La salud de la mar es también nuestra salud

Ciencia y más

Mar, salud, sostenibilidad, ciencia, sociedad… los temas importantes, casi siempre empiezan por LA

La relación entre la salud de los ecosistemas marinos y la salud humana es un tema de creciente interés para la ciencia y la sociedad. Aborda diferentes aspectos que están estrechamente relacionados: la conservación de los ecosistemas marinos, la promoción de la salud y la prevención y tratamiento de determinadas enfermedades como el cáncer o el papel de los recursos marinos en una dieta sostenible y saludable. Desde la Cátedra Océanos y Salud Humana de la Universidad de Girona continuamos apostando en la investigación y divulgación de la importancia de los ecosistemas marinos para la salud y el bienestar de las personas. Cuenta con la colaboración de más de cincuenta personas expertas de la biología marina, medicina, educación ambiental, antropología social, veterinaria, salud pública, etc., con una visión integradora y abierta a diferentes opiniones y experiencias. En todos los proyectos y acciones que realizamos, el papel de la mujer es y será crucial.

Fotografía: Mas Blanch.

En este texto os presentamos a seis excelentes colaboradoras de la Cátedra que trabajan para estudiar y dar a conocer las relaciones entre los océanos y la salud desde diferentes ámbitos. Entusiastas y expertas en su trabajo, nos muestran cómo nacen las expertas en Océanos y Salud Humana desde diferentes órbitas, y nos ofrecen su visión sobre el papel y liderazgo que la mujer debería de tener (y que la Cátedra comparte íntegramente) en un tema clave para que las futuras generaciones puedan continuar disfrutando de los beneficios que ofrecen los ecosistemas marinos, minimizando los riesgos. Porque la salud de nuestros océanos y de nuestro planeta en general, es también nuestra salud, tal y como nos recuerda la dolorosa experiencia de la pandemia del Covid-19. Posiblemente el fracaso que a menudo acompaña la gestión de muchos de los problemas de salud que sufre nuestro planeta esté relacionado con el desequilibrio todavía existente a favor del género masculino en la ciencia y gobernanza del medio ambiente y la salud. Sin duda alguna, sólo mejorando la posición de la mujer en la ciencia y en la gestión de los ecosistemas y la salud podremos garantizar el bienestar de las futuras generaciones.

Dra. Mònica Campàs. Investigadora del programa AMiC (Aguas Marinas y Continentales) del IRTA

Podríamos decir que empecé mi carrera investigadora en un bar, frente a un señor griego (lo recuerdo como un señor, aunque debía tener treinta y pocos), chapurreando un castellano incomprensible. Mis preguntas en un muy incipiente inglés le llevaron a hacerme dibujitos de enzimas, electrones y wiring en una hoja arrancada de una libreta (me recuerda a la firma del contrato de Messi en una servilleta de bar). A veces me planteo si el bar todavía debe existir… y si el griego se acuerda de aquel primer día tanto como yo…

Mònica Campàs.

Terminé aquel primer trabajo sobre biosensores para la detección de sulfitos en el vino y pensé… “Yo quiero aprender más!”. Hacer un doctorado fue la vía. Y es que la investigación te da eso: la posibilidad de no parar de aprender. Mi tesis se centró en desarrollar chips de ADN para detectar “cosas”. Me encantó aprender tantas cosas diferentes en los campos de los biosensores, la electroquímica, la bioquímica, la nanotecnología… Y aunque el programa de doctorado formaba parte de una escuela de ingeniería química, en el que el género masculino era mayoría, debo decir que nunca sentí que aquel no era mi sitio por ser mujer. Al contrario. Creo que tanto mi compañera como yo siempre lo llevamos con cierto orgullo disimulado. No obstante, también debo decir que a veces he sentido el síndrome del impostor (que, aunque se suele asociar más al género femenino, en mi caso no lo percibo así).

