Christine Ladd-Franklin, la luchadora «en colores»

Vidas científicas

Christine Ladd-Franklin.
Imagen: Wikimedia Commons.

Christine Ladd, a veces conocida por su apodo «Kitty», nació el 1 de diciembre de 1847 en Windsor (Connecticut). Su madre estuvo comprometida con la defensa de los derechos de la mujer y llevó a la pequeña Christine a mítines y conferencias sufragistas desde antes de cumplir los cinco años. Por su parte, el padre era un profesor universitario que siempre apoyó la carrera académica y el desarrollo intelectual de su hija.

Desgraciadamente, su madre murió de neumonía cuando ella tenía doce años y marchó a vivir con su abuela materna a Portsmouth (New Hampshire) donde continuó su escolarización. Fue una niña precoz que desde muy pronto buscó «una forma de continuar mi educación más allá de la escuela secundaria». Consiguió su objetivo cuando su padre la matriculó en un programa de dos años en la academia Welshing, donde cogió los mismos cursos preparatorios que seguían los muchachos que querían acceder a universidades prestigiosas como Harvard, el currículum académico más exigente.

Se graduó como «valedictorian», el estudiante con las mejores notas de la promoción y decidió seguir su educación en el Vassar College, una de las famosas Siete Hermanas, las siete universidades femeninas más prestigiosas de los Estados Unidos. Para matricularse allí su tía le hizo un préstamo pero, precisamente por dificultades económicas solo asistió el primer semestre y después se puso a trabajar de maestra hasta que de nuevo la ayuda económica de su tía le permitió reingresar en Vassar y graduarse en 1869. Allí tuvo como mentora a Maria Mitchell, una profesora que se había hecho famosa al ser «la primera mujer que descubrió un nuevo cometa, usando un telescopio, en 1847». Mitchell era sufragista y uno de sus esfuerzos iba dirigido a que las mujeres ganasen confianza para competir y tener éxito en ámbitos dominados por los hombres. Bajo la tutoría de Mitchell, Ladd trabajó su enorme potencial y desarrolló una pasión por la física y las matemáticas. En principio le interesaba más la física, pero las mujeres tenían vetado el acceso a los laboratorios, así que tuvo que centrarse en las matemáticas, una disciplina donde las máquinas no eran necesarias, una renuncia que recordaría con pesar años después.

Vassar College hacia 1862. Imagen: Wikimedia Commons.

Tras acabar la carrera, Ladd enseñó ciencias y matemáticas en una escuela secundaria de Washington (Pennsylvania). También le interesaba la divulgación científica y envió setenta y siete problemas de matemáticas, con sus soluciones, al Educational Times de Londres. También publicó seis artículos en The Analyst: A Journal of Pure and Applied Mathematics y otros tres en American Journal of Mathematics. En 1878 fue admitida en el programa de posgrado de la Universidad Johns Hopkins con la ayuda de James J. Sylvester, un matemático inglés que recordaba aquellos acertijos matemáticos que Ladd había publicado en el Educational Times. La solicitud de ingreso iba firmada por «C. Ladd» y la universidad le ofreció una beca sin darse cuenta de que era una mujer. Cuando finalmente supieron quién era C. Ladd, el equipo rectoral intentó revocar la oferta de beca, pero Sylvester insistió en que quería que estudiara con él y fue admitida. Tuvo la beca en John Hopkins durante tres años, pero el equipo directivo no permitía que su nombre apareciera en las circulares con el de otros becarios por miedo a sentar un precedente ¡una mujer con beca, el acabose! Además, el conflicto continuó y uno de los fideicomisarios originales de la universidad dimitió por lo que consideró una traición a los principios fundaciones de la institución.

Johns Hopkins era una de las universidades que no admitían la educación conjunta de hombres y mujeres. Por eso, al principio, a Ladd solo le permitieron asistir a las clases de Sylvester. Pero después de que sus resultados académicos en esa asignatura fuesen excepcionales se le permitió asistir a otras clases con otros profesores. Uno de ellos, con quien tuvo clases en 1879-1880 fue Charles Sanders Peirce, que ha sido considerado el primer psicólogo experimental de los Estados Unidos.

