Un fallo en la metacognición: el efecto Dunning-Kruger

Ciencia y más

Cuando alguien no tiene un dominio amplio sobre alguna materia y, aun así, sobrevalora sus capacidades en dicho campo, sufre las odiosas consecuencias de un sesgo cognitivo.

Representación gráfica del efecto Dunning-Kruger.

¿Qué es el efecto Dunning-Kruger?

Hay personas que no son conscientes de su ignorancia y pretenden dar una impresión de dominio que suele resultar exagerada. No es sencillo valorar su grado de conciencia sobre sí mismas y hasta dónde perciben su falta de desempeño respecto a un tema concreto. En la década de 1990, David Dunning y Justin Kruger investigaron esto: hasta qué punto las personas incompetentes eran incapaces de saber que lo eran debido precisamente a su propia incompetencia. Analizaron la premisa siguiente: aquellas personas con conocimientos limitados sobre alguna temática no sólo generan conclusiones equivocadas incurriendo en errores constantes, sino que su propia incompetencia les inhabilita para darse cuenta. Para estos psicólogos, este sesgo era el resultado «del error en la percepción de uno mismo, de un fallo en la metacognición».

En sus investigaciones, Dunning y Kruger seleccionaron un grupo de estudiantes y los evaluaron en gramática, sentido del humor y razonamiento lógico. Una vez hecho el test, pidieron a los estudiantes que se pusieran nota a sí mismos de 1 a 10 con respecto a la forma en que habían contestado la prueba. El resultado que obtuvieron fue que la mayoría de los estudiantes se evaluaron por encima de la media de su prueba. Lo curioso de dicha autoevaluación fue que los menos preparados para hacer ese test fueron los que más sobreestimaron sus capacidades y más nota se pusieron. Por el contrario, los estudiantes con mayor competencia subestimaron sus habilidades y se calificaron por debajo de su nota real.

Sin embargo, esto no fue lo más llamativo. Cuando los estudiantes recibieron las respuestas a las preguntas de las pruebas, se les pidió que hicieran una nueva autoevaluación de su desempeño. Los más competentes emitieron un juicio acorde con los resultados. Por su parte, los más incompetentes no cambiaron el juicio que habían hecho en la primera evaluación. Teniendo en cuenta esto, Dunning y Kruger llegaron a las siguientes conclusiones:

  1. Las personas incompetentes tienden a sobreestimar sus capacidades de manera bastante pronunciada.
  2. A las personas incompetentes es imposible explicarles o hacerles entender el nivel de su incompetencia.
  3. El único modo efectivo que existe para no ser víctima del síndrome Dunning-Kruger consiste en aumentar nuestro propio conocimiento.

Este fenómeno se apoya en un pilar doble en el que las personas no sólo son incompetentes, sino que esa misma incompetencia les impide apreciar el nivel de su propia incompetencia.

La teoría del efecto Dunning-Kruger se nutrió de muchos estudios más. En uno de ellos, los psicólogos invitaron a un grupo de participantes a poner a prueba su conocimiento de términos relacionados con la política, la física y la geografía, entre otros. Los investigadores mezclaron términos reales con términos ficticios y se dieron cuenta de que aquellas personas que decían ser expertas en los temas seleccionados tendían a afirmar con más frecuencia que conocían los términos inventados por los psicólogos. Tal y como dijo Dunning, el gran problema con la ignorancia es que la sensación que produce es casi la misma que provoca la sabiduría. Dicho de otro modo, el gran enemigo del conocimiento no es la ignorancia sino la ilusión del conocimiento.

Los escasos estudios existentes sobre las bases neuronales de este efecto apuntan a un procesamiento de información distinto: cuando en un estudio reciente se les pidió a los participantes que se evaluaran a sí mismos, las personas expertas en ese campo tendieron a confiar en sus recuerdos y experiencias previas, lo que les llevó a infravalorarse. Por su parte, las personas inexpertas recurrieron a su propio exceso de confianza que sobreestimó su desempeño. En resumen, la memoria episódica parece tener un papel significativo en los juicios metacognitivos de superioridad ilusoria.

¿Cómo evitar caer en el Dunning-Kruger?

Una buena estrategia para evitar este sesgo es cuestionarse las propias opiniones. Muchas veces las tomamos por ciertas sin preguntarnos por el origen de estereotipos y prejuicios, inercias y convencionalismos. También es importante buscar información verídica, actualizada, científica, fiable, etc. Si dejamos de aprender, probablemente tendamos a exagerar lo que sabemos «sentando cátedra». La falta de conciencia o el autoengaño, sin autocrítica ni intención de reparar errores, puede tener consecuencias nefastas. Se racionaliza la visión estrecha de una realidad falsa a conveniencia de las propias creencias.

Para no caer en el Dunning-Kruger existen unas pautas muy sensatas que a veces se nos olvida poner en práctica:

  1. Optar por la humildad

Es muy saludable aceptar la propia ignorancia: “no estoy segura”, “me había equivocado” o “no tengo información fiable para dar mi opinión”.

  1. Fomentar la curiosidad

Esta es la clave ya que cuanto más aprendemos, mayor será la probabilidad de emitir juicios equilibrados y de ser conscientes de la complejidad de cualquier tema; de saber que no sabemos, o que sabemos muy poco.

  1. Evitar la confirmación de prejuicios

Es decir, hay que alejarse de fuentes que ayuden a confirmar las propias creencias y puntos de vista; mejor ampliar con otras perspectivas.

