Hacer múltiples tareas a la vez no es cosa de mujeres sino de entrenamiento

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Todas las personas tenemos la capacidad de entrenar una función cognitiva que nos permite abrir varias tareas a la vez. Llevamos un ritmo de vida que exige la realización de muchas actividades de manera simultánea, tanto en un contexto familiar como en uno laboral. La ciencia se plantea esta cuestión y existen investigaciones recientes que muestran hallazgos relevantes en cuanto a las redes neuronales implicadas en la atención y control en la multitarea. Se analizan también el precio que se paga por ejercer el multitasking, las consecuencias físicas y mentales, la predisposición para ello y si las mujeres son más multifuncionales que los hombres.

Imagen: Pixabay.

Poco tiempo y mucho que hacer

Somos conscientes de que el tiempo es un bien preciado y escaso y esto hace que nos enfrentemos al día a día con ansiedad y estrés al considerar que debemos sacar provecho a cada minuto. Con esta fugacidad temporal, la multitarea parece la única solución. Pero ¿lo es realmente?

Se llama multitarea a la capacidad de realizar a la vez múltiples funciones mentales de forma eficiente, como por ejemplo leer con la televisión de fondo, contestar un correo mientras hacemos una búsqueda por internet o dar vueltas a la cazuela a la vez que vigilamos al perro y preguntamos la lección a nuestra hija. La consideramos una cualidad muy positiva y muchas personas creen que cuentan con esta habilidad y presumen de ello. Sin embargo, un estudio de la Universidad de Utah demostró que no estamos diseñados para hacer varias tareas a la vez. La investigación se llevó a cabo con 310 estudiantes (76 mujeres y 134 hombres), con una media de edad de 21 años. Se programaron actividades relacionadas con dispositivos digitales: mensajería, redes, elección de música, búsquedas en internet, etc. Surgieron correlaciones relevantes entre los efectos de las distintas pruebas y los cuestionarios: las personas que realizaron múltiples tareas al mismo tiempo eran propensas a ser impulsivas, es decir, que buscaban nuevas experiencias digitales cada vez, confiaban en su competencia de multifuncionalidad, pero resultaron ser menos eficientes para cumplir todos los objetivos que debían llevar a cabo simultáneamente.

El mito de la mujer multitarea

Hemos oído que las mujeres llegamos a todo, que organizamos casa, niños, trabajo y relaciones sociales; que podemos preparar un informe y estar pendientes del horno, mientras esperamos a que acabe la lavadora. Pero ¿es real este estereotipo? A estas alturas, ya tenemos claro que no existen diferencias biológicas entre el cerebro masculino y el femenino; desde ese punto de partida, un estudio llevado a cabo por los investigadores Patricia Hirsch, Iring Koch y Julia Karbach, de la Universidad Técnica de Aquisgrán en Alemania, ha descartado que las mujeres, al llevar a cabo varias actividades a la vez, lo hagan mejor que los hombres. Después de recopilar información de hombres y mujeres sometidos a una prueba de varias tareas simultáneas y a otra de tareas secuenciadas, determinaron que hacer varias cosas a la vez demanda una modificación del foco de atención que lleva añadida un desgaste. Este coste se traduce en una menor velocidad para acabar cada tarea y una disminución en la eficacia. Además, a nivel cognitivo, la multitarea erosiona mucho más el estado mental que la monotarea, o la secuencia de tareas que se empiezan y se acaban por orden. Por otro lado, los resultados del estudio no lograron probar ninguna discrepancia sustancial entre ambos sexos.

Mejor monotasking

Una salud mental dañada puede tener entre sus causas un estilo de vida multitarea. Es frecuente el error de apreciar como un mérito la capacidad de realizar varias tareas a la vez: se valora como un rasgo de eficiencia y alto rendimiento. Según Earl Miller, neurocientífico del MIT, cuando las personas creen que están realizando varias tareas, en realidad están cambiando de una actividad a otra con mucha velocidad. Cada vez que se dan estos cambios hay un coste cognitivo. Este cambio repentino de actividad genera una respuesta de dopamina en el cerebro que estimula el paso a la siguiente tarea para activar otra vez el circuito de recompensa, para sentir la sensación tan gratificante de poder con todo, de resolver muchos quehaceres diarios. Esto genera un ciclo que se retroalimenta y resulta perjudicial y que crea la percepción de ser eficiente y productivo. Quizá echemos en falta una dosis de pensamiento crítico en esta vorágine de actividades físicas y mentales, de anticipación, resolución de objetivos y discriminación de información.

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Otras consecuencias de llevar a cabo varias actividades a la vez son el agotamiento, fallos en la memoria de trabajo y deficiencias en la atención. Esta es la conclusión de un estudio liderado por la Universidad de Stanford centrado en los heavy media multitaskers, personas habituadas a utilizar varios dispositivos digitales a la vez. La investigación señala que estas personas también acusan una bajada importante en su cociente intelectual similar a la que puede medirse cuando no dormimos una noche. Sabemos además que el multitasking aumenta la producción de cortisol, una hormona que genera estrés.

El estereotipo nos esclaviza

Durante mucho tiempo hemos defendido el mito de las extraordinarias mujeres que hacen de todo y pueden con todo. Sin embargo, ya hemos visto que esto no es así, que no hay diferencias en las aptitudes mentales de hombres y mujeres. En el estudio antes citado, las investigadoras no pudieron corroborar ninguna diferencia entre ambos sexos. «Sin embargo, los resultados de los estudios son muy heterogéneos», dice Patricia Hirsch. «Hay estudios que concluyen que las mujeres son mejores en la multitarea; en otros, los hombres. En algunos no se aprecian diferencias».

