En España existen importantes mineralizaciones de litio, localizadas en Galicia, en Castilla y León y en Extremadura. Sin embargo, desde 2011 no hay ninguna explotación activa. Su importancia económica y el riesgo en el suministro requiere plantearse la decisión sobre si explotar los recursos de manera responsable y disminuir la gran dependencia de las importaciones, o dejar nuestros yacimientos sin utilizar y seguir comprando las materias primas, necesarias para la transición ecológica, a otros países productores y al precio que marque el mercado internacional.
Qué es el litio y por qué es tan importante
El litio (Li) es un elemento químico que pertenece al grupo de los metales alcalinos. Con una densidad de 0,53 g/cm³ , es el metal más ligero y menos denso en estado sólido a temperatura ambiente. Presenta el potencial electroquímico más alto de todos los metales y una conductividad eléctrica y térmica excelentes. Debido a su alta reactividad, no aparece como metal nativo, presentándose como cloruro en el agua del mar y en las salmueras, y también en forma de compuestos minerales inertes, como los silicatos o los fosfatos.
Las propiedades físico-químicas del Li hacen que sea difícilmente sustituible por otros elementos, y esencial para el desarrollo de numerosas aplicaciones industriales.
- Los concentrados de litio se emplean en la industria del vidrio y la cerámica y en la fundición continua de acero.
- El litio metálico se utiliza en la metalurgia y en la fabricación de aleaciones con aluminio.
- El carbonato de litio se emplea en el tratamiento farmacológico del desorden bipolar, la depresión y otras patologías.
- El hidróxido de litio es un componente esencial en la fabricación de lubricantes y también se utiliza para depurar el aire, eliminando el CO₂ del ambiente.
Estos dos últimos compuestos se emplean cada vez con mayor intensidad en la fabricación de baterías recargables de los vehículos eléctricos y de los equipos electrónicos portátiles.
El litio por el mundo
Australia es el mayor productor y exportador de concentrados de litio, extraído de los silicatos constituyentes de las “rocas duras”.
Chile, y también Argentina, producen la mayor parte del carbonato de litio, procedente de la explotación de los salares.
China, además de ser uno de los grandes productores de Li, es el principal importador de este metal, tanto de concentrados como de procesados, domina la producción del refinado y la mayor parte de la fabricación de las baterías de ion de litio a nivel mundial.
En la Unión Europea, la dependencia de las importaciones de concentrados del metal es cercana al 87 %, ya que solo Portugal cuenta con producción de litio estable. Además, la UE es totalmente dependiente de las importaciones de los compuestos procesados porque ningún país de la Unión lleva a cabo procesos de refinado. Aunque la UE recicla baterías de iones de litio, a día de hoy su reciclaje industrial no se considera económicamente viable.
La situación descrita, su importancia económica, el riesgo en el suministro –ya que unos pocos países controlan la producción– y la absoluta dependencia por parte de los países de la UE han llevado a la necesidad de conocer la existencia y potencialidad de los yacimientos europeos de litio para definir estrategias adecuadas de acceso a nuestros recursos.
Algunos de los estudios más actuales han llegado a establecer unos recursos declarados en la UE de 8 839 750 toneladas de óxido de litio. Esta cantidad se ha establecido teniendo en cuenta 27 depósitos potenciales en 9 países de la Unión: República Checa, Serbia, Ucrania, España, Francia, Portugal, Alemania, Austria y Finlandia.
Es importante tener en cuenta que los datos de recursos y reservas minerales cambian a medida que avanza la investigación y exploración minera. Además, esos valores están supeditados a las condiciones del mercado internacional en cada momento.
Litio en España
En España existen importantes mineralizaciones de Li, localizadas en Galicia, en Castilla y León y en Extremadura, que suelen estar relacionadas con cuerpos de naturaleza granítica muy evolucionados, como las pegmatitas. También existen concentraciones importantes de Li en venas hidrotermales y en rocas afectadas por procesos metasomáticos.
El Li se encuentra formando parte de la estructura de minerales silicatados, como la espodumena, petalita, lepidolita y zinwaldita, y de fosfatos, como los pertenecientes a la serie ambligonita-montebrasita.
Desde 2011 no hay ninguna explotación activa para la extracción de litio en España. La última producción procedió de Mina Feli, en La Fregeneda, en la provincia de Salamanca. Se trata de un yacimiento de feldespato y lepidolita en diques pegmatíticos. Según los datos de la empresa que explotó el yacimiento, en 2010 se obtuvieron casi 8 000 toneladas de mineral con un 0,5 % de LiO₂ . El destino del Li procedente de la lepidolita de Mina Feli era la industria del sector cerámico, en Castellón.
A pesar de no existir minas activas para la extracción de Li en España, en los últimos años se están llevando a cabo proyectos de exploración para este metal, con estimaciones de recursos y reservas muy importantes.
Además, alguno de estos proyectos presenta aspectos novedosos, como la producción de hidróxido de Li, este litio refinado del que ahora somos completamente dependientes.
Si utilizáramos nuestros propios recursos mineros, con las fábricas de coches eléctricos y de baterías que ya están en funcionamiento, podríamos llegar a establecer toda la cadena de valor de la movilidad eléctrica en el país. De hecho, la Comisión Europea ha destacado el interés y la relevancia estratégica que estos proyectos de minas de litio en España podrían tener para el desarrollo de la industria automovilística.
Sin embargo, parte de nuestra sociedad, motivada por una actitud proteccionista hacia el medio ambiente, rechaza la ejecución de los proyectos mineros, impidiendo que esta actividad llegue a desarrollarse en un entorno próximo. Es necesario decir que España, así como el resto de países de la Unión, cuenta con legislaciones muy restrictivas en materia de explotación de yacimientos minerales, y no se pone en marcha una mina que no garantice el orden económico, social, cultural y ambiental del territorio.
Aunque el reciclaje y la reutilización deben tener en el futuro un papel fundamental, para satisfacer la demanda actual es necesario el aporte de la minería.
Nuestra sociedad debe tomar la decisión sobre si explotar los recursos de manera responsable y disminuir la gran dependencia de las importaciones que tiene el sector, o dejar nuestros yacimientos sin utilizar y seguir comprando las materias primas, necesarias para la transición ecológica, a otros países productores y al precio que marque el mercado internacional.
Sobre la autora
Susana Mª Timón Sánchez, Científica Titular. Departamento de recursos geológicos para la transición ecológica, Instituto Geológico y Minero de España (IGME – CSIC)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Ir al artículo original.
1 comentario
He trabajado estrechamente en estos temas en la Administración durante bastantes años y creo poder afirmar que desgraciadamente la legislación minera no garantiza un uso sostenible de los recursos naturales mineros ni, por tanto, garantiza que el medio en el que se desarrolla la actividad minera primaria no se vea especialmente dañado. Hay una lista histórica de eventos donde los peores parados han sido los territorios y los habitantes de las áreas mineras, en especial cuando las explotaciones son de minerales metálicos a cielo abierto.
El rechazo social, por tanto, es por sí sólo una demostración (o al menos un indicio) de una realidad que no se ha querido abordar con franqueza desde la Transición (recordemos que el lobby minero consiguió refundar la normativa minera en 1978), cual es que las administraciones anteponen intereses políticos y económicos a la defensa de un derecho fundamental de la ciudadanía: un entorno ambiental saludable, por no decir digno.