Anna Morandi Manzolini, la artista científica que modeló en cera el interior del cuerpo humano

Vidas científicas

A día de hoy, un dibujo detallado al milímetro en el que se represente la anatomía humana en sus distintos sistemas (músculos, órganos, huesos) es algo que todos hemos visto y que consideramos, casi, algo antiguo. Es una ilustración típica de las enciclopedias en papel que cogen polvo en muchas casas y bibliotecas, una lámina decorativa que apenas miramos dos veces. A la anatomía humana ya le quedan pocos misterios que desvelar.

Anna Morandi: Manos de cera.

No siempre fue así. Aprender cómo es el cuerpo bajo la piel llevó siglos de investigación, y los que abrieron camino tuvieron que hacerlo bisturí en mano y trabajando directamente con cadáveres. Si querían saber cómo era el cuerpo por dentro, tenían que conseguir uno, abrirlo y mirar. Pero una vez visto, ¿cómo se podía enseñar a otras personas lo que había? ¿Cómo captar cada detalle de forma precisa y relevante para que los futuros médicos y científicos supiesen con qué estaban trabajando? Anna Morandi Manzolini lo logró en el siglo XVIII gracias a su asombrosa habilidad para moldear estatuas de cera.

Arte y ciencia se mezclan en el estudio

Morandi nació en Bolonia, Italia, el 21 de enero de 1714 en una familia tradicional donde el papel reservado a las mujeres era el de esposa y madre, y su lugar se mantenía en la esfera doméstica. No fue su caso, aunque sí se casó y tuvo hijos: en 1736 se casó con Giovanni Manzolini, su amor de la infancia, profesor de Anatomía de la Universidad de Bolonia y junto al que estudiaría y trabajaría en el futuro: el matrimonio instaló en su casa un estudio para que ella pudiese practicar, no solo por interés artístico sino también científico y educativo, que terminaría convirtiéndose en una auténtica escuela y laboratorio de anatomía para ambos.

Anna Morandi Manzolini.

Gracias a sus conocimientos y habilidades artísticas consiguieron crear piezas tremendamente realistas que representaban las distintas partes del cuerpo humano. Pasaron mucho tiempo trabajando juntos, diseccionando centenares de cadáveres (en el siglo XVIII el papa Benedicto XIV sentía un gran interés personal por la anatomía, lo que llevó a recomendar públicamente la donación voluntaria de cuerpos) y tomando notas.

Trabajar con cuerpos humanos era algo tremendamente difícil para ella al principio, pero logró superar su aversión y mejorar así su trabajo, que utilizaron también para enseñar a muchos estudiantes de medicina que no tenían el mismo acceso a cadáveres con los que completar su formación. Pronto se hicieron muy conocidos en Bolonia y en el resto de Europa, y a menudo era ella, y no él, quien presentaba su trabajo ante el público. Morandi fue incluso invitada a visitar la corte de Catalina II de Rusia.

Huesos y sistemas reproductivos

Era habitual que participase en debates científicos y que en ellos citase sus propias observaciones al diseccionar cuerpos. Era especialmente experta en anatomía ósea, órganos sensoriales (ojos, lengua, oído), y sistema reproductivo de hombres y mujeres, que estudiaba con ojo analítico y cuyas conclusiones chocaban frontalmente con algunas ideas contemporáneas suyas sobre las particularidades del “interior femenino”. A pesar de todo esto sus colegas la veían más como una artista que como una científica.

Anna Morandi: Oreja de cera.

Su marido enfermó de tuberculosis y falleció en 1755, y ella recibió un permiso especial para impartir clases en la universidad, primero en su nombre y luego por pleno derecho, y la fama de ella terminó eclipsando la de él, tanto por lo preciso de sus conocimientos anatómicos como por lo detallado de sus esculturas y modelos de cera para enseñarlos, llegando a incluir detalles milimétricos, como capilares sanguíneos y nervios.

Turistas y practicantes de medicina de todo el mundo acudían a observarlos y a aprender de ellos. Se consideraban realmente valiosos y sirvieron de ejemplo para otros sistemas de modelado anatómico que se crearon después y se utilizaron durante décadas en las escuelas y facultades de Medicina de todo el mundo.

Morandi murió en su Bolonia natal en 1774 a los 60 años.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.

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