La reina de los helechos, Betty Molesworth

Vidas científicas

Os presento a Betty Molesworth, una botánica neozelandesa muy conocida en la villa de Los Barrios en Cádiz. Ella es la reina de los helechos o, para hablar con propiedad, la reina de los pteridófitos.

Betty Molesworth en el Jardín Botánico
de Singapur (1961). Fuente: ResearchGate.

Me imagino que la primera pregunta que os surge es por qué una botánica neozelandesa es conocida en Los Barrios en Cádiz, villa en la que existe un parque botánico que lleva su nombre.

Empecemos por el principio. Betty Eleanor Gosset Molesworth Allen nació el 21 de julio de 1913 en Opotiki, Nueva Zelanda. Era hija de Arthur Parnell Molesworth, un granjero de París, y de la londinense Nellie Maude Molesworth.

Su padre era un gran aficionado a la ornitología así que, desde su infancia, Betty le solía acompañar en sus paseos por el maravilloso paisaje de Opotiki para realizar reconocimientos de aves. Su madre, por su parte, era una amante de la jardinería. Del mismo modo que avistaba aves con su padre, Betty cultivaba plantas con su madre, lo que le permitió aprender a reconocerlas y nombrarlas. Estas tareas que llevaba a cabo con sus padres llegaron a la vida de Betty de forma natural y, teniendo en cuenta la historia de su vida, le marcaron el rumbo de sus estudios y sus intereses, ya que creció muy vinculada a la naturaleza, a la que amaba y observaba con interés.

De la enfermedad a la botánica

Lamentablemente Betty no gozaba de buena salud por lo que se vio obligada durante su infancia y su juventud a ir de hospital en hospital. Nuestra reina de los helechos padeció polio, tuberculosis e incluso cáncer.

Sin embargo, su salud no fue ningún obstáculo para que Betty fuera una buena científica. Su búsqueda de respuestas a las preguntas que como conocedora de las plantas se hacía, la llevaron a investigar y aprender. Tenía ganas y muchísimo interés.

Debido a su mala salud y a las continuas visitas a hospitales no tuvo la oportunidad de graduarse en la universidad. Este hecho no supuso ningún impedimento para que siguiera estudiando el mundo vegetal.

En su vida se cruzó la Doctora Lucy Cranwell Smith que desde 1929 era conservadora botánica en el Museo de Auckland. Ella fue quien animó a Betty a aprender sobre biología sistemática, la parte de la biología encargada de clasificar las especies a partir de su historia evolutiva. Partiendo de esta área de la biología llegó al taxón Pteridophyta, comúnmente conocido como helecho.

¿Por qué ese interés en concreto? Seguramente porque los helechos son reliquias botánicas vivas. Tuvieron su origen hace unos 416 millones de años. Se han encontrado algunas hojas de helechos petrificadas en fósiles. Lo curioso es que siendo tan interesantes y antiguos, no les prestamos demasiada atención. Posiblemente porque no tienen flores y no se comen. Son bellezas de la naturaleza que, en lugares con claridad, humedad y sin luz directa, crecen muy bien.

Resulta fácil comprender por qué Betty se enamoró de estas preciosas plantas. Sus muestras de especímenes han quedado registradas en el museo de Auckland. En la imagen podéis ver uno de los registros que dejó en el museo de la recogida de ejemplares que llevó a cabo. Su buen hacer y su trabajo la llevaron a ser la botánica del museo de Auckland entre 1944 y 1947, cuando la Doctora Cranwell se trasladó a Estados Unidos. Allí desarrolló una gran labor con las colecciones que realizó para el herbario.

Imagen de una muestra recogida por Betty Molesworth para el Museo de Auckland.
Fuente: New Zealand Regional Botanical Society.

Flora tropical

Con su experiencia en el museo de Auckland consiguió una beca de la Universidad de Basilea en Suiza para estudiar la flora de las islas del Pacífico que culminó con un trabajo de campo en Nueva Caledonia. Betty, preocupada por su falta de experiencia en vegetación tropical, planeó darse un curso intensivo de tres meses en Malasia antes de comenzar el programa de Basilea. Un año después de su llegada allí en 1947, conoció y se casó con Geoffrey Allen, un comerciante, piloto de combate y ornitólogo aficionado.