Ladd presentó una tesis titulada “On the Algebra of Logic” con Pierce como director. Su tesis fue publicada en Studies in Logic (Peirce, ed.) en 1883. Fue la primera mujer que recibió formación de postgrado tanto en matemáticas como en lógica simbólica. Puesto que no se permitía que las mujeres se doctorasen en Johns Hopkins se le negó su Ph.D. en Matemáticas y Lógica aunque había sido la primera mujer que completó todos los requisitos que esa universidad exigía para obtener el doctorado. Johns Hopkins le concedió finalmente el doctorado en 1927, 44 años después de merecerlo, cuando Chistine Ladd tenía setenta y ocho años.


Párrafo inicial de la tesis de Christine Ladd «On the Algebra of Logic«.

En 1884, su último año de posgrado, se casó con un compañero de clase, Fabian Franklin, doctor en matemáticas y cambió su apellido a Ladd-Franklin. Tuvieron dos hijos, uno de los cuales murió a los pocos días de nacer y la otra, Margaret Ladd-Franklin, se convirtió con los años en un miembro relevante del movimiento sufragista norteamericano. Christine escribió a menudo sobre la opresión de las mujeres, su desánimo sobre una sociedad que les negaba su independencia, la imposibilidad de decidir y la limitación de sus carreras profesionales. También escribió sobre la falta de reconocimiento a las mujeres que conseguían títulos académicos superiores «Ese es el caso también con nuestras chicas inteligentes. Van a Alemania y obtienen sus pergaminos, bellamente firmados y sellados, que proclaman que son doctoras en filosofía, pero no hay mayores consecuencias. No obtienen nada más allá de la satisfacción vacía de mostrar sus “tickets”».

En el curso 1891-92 el matrimonio y su hija Margaret, entonces con 7 años, viajaron a Alemania para un sabático de Fabian. En la primera mitad de la estancia, Christine trabajó con el psicólogo alemán G.E. Müller en su laboratorio de Gotinga, realizando distintos experimentos sobre la visión. En la segunda mitad lo hizo con Arthur König, un físico interesado en los procesos de la visión en colores, en el laboratorio de Helmholtz en Berlín, a quien pudo escuchar sus conferencias sobre la teoría de la visión en colores. Müller era un discípulo de Hering, mientras que König seguía las ideas de su jefe Helmholtz, pero mientras ella escribía unos experimentos se dio cuenta de que podía proponer una teoría, que sumaba las evidencias de los dos laboratorios en un marco conceptual mejor. Fabian seguía en Gotinga con sus trabajos matemáticos y atendía a la niña mientras ella le escribía sobre las urgencias en las que vivía

Alemán, diagramas, y todo, con objeto de asegurar la prioridad. Y König me dice que espera ver la teoría definitiva publicada cada vez que coge una revista… Estas prisas es todo idea suya. No conoce mi teoría todavía y solo le he dicho que es buena. ¿No es un encanto?

Finalmente publicó su teoría en 1929 en una monografía titulada Color and Color Theories.

Anatomía del ojo: 1. Cámara posterior, 2. Cámara
anterior, 3. Córnea, 4. Pupila, 5. Úvea (con 6. Iris,
7. Cuerpo ciliar y 8. Coroides), 9. Esclerótica,
10. Ligamento suspensorio del cristalino, 11. Cristalino,
12. Humor vítreo (con 13. Conducto hialoideo),
14. Retina (con 15. Mácula, 16. Fóvea y 17 .Disco
óptico), 18. Nervio óptico, 19. Vasos sanguíneos
de la retina. Imagen: Wikimedia Commons.

En 1893 intentó conseguir un puesto de profesora en Johns Hopkins pero le fue denegado. No cejó en su empeño ni perdió su determinación. Once años después, en 1904, se le dio permiso para enseñar a una clase al año. Durante los siguientes cinco años ese puesto fue evaluado y renovado anualmente hasta 1909. Las mujeres que conseguían un puesto académico en una universidad a menudo elegían ese trabajo a pesar de que era ad honorem, es decir, que no les pagaban. Christine hizo lo mismo. Esas decisiones fueron una rémora económica para ella y su familia, pero valoraba enormemente el conseguir las credenciales académicas que le permitirían contribuir exitosamente en su campo.

