel Martínez de Ubago, Teresa Domínguez y Concepción Maestro componen la relación de estas generaciones precursoras. Fueron arquitectas con largos, fructíferos y polifacéticos desempeños, a menudo en solitario, pero también en asociación. Una multiplicación de tareas que tiene relación con la supervivencia y la dificultad de acceder a los encargos de mayor relevancia, pero también con su propia cultura de conciliación y compromiso.
Las arquitectas de los primeros años 70 cierran las promociones del Plan 57, cuando la presencia femenina se va consolidando lenta, pero significativamente. Teresa Bonilla, Cecilia Bielsa, Margarita de Luxán (catedrática de la Universidad Politécnica de Madrid), María Antonia González-Valcárcel y Teresa Arenillas son algunas tituladas en esas fechas. En sus primeros años de andadura profesional sus actitudes y logros dan fe de la igualdad que lucharon por defender a pesar de las brechas de género que el momento cultural español no permitía obviar.
Las doce arquitectas de la 122 promoción pertenecen a la última etapa de una carrera que aún requería pruebas de acceso, y son las últimas tituladas antes de la Transición. Fueron Carmen Bravo, Victoria Flórez, Maruja Gutiérrez, Amparo Berlinches, Ana Iglesias, Mª Jesús Zueco, Rita Iranzo (hija de la tercera mujer arquitecta), Ana María Fernández, Teresa Rodríguez (que trabajó con Pascuala Campos, la primera catedrática de Proyectos en España titulada en la Escuela de Barcelona), Isabel García Elorza, Teresa Rodríguez-Carrascal y María Fernández Puentes.
Líderes en un régimen jerarquizado
No llegaban al 6 % respecto a sus compañeros de promoción varones. Ellas son las que empiezan a trabajar en un régimen fuertemente jerarquizado y las que participan como profesionales en la transformación democrática. También fueron ellas quienes lograron mantener sus estudios profesionales en activo y optaron a ocupar posiciones de liderazgo en distintos estamentos en la Administración, la carrera docente o la gestión empresarial.
Las primeras arquitectas forman una red de mujeres profesionales visibles, con conciencia de grupo, que fomentan colaboraciones y complicidades entre ellas, aunque por propia formación no lo expliciten demasiado.
La secuencia temporal de la graduación del primer medio centenar de mujeres que se hacen arquitectas en Madrid permite considerarlas, por su trabajo, como referentes femeninos y protagonistas de la investigación en torno a arquitectura y género. Una aproximación pormenorizada para ponerlas en foco, con nombres propios unidos a desempeños profesionales, que forma parte de de una investigación aún por completar.
Sobre la autora
Eva Hurtado Torán, Arquitecta PhD, profesora en investigadora UDIT, UDIT – Universidad de Diseño, Innovación y Tecnología
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Ir al artículo original.