Contrajeron matrimonio el 20 de abril de 1948 y a partir de entonces viajaron por Malasia, Borneo, Tailandia y por todo el sudeste asiático publicando sus observaciones.

En este artículo de The Times cuentan que Betty y Geoffrey, en los años en los que vivieron por aquellas latitudes, no se dedicaban mucho a mantener las normas sociales que dictaba la colonia británica. Por esa razón fueron socialmente olvidados lo que, a la larga, supuso que la ciencia se beneficiara de ello, ya que tuvieron más tiempo para dedicar a sus expediciones. En la misma publicación difunden unas declaraciones de Betty referidas a una unidad del ejército británico que tuvo problemas en un profundo barranco en el Monte Kinabalu en 1990:

Ahora tienen senderos, escalones y pasamanos hasta la cima. Nunca lo hicieron cuando lo subimos. Tuvimos que abrirnos camino a través de la jungla. ¡Esos hombres tuvieron todo ese tiempo en ese barranco y no recolectaron un solo helecho! Habría dado cualquier cosa por meterme en eso. ¡Que desperdicio!

Estas palabras reflejan que su interés por la búsqueda de helechos y otras plantas la llevaron por caminos complicados y peligrosos. Su afán por conocer no le impidió seguirlos a pesar de las dificultades que suponían.

Trabajó para el Jardín Botánico de Singapur desarrollando sus conocimientos sobre los helechos. Durante aquellos años publicó varias obras sobre la flora asiática, sus frutos y los helechos. En 1967 junto con Richard Eric Holttum, director del Jardín Botánico de Singapur, escribió sobre los helechos arborescentes de Malasia. Sus especímenes también aumentaron enormemente los herbarios de helechos de las grandes colecciones botánicas del mundo, entre ellas el Smithsonian y el Real Jardín Botánico de Kew.

El matrimonio permaneció recopilando muestras en lo más remoto y peligroso del interior de la selva hasta que en 1960 decidieron cambiar el rumbo de su vida.

La vida en el Sudeste asiático en los años 60 no era sencilla, la proliferación de guerrillas activas no hacía fácil moverse con libertad y seguir aprendiendo de la naturaleza. Explorar el entorno y sus vegetales se volvió peligroso, así que Betty y su marido, ni cortos ni perezosos, pusieron rumbo a la localidad gaditana de Los Barrios.

Una neozelandesa en Cádiz

¿Por qué Los Barrios? Sencillo, está cerca del Estrecho de Gibraltar por lo que el paso de aves migratorias está garantizado. Allí encontraron una combinación perfecta para disfrutar de la naturaleza, fotografíar aves y buscar plantas.

La casa de Betty estaba en la carretera que une Algeciras con Jerez de la Frontera, lo que le permitió explorar las inmediaciones y recorrer lo que, con el tiempo, se convirtió en el Parque Natural Los Alcornocales.

Una curiosidad sobre sus descubrimientos es que, un siglo antes, el insigne botánico alemán Heinrich Moritz Willkomm, había desechado la presencia del Arisarum proboscideum (que no se trata de un helecho) en la zona. Sin embargo, nuestra reina de los helechos lo encontró. Evidentemente, eso supuso alguna que otra discusión de las habituales en estos casos, «que si no tienes educación formal», «que si eres una mujer». Tonterías. Lo encontró y lo tuvieron que reconocer.

Arisarum proboscideum. Fuente: Meneerke Bloem.

En 1965 la revista The British Gazette publicaba un breve artículo de Betty en el que decía que había encontrado cerca de Algeciras una colonia de Psilotum nudum en una grieta de una roca. Es un helecho del que apenas existen 200 ejemplares y que se encuentra distribuido por las zonas intertropicales, Macaronesia y Cádiz. Las poblaciones estudiadas se localizan en la comarca del Campo de Gibraltar, precisamente donde Betty los encontró. En la actualidad se encuentran en situación de riesgo ya que no se ha conseguido reproducirlos.

