Examinadoras médicas táctiles

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Podemos pensar en dos desafíos sociales graves: un diagnóstico temprano de cáncer de mama y un porcentaje abrumador de mujeres ciegas desempleadas. ¿Existe una solución conjunta? Veremos que sí.

Según la Unión Europea de Ciegos, el porcentaje de personas con discapacidad visual en paro es de más del 75 %, siendo esta cifra mayor en mujeres (Euroblind, 2019). Es cierto que la vista es esencial en una sociedad donde lo visual colorea cualquier situación cotidiana, pero no es imprescindible para ciertas tareas. En realidad, “no ver” es un requisito para trabajar en Discovering Hands, una empresa alemana que contrata mujeres invidentes para detectar bultos en el pecho de las pacientes. Son las “examinadoras médicas táctiles” (EMT). Esta iniciativa surgió del ginecólogo Frank Hoffmann tras comprobar los resultados de varias investigaciones que sugieren un desarrollo acentuado en el sentido del tacto en personas ciegas.

Cada año unas 70 000 mujeres en Alemania son diagnosticadas de cáncer de mama. La enfermedad se complica en unas 18 000. Sin embargo, no es el tumor en sí el que desencadena un final trágico sino su dispersión en el organismo por metástasis. La detección temprana es crucial: si los cambios en el seno se perciben a tiempo, el tratamiento será más eficaz y menos costoso en todos los sentidos.

Por este motivo, Hoffmann decidió contratar a mujeres para realizar palpaciones en el pecho con el propósito de detectar bultos y tumores que pudieran pasar desapercibidos a los médicos en exámenes rutinarios. El proyecto se puso en marcha en 2006 y ya trabajan en Alemania medio centenar de EMT en aproximadamente 90 consultorios médicos, clínicas y centros de Discovering Hands. Austria fue el segundo país donde ha sido reconocida la profesión de EMT por el Ministerio de Salud. Ya hay EMT capacitadas en India, Colombia y México en fase de prueba y en Suiza comenzará el proyecto piloto y la formación de EMT en 2020. Como posibles destinos futuros están Israel, España y los Países Bajos.

En Alemania, la seguridad social solo cubre las mamografías a partir de los 50 años, con lo que muchos tumores no se detectan en mujeres jóvenes. Además, en el procedimiento habitual puede haber deficiencias por ser demasiado breve (dos o tres minutos) y por falta de estandarización. Con la iniciativa de Discovering Hands, las examinadoras médicas táctiles hacen revisiones más exhaustivas y con una dedicación a cada paciente de 45 a 60 minutos, tiempo con el que no cuenta un ginecólogo.

Todas las trabajadoras han superado un programa de estudios durante el cual aprenden los fundamentos biológicos del cáncer, la manera de interactuar con las pacientes y cómo realizar los exámenes de forma sistemática. El procedimiento que siguen con cada paciente es el siguiente: preguntan a la paciente por su historia médica, examinan sus ganglios linfáticos en varios puntos y revisan de forma muy metódica y ordenada el tejido mamario mientras la paciente se acuesta boca arriba y de lado; esto lo hacen en varios niveles de profundidad con presiones diferentes. Las EMT no hacen diagnósticos, simplemente detectan anormalidades en el pecho. Trabajan colaborando con los médicos y son éstos los que proceden a valorar cualquier anomalía percibida. Un examen realizado por una EMT precede a otras pruebas diagnósticas, mamografía, ecografía, resonancias magnéticas, pero no las reemplaza.

Comparación de los tamaños de los bultos en el pecho encontrados mediante un autoexamen, el de una persona especialista en ginecología o una EMT. Imagen: Captura de pantalla de Discovering Hands: Blind Faith in Breast Care por Shalini Khanna.

Los bultos más pequeños que detectan las examinadoras táctiles tienen un tamaño de aproximadamente medio centímetro, mientras que los médicos experimentados pueden encontrar tumores cuando miden entre 1 y 2 cm. En lo que respecta a la fiabilidad de estos reconocimientos nos pueden servir como dato los resultados obtenidos recientemente por siete examinadoras táctiles indias (Bayer, 2019). Realizaron más de 500 exámenes entre octubre de 2018 y octubre de 2019 y notaron anormalidades en 57 mujeres. Las revisiones posteriores por parte de oncólogos y ginecólogos confirmaron los 57 casos. Cuando los médicos trabajan solos en Alemania, la precisión en sus diagnósticos es del 62-70 %, mientras que con la ayuda de las EMT, el porcentaje de precisión aumenta hasta el 87 %.

Sin embargo, ¿qué dice la neurociencia sobre la acentuación del tacto con la ceguera?, ¿es la experiencia la que mejora la sensibilidad o es la propia ausencia de visión la que optimiza el sentido del tacto?

