Mary Seacole (1805-1881): La enfermera que nadie recuerda

Ciencia y más

Mary Seacole. Imagen: Wikimedia Commons.

Florence Nightingale y Mary Seacole fueron unas heroínas en la Guerra de Crimea (1853-1856). Por desgracia, nadie se acuerda de la segunda. De hecho, la mayoría no sabe que existió. Mary Seacole. El nombre parece sacado de una leyenda, podría decirse que es un personaje inventado de una historia, pero no de la Historia, que es la que cuenta, al fin y al cabo. Mary fue una mujer que aprendió enfermería de manera autodidacta, que se enfrentó a la epidemia del cólera hasta en dos ocasiones, que la venció con su innovador protocolo sanitario y que logró salvar miles de vidas en Crimea, pero que fue relegada a un segundo plano. Su figura apenas se distingue, la han borrado con la misma rapidez con la que eliminas los restos de lápiz de una página en blanco. Cuesta creerlo pero a Florence y a Mary nada les diferenciaba salvo el color de la piel.

Mary Seacole fue hija de un soldado escocés y una afamada curandera de Kingston (Jamaica), quien también regentaba el Blundell Hall, una hostería donde acudían inválidos, enfermos o personas que tenían pocos recursos. Mary aprendió enfermería observando a su madre y a los doce años ya empezó a poner en práctica los conocimientos adquiridos ayudándola en el hotel. Además de su pasión por cuidar a los que más lo necesitaban, la caracterizaba el deseo de viajar, quería vivir aventuras. Antes de casarse con Edwin Seacole en 1836, tuvo la oportunidad de ver el Caribe, incluidas Cuba, Haití y las Bahamas, América Central y Gran Bretaña. En estos viajes, ella complementó su conocimiento de la medicina tradicional de su país con las ideas y sistemas que había en Europa. También se convirtió en una mujer de negocios.

Un año trágico

Después de casarse, montó una tienda junto a su marido pero la idea no cuajó así que decidieron volver a gestionar el hotel. Sin embargo, en 1843, hubo un incendio en la región de Kingston y como muchas otras propiedades, esta también se quemó. Ese año fue muy trágico para Mary porque tanto su marido como su madre murieron. La vida le fue poniendo retos, como en 1850, cuando llegó la epidemia de cólera a Jamaica, donde murieron cerca de treinta mil personas. Ella, con sus lecciones aprendidas de su madre, intentó ayudar a los enfermos. A esas alturas, su vocación estaba bastante clara.

Montaje de la silueta de Mary Seacole sobre un lienzo de la caballería británica cargando contra las fuerzas rusas en Balaclava.

Más tarde, construyó un nuevo hotel mejor que el anterior, gracias a su perspicacia para los negocios, y lo dejó en manos de una prima para poder marcharse a Panamá, proposición que le hizo su hermano. Nuevamente, el fantasma del cólera apareció allí y ella, una vez más, pudo combatirlo. Tenía experiencia con la enfermedad y en esta ocasión dio un pasito más allá: se dio cuenta de que era necesario fomentar la higiene y ventilación de los hogares y de los hospitales. Asimismo, comprendió que había que administrar una correcta alimentación a los pacientes. Propuso nuevos tratamientos para los enfermos, y con el dinero que ganó (solo hacía pagar a los que más tenían), abrió un negocio: “The British Hotel”, que consistía en un comedor y contaba también con una barbería, dos servicios que los viajeros apreciaban mucho.

Le fue bastante bien pero no quiso quedarse allí, algo le hizo cambiar de idea. La Guerra de Crimea estaba en boca de todos y la necesidad de Inglaterra de mandar enfermeras al campo de batalla. No se lo pensó dos veces y cruzó el atlántico.

Madre Seacole para los soldados

En 1854, Mary viajó a Inglaterra y se acercó a la Oficina de Guerra convencida de poder ir a Crimea como enfermera del ejército. Las balas no estaban matando tanto como el cólera, el tifus y la disentería, y ella podía aportar conocimiento médico, mejorando de esta manera la salud de muchos soldados. Había cierta necesidad de enfermeras, el ministro Sidney Herbert, escandalizado por lo que se publicó en The Times sobre el estado lamentable del hospital de Scutari, contrató a Florence Nightingale, a la que conocía, para que estuviera al mando y reclutara a un grupo de enfermeras (en total fueron 38).

Imagen: Penguin Books.

