Jean Sammet (1928-2017), la voz que nos reveló los lenguajes de la programación

Vidas científicas

Si ya es complicado llegar a un entendimiento con los humanos, imagina qué sería llevarte bien con las máquinas y entenderlas, escucharlas. Incluso crear lenguajes útiles y fiables para ellas y ser la persona encargada de explicar al resto cómo funcionan. Jean Sammet nunca tuvo que imaginarlo. Para algunos el ámbito de la programación podría parecer caótico y enrevesado; la sensación podría ser la misma que experimenta un miope cuando se quita las gafas. Pero a esta informática estadounidense no le ocurrió aquello, a ella le gustaban los números. Quizá guiada por la atracción que generan las cosas que extrañan a la mayoría, eligió las matemáticas y una meta: todo el mundo tenía que ser capaz de comunicarse con un ordenador.

Jean Sammet.

A Sammet se la considera una de las pioneras en el ámbito computacional por haber codiseñado el lenguaje de programación COBOL (COmmon Business Oriented Language) y por haber desarrollado el FORMAC (FORmula MAnipulation Compiler). Además, fue la primera mujer presidenta de ACM (Association for Computing Machinery) y fundadora de la misma.

Del rechazo a la fascinación

Jean nació en 1928, en Nueva York. Sus padres, Harry y Ruth Sammet, eran abogados. Ella quería estudiar e ingresar en el Bronx High School of Science, una de las escuelas públicas de élite de la ciudad, pero no la admitieron por ser mujer. Así que acudió a la Julia Richman High School. Después, estudió el grado de Matemáticas en el Mount Holyoke College. En 1948, además de lograr el título, impartió clases de matemáticas como ayudante. Un año más tarde, consiguió su máster en dicha materia por la Universidad de Illinois.

A pesar de que al principio el ámbito de los ordenadores le generaba cierto rechazo, cuando se estableció como disciplina académica, cambió de parecer. De hecho, ella recalcó en una entrevista que concedió en el año 2000 que cuando veía una computadora pensaba “en la pieza de hardware obscena con la que no quería tener nada que ver”. De ahí pasó al asombro y más tarde, a la fascinación, sin tiempos muertos. A veces hay que retar a tu propio convencimiento y hacer justamente lo contrario a lo que pensabas en un principio. Es más divertido.

Jean Sammet.

En 1951 entró a formar parte de la empresa Metropolitan Life Insurance. No duró más que un año, ya que prefirió sumergirse en la enseñanza impartiendo clases en la Universidad de Columbia. Su trabajo como programadora se desarrolló principalmente en tres espacios. En 1955, se incorporó a la empresa Sperry Gyroscope, donde supervisó el primer grupo de programadores. En cualquier caso, no apartó la posibilidad de seguir dando clases, era algo que también le satisfacía. De esta manera, entre 1956 y 1958, dio algunos cursos de la asignatura de posgrado Programación de ordenadores en la Universidad Adelphi.

Hasta 1961, se dedicó enteramente a la empresa Sylvania Electric Products. Comenzó con las tareas básicas, por ejemplo, gestionó el desarrollo de software para la computadora MOBIDIC (MOBIle DIgital Computer), construida para el Cuerpo de Señales del Ejército de los Estados Unidos. Ocupó varios cargos dentro de esta empresa y además perteneció al grupo que desarrolló el COBOL, el lenguaje de programación estándar que todo el mundo podía utilizar en su ordenador. No obstante, cabe señalar que este sistema estaba orientado a los negocios. Su trabajó evolucionó a pasos agigantados gracias, en mayor medida, a las mejorías que introdujo Sammet para hacer que el lenguaje fuera más útil en otro tipo de ámbitos como en el de la banca o en la salud.

Finalmente, en 1961 se unió al grupo IBM con el fin de organizar y gestionar el Centro de Programación de Boston. Ella fue la encargada de dirigir el desarrollo de FORMAC, el primer lenguaje y sistema de programación utilizado para el cálculo simbólico. Sammet se convirtió en la gerente de tecnología del lenguaje de programación en la división de desarrollo de sistemas de dicha empresa en 1965, y más tarde dirigió el proyecto encargado de crear el ADA.

Un manual y muchos reconocimientos

Todo el trabajo desempeñado a lo largo de los años lo vertió en un libro que publicó en 1969 bajo el nombre de Programming Languages: History and Fundamentals, un manual para tener siempre cerca sobre lo lenguajes de la programación. Su valía fue reconocida en muchas ocasiones y de forma distinta. Además de conseguir la presidencia de la ACM en 1974 (cargo en el que permaneció hasta 1976), también presidió la Conferencia y el Grupo de Interés Especial (SIGPLAN), organizado por ACM en 1978, sobre la Historia de los Lenguajes de Programación (HOPL) y en 1993 el Grupo del Programa de HOPL-II. Por aquel trabajo recibió el Premio al Servicio Distinguido de SIGPLAN otorgado por la ACM.

En 1977 organizó el Comité de Historia de la Computación para la Federación Americana de Sociedades de Procesamiento de la Información (AFIPS), del que fue presidenta. Asimismo, fue nombrada miembro de la Academia Nacional de Ingeniería de los EE. UU. Un año más tarde, recibió un doctorado honorario del Mount Holyoke College. Asimismo, fue seleccionada como miembro del Consejo de Administración del Museo del Ordenador en Boston.

Muy poco después de retirarse en 1988, recibió el Premio Ada Lovelace de la Asociación de Mujeres en Computación. Muchos galardones avalan, de alguna forma, el trabajo pionero que llevó a cabo y los logros conseguidos como unas de las primeras investigadoras y desarrolladoras de lenguajes de programación. Entre ellos destacan, el premio que le concedió el IEEE (Institute of Electrical and Electronics Engineers) en 2009 y el que recibió en 2013 por parte del NCWIT (National Center for Women & Information Technology).

Hay personas que mediante su trabajo se dedican a simplificar la vida de los demás. Podría ser el caso de Sammet. Su trabajo y manejo de los lenguajes de la programación allanaron y facilitaron la relación entre máquinas y humanos; los ordenadores empezaron a ser herramientas eficaces para desempeñar algunos trabajos. Hace un año que la estadounidense falleció, pero su legado persiste. Ella consiguió llevar a cabo ese reto que en los años 50 parecía pura ficción.

Referencias

Sobre la autora

Uxue Razkin es periodista y colaboradora del blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU Zientzia Kaiera.

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