Mary W. Jackson, la figura oculta que se convirtió en la primera ingeniera negra de la NASA

Vidas científicas

Mary Jackson (1979).

Cuando en 2021 la NASA renombró su cuartel general de Washington con el nombre oficial de Mary W Jackson NASA Headquarters, Mary Winston Jackson llevaba 16 años fallecida. Jackson recorrió cada escalón de la jerarquía de la agencia espacial estadounidense, desde una simple computadora en la división del Área Oeste, segregada por razas en aquel momento, hasta convertirse en supervisora y la primera mujer afroamericana ingeniera de la NASA.

En 2016, el libro y la película Figuras ocultas cuenta su vida y la de otras mujeres negras que trabajaron en la NASA y ayudaron a Estados Unidos a competir y vencer a la URSS en la carrera espacial durante la Guerra Fría. De nuevo, para entonces, Jackson llevaba muerta más de una década.

Varios trabajos antes de entrar como matemática en la NASA

Mary Winston (Jackson, el apellido por el que es más conocido, lo adoptó más tarde al casarse) nació en Virginia, Estados Unidos, el 9 de abril de 1921. La segregación racial era el día a día en aquel momento y lugar. Winston se graduó en la Universidad de Hampton (un centro solo para alumnos negros) en 1942 con un doble título de Matemáticas y Física. Pronto obtuvo un trabajo como profesora de matemáticas en Maryland.

Su trayectoria antes de ingresar en la NASA (por entonces la NACA) dio algunas vueltas. Su ciudad natal, Hampton, se había convertido durante la Segunda Guerra Mundial en uno de los centros del esfuerzo bélico dentro del país, así que Winston volvió tras un año y empezó a trabajar como recepcionista en un club social para afroamericanos. Después trabajó como contable para el Departamento de Salud del Instituto Hampton, pasó una temporada en casa tras el nacimiento de su hijo y luego fue secretaria de la Armada en Fort Monroe.

Finalmente, en 1951, Jackson comenzó a trabajar en la sección de computación del Área Oeste en el Laboratorio Aeronáutico de Langley, segregado también por entonces, a las órdenes de Dorothy Vaughan, otra de las pioneras afroamericanas de la NASA.

Un túnel de viento y un puesto de ingeniera

Tras dos años en el equipo de computación, tuvo la oportunidad de trabajar junto al ingeniero Kazimierz Czarnecki en el Túnel de Presión Supersónica, un túnel de viento de 60 000 caballos de potencia capaz de generar vientos que doblaban la velocidad del sonido y que podían aplastar modelos de ingeniería cuando los ponían a prueba, con el objetivo de mejorar la resistencia de naves y aviones. El ingeniero le ofreció participar directamente en los experimentos que se llevaban a cabo en el túnel y tras varios meses de colaboración le sugirió participar en un programa de formación que le permitiese ascender del puesto de matemática al de ingeniera.

Mary Jackson en un túnel de viento (1977).

Para ello tendría que asistir a clases impartidas por la Universidad de Virginia y, puesto que el centro donde se impartían mantenía la segregación racial, tuvo que obtener un permiso especial del ayuntamiento para estudiar con el alumnado blanco. Eso fue lo que hizo, y en 1958 obtuvo el título necesario y se convirtió en la primera mujer afroamericana ingeniera de la NASA. Ese mismo año publicó su primer informe, basado en resultados de sus experimentos en el túnel de viento supersónico.

Un paso atrás para impulsar a otras

A pesar de sus avances, Jackson era consciente de encontrarse en un ambiente donde su situación era una rareza. Ascender no era fácil para las mujeres y las ingenieras, incluso blancas, eran muy pocas. Ella misma, a pesar de su productiva carrera, alcanzó un sentimiento de frustración por la dificultad para seguir rompiendo barreras y acceder a puestos de gestión. En 1979, ante la innegable realidad de que el techo de cristal para las mujeres de la NASA era la regla y no la excepción, dio un nuevo giro a su carrera: dejó el puesto de ingeniera y aceptó un puesto por debajo del que tenía para dirigir el Programa Federal de Langsley para Mujeres de la Oficina de Igualdad de Oportunidades, donde se esforzó por promover la contratación y ascenso de una nueva generación de matemáticas e ingenieras en la NASA.

Jackson se retiró en 1985 y entre otros honores contaba con el Premio del Grupo Apolo por sus logros y el de Voluntaria del Año de Langsley de 1976. Estaba además muy involucrada en su barrio y su comunidad: fue jefa de una unidad de Girls Scouts durante décadas y ayudó a los niños afroamericanos de su entorno a construir un túnel de viento donde llevar a cabo experimentos a pequeña escala, con la intención de fomentar su interés y entusiasmo por la ciencia y la ingeniería. Durante toda su vida ejerció como tutora y mentora de estudiantes de secundaria negros, algo que empezó a hacer en sus tiempos de profesora y nunca abandonó.

Murió el 11 de febrero de 2005.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.

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