Más tarde, haciendo el postdoc en Francia, empezó a interesarme el tema de las toxinas, en un principio las de agua dulce y más tarde las del mar. Y en el IRTA empecé a desarrollar una línea de biosensores para la detección de dichas toxinas marinas, que poco a poco se extendió a la detección de microalgas tóxicas, virus y bacterias… cualquier cosa que queramos encontrar en el mar. Antes, cuando la gente me preguntaba a qué me dedico, siempre les ponía el ejemplo de las pequeñas maquinitas que los diabéticos utilizan para detectar sus niveles de glucosa en sangre. Ahora, cosas buenas de la pandemia, ya me entienden si les hablo de tests de antígenos, de anticuerpos y PCRs. Pues eso, me dedico a desarrollar dispositivos para detectar tetrodotoxinas (que serían los antígenos) en peces globo o en marisco, o ciguatoxinas (otras toxinas que están llegando a Europa) en pescado, o Ostreopsis (unas microalgas tóxicas que causan problemas en la piel y en el aparato respiratorio) en agua de mar, o el virus herpes en las ostras mediante unas técnicas que deberían ser incluso mejores que las PCRs… Tener herramientas capaces de detectar tantas cosas (y si pudiera ser a la vez, ya sería lo más) nos ayuda a conocer nuestro entorno. Y una de las cosas que hacemos a través de la Cátedra Océanos y Salud Humana es dar a conocer estos dispositivos, los biosensores, a la ciudadanía.

Lo dicho, la investigación te da la posibilidad de no parar de aprender. Y cuando el océano está de por medio, aún más. Ya lo dijo Newton (aunque los más jóvenes quizás piensen que la frase salió de Dark): “What we know is a drop. What we do not know is an ocean”.

Eva Fontdecaba. Médica especialista en medicina familiar y comunitaria

He tenido la suerte de criarme en un pequeño pueblo de los Pirineos, en una familia que ha sabido transmitirme sus conocimientos y respeto por nuestros bosques, ríos y montañas. En la escuela recibimos la influencia de profesores que eran grandes conocedores y apasionados de la naturaleza que nos dieron la oportunidad de aprender a amar nuestro entorno natural. Mi vida había estado siempre ligada a la montaña hasta hace una década, cuando por motivos laborales me trasladé a vivir a la Costa Brava, y lo que tenía que ser una situación de impase de unos meses todavía se mantiene a día de hoy.

Mi trabajo como médica de familia y salud comunitaria en una consulta de atención primaria me ha dado la oportunidad, a lo largo de todos estos años y a través de los pacientes, de aprender a conocer y respetar el mar, los valores sociales y culturales de esta comunidad costera, y a encontrar en el mar, el bienestar que posiblemente antes, y de manera inconsciente me proporcionaba la montaña.

Empecé a interesarme en la salud comunitaria a raíz de un viaje de cooperación sanitaria en Mali, en el que descubrí la figura del agente de salud comunitaria. Unos años más tarde, dentro del periodo formativo MIR, en Brasil, pude conocer de cerca el trabajo de una médica en su comunidad y vi la importancia que éste tenía dentro de nuestra profesión; una visión holística, integral y biopsicosocial, con una atención basada en el paciente, en la familia, en su entorno y en la comunidad.

Eva Fontdecaba.

Este interés, me ha generado la oportunidad de participar en varios proyectos locales de salud comunitaria y recientemente dirigir el proyecto de investigación multidisciplinar Recepta Blava (Receta Azul), que pretende valorar los beneficios del mar en pacientes oncológicos para avanzar hacia iniciativas de promoción de la salud en nuestra comunidad.

Como médica de familia, emprender un proyecto de investigación en tiempos de pandemia no es tarea fácil, pero creo que ahora más que nunca, los proyectos de salud comunitaria serán esenciales ante la situación de crisis sanitaria, social y económica en la que nos vemos envueltos.

Mar, montañas, ríos y bosques: gracias.

