Alexandra Elbakyan, la científica de la computación kazaja que se convirtió en la reina pirata de la ciencia

Vidas científicas

Alexandra Elbakyan (2010).
Imagen: Wikimedia Commons.

Uno de los pilares en los que se sustenta la creación de conocimiento científico es en el libre acceso de los científicos a los resultados que obtienen sus colegas de su misma disciplina o de otras para aprender de ellos, buscando así continuar el camino iniciado antes que ellos y que otros seguirán. Ya sea para analizar hipótesis que otros plantearon y en ocasiones respondieron, para buscar inspiración sobre cómo continuar una investigación o para comprobar qué tal le va a la competencia, la lectura de estudios científicos es básica para el trabajo investigador.

Sin embargo, el sistema de publicaciones científicas y el libre acceso a las mismas tiene ciertas barreras allí donde se topa con el capitalismo. Actualmente, unas cuantas editoriales copan el mercado de las publicaciones científicas y sitúan bajo una barrera económica el acceso a la mayoría de ellas y a casi todas las de mayor interés. Eso significa que para leer, hay que pagar, con el absurdo añadido de que en muchas ocasiones los mismos científicos que generan esos artículos deben pagar para poder consultarlos.

Distintas iniciativas tratan de poner solución a esta situación que muchos consideran abusiva. Una de ellas es la que creó Alexandra Elbakyan, científica y desarrolladora kazaja conocida por lanzar un proyecto que permite el acceso gratuito a publicaciones de pago y que es conocida y utilizada por científicos y no científicos de todo el mundo.

De la programación informática al pirateo científico

Elbakyan nació en Almatý, Kazajistán, el 6 de noviembre de 1988. Se graduó en Ciencias de la Computación en la Universidad Técnica Nacional de Kazajistán, especializándose en seguridad informática.

Trabajó un año en ese área en Moscú, con lo que ahorró dinero para marcharse a Friburgo, en Alemania, en 2010 para trabajar en un proyecto para desarrollar una interfaz cerebro-ordenador. Allí desarrolló interés también en el transhumanismo, una corriente filosófica que aboga por el desarrollo y la transformación del ser humano a través de la implementación en el cuerpo de tecnología de telecomunicaciones. Optó y consiguió una beca de verano en el Instituto de Tecnología de Georgia, en Estados Unidos, donde estudió sobre neurociencia y consciencia.

Fue en 2011, a su vuelta a Kazajistán, cuando comenzó a pensar en Sci-Hub, el trabajo por el que es conocida en el mundo entero. Según contaba un extenso reportaje publicado en The Verge, “la primera vez que pensé en el mundo de la distribución de artículos científicos y de cómo compartirlos fue en 2009”. Como estudiante buscando documentación, Elbakyan se topó con el mismo obstáculo que se encuentran estudiantes y científicos de todo el mundo: los muros de pago. La mayoría de las revistas científicas cobran por acceder a sus contenidos y los precios siempre van hacia arriba. En un post que publicó ella misma para corregir algunos aspectos de ese reportaje, añade que en ese mismo momento aprendió a saltarse esos muros de pago para acceder a los documentos que le interesaban.

Pantallazo de la página de inicio de Sci-hub.

“Estaba acostumbrada a descargarme todo de internet gratis. Así que cuando empecé a encontrarme esos muros de pago, inmediatamente busqué en qué webs se podían descargar gratuitamente. Me quedé extremadamente sorprendida de que no hubiese una web o un torrent [un archivo de búsqueda para descargar] para estos artículos”. En ese mismo post afirmaba: “¡Yo siempre he sido una pirata!”.

Más allá de lo lícito de su sistema, Elbakyan pronto encontró el apoyo de muchas voces dentro de la comunidad científica que piden un sistema abierto (conocido como Open Access) en el que el conocimiento sea accesible a cualquiera que lo necesite sin necesidad de pagar por él las cifras que imponen las editoriales.

“Un asombroso acto de altruismo o un empeño criminal masivo”

Detrás de esa búsqueda había también, según Elbakyan, una rebeldía ideológica. Según ella, la ciencia y el comunismo comparten una misión común de acceso libre e igualitario al conocimiento, especialmente en un mundo en el que la mayoría de las investigaciones están financiadas en último término por fondos públicos: si el dinero con el que se financian los estudios es público, sus resultados deberían serlo también.

Así que en 2011 puso en marcha Sci-Hub, una página donde localizar y acceder de forma gratuita millones de artículos científicos por los que de otra forma habría que pagar. Por este motivo un artículo publicado en la revista Science (y que, irónicamente, solo puede leerse completo bajo registro) de este año la describía como “un asombroso acto de altruismo o un empeño criminal masivo, dependiendo de a quién le preguntes”. En cualquier caso, su irrupción en la escena de las publicaciones científicas ha tenido tal impacto que en diciembre de 2016, la revista Nature, que también pertenece a un poderoso grupo editorial, la nombró una de las 10 personas que más marcó la ciencia de ese año.

Alexandra Elbakyan. Wiki-award 2016. Imagen: Wikimedia Commons.

Sus servidores han llegado a alojar 64 millones de papers. Su relevancia fue en aumento hasta que en 2015 la editorial Elsevier, dueña de algunas de las revistas científicas más relevantes del mundo (que cobra unos 30 dólares de media por acceder a cada artículo), la demandó y ganó por daños y perjuicios exigiéndole el pago de 15 millones de dólares como indemnización. Puesto que la demanda ha sido interpuesta en Estados Unidos y ella no vive allí (su actual paradero exacto es desconocido), de momento no ha pagado nada de esa indemnización, y es posible que no lo llegue a hacer nunca. La web de Sci-hub desaparece periódicamente para volver a estar online poco después bajo un dominio nuevo, evitando así el cierre definitivo por parte de las autoridades.

Una avispa con su nombre

Idiogramma elbakyanae.
Imagen: Wikimedia Commons.

Ha habido diversas polémicas en torno a Sci-Hub y a su creadora. En 2017, entomólogos rusos y mexicanos descubrieron una nueva especie de avispa parasitoide que llamaron Idiogramma elbakyanae en homenaje a Elbakyan, algo que a esta no le hizo demasiada gracia. “Si analizas la situación de las publicaciones científicas, los verdaderos parásitos son las editoriales científicas mientras que Sci-Hub, por el contrario, pelea por un acceso igualitario a la información científica”. El comentario se puede leer aquí, traducido de un texto publicado por ella en ruso que ya no está disponible.

En diciembre de 2019 el Departamento de Justicia de Estados Unidos anunció una investigación sobre la joven programadora bajo la sospecha de que estuviese colaborando con la inteligencia rusa para acceder a información reservada estadounidense. Elbakyan también respondió a estas informaciones asegurando que ni ella ni Sci-Hub tienen relación alguna con ningún otro servicio de inteligencia aunque sí podría haber alguna “ayuda indirecta”: que dentro de las donaciones de su página web llegasen fondos de estas organizaciones. “Son completamente anónimas, así que yo no sé quién dona a Sci-Hub”.

Referencias

Sobre la autora

Rocío P. Benavente (@galatea128) es periodista.

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