Es todo cuestión de entrenamiento; de entrada, todos somos malos en esto de la multitarea. En la actualidad hay toda una serie de metaanálisis, cuyos resultados son evidentes: no hay diferencia entre hombres y mujeres. En general, las personas no son buenas realizando varias cosas al mismo tiempo por dos razones: una de ellas es que el cerebro humano tiene límites en sus recursos cognitivos y otra que tendemos a pensar y actuar de forma focalizada en aspectos esenciales. Es decir, que nuestro cerebro está todo el tiempo filtrando información: «Cada segundo, nuestro cerebro se enfrenta a un volumen de datos de once millones de bits, pero conscientemente solo podemos percibir de once a sesenta bits. La multitarea es contraria a la evolución de nuestro cerebro», según Miller.

El ser humano puede hacer varias cosas al mismo tiempo si estas están automatizadas, de la misma manera que una conductora experimentada puede cambiar, acelerar y permanecer en el carril sin ningún problema, mientras que una principiante lo pasa realmente mal ante esa misma situación. Todas esas tareas que creemos hacer a la vez no se ejecutan de forma completamente sincronizada, sino que se procesan una detrás de otra, como si estuviesen en una cola a la espera de su turno Es también habitual dejar varias sin terminar y volver más adelante sobre ellas.

Podemos mejorar

«Las personas multitarea o se han esforzado mucho o tienen un alto grado de autodisciplina y concentración. Para ello, es necesario contar con una corteza frontal que funcione. Y esta tiene que entrenarse», asegura el neurocientífico. La multitarea exitosa requiere la capacidad de mantener alejados los estímulos externos y concentrarse al máximo en lo que se está haciendo. Después de todo, es más difícil resolver dos tareas simultáneamente que una sola. Sin embargo, tenemos que ser conscientes de las ventajas demostradas de la diversificación de tareas, por ejemplo, la resolución creativa de problemas se beneficia del cambio de tareas al disminuir la focalización obsesiva y lineal en encontrar una solución.

El hecho de que podamos cocinar, hablar por teléfono y jugar con un niño pequeño al mismo tiempo es un logro individual y el resultado de una corteza frontal bien entrenada. No es una etiqueta con la que se nace por ser mujer.

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Tenemos aquí la clave: el entrenamiento es fundamental para llevar a cabo varias tareas al mismo tiempo, o para secuenciarlas todas e ir resolviendo. También es cuestión de práctica recabar información relevante para una tarea y descartar la que no nos sirve, mantener esos datos en la memoria y retomarlos cuando volvamos sobre esa actividad que quedó abierta, sin acabar porque tuvimos que abandonarla para iniciar otra. Nuestras redes neuronales discriminan si esa información es relevante para una tarea o para otra y la mantienen cuando cambiamos sin concluir ninguna. La mala noticia es que desterrando el prejuicio de que las mujeres son mejores haciendo muchas tareas a la vez, se tira por tierra una excusa muy buena que mantenía ciertos privilegios para la mitad de la humanidad.

El desafío

Es necesario reflexionar sobre la multitarea, incluida la sobrecarga mental de las personas que organizan y marcan objetivos planificando tareas continuamente. Podemos considerarlo una exigencia del entorno, una imposición debida a ambientes dañinos. Para disminuir las consecuencias negativas de la multitarea se deberían dar condiciones domésticas, familiares y laborales que modifiquen el contexto de saturación y dar más importancia a la calidad que a la cantidad.

En el ámbito laboral sería bueno que los líderes de las organizaciones lograran identificar las destrezas de los trabajadores y las exigencias puntuales del entorno, y que se premiara de algún modo la capacidad de las personas con propuestas de proyectos con metas asequibles. De esta forma, se podrá poner en práctica una diversidad muy interesante de estrategias que faciliten el bienestar emocional de todos sus trabajadores. En un contexto familiar parece obvio que la implicación de todos los miembros de un hogar en las tareas domésticas podría mitigar los efectos perjudiciales de la multitarea. En cuanto a las obligaciones diarias y la exigencia de una alta productividad constante, el escaso control que tenemos sobre estas cuestiones externas a nosotros mismos puede resolverse con una gestión de prioridades (en ocasiones puede ser útil la ayuda profesional).

Por último, deberíamos recordar un estudio de la Universidad de Harvard que justifica que las personas encuentran mayor bienestar cuando sus acciones y pensamientos concuerdan entre sí. Es decir, que las personas son más felices cuando «viven el presente» (hay todo un discurso abierto sobre el beneficio de no anticipar, no hacer interpretaciones, no planificar, vivir el aquí y el ahora…). Con todo, una buena salud mental mantendría a raya la autoexigencia de tener que llegar a todo; o quizá, destruir el estereotipo de que debemos llegar a todo nos proporcionaría una excelente salud mental.

Referencias

Sobre la autora

Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.

2 comentarios

  • Excelente artículo. Me ha abierto los ojos sobre diferentes situaciones. Me queda claro que establecer una lista de prioridades es algo esencial, no solamente por cuestión de eficiencia, sino por salud mental. Por otro lado, el afán por planificarlo todo me ha generado más frustraciones que tranquilidad y paz. Enfrentar los retos como vengan, serenarse y tomar las riendas de la situaciones cuando surgen y tener la certeza que sabré que hacer, me ha traído más tranquilidad que tratar de tener el control de todo. Alguien me ha tachado alguna vez de falta de ambición, yo simplemente he sentido paz y he sido feliz cuando soy capaz de comprender que no se trata de hacer mil cosas a la vez, si no una, pero bien hecha.

    • Judith, gracias. Te considero una mujer sabia. Un abrazo violeta.

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