Cécile DeWitt-Morette, la física francesa que enseñaba fórmulas y diplomacia en los veranos alpinos

Vidas científicas

La primera vez que el estudiante postdoctoral Bryce DeWitt le pidió a Cécile Morette que se casara con él, ella dijo que no porque no era francés sino americano. Ya había rechazado a su primer novio, Peng Huan-wu, de origen chino, por el mismo motivo. A la mañana siguiente ella había cambiado de idea porque durante la noche hizo un trato consigo misma: a cambio de decirle que sí y como parte de su esfuerzo por reconstruir el país francés, arrasado tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, abrirían una escuela de física teórica en él.

Cécile DeWitt-Morette. École de Physique des Houches.

El 18 de abril de 1951 abría las puertas la escuela de física de Les Houches, en los Alpes franceses, y Cécile y Bryce se casaron a finales de ese mismo mes. En ese momento, ella era la física reputada de los dos, así que algunos conocidos le llamaban a él “Mr. Morette”, en vez de llamarla a ella por el apellido de su marido. Esto solo duró unos meses, hasta que ella decidió dar un paso atrás y dejar que fuese él quien recibiese mayor reconocimiento por su trabajo.

Pronto ella estuvo en desventaja académica: él obtuvo una plaza de profesor en la Universidad de Carolina del Norte, mientras que ella pasó de profesora visitante de investigación a conferenciante, debido a unas supuestas normas contra el nepotismo que en realidad no existían. Al final ambos obtuvieron sendas plazas en la Universidad de Texas (su director entonces había sido su alumno en la escuela de Les Houches) pero hasta ese momento y durante la mayor parte de sus carreras, él siempre recibió un salario mayor.

Infancia y juventud en la Francia ocupada por los nazis

Morette nació el 21 de diciembre de 1922 en París, Francia, aunque creció en Normandía. En 1943, en plena Segunda Guerra Mundial, obtuvo su título de licenciada en Ciencias en la Universidad de Caen. Crecida en una familia acomodada de clase media, su intención era estudiar Medicina y convertirse en cirujana. Se veía a sí misma como una médica especializada pero compasiva, que no desaparecía después de cada operación sino que acompañaba a sus pacientes durante la recuperación.

Sin embargo, la guerra dificultó que pudiese estudiar en una escuela de medicina, así que tras el instituto, su madre sugirió que probase con las matemáticas, “con fines culturales y de desarrollo del pensamiento crítico”. Una vez que había obtenido unos cuantos créditos, decidió seguir adelante y obtener el título de licenciada. Aunque finalmente se convirtió en física, aseguraba que la decisión fue más o menos accidental, y que no empezó a gustarle hasta después de haberse doctorado.

Tras licenciarse, quiso ir a París “para tener aventuras”, contaría ella después. Pero Francia se encontraba bajo la ocupación nazi y los franceses necesitaban permiso para desplazarse dentro del país, así que solicitó ese permiso bajo el motivo de hacer cursos avanzados en la Universidad de París con la idea de obtener el doctorado. Allí estaba estudiando cuando su madre, su hermana y su abuela murieron por los bombardeos aliados sobre Caen que se realizaron para apoyar el desembarco de Normandía el Día D.

Trabajo junto a futuros premios Nobel

Tras la muerte de su madre sintió la responsabilidad de contribuir económicamente con su familia, así que en 1944 comenzó a trabajar en el Centro Nacional de Investigación Científica bajo la dirección de Frédéric Joliot-Curie, físico francés y marido de Irène Joliot-Curie, hija de Marie y Pierre Curie. El matrimonio obtuvo el premio Nobel de Química en 1935 por el descubrimiento de la radiactividad artificial. Morette terminó su tesis en 1947.

Tres de los caminos incluidos en la integral de camino
para calcular la amplitud cuántica de una partícula que
se mueve de A a B. Wikimedia Commons.

En 1948 acudió al Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, en Nueva Jersey, Estados Unidos, invitada por su recientemente nombrado director Robert Oppenheimer, físico teórico conocido por ser el director del Proyecto Manhattan que desarrolló la bomba atómica. Mientras estaba allí, Morette se interesó en el trabajo de Richard Feynman, otro físico teórico que ganaría el Premio Nobel de Física en 1965 por sus contribuciones al desarrollo de la física cuántica.

En concreto, en ese momento Feynman se encontraba trabajando en la formulación de integrales de camino para la computación en la mecánica cuántica, y Morette trabajó para hacer de este un trabajo riguroso, lo que terminó resultando en numerosas aplicaciones de los diagramas de Feynman y de las matemáticas que suponían. También fue allí donde conoció al que, finalmente y después del rechazo inicial, terminaría siendo su marido, Bryce de Witt.

Apertura y puesta en marcha de una escuela de verano en los Alpes

En 1951, y con la idea de revitalizar el pensamiento y trabajo científicos en Francia tras la devastación causada por la guerra (y también con la motivación de pasar varios meses al año en su país), DeWitt-Morette y su marido abrieron una escuela de verano para enseñar y estudiar física y matemáticas en Les Houches, en los Alpes Franceses. Años después ella misma contaría cómo se las apañó para conseguirlo, persuadiendo a sus colegas masculinos de que apoyasen la idea convenciéndoles de que en realidad había sido suya: les describía el plan y en una llamada telefónica una semana más tarde, les decía “Oh, esa idea de la que me hablaste me pareció genial”, contaba Morette, bromeando con que por entonces era “una geisha intelectual».

Cécile DeWitt-Morette y Bryce DeWitt. Wikimedia Commons.

Sobre todo al principio, la financiación era escasa y la remuneración de los profesores estaba por debajo de lo habitual, fundamentalmente cuando se trataba de científicos de prestigio. “Pero la escuela estaba en las montañas y sabía que, en vez de dinero, podía darles una cabaña para toda su familia, que sería algo mejor que el dinero. Con su familia felizmente instalada podrían impartir sus conferencias y debatir con los participantes con el corazón contento”. La propia Morette era aficionada al senderismo y al esquí, deportes de montaña, así como al windsurf y el judo (llegó a cinturón marrón).

Morette dio clases allí durante los siguientes 22 años, y entre sus alumnos y profesores se contaron después hasta veinte ganadores del premio Nobel. Algunos de ellos, como Pierre-Gilles de Gennes, Georges Charpak y Claude Cohen-Tannoudji, nombraron a la escuela como una ayuda hacia su éxito; y el matemático Alain Connes, que ganó la medalla Fields de Matemáticas (no existe un Nobel de matemáticas y la medalla Fields se considera el premio más prestigioso dentro de esta rama científica), consideraba a esta escuela y el tiempo que pasó allí la responsable de su brillante carrera.

La importancia de la diplomacia en la ciencia

Tanto en su escuela como después en la Universidad de Texas donde dio clase de astrofísica y física, Morette demostraba a sus alumnos un gran conocimiento de la materia a tratar, con una memoria y entendimiento de cientos de fórmulas más o menos complejas. Pero también les enseñaba una habilidad que podía parecer externa al campo científico, pero no a una carrera profesional en la ciencia: la diplomacia. “Sabía exactamente cuándo quejarse, cuándo pedir, cuándo estar de acuerdo y cómo expresar todas estas acciones, tanto de palabra como por escrito”, explicaría después Marcus Berg, que fue su estudiante de doctorado en la Universidad de Texas y que acudió a un curso en Les Houches en 1998.

En 2007 recibió la Medalla de la Legión de Honor Francesa. Falleció el 8 de marzo de 2017.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.

1 comentario

  • Una personalidad apasionante por sus investigaciones y su saber

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