Hay que ponerse en la India del primer tercio del siglo XX para comprender en toda su dimensión los retos a los que tuvo que enfrentarse la química Asima Chatterjee, la primera mujer en su país en obtener un doctorado, en 1938, y una investigadora cuyos descubrimientos fueron fundamentales para abrir los ojos al mundo sobre el poder de las plantas medicinales. Reconocida a nivel mundial por sus investigaciones, en su haber está el desarrollo de fármacos para el cáncer, la epilepsia o la malaria.
Asima Chatterjee nació el 23 de septiembre de 1917 en Calcuta, populosa ciudad de una India colonizada por el Imperio Británico en el que la educación de las niñas era una utopía para la inmensa mayoría, incluso en una clase media como la suya. Por fortuna, su padre, doctor en física y gran aficionado a la botánica, primero había estimulado el interés de su hija por las propiedades de las plantas y luego apoyó sin fisuras su educación. En 1936, con 19 años, la brillante Asima se matriculó en la universidad de su ciudad. Fue una de la pocas en graduarse en ciencias orgánicas, y con honores, dos años más tarde. Y no se detuvo ahí: quería hacer el doctorado, lo que logró en 1944, con 27 años. Unos meses después se casaría con otro científico, el físico y químico Baradananda Chatterjee, con quien tuvo una hija que también se convertiría en química. Se dice que los miembros del laboratorio de Asima Chatterji eran como una gran familia, entre la que se encontraba su marido, que siempre estimuló su dedicación a la ciencia.
Mientras hacía el doctorado, la joven científica ya había comenzado a trabajar con la química vegetal y la orgánica sintética con el científico Prafulla Chandra Ray (conocido como el padre de química en su país) y con el físico Satyendra Nath Bose (usamos la palabra “bosón” para una partícula elemental en honor a su apellido). También daba clases en el Lady Brabourne College de Calcuta, una labor educativa que luego compaginó con la de profesora en la Universidad de Calcuta.
Llegados a este punto, la pareja Chattterjee decidió salir fuera. En 1947, Asima pidió una excedencia y se fueron a investigar en el extranjero. Primero, en Estados Unidos, a la Universidad de Wisconsin y al Instituto de Tecnología de California, y luego a la Universidad de Zúrich, en Suiza. Fue en estos lugares donde, la investigadora comenzó a centrar su interés en las posibilidades de los activos biológicos de las plantas para la salud humana, a lo que dedicaría toda su vida científica.
Pobreza en la incipiente ciencia india
En 1950, de regreso a la India, prosiguió trabajando con las plantas medicinales del subcontinente, un lugar donde la medicina tradicional ayurveda, basada en ellas, se remonta milenios atrás, pero sobre la que el conocimiento científico era escaso. Asima puso el foco en alcaloides (sobre todo de la vinca, también llamada “planta doncella”), y cumarinas, dos de las sustancias o compuestos químicos de los vegetales. A los cuatro años, su trabajo comenzó a destacar y logró su acreditación como catedrática en Química Pura, todo un logro para una mujer de 37 años.
Pero no eran tiempos fáciles para la ciencia en general, y menos para las científicas. Una de sus estudiantes de doctorado, S.C. Prakashi, recordaría después las luchas tuvo que soportar para establecer sus investigaciones y la falta de medios con los que con los que se contaba en los laboratorios. Con su propio dinero, Asima tuvo que pagar, si quería trabajar, los productos químicos, los aparatos e incluso el gasto de análisis que sólo podían hacerse en el extranjero. También escaseaban las becas para su alumnado bajo un gobierno que daba sus primeros pasos tras la independencia, en 1947. Si querían seguir investigando, debían pagarse el costo de sus tesis, incluso su envío obligatorio a otros países para que la visaran científicos extranjeros. Todo eran problemas.
