Mary Lasker, la directora de marketing contra el cáncer

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Mary Lasker. Imagen: Wikimedia Commons.

Ha habido agitadores sociales que han cambiado la historia, y Mary Lasker (1900-1994) ha sido una de ellas. No fue científica, sino removedora de conciencias y hábil estratega y negociadora entre las élites. Mary Woodward se casó en 1940 con Albert Lasker, un rico y bien conectado ejecutivo de marketing de la industria del tabaco de Estados Unidos. Por su parte, Mary Woodward era una diseñadora de ropa con aspiraciones, que pretendía cambiar la sociedad convenciendo a los poderosos. Y la causa filantrópica que eligió fue la lucha contra el cáncer, que para el matrimonio comenzó en 1943.

El siglo XX estuvo lleno de investigadores que asumieron el reto de entender el funcionamiento del cáncer. Uno de los más predominantes fue Sidney Farber (1903-1973). Este investigador se dio cuenta de que para vencer al cáncer rápido y que la sociedad se lo tomase en serio, hacían faltan recursos. Muchos recursos. Así, en 1948 creó el fondo Jimmy, aún activo. En ese momento, Jimmy era un niño paciente del Dr. Farber, que puso cara al cáncer. Cada vez que se pedía financiación o se hacían campañas mediáticas en estadios, periódicos o televisión, se usaba la imagen de Jimmy como símbolo de la lucha contra el cáncer. No en vano, la mayoría de niños morían a los meses de ser diagnosticados.

Es en este momento cuando Farber y Mary Lasker se conocieron. Ambos se dieron cuenta de que a un enemigo tan grande no se lo podía vencer a base de donaciones, sino que tenía que ser un objetivo de Estado. Hacía falta una campaña de marketing para atraer la atención pública. El cáncer es el enemigo, pero el campo de batalla es Washington. Mary Lasker se movía como pez en el agua entre políticos, senadores y todo tipo de personas poderosas para convencerlas de que invirtiesen y creasen leyes hacia este objetivo. Se trataba de asegurar recursos y atención pública suficiente como para asegurarse estabilidad en las investigaciones de curas contra esta enfermedad.

El binomio Farber-Lasker era perfecto. Él como autoridad técnica en la materia, y ella como altavoz de las necesidades de los expertos. Incluso existía un grupo numeroso de seguidores de esta filántropa, denominados los laskeritas. La lucha de esta mujer contra el cáncer se volvió aún más intensa tras el fallecimiento de su marido en 1952 por cáncer de colon precisamente.

Sin ella, el presidente Richard Nixon nunca hubiera declarado la guerra al cáncer en 1971 con el National Cancer Act. Es cierto que Nixon pensó que una victoria sobre el cáncer era ambigua y más fácilmente defendible frente a sus ciudadanos que la promesa de ganar la Guerra de Vietnam. Pero interpretaciones políticas aparte, es indiscutible que el estado del arte de la medicina oncológica actual no sería igual sin Mary Woodward Lasker.

Referencias

Sobre el autor

Julián Estévez es doctor en ingeniería informática y profesor del Departamento de Ingeniería Mecánica de la UPV/EHU. Divulga en el blog Idea Secundaria y en la plataforma Naukas.

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