Mae Jemison, la niña que soñaba con ir al espacio y se convirtió en la primera mujer afroamericana que lo consiguió

Vidas científicas

El 12 de septiembre de 1992 Mae Jemison tiraba de un empellón (metafóricamente hablando) una puerta que hasta ese día había estado cerrada para las mujeres afroamericanas como ella: la puerta a las misiones espaciales. Después de ella, solo otras dos afroamericanas la han cruzado: Stephanie Wilson en julio de 2006 y Joan Higginbotham en diciembre de 2006.

Mae Jemison a bordo del módulo científico Spacelab Japó (SLJ) en el Endeavour orbitando la Tierra (1992).
Imagen: Wikimedia Commons.

Pero probablemente en ese momento, si en el cerebro de Jemison quedaba algún rincón libre durante la operación de despegue, no pensaba tanto en las que vendrían después como en todo lo que había pasado antes, en todo lo conseguido desde que siendo una cría que estudiaba en una escuela pública de Chicago ya soñaba con ser astronauta. Ver a la actriz afroamericana Nichelle Nichols hacer de la teniente Uhura en la serie Star Trek alimentaba sus aspiraciones.

“La gente quiere limitarte porque su propia imaginación es limitada”

De madre profesora y padre supervisor de mantenimiento, fue una estudiante sobresaliente con matrículas de honor en matemáticas y ciencias. Si bien su familia apoyó desde el principio su idea de seguir una carrera científica, no fue igual por parte de sus profesores o el personal de su colegio. Cuando años después dio un discurso en su universidad, Jemison subrayó la tendencia de algunas personas por limitar sus oportunidades: «A veces la gente te dice que seas o actúes de determinada manera. A veces la gente quiere limitarte porque su propia imaginación es limitada».

No parece que tuvieran demasiada gente en su intento, porque a los 16 años empezó a estudiar en la Universidad de Stanford y poco tiempo después obtuvo su diploma en Ingeniería Química y en Estudios Afroamericanos. Su experiencia en Stanford, según ha contado ella misma, también estuvo marcada por ser una de las pocas estudiantes afroamericanas en las aulas. «Algunos profesores simplemente fingían que yo no estaba allí. Si hacía una pregunta, hacían como si fuese estúpida, como si fuese la pregunta más estúpida que hubiesen escuchado en su vida. Después un chico blanco hacía la misma pregunta y el profesor comentaba: ‘Esa es una observación muy aguda'».

Según una entrevista que dio en 2008, se sobrepuso a esos obstáculos y se graduó con éxito en parte gracias a la arrogancia de su juventud: «Tenía que repetirme ‘Pienso hacer esto y todo lo demás me importa un bledo'». En su opinión, esa arrogancia es necesaria para mujeres y minorías si quieren tener cierto éxito en una sociedad dominada por hombres blancos.

La autoridad en temas médicos

Mae Jemison (1992). Imagen: Wikimedia Commons.

De ahí ingresó en la Universidad de Cornell donde se graduó en Medicina. Entre 1983 y 1985 trabajó como médica en los Cuerpos de Paz en Liberia y Sierra Leona. Entre sus tareas en aquella época estuvo la supervisión de la farmacia, el laboratorio y el personal médico así como la atención médica directa, la redacción de manuales de autocuidado y el desarrollo e implementación de guías de sanidad y de temas de seguridad. En ese tiempo también colaboró con el Centro de Control de Enfermedades en la investigación para varias vacunas.

En esta época tuvo que demostrar varias veces su conocimiento y autoridad. En una ocasión, un voluntario enfermó de gravedad y fue diagnosticado (erróneamente) de malaria. Pero el tratamiento no sirvió de nada y su situación no hacía más que empeorar. Jemison cambió el diagnóstico: meningitis con una serie de complicaciones que hacían imposible su tratamiento en Sierra Leona. Hacía falta trasladar al paciente, así que Jemison tomó el mando y pidió el traslado médico en un avión medicalizado de la Air Force estadounidense con base en Alemania. La maniobra tenía un coste de 80 000 dólares, lo cual puso en alerta a la embajada, que cuestionó a la doctora y su autoridad para pedir el traslado. Ella respondió que como médico no necesitaba el permiso de nadie para tomar una decisión médica. Ella también subió al avión camino de Alemania con el paciente, que logró sobrevivir gracias a la decisión de Jemison.

Tras los pasos de Sally Ride y Guion Bluford

Después de su misión volvió a Estados Unidos donde comenzó a ejercer como médica y prosiguió sus estudios de ingeniería. Los vuelos de Sally Ride y Guion Bluford, la primera mujer y el primer afroamericano respectivamente que la NASA envió en una misión al espacio inspiraron a Jemison para pedir su ingreso en la agencia espacial estadounidense en otoño de 1985. Pero la tragedia del Challenger, la explosión en 1986 del transbordador Challenger a los 73 minutos de despegar y la muerte de sus siete ocupantes, retrasó durante una temporada las nuevas incorporaciones de la NASA.

En 1987 volvió a intentarlo y fue una de las quince seleccionadas entre los dos mil candidatos que se presentaron. Antes de salir al espacio, Jemison participó en tareas de preparación y supervisión de despegue de otras misiones y participó en el desarrollo del software de control.

Su gran momento: la misión espacial

Por fin, en 1992 llegó su momento: del 12 al 20 de septiembre de ese año se desarrolló su única misión espacial, una misión colaborativa con Japón que además sería la número cincuenta del programa de transbordadores. Como parte de su trabajo en la misión ejerció como especialista científica y llevó a cabo una serie de experimentos sobre los mareos durante los vuelos, la pérdida ósea en el espacio y la ovulación y fecundación de ranas y el posterior desarrollo de los renacuajos cuando no hay gravedad.

Mae Jemison durante la Space Shuttle mission STS-47 (1992). Imagen: Wikimedia Commons.

La astronauta ha contado en más de una ocasión los objetos personales que decidió llevar con ella al espacio, entre ellos un póster de un teatro de baile donde dio clases en su época universitaria, objetos artísticos de los países africanos en los que trabajó durante su misión en los Cuerpos de Paz y una foto de Bessie Coleman, la primera mujer afroamericana con licencia de vuelo.

Adiós a la NASA

En marzo de 1993, Jemison abandonó la NASA con la intención de crear su propia empresa, cosa que su entrenador de vuelo, Homer Hickman, lamentó después: “La NASA había invertido mucho en su formación y obviamente, al ser una mujer de color, llenaba un nicho”, aunque también reconoció que habría sido un error oponerse a su decisión o interponerse en su camino.

Desde entonces, Jemison ha sido profesora de ciencias en varias instituciones, entre ellas Cornell o Darmouth y ha participado y puesto en marcha varios proyectos. En 1993 fundó The Jemison Group, una consultora que trabaja para medir y aumentar el impacto sociocultural del diseño y el desarrollo tecnológicos. También ha creado la Dorothy Jemison Foundation for Excellence, con el nombre de su madre, que organiza entre otras cosas el campamento científico The Earth We Share en el que participan niñas y niños de entre 12 y 16 años a los que se anima a pensar y trabajar problemas globales, como el número de personas que pueden vivir en la Tierra o cómo prever los picos de calor que sufrirá el planeta en 2030.

Detrás de todas estas actividades ha estado siempre su interés por fomentar el espíritu crítico, potenciar el desarrollo social a través del progreso científico y tecnológico y un empeño especial en atraer a los jóvenes hacia estas áreas de conocimiento, especialmente a aquellos pertenecientes a minorías sociales o a entornos desfavorecidos.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Pérez Benavente (@galatea128) es periodista.

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