En una entrevista, una de sus alumnas señalaba:
En 1954, también fue nombrada coordinadora honoraria de un programa especial dedicado a la docencia y la investigación en química de productos naturales, que acabaría siendo la semilla del Centro de Estudios Avanzados sobre Productos Naturales creado en 1985. Con grandes esfuerzos, veía cumplido su sueño de que hubiera un instituto dedicado a las plantas medicinales para el desarrollo de medicamentos ayurvédicos y, al lado, un hospital donde realizar ensayos clínicos. Fue ahí donde centró sus esfuerzos hasta muchos años después de su jubilación oficial. Su prestigio fue creciendo y en años posteriores fue nombrada presidente de varios simposios de la UNESCO sobre fitoquímica celebrados en Kuala Lumpur (1957), Hong Kong (1961), Zúrich (1955), Australia (1960), Japón (1964), etcétera.
Un año terrible en su vida fue 1967. En cuatro meses, fallecieron su padre y su esposo, un drama cuyo dolor le acabó provocando un infarto que la tuvo muchos días entre la vida y la muerte. Sobrevivió, pero Asima cayó en una profunda depresión que solo superó gracias al empeño de sus alumnos y colegas para que volviera a trabajar.
Afortunadamente, sus actividades acabaron extendiéndose lo largo de casi 60 años, tiempo en el que descubrió las propiedades de alcaloides que se utilizan durante la quimioterapia para prevenir la multiplicación de células en pacientes con cáncer. También desarrolló con éxito un fármaco antiepiléptico y otro contra la malaria. Todos estos medicamentos fueron patentados y comercializados en la India y en el extranjero. El antipilético ‘Ayush-56’, que desarrolló a partir de la planta Marsilia minuta, aún se vende. Más de 400 artículos científicos, una veintena en las mejores revistas, avalan todos estos logros. Además, creó un área científica que sigue viva, pues muchos de sus estudiantes y doctorandos continuaron con su labor y han creado escuelas de química de productos naturales que son claves para el desarrollo de la ciencia que es la medicina basada en la naturaleza, presente hoy en todo el mundo.
Entre su legado, también está el trabajo de revisión y edición que hizo de los volúmenes sobre plantas medicinales indias que siguen siendo una referencia para la investigación: los volúmenes de Bharatiya, publicados por la Universidad de Calcuta, y la enciclopedia The Treatise of Indian Medicinal Plants, de la Sociedad de Investigación Química (CSIR). «Deseo trabajar mientras esté viva», decía. Y lo cumplió hasta el final.
Son muchos los premios y reconocimientos que recibió a lo largo de su vida, pero seleccionamos solo algunos de ellos. En 1960 fue elegida miembro del Instituto Nacional de Ciencias de la India Academy (INSA); al año siguiente, la primera mujer en recibir el premio Shanti Swarup Bhatnagar en ciencias químicas; en 1975, también fue la primera en presidir el congreso de la Asociación Ciencias de la India; y desde 1982 hasta 1990, el presidente de la India la nominó como miembro de Rajya Sabha, el Consejo de Estado. Prueba de que su popularidad traspasó fronteras es que en 2017, el buscador Google dedicó su Google Doodle al centenario de su nacimiento.
Asima Chatterjee falleció el 22 de noviembre de 2006 en una residencia de ancianos en Calcuta. Tenía 89 años.
Referencias
- S.C. Pakrashi, Asima Chatterjee, Academia India de Ciencia
- Vera Koester, Asima Chatterjee – Pioneer of Her Time, ChemistryViews, 22 septiembre 2022
- Julie Banerji, Asima Chatterjee, Biog. Mem. Fell. NSA, N. Delhi 32 (2007) 179-215
- Julie Banerji, Women Scientists of India: Dr. Asima Chatterjee, Google Arts&Culture
- Wikipedia (castellano e inglés)
Sobre la autora
Rosa M. Tristán es periodista especializada en la divulgación científica y ambiental desde hace más de 20 años. Colabora de forma habitual en diferentes medios de prensa y radio de difusión nacional.
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