La teoría de Ladd-Franklin se basaba en la evolución. Para ella «algunos animales son ciegos a los colores y debemos asumir que la visión acromática apareció lo primero en la evolución y que la visión en colores vino después». Asumió también que el ojo humano llevaba fragmentos de su desarrollo evolutivo previo. Observó que la parte más evolucionadas del ojo es la fóvea, donde al menos, con la luz del día, la agudeza visual y la sensibilidad al color es máxima. Ladd-Franklin pensó que la visión periférica, proporcionada por los bastones de la retina, era más primitiva que la visión foveal, proporcionada por los conos, porque la visión nocturna y la detección de movimientos eran cruciales para la supervivencia.

Ladd-Franklin concluyó que la visión en color evolucionaba en tres etapas: visión acromática (en blanco y negro), sensibilidad al azul-amarillo y sensibilidad al rojo-verde. Para ella el que la sensibilidad al rojo-verde fuese la más tardía en aparecer explicaba porqué muchas personas presentaban ceguera a esos colores. La siguiente sería la ceguera al azul-amarillo, que afecta a un porcentaje muy pequeño de la población y la última sería la visión acromática, que evolucionó la primera y por eso apenas había gente que viera solo en blanco y negro. Cuando Hermann Ebbinghaus publicó sus resultados sobre la visión, ella escribió a Science indicando que «aunque los resultados de Ebbinghaus son indudablemente independientes de los míos, me permito señalar que los míos son anteriores a los suyos». Toda su vida tuvo que reivindicar su labor científica.

Ladd-Franklin fue la primera mujer admitida en la American Psychological Association en diciembre de 1893. Pasó el resto de su vida, cuatro décadas, promocionando su teoría. Dio cursos sobre la visión en colores en Johns Hoplins, en la Universidad de Columbia, en Clark, en Harvard y en Chicago. Publicó en Science, Mind, Nature y en el Psychological Review, en una carrera que fue descrita por otros autores como «larga y beligerante».

Christine Ladd-Franklin (hacia 1909).
Imagen: Wikimedia Commons.

Como otras mujeres de su época, finales del siglo XIX y comienzos del XX se enfrentó a lo que llamaban la «elección cruel», la necesidad de elegir entre la carrera para la que se había formado o el matrimonio y la vida familiar. Al casarse con Fabian Franklin se excluyó de los puestos a los que podría haber optado, una cátedra en una universidad femenina o en un college docente. También la dejaron fuera, en esa época fundacional de la Psicología, de redes como «Los Experimentalistas», el grupo formado por E.B. Titchener en la Universidad de Cornell que ponía en contacto a jóvenes profesores con estudiantes entusiastas. Ladd-Franklin le pidió presentar uno de sus estudios en una de esas reuniones anuales y Titchener la rechazó. Ella le contestó «Me quedo asombrada de que todavía esté, al día de la fecha, excluyendo a las mujeres de sus reuniones de psicólogos experimentales. ¡Es un punto de vista tan pasado de moda!» Ladd-Franklin le atacó públicamente en los años siguientes declarando que esa política era «tan falta de conciencia, tan inmoral, incluso peor que eso, ¡tan poco científica!». Titchener mantuvo su política de discriminación hasta su muerte en 1927. Tras dos años de dudas la nueva dirección del grupo decidió retirar «la restricción de ser miembro con respecto al sexo».

Volvió a Alemania a realizar otra estancia en el laboratorio de Helmholtz pero su relación con König se agrió. En una carta a Fabian le acusaba de «meterse en su terreno», de no darle suficiente reconocimiento a su «pequeño descubrimiento de la ausencia de adaptación en la fóvea», añadiendo exasperada «pero ¡qué se puede esperar de un hombre!».

Christine Ladd-Franklin tuvo que dedicar demasiadas energías a reivindicar su teoría de la visión en colores, pero incluso ese reconocimiento tuvo caducidad. En muchos libros actuales cuando se discuten las teorías sobre la visión de los colores se comentan las teorías rivales de Hering y de Helmholtz, la de Ladd-Franklin nunca aparece.

Para leer más

Sobre el artículo original

El artículo Christine Ladd-Franklin, la luchadora «en colores» se publicó en el blog Neurociencia de José Ramón Alonso el 10 de julio de 2020.

Un especial agradecimiento al autor del artículo por permitir su reproducción en Mujeres con ciencia.

Sobre el autor

José Ramón Alonso es catedrático de biología celular y director del Laboratorio de plasticidad neuronal y neurorreparación del Instituto de Neurociencias de Castilla y León, además de prolífico autor de textos de divulgación científica.

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