Norah Urquhart, o cómo reclutar a cientos de voluntarios para encontrar dónde vuelan las mariposas monarca en invierno

Vidas científicas

Observar el comportamiento de los animales y sus cambios nos dice mucho del estado de la naturaleza a nuestro alrededor. Los cambios en las migraciones de aves e insectos son una señal, a día de hoy, de los cambios en el clima mucho más evidentes a simple vista que las tendencias en los datos de temperaturas y precipitaciones, algo menos perceptible para nuestros sentidos por sí solos.

Norah y Fred Urquhart. University of Toronto Magazine.

Observar las migraciones es algo que los zoólogos y naturalistas llevan siglos haciendo. Observar… y hacerse preguntas. Como la que se hicieron Norah Urquhart y su marido Fred durante décadas. Tras observar a miles de mariposas monarca revolotear durante los meses de verano en su ciudad, Toronto, en Canadá, y ver cómo, año tras año, ya no quedaba ninguna al llegar el invierno, Norah y Fred se preguntaban ¿dónde están estos bichos ahora? Años después y gracias a la colaboración de cientos de voluntarios, lograron encontrar la respuesta.

Contagiada de la pasión por las mariposas

No sabemos mucho de la biografía personal de Norah Roden (su apellido de soltera, adoptaría el nombre de Norah Urquhart al casarse), más allá de que había hecho estudios de sociología. Se casó con Fred, que era entomólogo y un apasionado de las mariposas en 1945. Ella no sentía esa pasión al principio, aunque terminó contagiándose y reconociéndose que le habría sido más difícil “si hubiesen sido insectos feos”.

La intriga por encontrar el lugar donde migraban las mariposas monarca ocupó sus cabezas durante años, así que trabajaron para encontrar un método con el que seguirlas y poder encontrarlas. Ya habían probado a pintarles las alas o a pegarles etiquetas con pegamento, entre otros métodos, pero nada había funcionado por el momento. “Con el tarro de pegamento terminamos teniendo un desastre pegajoso de mariposas pegadas unas a otras”, explicaría Fred. Finalmente desarrollarían unas etiquetas adhesivas de papel en las que escribían “Enviar Zoología, Universidad de Toronto, Canadá”.

Mariposa monarca etiquetada. Wikimedia Commons.

En 1952 publicaron un artículo en la revista Historia Natural en el que contaban su trabajo, sus esfuerzos por hallar el lugar de migración de las mariposas y pedían voluntarios para su tarea de marcado de ejemplares. Recibieron cientos de respuestas de gente ofreciéndose a ayudar, a la que enviaron etiquetas adhesivas para seguir con el trabajo de etiquetado de ejemplares. Norah y Fred, por su parte, pasaban mucho tiempo en desagües y alcantarillas recogiendo larvas para seguir con su estudio.

Creando la etiqueta perfecta

También siguieron perfeccionando las etiquetas, hasta desarrollar una de tamaño y forma óptimos, que no dañaba las alas de las mariposas, que no se desprendía durante su viaje y en las que además de la dirección de envío se podía anotar un código individual. Enviaron miles de estas nuevas etiquetas con instrucciones precisas “a unas 600 personas, estudiantes de instituto, amas de casa, abogados, doctores… cualquiera entre 12 y 84 años”, explicaría Fred más adelante.

Su primera hipótesis era que las mariposas monarca pasaban los veranos en Florida, al sur de Estados Unidos. Pero para 1966 esa idea quedó descartada: recibían algunas etiquetas, pero no las suficientes como confirmar una llegada masiva de mariposas. Decidieron mirar más al sur y en 1970 publicaron una carta en una revista mexicana haciendo un llamamiento a los naturalistas del país para que estuviesen atentos a posibles hallazgos de mariposas y de etiquetas.

Pronto recibieron la respuesta de Kenneth Brugger, un ingeniero americano que trabajaba en México. Al principio Brugger no sabía mucho de mariposas monarca. “¡Al principio nos enviaba ejemplares que no se parecían en nada a mariposas monarca! Pero no podíamos haber tenido un asistente de investigación mejor”, contaría Urquhart. Brugger fue aprendiendo a identificar la especie en cuestión, y además se casó con una mujer mexicana, Cathy Aguado, que era también una apasionada de las mariposas. Ambos mostraron ejemplares de monarca a leñadores locales que les aseguraron haber visto decenas de ellas en las montañas del lugar.

El lugar donde duermen las mariposas en invierno

Mariposas monarca.

El 9 de enero de 1975, Kenneth les llamó desde México: él y Cathy habían encontrado una enorme colonia de mariposas monarca en las montañas de Sierra Madre. En aquel momento, Fred estaba en el hospital y tuvieron que esperar un año para poder viajar allí y verlo en directo. Tras una extenuante subida, llegaron a la zona donde miles de mariposas cubrían cada centímetro del suelo y de los árboles. Algunas de ellas llevaban las etiquetas de los Urquhart. Habían encontrado por fin el lugar que buscaban, el sitio donde migraban cada invierno las mariposas que sobrevolaban Toronto en verano después de hacer un viaje de miles de kilómetros.

El suyo se consideró uno de los descubrimientos más importantes de la historia natural del siglo XX, y ellos dos son una referencia en la investigación y la conservación de las mariposas monarca. Tras localizar el lugar donde vuelan estos insectos cada año, pusieron en marcha iniciativas para protegerlo del daño que ya empezaba a sufrir a causa de la deforestación y el turismo. También cambiaron la perspectiva respecto a la capacidad de animales en apariencia pequeños y delicados de realizar grandes desplazamientos y la necesidad de la cooperación internacional para protegerlos.

Prolongaron su investigación y el uso de las etiquetas en ejemplares hasta 1992, y en todos esos años recibieron la colaboración voluntaria de miles de personas en Canadá, Estados Unidos y México. En 1998 ambos recibieron la Orden de Canadá, un reconocimiento por cómo “la dedicación de toda su vida a la migración de los insectos ha despertado la conciencia medioambiental de todos, de científicos a niños en edad escolar. Han compartido generosamente su conocimiento sobre el importante papel que juegan los insectos en los ecosistemas sanos y nuestra responsabilidad en la supervivencia del planeta al cuidar de las especies frágiles”.

Norah Urquhart murió el 13 de marzo de 2009. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza declaró la mariposa monarca como una especie en peligro de extinción el 20 de julio de 2022.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.

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