Marguerite Lwoff, la microbióloga que pasó de ser colaboradora a asistente técnica de su marido (y no recibió el Premio Nobel con él)

Vidas científicas

Marguerite Lwoff.

Ha sido habitual a lo largo de la historia que las mujeres con intereses científicos trabajasen en ellos junto a sus maridos, ya fuese por elección (aunque el grado de libertad de esas elecciones sería siempre discutible) o por falta de más opciones si el desarrollar actividades laborales o intelectuales fuera del hogar era una posibilidad vetada para ellas.

El reconocimiento que estas mujeres recibirían por sus logros podría variar ampliamente en grados, casi siempre dependiendo del empeño de sus maridos en que éste tuviese lugar: Pierre Curie insistió en que su esposa Marie Curie estuviese incluida en el Premio Nobel que recibió en 1903 hasta el punto de negarse a recibirlo si no era así. En el otro lado de la escala estarían los nombres, hoy olvidados, de tantas mujeres que quedaron relegadas a un papel menor que secundario a pesar de sus contribuciones al trabajo de sus maridos.

Marguerite Lwoff podría considerarse uno de esos casos. Esta microbióloga y viróloga francesa llevó a cabo importantes descubrimientos en el campo del metabolismo celular, publicó numerosos trabajos junto a su marido André Lwoff durante toda su carrera, además de codirigir junto a él un laboratorio de investigación en el Instituto Pasteur. Sin embargo, poco a poco André fue ganando más reputación y ella terminó siendo considerada un integrante técnico de su laboratorio. Cuando él obtuvo el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1965 por su trabajo en fagos (virus capaces de combatir bacterias), ella no estaba incluida en el galardón.

Jefa de laboratorio con su marido en el servicio militar

Lwoff nació con el nombre de Marguerite Bourdaleix en Francia, en 1905. Existe poca información sobre sus primeros años o de su formación académica, más allá de que se doctoró en la Universidad de París y que se especializó en virología. Conoció en su juventud a André Lwoff, otro brillante microbiólogo, del que se hizo colega, con el que comenzó a colaborar y con quien finalmente se casó a los veinte años. Ambos trabajaron junto al biólogo marino Edouard Chatton y comenzaron a publicar de forma conjunta en 1925. Cuando en 1928 su marido fue llamado a filas, Chatton siguió contando con ella para completar el trabajo, lo que resultó en una serie de publicaciones firmadas por los tres.

Marguerite Lwoff.

Sin embargo, tras el regreso de André, este fue nombrado jefe del departamento de Microbiología del Instituto Pasteur y en ese momento el rol de Lwoff, que hasta ese momento había sido constante y tan coprotagonista como el de él comenzó a retraerse. Tras la Segunda Guerra Mundial, André publicó investigaciones con brillantes estudiantes de doctorado que trabajaban en su laboratorio, mientras que el trabajo de ella era cada vez más dependiente del de su marido. Entre 1939 y 1953 ocupó el puesto de secretaria del comité editorial del Boletín del Instituto Pasteur.

En 1940, cuando completó su doctorado, recibió el puesto de jefa de laboratorio en el departamento de André, lo que la convertía en la responsable de la gestión y la actividad que se hacía en él, pero también durante ese periodo fue su marido, en solitario, y no ella quien ocupó los grandes puestos académicos en instituciones científicas, quien formó parte de las sociedades científicas internacionales y quien recibió los premios, si bien es cierto que a nivel internacional la naturaleza colaborativa de sus trabajos y resultados fue más reconocida que en Francia. En Inglaterra, por ejemplo, un estudio con el nombre de ambos como autores fue lo que se presentó en la Royal Society.

Quienes visitaron su laboratorio o colaboraron con ellos en los años 30 y 40 describían al matrimonio como un equipo, como colaboradores, poniendo a ambos a la misma altura en relevancia: “André y Marguerite Lwoff jugaron un papel protagonista en la determinación de las necesidades vitamínicas de los microorganismos, principalmente (pero no exclusivamente) en el contexto de los protozoos. Tras esto continuaron analizando los efectos específicos de determinadas carencias vitamínicas en el metabolismo celular”, escribiría el biólogo Jacques Monod, con quien sí compartiría el Nobel André Lwoff años después.

Una figura cada vez más eclipsada

Lwoff también publicó trabajos en solitario, como por ejemplo un monográfico sobre la hematina, un componente presente en la sangre y en otros tejidos y organismos que interviene en la distribución del oxígeno. Este trabajo, escrito originalmente como su tesis doctoral, ayudó a abrir el campo de investigación de la pareja hacia otros ámbitos del metabolismo celular, y fue citado posteriormente por André en un artículo autobiográfico que dedicó a la figura de su esposa. A pesar de que el nombre de ella no dejó de aparecer en investigaciones propias y conjuntas, su figura quedó cada vez más eclipsada por la de él, que iba ganando relevancia como profesor al unirse a la facultad de ciencias de la Universidad de París.

En los escritos de quienes les visitaron o colaboraron con ellos en la década de los 50 y 60 Lowff queda reflejada como poco más que una asistente de laboratorio, completando y puliendo los experimentos de su marido. Una tercera persona, Jacques Monod, fue haciéndose cada vez más importante en el departamento, si bien Lwoff siguió encargándose de la realización de los experimentos en los que ambos basaban sus publicaciones.

Marguerite Lwoff con el microbiólogo Salvador Luria (1965).

Tras la guerra, André, junto con Monod y el entonces doctorando François Jacob, publicaron trabajos sobre virus capaces de infectar bacterias y el mecanismo con que lo hacían, trabajo que tendría un gran impacto en la biología molecular posteriormente y por el que los tres recibieron el Nobel de Medicina en 1965.

Dentro de esos trabajos, y a partir de 1955, ampliaron su área de investigación para centrarse en virus animales. Ella se convirtió en responsable de los cultivos celulares en los que analizar los efectos que los cambios de temperatura tenían sobre las distintas etapas de desarrollo de los virus de la polio.

Para entonces el trabajo de ella era considerado meramente técnico, y cuando a finales de los 60 él fue nombrado director del Instituto Francés para la Investigación del cáncer, Lwoff era vista, quizá incluso por ella misma, como una figura de apoyo en el laboratorio y no tanto como alguien con un papel científico e intelectual propio.

Cuando su marido recibió el Premio Nobel junto a Manod y Jacob, no hubo mención para ella. El propio André si la mencionó, referenciando sus primeros trabajos con él y también los que llevó a cabo de manera independiente, pero no hizo referencia a sus trabajos posteriores, en los que se centró en virus de la polio. Sería años después, en una biografía póstuma de André que escribió Jacob para la Royal Society cuando se volvió a reconocer el trabajo de la pareja como equipo de investigación.

Marguerite Lwoff se retiró en 1970 y murió el 31 de octubre de 1979.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.

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