Betty, en su búsqueda de especímenes, encontró y citó los helechos que se encontraban en la zona, entre los que se incluyen Trichomanes speciosum, Cyclosorus dentatus o Diplazium caudatum.

Entre los y las botánicas suele ser habitual usar su nombre o el de otra persona a la que quieren honrar para nombrar la especies que descubren, y nuestra Betty cuenta con algunas plantas epónimas: Centaurea molesworthiae, Narcissus alleniae y Alsaphila alleniae, nombradas por Holttum.

Con sus publicaciones en periódicos y revistas logró dar a conocer la flora europea, la ibérica y, por supuesto la andaluza, al mundo. Betty es de esas mujeres que han pasado desapercibida para muchos, entre los que mi incluyo, si no fuera porque el también botánico Eduardo Bazo Coronilla me habló de ella. No es una mujer especialmente conocida, sin embargo, cuenta con el reconocimiento científico y civil que se merece.

En 1991 fue nombrada hija predilecta de Los Barrios donde había explorado la belleza del entorno, los paisajes y la flora.

En 1995 la Sociedad Linneana de Londres reconoció su labor naturalista y, en la New Zealand Women in Science, está incluido su nombre junto con el de las más notorias investigadoras y científicas de su país de origen.

En 1997 Birthday Honours de la Reina de Inglaterra fue nombrada Officer of the British Empire (OBE), en la sección de Diplomatic Service and Overseas list.

Durante sus años de exploración, de forma totalmente desinteresada, envió muchísimos ejemplares de las plantas que recolectaba a la Universidad de Sevilla con cuidadosas anotaciones llenas de información.

Tras una vida dedicada a la botánica y, en especial, a los pteridófitos falleció en 2002. Sus restos descansan en Los Barrios.

Psilotum nudum. Fuente: Forest & Kim Starr.

Los trabajos que realizó en la zona pueden considerarse los inicios para la creación del Parque Natural de los Alcornocales. Y, en reconocimento a su tarea, en 1995 se inaguró el parque Botánico Betty Molesworth. Lo cierto es que en la actualidad parece que no está todo lo bien cuidado que Betty se merece.

Una mujer curiosa

Betty Molesworth. Dibujo de
Ane Laburu (estudiante, 15 años).

Para acabar, me gustaría contaros algunas curiosidades sobre su vida. La primera es que cuando quiso ingresar en la Fuerza Aérea Auxiliar Femenina, pensó que para su ingreso iban a hacerle una radiografía de tórax, lo que probablemente revelaría sus problemas pulmonares y no le permitirían su participación. Para evitarlo, el día anterior a su evaluación médica, subió a una cima elevada para justificar ante el examinador médico su baja capacidad pulmonar. La segunda curiosidad es que este año la Diputación de Cádiz ha editado una agenda en la que se da visibilidad a las mujeres gaditanas que superaron barreras en un mundo de hombres, y entre ellas encontramos a Betty. La última curiosidad es que he descubierto que en el museo de Auckland aparece su nombre y, clicando sobre él, existe la posibilidad de poner una flor en su memoria. Es una pena que no sea conocida con todo lo que aportó esta botánica. En el momento de escribir estas líneas hay una única florecilla que he dejado en su honor, espero que ahora que conocéis la historia de esta magnífica mujer le dejéis algunas flores. Podéis hacerlo en este enlace.

Si tenéis la oportunidad, os animo a dar un paseo por su parque y si, en algún momento, os encontráis con un helecho en vuestro camino, acordaos de ella.

Obras de Betty Molesworth Allen

Agradecimiento

Mi más profundo agradecimiento a Eduardo Bazo Coronilla, que en su intento de ampliar mis conocimientos botánicos, me habló de esta maravillosa mujer. En especial le agradezco que haya compartido conmigo mucha de la información que me ha permitido contaros esta historia. Eduardo Bazo es licenciado en biología por la Universidad de Sevilla y autor de Con mucho gusto: un menú cuajado de historias botánicas (2021) y de La vida secreta de las plantas (2023).

Referencias

Sobre la autora

Sonia Fernández, socióloga. Se dedica a la enseñanza, en especial de Cultura Científica. Es una curiosa patológica y una gran fan del futuro.

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