Seacole fue rechazada. Nadie le dijo que lo que no querían eran enfermeras negras. Nadie se lo dijo, pero ella intuía que detrás de “su falta de formación y experiencia” hubiese otra razón, una que tuviera que ver con su color de piel, ni más ni menos. Esta negativa haría retroceder a cualquiera, pero no a Mary que viajó a Crimea (¡¡con 50 años de edad!!) por su cuenta, financió su viaje y estableció el “British Hotel” en Kadikoi, cerca de Balaclava, donde se encontraba el principal campamento militar para acomodar a las tropas que desembarcaban. También visitó el campo de batalla, se acercó en más de una ocasión a las trincheras a llevar té, limonada y tabaco, además de medicamentos a los heridos y enfermos. Pronto la bautizaron como «Madre Seacole». Gracias al buen hacer de muchas enfermeras, entre ellas Nightingale y Seacole, bajó la mortalidad en los hospitales militares.

Después de la Guerra –el Imperio ruso perdió y se firmó el Tratado de París en 1856– volvió a Inglaterra alicaída: se encontraba en bancarrota y con una salud que empezaba a resentirse. Estaba arruinada y encima su trabajo no había sido reconocido por el gobierno británico. Aun así, fue portada de los periódicos en varias ocasiones, muchos estaban agradecidos por la labor que había hecho Mary en Crimea y en cuanto se enteraron de su situación económica, muchos de ellos quisieron ayudar. En 1857, por ejemplo, se organizó un festival benéfico para recaudar fondos y asistieron miles de personas. Mary aprovechó el tirón de su fama y publicó sus memorias en Las maravillosas aventuras de la señora Seacole.

No puede decirse que Mary Seacole sea solo olvido porque finalmente reconocieron su trabajo… tarde, eso sí. En 1991, por ejemplo, se le concedió a título póstumo la Orden del Mérito de Jamaica y en 2004 fue proclamada “la más grande británica negra”. Además, hay una Fundación de la Unesco que lleva su nombre. Aunque se encadenaron ciertas alabanzas hacia su meritorio trabajo, Seacole no salió de las sombras. En Los versos satánicos, Salman Rushdie escribe: “¿Qué son? Pues figuras de cera, nada más. ¿Quiénes son? La Historia. Miren, aquí está Mary Seacole, que en Crimea hizo tanto como otra enfermera maravillosa pero que, por ser de piel oscura, apenas se la veía, al lado de la llama brillante de Florence”.

Referencias

Sobre la autora

Uxue Razkin es periodista y colaboradora del blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU Zientzia Kaiera.

11 comentarios

  • Formidable resumen de una vida, que refleja fidelment el ser enfermera. Muchas gracias

    • Muchas gracias por el comentario y me alegra que le haya gustado. ¡Un saludo!

  • U a mujer extraoedinara con una gran historia para recordar y enaltecer. MUJERES ENFERMERA en la invisibilidad por los resagos del patriarcado y los prejuicios de la época que todavía se viven disfrazados de otras circunstancias.
    El mejor homenaje es recordarla horrarla y nunca olvidarla. Cada vez recordarla en los contextos de enfermería. Gracias

  • Fue muy congratulaste el reconocimiento a Marie Secole y a la vez tristeza por la discriminación racial que en enfermería nos enseñan que no hay diferencia entre seres humanos desde el primer año de la carrera, me gusto la redacción y el estilo de la escritora, mis felicitaciones y gracias.

  • Muchas gracias, Silvia, por leernos. Me alegra que te haya gustado. Un saludo.

  • Yo sí la recuerdo! …Y muchos más. En este momento tuve la curiosidad por un comentario respecto al día de la mujer y por ello me dí a inspeccionar que hay en la internet sobre que hay sobre esta gran personalidad. Si bien por política se exalta a unos y se deja de lado a otros, la Historia siempre se escribe por sí misma y por ello ….»la enfermera que nadie recuerda» es equivocada. Lamentablemente el historiador no es como el físico, el matemático o el químico que les es implicito la objetividad. Se agradece la publicación, para no olvidar a quienes han contribuido para la valía de la especie humana.

  • A,meno recorrido por la vida y obra de un ser humano con bastante sensibilidad y aprecio hacia sus semejantes. Es una lástima que Mary Seacole, junto a la enfermera galesa Betsi Cadwaladr, hayan sido opacadas por el gran peso publicitario y promocional que gira en torno de Florence Nightingale, cuyos méritos son indiscutibles, Sin embargo Mary y Betsi (que también trabajaron eficazmente durante la guerra de Crimea en 1854) deberían ser reconocidas y puestas al mismo nivel que la «Dama de la Lámpara», por justicia. Saludos

  • Muy interesante, Soy enfermera venezolana, apasionada de la historia. Gracias b por las informaciones.

  • La historia y su contenido es valioso, es formidable conocer la vida de mujeres, qué enaltecen nuestra profesión como Enfermeras, cuyo trabajo, esfuerzo y dedicación queda olvidada en las salas hospitalarias.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *.