Muchas investigaciones analizan por qué las mujeres no participan en física, o por qué sufren un desgaste tan alto en esta disciplina. El estudio de Jaimie Miller-Friedmann, Judith Hillier y Nicola Wilkin, llevado a cabo en Reino Unido, se centra en las físicas académicas de élite y en su persistencia y éxito. Se basa en las estrategias que han utilizado seis físicas para prosperar en un terreno dominado por los hombres. Parece que todas se identificaban como mujeres pero normalizaban un tipo particular de masculinidad al poner en práctica cuatro rasgos estereotipados de los físicos. Estas científicas de alto nivel se adaptaron a entornos poco amables y alcanzaron grandes logros profesionales.
Una desigualdad que persiste en el tiempo
De las ciencias escolares (biología, química, física, matemáticas), la física es una de las más masculinizadas. La participación de hombres y mujeres en este campo parece estar regulada principalmente por factores sociológicos más que por intereses o capacidades. La mayoría de las investigaciones publicadas se centran en por qué las niñas no eligen física o por qué las mujeres abandonan esta disciplina. Las razones para hacerlo a menudo se atribuyen a que la física está alineada con un tipo particular de masculinidad y no deja espacio disponible para la diversidad. Es decir, que esta materia se asocia frecuentemente con mitos muy arraigados que excluyen una amplia variedad de rasgos diferentes, manteniendo así la disciplina mayoritariamente blanca, masculina y de clase media (entre otras características).
A pesar de los esfuerzos de los últimos años para abordar la falta de equidad de género en física, el número y las proporciones de mujeres en esta materia siguen siendo bajos. Muchos análisis realizados por este motivo ponen el foco principalmente en tres aspectos: en primer lugar, en por qué las mujeres no eligen física. Estos estudios identifican sesgos implícitos, amenazas de estereotipos, menor autoeficacia en relación con sus homólogos masculinos y otras barreras que dificultan un sentido de pertenencia. En segundo lugar, se ha analizado la participación de las mujeres en la ciencia en general (STEM). La investigación en esta área ha encontrado que las convenciones sociales y la interacción entre pares y familia/comunidad tienden a reforzar las creencias sobre quién hace ciencia. También se cita la falta de modelos a seguir, de referentes cercanos. Además, la investigación ha comenzado a explorar las identidades interseccionales (con discapacidad y científica, por ejemplo) como vías para comprender y mejorar las desigualdades en ciencia. En tercer lugar, la investigación ha utilizado métodos cuantitativos para correlacionar o predecir la participación de las mujeres y para identificar factores que las lleven a la física. Algunas de las variables incluyen la construcción temprana de una identidad científica, un fuerte autoconcepto y la capacidad de desafiar prejuicios. Los estudios cuantitativos también han demostrado que hay diferencias en los objetivos de hombres y mujeres y que éstas tienden, en un porcentaje alto, a metas comunitarias.
Otras circunstancias que no lo ponen fácil
Una variable a tener en cuenta es que la cultura departamental ha sido ya citada en muchos análisis como poco amable para las mujeres, excluyéndolas de procesos y experiencias de creación de camaradería e impidiéndoles desarrollar un sentido de pertenencia. Tampoco podemos olvidar que el equilibrio entre la vida laboral y familiar y la reincorporación al trabajo después de un permiso de maternidad o de cuidados resulta muy difícil para las científicas; las responsabilidades de cuidado siguen siendo principalmente asumidas por las mujeres. El tiempo que se tarda en llevar a los niños a la escuela o a los padres mayores a las citas médicas, por ejemplo, es tiempo que se le quita a la investigación, a la gestión y a la docencia y, por tanto, a la publicación y la promoción. Hay una gran cantidad de análisis que investigan estos efectos en las físicas, que confirman lo anterior y añaden el impedimento adicional de posibles microagresiones al ya «entorno frío» de los departamentos de física.
Parece que la literatura publicada confirma la percepción de que la física sigue siendo «cosa de hombres» dentro de la sociedad y, en particular, entre los estudiantes y profesores de física
Los mitos que rodean al «físico»
Los cuatro estereotipos siguientes son los más prevalentes y populares para describir a los físicos. Estas creencias fueron adoptadas por las físicas de élite entrevistadas por Jaimie, Judith y Nicola y son los rasgos que las llevaron a lograr éxitos.
1. El efecto de «llevar a cabo la masculinidad»
La adopción de la «masculinidad» en la identidad de estas participantes es una extensión de su actuación masculina exterior: reconocieron su diferencia con otras mujeres en la escuela, buscaron marcos discursivos alternativos y naturalizaron tautológicamente su identidad masculina y su deseo de sobresalir en física. Las participantes comenzaron a asociarse de forma inconsciente con la «masculinidad» y posteriormente a discriminar a otros géneros. Trataron de disociarse de lo «femenino» y se reasociaron con la «masculinidad».
Construyeron su identidad de una manera similar a Margaret Thatcher (a quien Ronald Reagan definió en 1983 como «el mejor hombre de Inglaterra») o Cecilia Payne-Gaposchkin («el mejor de Harvard», en palabras de Edwin Hubble). Esta normalización fue fundamental para las identidades de las físicas en el sentido de legitimarlas como físicas y validar su competencia y su inclusión en el grupo.
2. El efecto de «ser antisocial»
La incorporación del estereotipo «antisocial» fue parte de una actuación masculina convincente. Pero a la vez, la antisocialización interrumpió su capacidad de ser vistas como «del gremio». Parte de la habilidad para encajar en la narrativa de la física fue su disociación con una «feminidad» y su alineación con los estereotipos de «masculinidad». Sin embargo, su negativa a entrelazarse socialmente con sus colegas masculinos también las aisló, marginándolas del grupo de laboratorio, al mismo tiempo que las normalizaba dentro del marco discursivo más amplio del «físico solitario». Al sustituir el tiempo de ocio por tiempo de física, redujeron el tiempo que podían pasar como amigas, madres o esposas en sus vidas personales. Este sacrificio de tiempo, identidad y desempeño no era problemático para su carrera profesional, pero sí para sus parejas, y a menudo parecía ser la causa de una ruptura en esa relación. De la misma manera que su distancia en el trabajo las separó y aisló de sus colegas, su distancia del hogar hizo lo mismo con sus relaciones familiares.
3. El efecto de «ser intelectualmente brillante»
Su genio, tanto autopercibido como reconocido por los demás, sirvió para alinearlas aún más estrechamente con otros estereotipos sobre los físicos. La brillantez, como rasgo de identidad, suele asociarse con lo masculino. En este caso, sin embargo, su forma de actuar fue una muestra de su camino hacia el éxito y una exposición de sus méritos para el exterior. Es obvio que su inteligencia las ha llevado a conseguir logros en trabajos complejos e innovadores y a obtener los títulos de excelencia de las universidades más reputadas. Pero la declaración continua por su parte sobre su brillantez, con la exposición de éxitos intelectuales y con la ostentación de diferencias ventajosas a nivel intelectual, puede interpretarse como una tendencia a lo masculino.
Evidentemente, ser inteligente es muy útil en el camino hacia el éxito en física. Sin embargo, interiorizar la compleja triangulación de estereotipos que asocian a los físicos con la «masculinidad», la inteligencia como «masculina» y los físicos como extraordinariamente brillantes, ayudó aún más a las físicas a intentar parecerse a los físicos y convencer a sus colegas y superiores (quizá convencer a la sociedad de que son suficientemente buenas). Esta prueba un poco tortuosa de ellas como físicos fue crucial en su éxito. Mostrarse como físicas brillantes, declararlo y repetirlo, se ha convertido en parte de su identidad de modo que se ganan la estima de sus colegas y superiores.
4. El efecto de «nacer para ser físico»
El estereotipo final, «nacer para la física», reafirma y resume los otros tres estereotipos. El concepto de que los físicos exitosos tienen un talento puro e innato para la física es uno de los estereotipos analizado en estudios recientes. Las físicas de élite trataron de ponerlo de manifiesto a través de sus rasgos durante la investigación que nos ocupa. Ellas se identificaron como «físicos», de la misma manera que fueron identificadas como niñas al nacer. «Nacer para la física» y serlo es natural. Es como una identidad «objetiva» de físico, es decir, nacieron de esta manera; naturaliza su elección de carrera a pesar de las normas de género. Al afirmar que llevan la etiqueta de la física de manera genuina, pueden mostrarse simultáneamente como mujeres y representar lo masculino siguiendo una norma minoritaria. Situarse como naturales pero marginales en su ambigüedad les permitió «encajar» y «destacar» simultáneamente.