Dra. Montse Marquès. Investigadora del Laboratorio de Toxicología y Salud Ambiental, TecnATox, Universitat Rovira i Virgili

Recuerdo perfectamente como de pequeña escuchaba a los mayores decir: “un día de estos saldremos volando”. Durante mi infancia, era muy habitual sentir fuertes olores que no sabíamos ni de qué eran ni de dónde venían mientras jugaba en el recreo. Cuando regresábamos de visitar a los abuelos, mi hermana y yo preguntábamos qué eran aquellas luces que se veían, a lo que mis padres nos respondían: “la petroquímica”. Y es que nacer y crecer a escasos 15 kilómetros del polígono petroquímico más grande del Sur de Europa seguramente que tiene algo –o mucho– que ver en que mi carrera investigadora esté centrada en la toxicología ambiental. Estoy convencida de que ver, sentir, oler y/o escuchar hablar de la petroquímica, las incineradoras y la nuclear continuamente, sembró una semilla en mi interior que brotó años más tarde.

Montse Marquès.

Sin embargo, mis andaduras por el mundo de la ciencia empezaron en el impacto del cambio climático sobre la fotodegradación de los hidrocarburos aromáticos policíclicos, unos contaminantes que se forman en procesos de combustión. Fueron justamente las conclusiones de mi tesis doctoral, las que me abrieron todo un mundo y hoy en día mis intereses se mueven entorno al impacto de tóxicos ambientales sobre la salud humana. En el año 2018 entré a formar parte de la Cátedra Océanos y Salud Humana, permitiéndome transferir el conocimiento que generamos en la universidad a todas las partes implicadas: ciudadanía, pescadores, profesionales de la salud y administración. Recientemente, me han concedido una beca postdoctoral para estudiar el papel de los disruptores endocrinos en el desarrollo de la diabetes gestacional. Este proyecto lo llevaré a cabo mientras participo en un proyecto que gira entorno la evaluación de la petroquímica sobre la salud humana, un estudio muy ligado al territorio y con un elevado componente social, y que, a su vez, me traslada a todos estos recuerdos de la infancia.

Creo que debo sentirme afortunada por poder investigar en el país que encabeza la fuga de cerebros de la UE. De lo que estoy segura es que no debo sentirme afortunada por hacerlo siendo mujer. Solamente al pensar en todas las mujeres cuya profesionalidad se ha puesto en duda por el mero hecho de serlo, me inunda un sentimiento de rabia y tristeza a partes iguales. Mi experiencia personal es otra, y en el centro donde trabajo las mujeres somos mayoría, tanto en el personal técnico, estudiantes de doctorado, investigadores jóvenes –y no tan jóvenes– como en la dirección. De todas formas, soy consciente que esta realidad no es la que frecuenta, y la brecha de género existe, principalmente entre los mayores de 50 años. No tengo ninguna duda de que hará falta un salto de generación para que quede plasmado lo que ya está demostrado: ser un buen investigador no es cuestión de género, sino de aptitudes.

Dra. Cristina Vert. Doctora en biomedicina y técnica de salud del Servei Català de la Salut

Hace menos de un año defendí mi tesis doctoral sobre los efectos de los espacios azules para la salud y el bienestar de la población. El objetivo de mi tesis, que realicé en el ISGLOBAL, fue conocer con profundidad qué son los espacios azules, de qué manera los encontramos en nuestros pueblos y ciudades, cómo interaccionamos con ellos y, en consecuencia, qué efectos pueden tener para nuestra salud y bienestar. Los espacios azules han sido definidos como espacios abiertos con agua, como podrían ser los mares y océanos, pero también los ríos, los lagos, los canales o las fuentes, entre otros. La evidencia científica sugiere que el contacto con estos espacios podría mejorar la salud mental y el bienestar de las personas. También se apunta a que la presencia de espacios azules (¡accesibles y de calidad!) cerca de nuestras residencias promociona la actividad física, lo cual está directamente relacionado con mejoras para la salud tanto física como mental. Sin embargo, aún queda mucho camino por hacer para conocer el impacto de los espacios azules para la salud y el bienestar de la población. Y, sobre todo, de cuáles son los mecanismos que podrían explicar dicha asociación, así como las características que deberían tener estos espacios azules, y la infraestructura relacionada con ellos, para maximizar sus beneficios. Para ello es fundamental que tengamos en cuenta la perspectiva de género, tanto en los próximos estudios sobre este tema, como en las políticas relacionadas con la planificación urbana en las que se considere la incorporación o renovación de espacios azules y su infraestructura para mejorar la salud pública. El objetivo es que los beneficios de los espacios azules los obtenga toda la población, independientemente de su género. Los beneficios serán mayores y más equitativos si se tienen en cuenta la necesidades y voluntades de mujeres y hombres, así como la percepción que se tiene de los espacios y de su entorno (en cuanto a seguridad, comodidad, accesibilidad, uso…etc.) por parte de todas las personas.

