¿Por qué los chicos con calificaciones medias terminan sus carreras de física o informática y sus compañeras tienen que ser de sobresaliente para hacerlo? Y, además, son menos. Antes de contestar a la pregunta tenemos que aclarar que no todos los estudios STEM son iguales en términos de disparidades de género. Por ejemplo, la proporción de hombres y mujeres en los grados en biología, química, matemáticas y otros relacionados con la ciencia es de aproximadamente 1 a 1, e incluso en algunos son mayoría las chicas. Sin embargo, en física, ingeniería e informática (PECS por sus siglas en inglés Physics, Engineering, Computer Science) la relación parece haberse estabilizado en aproximadamente 4 a 1. Un estudio llevado a cabo por científicos de la Universidad de Nueva York analiza esta brecha de género y aporta dos contribuciones interesantes que ayudan a responder la pregunta inicial: en primer lugar, la diferencia de género en estudios PECS varía en función de las calificaciones de los estudiantes, y, en segundo lugar, los factores que hasta ahora se emplean para explicar esa brecha de género en carreras de ciencias funcionan sólo en estudiantes con notas altas. Otro dato importante de este análisis es que un número sorprendentemente grande de hombres con notas medias o bajas llegan al final de sus grados PECS en comparación con las mujeres que abandonan estos estudios con esas mismas notas.
Hay poca investigación que vincule las diferencias de género con las notas en asignaturas STEM en secundaria, la intención de estudiar una carrera de ciencias y la finalización de ésta con éxito. La relación entre estos tres factores nos pone en alerta sobre programas de intervención para paliar la brecha de género en STEM que hasta ahora van dando resultados en estudiantes con buenas notas, pero que no son las más adecuadas para promover las carreras PECS entre alumnas no tan sobresalientes. Si no se abordan esos factores es poco probable que la brecha de género en física, ingeniería e informática se cierre por completo.
El análisis tan detallado que ha aportado nuevos puntos de vista se llevó a cabo en Estados Unidos pero el enfoque es extrapolable a cualquier país. Se centraron en datos del HSLS:09, un estudio longitudinal realizado por el Departamento de Educación. Durante 7 años, desde el curso 2009–2010, se recogieron datos de estudiantes desde el inicio de secundaria hasta los primeros años de universidad. Las múltiples calificaciones y pruebas de rendimiento STEM recogidas durante toda la etapa de educación secundaria aportaron medidas muy fiables e imprescindibles para la investigación. Es importante no olvidar que son esas notas STEM en secundaria las que utilizaremos a partir de ahora. Los investigadores también recogieron encuestas en 2013, al terminar la secundaria, con preguntas sobre las intenciones universitarias de los alumnos; 3 años más tarde se les preguntó qué carrera estaban cursando, lo que permitió examinar la persistencia en su elección.
Al analizar la brecha de género en física, ingeniería e informática en función de las notas de secundaria los investigadores encontraron que los hombres terminaron sus estudios PECS en porcentajes más altos que las mujeres, independientemente de sus calificaciones. Mostraron que un 10 % de los hombres que se encuentran en el primer percentil (las notas más bajas) consiguen terminar sus estudios en carreras PECS. Sin embargo, para encontrar ese mismo porcentaje en mujeres hay que ir hasta el percentil 80 (notas muy altas). Dijimos que la proporción promedio en estudios PECS es de 4 hombres por cada mujer pero cuando se tienen en cuenta las calificaciones de Secundaria vemos que esta ratio depende de las notas y es mucho mayor en la parte inferior de la distribución. Para el primer decil (notas bajas) es de 10 a 1, es decir, diez hombres por cada mujer con notas bajas acaba la carrera, mientras que para el último decil (las notas más altas) la proporción es “sólo” de 2 a 1, dos chicos brillantes por cada mujer brillante. Este dato es fundamental para considerar la retención en el recorrido de los grados PECS y nos hace reflexionar sobre la evaluación del progreso hacia la equidad de género.