  1. Huir de insultos durante las discusiones

Es casi imposible mantener una discusión con alguien que sufre el efecto Dunning-Kruger. Se puede caer fácilmente en argumentaciones subidas de tono que no resuelven nada. Con interlocutores intransigentes, la opción del silencio es muy interesante.

  1. Admitir que se puede padecer el síndrome

Podemos estar equivocados en nuestras opiniones o quizá nos falten datos o no hemos profundizado, etc.

Todos somos susceptibles de sufrir dicho síndrome. Aprender y abrir la mirada son las mejores armas para combatir este sesgo.

Los cuñados en la vida real y en la virtual

En redes sociales no falta la ocasión en la que aparece el típico listo que pretende tener en su cerebro toda la sabiduría humana sobre cualquier tema. Puede tratarse de la última ley educativa, de datos organolépticos y maridajes supremos en vinos, de los horrores de los transgénicos o del amimefuncionismo en cuestiones de salud. Da igual.

Opinar constantemente de todo y sobre cualquier tema en redes, se considera uno de los principales amplificadores de este sesgo cognitivo; podemos relacionar esto con el auge de tantas teorías conspiranoicas. Esta plaga de soberbios es uno de los problemas más serios que tenemos en nuestros proyectos personales, afectivos o laborales, pero también constituye una amenaza para la sociedad ya que son muchos los líderes mundiales que han mostrado padecer este efecto de manera peligrosa en los últimos años.

Las personas afectadas por este fallo metacognitivo tienen características inconfundibles: suelen elevar el volumen de la voz , no asumen sus errores, sólo ven el mundo desde su propia perspectiva, no ofrecen disculpas como consecuencia de lo anterior, no hacen nada para arreglar el desperfecto ocasionado porque no ha sido cosa suya, es normal que decepcionen a los demás y es poco común que muestren empatía. Su confianza en sí mismos es absoluta y no necesitan ponerse en el lugar del otro para contar con puntos de vista diferentes a los suyos.

Es esencial detectar este sesgo en los demás o en una misma, en uno mismo, y seguir trabajando la autoconfianza sin caer en la arrogancia de pretender saber de todo que nos convierte en ególatras que no dan opción al diálogo.

El reto está en encontrar el equilibrio entre esa seguridad en nuestro conocimiento y cuidar la dignidad de los demás, entre esa seguridad en una misma y una buena dosis de humildad, entre esa confianza en lo que sabemos y la opción siempre abierta de seguir aprendiendo.

Es imprescindible valorar el daño que este efecto Dunning-Kruger puede hacer a la ciencia en todos sus niveles, sobre todo si se detecta en personas con poder. No es necesario indicar quienes lo ejercen y quienes padecen sus consecuencias.

Como dijo Bertrand Russell,

El principal problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo, mientras que las personas inteligentes suelen tener muchas dudas.

Referencias

Sobre la autora

Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.

8 comentarios

    • Muchísimas gracias, LAURA. Hice un montón de búsquedas y parece que el efecto DK no tiene género. Lo que sí encontré fueron muchos estudios analizando la percepción de la propia inteligencia y las mujeres salimos perdiendo. Además, en carreras STEM hay mayoría de hombres con poder, sobre todo en algunas que todas conocemos. Por lo tanto, blanco y en botella si alguno tiene la desgracia de sufrirlo. Piensa en doctorandas o en jóvenes investigadoras. Besos

      • Gracias, Marta.
        He encontrado este estudio que tuvo en cuenta el género y para ver los efectos, los investigadores dividieron el concepto de «overconfident» en «overestimation» (sobrestimación del propio conocimiento) y «overplacement» (sobrestimación de su conocimiento personal respecto a la media del conocimiento de personas de su mismo género). En ese caso encontraron que el efecto afecta a hombres y mujeres cuando se utiliza el concepto de sobrestimación, mientras que cuando utilizan la idea del «overplacement», el efecto solo se da en hombres. Vaya, que parece que en el caso de los hombres, no solo sobrestiman su conocimiento, sino que también piensan que saben mucho más en eso que la media de los hombres y en el caso de las mujeres se limitan a sobrestimar su conocimiento individual.
        Puesto que en tu artículo hablas de la sobrestimación a la que se refiere el efecto, en general, como tú bien decías, parece no haber efecto por género.

        Dejo aquí el artículo por si puede ser de interés: https://scripties.uba.uva.nl/search?id=687496

        Y, de nuevo, muchas gracias.

  • Excelente el artículo, es de valiente decir no se, voy o vamos a investigar.

    • Sí, estoy de acuerdo, Cecilia. Es valiente y honesto y hace avanzar la ciencia. Bueno, la ciencia y la sociedad en general. Admitimos errores y seguimos aprendiendo Muchísimas gracias

  • Que artículo tan interesante y ameno, Marta. La verdad es que -basándome únicamente en mi experiencia personal y, últimamente, en las respuestas y comentarios que observo en una red como Linkedln, que reúne a multitud de profesionales- vinculo el efecto Dunning-Kruger más con el sexo masculino que el femenino. No sé si tendrá que ver con el síndrome del impostor, pero me da la impresión de que las mujeres suelen estar más abiertas al debate (por supuesto, hay excepciones) que a sentar cátedra.

    • Gracias, Carmen. Sí, yo también creo que es así… aunque tenemos que superar el síndrome de la impostora porque a veces nos cerramos puertas nosotras solas, la humildad es una gran virtud para aportar lo que sabemos sin dejar de aprender. Sentar cátedra no es nada bueno… en mi opinión. Un saludo afectuoso.

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