Cristina Vert.

Cristina Vendrell del Álamo. Licenciada en Medicina. Médica de Familia en ABS Roses (Institut Català de la Salut)

Nací en Barcelona hace casi 45 años. En la Barcelona preolímpica, totalmente de espaldas al mar. Durante el invierno mi única vía de escape cuando era pequeña era la natación que hacíamos en el cole… me encantaba.

En verano todo cambiaba, 3 meses en Castelldefels, no era una costa idílica de aguas cristalinas pero podía pasar todo el día en el agua, en el mar… todavía me acuerdo de las broncas con mis padres para hacerme salir.

Mi otra pasión era que desde pequeñita siempre me había fascinado la medicina. He querido ser médico desde que tengo uso de razón, creo que no sabría hacer otra cosa. Y sobre todo mi especialidad, medicina de familia: escuchar a las personas, conocer su entorno, intentar dar una solución a los problemas de salud tanto física como psíquica de la gente.

Cristina Vendrell del Álamo.

Y un día te das cuenta que la vida te sorprende en cuanto menos te lo esperas.

Durante las vacaciones siempre aprovechaba para ir a lugares con mar, y en una de estas quise hacer un curso de submarinismo para poder disfrutar todavía más del mar.

Yo creo que mi primera inmersión fue como una catarsis… sí, reconozco que soy un poco exagerada)… pero la sensación de ingravidez, de mezclarte con la vida marina y poder respirar tranquilamente envuelta del azul, de las algas, de los peces… no sé, creo que es la mayor sensación que he tenido nunca. A parte de que en esta primera inmersión conocí a quien sería mi compañero de vida y de buceo hasta el momento y espero que durante muchos años.

En cuanto a mi relación con el mar… es como un enamoramiento perpetuo; cada inmersión, ya sea con botella o simplemente haciendo snorkel; es como una descarga de endorfinas naturales, como un paréntesis a los problemas y ver todo con otra perspectiva.

Desde mi experiencia con el mar y mi profesión creo que el mar puede ayudar muchísimo en la mejora de la salud mental y física de las personas.

El 2016 vine a vivir a la Costa Brava, vine por amor, amor que surgió en el mar. Mi vida desde entonces ha cambiado radicalmente. Vivo entre dos parques naturales: el Parc Natural de Medes Montgrí i el Cap de Creus. Trabajo en el ABS de Roses. Puedo pasear por el camino de Ronda cada fin de semana, bucear en verano y hasta en invierno, veo el mar desde mi ventana… en fin, que soy muy afortunada.

El 2018 conocí a las personas de la Catedra Océanos y Salud Humana de la Universidad de Girona. Me encantaron los proyectos que proponían. Iniciar estudios de cómo el contacto con el mar o actividades en el mar pueden mejorar la salud física y psicológica de personas que han superado un cáncer. Estudios bien hechos, con rigor. Creo que hacen un trabajo con un valor incalculable.

No puedo participar de forma muy activa en estos estudios, ya que ahora he iniciado una nueva etapa en la dirección del ABS de Roses, pero ahí estoy… combinando mis dos pasiones: la medicina (ahora desde un punto de vista más organizativo) y beneficiándome cada día de poder disfrutar del mar y poderlo trasmitir.

Stefania Minuto. Llicenciada en Biologia, Màster en Gestió Sostenible dels Sistemes Costaners i Marins (UB), Máster en Biologia Molecular y Biomedicina (UdG). Professora Associada a la UdG

¡Yo llegué a la investigación después de los 40 años!

Mi contribución a las mujeres que quieren ser científicas es mi historia personal que me ha llevado a la Cátedra Océanos y Salud Humana.

Tuve el privilegio de pasar muchos meses de vacaciones en parajes marinos salvajes del sur de Italia observando los organismos en las rocas y con gafas y tubo, mi sueño de niña era conducir un submarino para observar la vida abisal.