Varios estudios realizados por Daniel Goldreich y su equipo (Goldreich y Kanics, 2003; Wong et al., 2011) han puesto de manifiesto que la primera hipótesis se cumple ya que las personas ciegas superaron a los videntes en pruebas táctiles y que incluso las personas ciegas que practicaban Braille superaron a los invidentes que no sabían leer en este código. Además obtenían mejores resultados con el dedo de lectura que con los otros dedos que no usaban para recorrer los puntos de Braille. Es decir, la experiencia es la que agudiza el tacto. La segunda hipótesis sugiere la acción de mecanismos neuronales subyacentes, como la plasticidad cortical somatosensorial y conexiones de redes neuronales complejas que entrelazan diferentes percepciones sensoriales.

La doctora Marina Bedny es neurocientífica cognitiva e investiga también la incidencia de experiencias prolongadas en el cerebro. Ha comparado cerebros de personas ciegas en distintas fases de aprendizaje y de experiencia tras la ceguera y una de sus conclusiones es que queda mucho por investigar sobre el funcionamiento del cerebro en invidentes. Éstos usan la región destinada a la vista, lóbulo occipital, para otras funciones. Según ella, no es tan sencillo como que “tocan” con el córtex visual. A través de imágenes neuronales, su equipo ha revelado que los ciegos utilizan áreas “visuales” de sus funciones cognitivas superiores como el procesamiento del lenguaje o el razonamiento matemático. La plasticidad neuronal nos sigue sorprendiendo. Una región cerebral concreta puede adaptarse a otras funciones para las que no fue diseñada. Sin embargo, no está claro que el uso del la corteza visual permita tener el sentido del tacto más desarrollado. Lo más probable es que la mejora sensorial sea causa de la combinación de esta activación cerebral extra y la experiencia adquirida por la ceguera.

Mano leyendo código braille.
Imagen: Wikimedia Commons.

Se ha demostrado también que las mujeres tienen mayor sensibilidad en el tacto que los hombres. El tamaño del dedo influye considerablemente en la sensibilidad del tacto de una persona (Wong et al., 2013): las que tienen los dedos pequeños presentan una mayor sensibilidad, ya que sus receptores táctiles, de los que todos en principio tenemos la misma cantidad, están concentrados en una superficie menor.

Por otro lado, el sentido del tacto de una persona con visión normal empeora con la edad, alrededor de un factor tres, es decir, cuando envejezca, una textura determinada tendrá que ser tres veces más evidente para que pueda llegar a distinguirla. Según varias investigaciones, esto no ocurre así en las personas ciegas; ellas cuentan con una ventaja de 23 años, por lo que una persona ciega con 50 años percibirá lo mismo que otra con visión normal a los 30 años. También se cree que las personas invidentes no experimenten el mismo deterioro del sentido del tacto con la edad.

Por otro lado, un estudio (Norman y Bartholomew, 2011) reveló que las personas invidentes con ceguera adquirida tenían más sensibilidad que los ciegos de nacimiento. Las conclusiones fueron que para mejorar la sensibilidad táctil era necesaria cierta experiencia visual y comprensión de las tres dimensiones. La mayoría de las examinadoras médicas táctiles, coinciden con ese perfil. Sus antiguos recuerdos visuales les ayudan a hacerse una mejor idea de sus exploraciones en busca de anomalías.

Retomando el planteamiento inicial podemos preguntarnos sobre los prejuicios que aún hoy existen hacia las personas con alguna diversidad funcional. Lindsay Yazzolino, coordinadora de investigación en el laboratorio de la neurocientífica Bedny y también invidente, confía en que iniciativas como la de Discovering Hands sirva para concienciar a la sociedad de que hay muchas profesiones donde las personas ciegas pueden avanzar, aprender y aportar. Utilizando tecnología apropiada que facilite el acceso al conocimiento pueden llegar en sus estudios hasta el nivel que se propongan y conseguir una trayectoria profesional que les satisfaga. Lindsay opina que el hecho de que haya personas con discapacidad visual con un trabajo en el ámbito médico supone un desafío a la percepción generalizada que se tiene respecto a sus capacidades. Una EMT interacciona cada día con pacientes y compañeros, unos y otros actúan con naturalidad, algo que no es tan habitual cuando todavía hoy muchas personas rehúyen el trato con invidentes. Considerar otras formas de percibir la realidad, escuchar al que nos parece diferente y demostrar cierto grado de empatía son claves para acabar con estereotipos sobre «el otro», único incluso dentro de un determinado colectivo.

Referencias

Sobre la autora

Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.

2 comentarios

  • Un gran artículo, ejemplo de la riqueza de la diversidad. Espero que se difunda la experiencia pronto.

  • Muchas gracias, Victoria. Sí, yo también lo creo, la diversidad siempre enriquece. Un saludo afectuoso

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