Maud Worcester Makemson, nació en el siglo XIX y a lo largo del siglo XX se las ingenió para pasar de estudiante de cultura clásica a consultora de la NASA en la época de la carrera espacial. Fue profesora en el prestigioso Vassar College de Nueva York y directora de su Observatorio, sustituyendo a Caroline Furness. Trabajó en mecánica celeste y fue pionera en el campo de la arqueoastronomía.
Primeros pasos
Maud nació el 16 de septiembre de 1891 en New Hamshire, Estados Unidos. En 1908 se graduó en la Girls’ Latin School, una escuela enfocada en estudios clásicos, considerados en la época como la base de las humanidades. Continuó sus estudios en Radcliffe College, prestigiosa universidad femenina ubicada en Massachusets y logró familiarizarse con lenguas como latín, griego, francés, alemán, español, italiano, japonés y chino. Inició su vida profesional como maestra en una escuela rural de una sola aula en Connecticut.
En 1911 se mudó a un rancho en Pasadena, California junto a su familia. Allí conoció a quien se convirtió en su marido en el año 1912, el granjero Thomas Emmet Makemson. El matrimonio se trasladó a vivir a Arizona, Phoenix, donde tuvieron tres hijos. En 1918 Maud continuó explorando su facilidad para las letras, se lanzó a trabajar como reportera para la Gaceta de Arizona y publicó sus dos primeras obras. Un año más tarde, en 1919, ella y Thomas se divorciaron.
Luces de cambio
Cuando Maud contaba 30 años de edad unas peculiares auroras cambiaron su vida. Una noche de mayo de 1921, mientras disfrutaba de un picnic nocturno en el desierto al norte de Arizona, tuvo lugar un singular espectáculo astronómico. El evento fue visible desde todo el país, una especie de auroras serpenteantes iluminaron el cielo de tal manera que se hizo posible leer en plena noche. Al día siguiente, los periódicos afirmaron que el fenómeno había coincidido con la aparición de manchas en el sol. Maud Worcester quedó inevitablemente deslumbrada por este acontecimiento y comenzó rápidamente a devorar libros de astronomía.
En septiembre de ese mismo año renunció a su trabajo en el periódico y se trasladó junto con sus hijos a California, cerca de sus padres. Allí trabajó como profesora de educación elemental, al tiempo que continuaba sus estudios tomando cursos por correspondencia de astronomía, geometría analítica, escritura de ensayos y periodismo en la Universidad de California. En agosto de 1923 Maud se matriculó a tiempo completo en Berkeley, donde se licenció en 1925, obtuvo un máster en 1927 y el doctorado en astronomía 1930, con un trabajo sobre mecánica celestial bajo la dirección de Armin Otto Leuschner, un prestigioso astrónomo de la época.
Vassar College, Nueva York
Tras un par de años como profesora de astronomía y matemáticas en Berkeley y Florida, en 1932, dio comienzo una etapa estabilidad en el prestigioso Vassar College en Nueva York. Se inició como asistente de profesor de astronomía y permaneció en el centro 25 años, en los que llegó a ser directora del Observatorio desde 1936, Catedrática del departamento de astronomía desde 1941 y profesora titular desde 1944.
En este periodo de calma y realización profesional, Maud enseñó astronomía, historia de la astronomía y meteorología. Pero también desarrolló importantes trabajos sobre mecánica celeste práctica, con el cálculo órbitas de cometas, asteroides y estrellas dobles. Además, se encargó de inspirar a miles de escolares, estudiantes de secundaria y jóvenes exploradores, a quienes logró acercar a las maravillas celestes a través de los telescopios del observatorio. Una de sus alumnas destacadas fue Vera Rubin, astrónoma estadounidense pionera en la medición de la rotación de las estrellas dentro de una galaxia y ampliamente reconocida como la formuladora del concepto de materia oscura.
Estrellas del pasado
En paralelo a su sólida carrera como astrónoma y docente, Maud supo hacer valer su conocimiento sobre cultura y lenguas clásicas para extender sus alas intelectuales aún más allá, adentrándose en lo que actualmente se conoce como arqueoastronomía. Alrededor de 1935 comenzó su interés por la astronomía polinesia, sus estudios sobre la materia le permitieron sugerir que la legendaria estrella Kokoiki, que supuestamente se dejó ver justo antes del nacimiento del primer rey de Hawái, podría haber sido el cometa Halley en el año 1758.
En 1941 publicó su libro The Morning Star Rises: An Account of Polynesian Astronomy, para el cual hizo uso su conocimiento en las lenguas polinesias para verificar transcripciones de cantos ancestrales. En 1941 y 1942 disfrutó de beca de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation para el estudio de la astronomía maya, línea de investigación que le llevó a la publicación de dos libros relacionados con el calendario maya. En 1954 publicó un artículo en el Journal of Bible and Religion, titulado Astronomy in Primitive Religion, en el que profundizó en su especulación sobre el poder de la astronomía primitiva en la creencia antigua. En este trabajo Maud describe un pasado lejano, cuando la religión incluía la adoración de los cuerpos celestes, con evidencia en China, Mesopotamia, la antigua Roma, Grecia y Egipto.
Jubilación y nuevo comienzo
Con casi 70 años, en 1957, Maud Worcester se despidió del Vassar College y regresó a California. Pero lejos de contentarse con su merecida la jubilación, se embarcó en una nueva aventura en el ámbito de la tecnología espacial con el estudio de la astrodinámica. De 1959 a 1964 fue investigadora y profesora en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), siendo la única representante femenina de la época en las facultades de astronomía, matemáticas y física. Coincidió allí con el prestigioso físico Robert M. Baker Jr., entonces recién doctorado, con quien fue coautora del libro Introducción a la astrodinámica, un texto que permaneció como único en su campo durante toda una década.
En 1965, en el apogeo del programa espacial tripulado, Maud se trasladó a Texas y trabajó como asesora del programa de exploración lunar de la NASA. En 1971, diseñó una técnica para que los astronautas del Apolo pudieran determinar su latitud y longitud selenográfica fotografiando las posiciones de las estrellas a través de un telescopio cenital, lo que les permitiría navegar por la superficie de la Luna sin radio ni radar.
Maud falleció el 25 de diciembre de 1977 en Waterford, Texas. A lo largo de su vida fue miembro de la American Astronomical Society, la Association for Advancement of Science (AAS) y la American Association of Variable Star Observers (AAVSO). También formó parte de la Asociación de Profesores Universitarios (AAUP) y de Las Hijas de la Revolución Americana (DAR).
Investigadora ecléctica, valiente, inteligente, pionera, madre de tres hijos, abuela y bisabuela, Maud Worcester se puso en la piel de los pueblos ancestrales para mirar el cielo a través de sus ojos, manejó lenguas antiguas, enseñó e inspiró a nuevas generaciones, desentrañó la ciencia de la navegación, utilizó la Luna y las estrellas como guías de aventuras espaciales. Ella desafió la supuesta separación entre humanidades, ciencia y tecnología.
Referencias
- Maud Worcester Makemson, polifacética arqueoastrónoma (1891 – 1977, Estados Unidos). L’astronómica de Sabadell.
- Trudy E. Bell, Makemson, Maud Worcester, Biographical Encyclopedia of Astronomers, 2014
- Maud Worcester Makemson, Wikipedia
Sobre la autora
Rocío Motrán Ferrándiz es licenciada en veterinaria por la UCM y estudiante del Máster de Cultura Científica de la UPNA y la UPV/EHU. Ha trabajado en la gestión de proyectos científicos para el estudio de ecosistemas naturales y siente pasión por la comunicación y divulgación de la ciencia.