Una perspectiva novedosa fue el tratamiento de la información sobre el deseo de los alumnos de estudiar una carrera PECS justo después de acabar la secundaria: los que tenían mucho interés en matricularse en PECS y aquellos que no la ponían como primera opción. Los chicos que realmente querían estudiar física, ingeniería o informática eran más que las chicas (23,7 frente a 5,2 %). Para estos estudiantes las tasas de persistencia son similares en general (74 frente 75 % para hombres y mujeres, respectivamente). Estas tasas promedio enmascaran una diferencia sustancial de género en toda la distribución de notas: hay paridad entre los estudiantes con mejores notas, pero si miramos a las calificaciones más bajas encontramos que los hombres insistieron en acabar sus estudios y graduarse en un número mayor que sus compañeras en las mismas condiciones (60 % frente a menos de un 20 %). Este patrón de persistencia de los hombres señala la menor sensibilidad a la retroalimentación sobre su desempeño real.
Por otro lado, aquellos estudiantes que no tenían intención de cursar estas carreras pero finalmente lo hicieron, tuvieron el siguiente recorrido: los chicos realizaron estos estudios en tasas significativamente más altas que las mujeres, fueran cuales fueran sus notas, y, de nuevo, si tenemos en cuenta estas notas encontramos que los hombres en el primer percentil tuvieron la misma probabilidad de concluir grados PECS que las mujeres que los iniciaron con una nota por encima del percentil 99.
Investigaciones anteriores sugieren que las mujeres pueden elegir PECS (y, de manera más general, STEM) en menor número que los hombres porque tienen menos confianza en sus habilidades matemáticas, tienen otras opciones debido a una ventaja comparativa en lectura, priorizan objetivos sociales, buscan un equilibrio entre lo laboral y lo personal por encima de un mejor sueldo, se van desenganchando de asignaturas de ciencias en secundaria y pesan sobre ellas estereotipos y cultura, falta de referentes femeninos y ausencia de figuras motivadoras. Estos factores son válidos para explicar estadísticamente la brecha de género en física, ingeniería e informática, pero sólo son adecuados para notas altas porque hemos visto que desde el enfoque de esta reciente investigación, cualquier intervención orientada a disminuir la brecha debe tener en cuenta las calificaciones de las estudiantes. Quizá se nos estén escapando cuestiones cruciales que en promedio no se ven, como creencias que siguen existiendo en carreras PECS y que disuaden a las mujeres mientras envían señales de bienvenida a los hombres incluso cuando estos tienen peores notas.
Desafortunadamente, para los estudiantes de rendimiento medio y bajo parece que hay menos soluciones para llevar a las niñas a carreras PECS. Es poco probable que las intervenciones que funcionan para las chicas brillantes en ciencias funcionen para las notas más bajas. Además, concentrar los esfuerzos en atraer mujeres muy buenas en STEM puede ser contraproducente: mientras que los hombres tienen pares masculinos de referencia en toda la distribución de notas, tener solo modelos deslumbrantes para las mujeres puede enviar señales disuasorias a las chicas de calificaciones medias.
Estamos valorando la conveniencia de atraer y retener a estudiantes con competencias STEM más bajas (de cualquier género). Esta reflexión nos lleva a otra: ¿Por qué los hombres, y no las mujeres, con menos habilidades STEM se empeñan en acabar estos grados? ¿Autoestima, identidad científica, aspiraciones de triunfo, salidas profesionales, refuerzos positivos de la familia, amigos, docentes…? Es posible que la cultura masculina de estos campos PECS consiga retener a los hombres menos calificados sobre las mujeres más calificadas. Tenemos claro que esto es un estereotipo que se mantiene por inercia, sin ninguna base sobre las capacidades de las mujeres para cursar estos grados con futuros prometedores. Romper estas barreras supone un desafío en el desarrollo de programas de equidad. Ellas están en su derecho de abandonar estudios, cambiar de opción, considerar la dificultad o el éxito de su carrera, pero sería bueno que lo hicieran sin condicionantes, con todas las oportunidades que podamos ofrecerles.
Referencias
Cimpian JR, Kim TH, McDermott ZT (2020) Understanding persistent gender gaps in STEM. Science 368:6497 1317–1319. DOI: 10.1126/science.aba7377
Sobre la autora
Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.
5 comentarios
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