Adaptarse o cambiar el entorno
Es importante señalar que las físicas brillantes reconstruyeron sus identidades basándose en la creencia de lo que tiene que ser un físico. Esto les ayudó a ganar estima externa, cultivar un sentido de pertenencia, persistir en su campo y alcanzar el éxito internacional. No dedicaron ningún esfuerzo a cambiar la física desde dentro, sino a hacerse un lugar en entornos que con frecuencia eran tóxicos y en los que muchas veces percibieron que no eran bienvenidas.
Las físicas de este estudio construyeron sus identidades de género a través de una serie de experiencias que las alejaron de los roles de feminidad reforzada por sus pares y actuaron «masculinizándose». Como resultado, sus narrativas revelaron identidades híbridas que encapsulaban sus actuaciones femeninas, según pensaban ellas, y construyeron su identidad de género «mimetizándose» con el entorno. La masculinidad asumida por estas científicas es supuestamente la del físico académico: inteligencia superior, competencia técnica, creatividad, innovación, comportamientos asociales, alta autoeficacia y confianza en sí mismo.
No reivindicaron su espacio en situaciones hostiles sino que actuaron para adecuarse a ellas. Las físicas mundialmente reconocidas asimilaron los problemas que impiden a otras mujeres participar en la física. Al encontrar una manera de encajar recibieron reconocimiento, elogios y respeto de sus pares, lo que redujo la frecuencia de las experiencias de discriminación de género. Estos resultados se han presentado en conferencias internacionales y se ha confirmado que tienen eco entre las físicas de todo el mundo.
Repasando la epistemología de la física
La imagen mostrada es la de un campo académico que se aferra a una moralidad y jerarquía tradicionales, inamovible en sus procedimientos y sistemas. La física académica necesita cambiar hacia un entorno más acogedor y diversificado, pero a medida que el campo evoluciona con el tiempo, también necesita contar con más apoyo para aquellas personas con identidades marginadas. Las mujeres en la física académica podrían intentar crear una subjetividad única dentro de su campo que sea totalmente femenina (y de alguna manera intentar ganar el mismo reconocimiento y estima que los demás), o pueden seguir esforzándose en encajar. Por supuesto, encajar es el modelo preferido por la mayoría de las personas: implica sentir que se pertenece y que se solidifica una identidad compartida.
En este momento, después de años de intervenciones e intentos y de muy pocos avances, puede ser más útil dar un paso atrás y desentrañar las causas subyacentes. Sería bueno reevaluar la epistemología de la física y redefinir qué es la física y para qué sirve. Se sigue insistiendo en características como la objetividad y la racionalidad. No se reconoce el rasgo inherente de todas las personas que se dedican a la física y que les lleva a ser colaborativos en sus investigaciones e ideas. La física no está relacionada con tener poder sobre la naturaleza, sino con comprenderla y trabajar con ella para encontrar formas de hacer la vida más fácil a los demás. Necesitamos incorporar, en la ideología misma de la física, características que no hagan sentir a las mujeres pendientes de encajar, en estado permanente de alerta, y construirla como disciplina neutral en lugar de «ciencia dura para hombres muy inteligentes».
Es injusto alentar a las niñas a participar en física si tienen que adaptarse y someterse a una extensa negociación de identidad. La física necesita dejar espacio a personas con identidades no estereotipadas, que aporten, que innoven, que aprendan y que se ilusionen al formar parte de esta ciencia tan maravillosa, se mire por donde se mire.
Referencias
- Bug, Amy (2000). Gender and physical science: A hard look at a hard science. En J. Bart (Ed.), Women succeeding the sciences: Theory and practices across the disciplines (pp. 221–244). Purdue UP.
- Miller-Friedmann, Jaimie, Judith Hillier y Nicola Wilkin (2024). Being a physicist: Gendered identity negotiations on the pathways to becoming an elite female physicist in the United Kingdom. Journal of Research in Science Teaching, 1–35. DOI: 10.1002/tea.21980
Sobre la autora
Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.