Siempre me ha gustado estudiar y siempre que ha sido posible lo he hecho en países diferentes para conocer otros idiomas y otras culturas. Mi trabajo de final de carrera de Biología trató sobre una especie marina invasora de la Laguna de Venecia. Hice Erasmus en Gales, Inglaterra, y un pequeño Erasmus en Roscoff, Francia. A los 30 años estudié un máster en Barcelona sobre Gestión sostenible de los sistemas costeros y marinos con un trabajo final sobre el buceo sostenible en las áreas marinas protegidas. A los 40 años hice el Máster en Biomedicina y Biología Molecular en la Universidad de Girona para actualizar y diferenciar mis conocimientos sobre las técnicas moleculares y sus potencialidades en el estudio del medio ambiente marino. Todos los conocimientos adquiridos los usé para trabajar en la concienciación y la divulgación científica, hasta que acabé involucrándome en la investigación.

Stefania Minuto.

He tenido la suerte de ir a universidades de otros países europeos, de conocer la Costa Brava, de bucear en una reserva marina integral para hacer la cartografía bionómica, de hacer prácticas de biología molecular y bioinformática en el IRTA, de trabajar en educación ambiental para acuarios, museos, escuelas y asociaciones de medio ambiente, y de encontrar la Cátedra Océanos y Salud Humana.

Me gusta la Cátedra porque me ofrece la oportunidad de ampliar los conocimientos y las perspectivas de estudio de los ecosistemas marinos, de estar en contacto con mujeres y hombres implicados en diferentes niveles y ámbitos del uso sostenible de los recursos marinos y con la salud, con la gestión de las áreas marinas protegidas, y de trabajar en un ambiente interdisciplinario e internacional, tolerante y abierto.

Mi investigación se centra en el consumo de pescado como fuente de Omega 3 saludable, dentro de la Dieta Mediterránea, en relación con enfermedades crónicas como el cáncer, considerando los beneficios y los riesgos de consumir pescado y la importancia de que sea capturado de manera sostenible y proceda de proximidad, para proteger la salud del mar y de las personas, así como de las actividades económicas costeras.

En los diferentes lugares donde estudié, hice prácticas o trabajé, siempre había hombres y mujeres a cubrir todas las tareas, también los de dirección. Pero el sexismo de los medios de comunicación sobre las mujeres está muy integrado en nuestra sociedad y afecta algunas mujeres que, desde pequeñas, no llegan a tener ni una mínima visión de sus posibilidades. La falta de referentes femeninos tiene un impacto sobre las mujeres, así que son importantes iniciativas como las de este blog.

Para mí, involucrar las personas es la clave por la conservación del medio ambiente, e impulsar el estudio de la relación entre ecosistemas marinos y la salud de las personas hace que la gente ponga más de su parte. Actualmente, y más que nunca, nos damos cuenta que tener una sociedad y una biodiversidad resilientes es esencial para hacer frente a los efectos del cambio climático, como por ejemplo las pandemias y los fenómenos climáticos extremos, que podrían agraviarse y producir cada vez más pobreza y más refugiados medioambientales con efectos negativos sobre las democracias. Para proteger el medio marino, la salud de las personas y la sociedad se necesita realmente todo el mundo, hombres y mujeres.

Nota

Este artículo es una colaboración de la Cátedra Océanos y Salud Humana de la UdG y la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU para visibilizar el papel de las mujeres en la investigación y divulgación de la temática Océanos y Salud Humana.

Sobre el autor y las autoras

Mònica Campàs, Eva Fontdecaba, Montse Marquès, Cristina Vert, Cristina Vendrell del Álamo, Stefania Minuto y Josep Lloret (director de la Cátedra Océanos y Salud Humana y del Grupo de investigación en Ecosistemas Marinos y Salud Humana (SeaHealth), Universitat de Girona, Institute of Aquatic Ecology).

2 comentarios

  • Nos alegramos tod@s, es un placer poder visibilizar el trabajo perservarante y a veces silencioso de las mujeres científicas en sul día a día, en un tema tan fascinante como el de Océanos y Salud Humana !

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