No suelen recomendar empezar un relato desvelando el final, pero me gustaría permitirme una licencia con este artículo respondiendo a la pregunta que ilustra el título: ¿Qué llegará antes, la vacuna para la covid-19 o para la desigualdad? No es necesario hacer una PCR para darnos cuenta de que la primera. De lo contrario, nos tocaría pasear con mascarillas hasta el final de nuestros días. De hecho, esta pandemia ha acentuado aún más la brecha de género en la ciencia.
El primer indicador lo tenemos en la bajada de la producción científica. Según el análisis publicado en Vox EU, el porcentaje de mujeres que firmaron papers en los cuatro primeros meses de 2020 es similar al de 2019 (en torno a un 20 %). Sin embargo, durante el confinamiento, la proporción bajó hasta el 12 %. En la misma línea, Nature Index (clasificación centrada en la investigación publicada en una selección de revistas académicas de ciencias naturales del grupo Nature) nos dice que estamos en la misma tormenta, pero no en el mismo barco. Esto tendrá consecuencias a medio y largo plazo en la progresión de las carreras profesionales de las investigadoras.
Y es que el confinamiento ha tenido el efecto contrario al que cabría esperar de un teletrabajo planeado. Las diferencias en el tiempo dedicado por mujeres y hombres al cuidado y el trabajo doméstico se han agravado durante el encierro.
Un cuestionario realizado por la Unidad Mujeres y Ciencia del Ministerio de Ciencia e Innovación de España a 1 563 investigadores e investigadoras sobre el impacto del confinamiento nos muestra que casi el 50 % de las mujeres, frente al 20 % de los hombres, se encargó en exclusiva de la limpieza del hogar, mientras que el 43,8 % de las mujeres, frente al 18,3 % de los hombres, asumió principalmente las tareas de cuidado de personas a su cargo.
Una realidad que hasta ahora había quedado oculta en nuestros hogares. Pero precisamente esta pandemia nos ha obligado a abrir este espacio de par en par en reuniones y conferencias online. Así nos lo mostró en Twitter la científica Gretchen Goldman que, tras ser entrevistada en la cadena CNN desde el salón de su casa, enseñaba lo invisible, lo que como un iceberg normalmente no se ve: “Solo para ser honesta. #DíaDeUnaMamáCientífica”.
Just so I'm being honest. #SciMomJourneys pic.twitter.com/4yZMKtVxwP
— Gretchen Goldman, PhD (@GretchenTG) September 15, 2020
El proyecto H2020 SUPERA (Supporting the Promotion of Equality in Research and Academia) ha diseñado una encuesta sobre condiciones laborales, uso del tiempo académico y rendimiento académico.
Tras lanzarse en junio de 2020 en la Universidad Complutense de Madrid, recopiló casi 1 600 respuestas, mostrando resultados preliminares muy significativos. Los roles de género en el trabajo académico no solo se confirman antes de la pandemia, sino que también se agravan durante el confinamiento: las mujeres afirmaron dedicar más tiempo a la preparación de clases y a la atención de estudiantes y los hombres a escribir y enviar para publicar trabajos o artículos.
Esta, además, ha sido la pandemia de los medicOs y las enfermerAs. Así se nos ha presentado casi de manera constante en los medios, a pesar de que ellas son mayoría tanto en medicina como enfermería.
Las voces expertas que han sido protagonistas en los medios de comunicación tampoco han sido las de ellas. El Global Institute for Women’s Leadership del King’s College London ha analizado 146 867 artículos de prensa sobre la COVID-19 publicados entre el 1 de marzo y el 31 de julio de 2020 en medios de comunicación de Reino Unido, Australia y Estados Unidos. Por cada mención de una experta en áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) hay 19 menciones de un experto. Por cada mención de una economista, hay 5 de un economista.
Como le leí hace un tiempo a mi compañera Pilar Kaltzada en este artículo, “la primera huelga feminista de 2018 eligió el eslogan «Si nosotras paramos, se para el mundo”. Pero cuando el mundo se ha parado, nosotras hemos tenido que correr más y en todas las direcciones».
Sobre la autora
Lorena Fernández Álvarez (@loretahur), Directora de identidad digital, Universidad de Deusto
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Ir al artículo original.